SER PROFESOR O SER POLÍTICO
Darío Ruiz Gómez
“Delincuente sin cultura que usa la fuerza bruta para
acabar la vida y cuidadora de la vida, de la falta de educación en Colombia”
La frase de Petro me creó en principio una enorme ambigüedad en lo
referente a su posible alcance moral y su supuesta identificación de
incultura como causante del crimen de una desprotegida mujer. O sea que
sin la mediación racional de la cultura seguimos en manos y la
delincuencia imperará sin que nadie se interponga. Aquel simbólico y espeluznante momento en “2001 Odisea del
Espacio” de Stanley Kubrick cuando el mono erectus levanta un gran hueso y mata
a golpes a uno de sus semejante. Caín mató a Abel con una quijada de burro y
por encima de todo la sociedad colombiana es una sociedad de cainitas. Uno de
los esbirros al mando de Iván Mordisco
asesinaba hermanos de sangre convirtiendo este reprobable delito en un espectáculo que decenas de fans
afrodescendientes seguían entusiasmados por Tik Tok. Las imágenes de nuestros
noticieros se regocijan mostrando el
asalto de estos mismos delincuentes a escuelas y escuelas convirtiendo el
horror en espectáculo. No sé si continúan –creo que si- ocupando la Rectoria de la Universidad
Nacional en Bogotá un grupo de
malhechores encapuchados y dirigidos por una mujer que abiertamente muestra su
rostro ante las cámaras sin que autoridad alguna pueda al parecer detenerla.
Esos encapuchados mantuvieron a un vigilante sentado en una silla durante
cuatro días ejerciendo sobre él una inaudita tortura física y mental. ¿Pueden
estos encapuchados(as) representar a estudiantes y profesores que como reclama
el Presidente serían encargados de
combatir el crimen con la educación o son el Kuklux Klan de la próxima intolerancia
y la crueldad? Extraña metodología
política ya que salir de la ignorancia y la superchería, de la brutalidad
primitiva debe ser el objetivo de la
verdadera educación desde Aristóteles hasta Whithead, desde Ciceron a Bauman y desde Bolívar hasta López de Mesa o
María Eastman y tantos maestras y maestros que se siguen jugando la vida por
llevar educación a niños y adultos en regiones remotas de este país. ¿A qué
nuevas esclavitudes conduce hoy el totalitarismo político que niega el papel
liberador de la educación y de la cultura?
Sin libertad de cátedra no hay la igualdad que es lo diverso y el derecho al
disenso. El maestro o el militante político,
la vocación de enseñar a los niños y adolescentes de 4 a 90 años como recordaban
ciertas revistas de hace sesenta años o una ciega obediencia al fanatismo
político que persigue obsesivamente la libertad creativa? “Rasga el corazón de
un dogmático, decía Lenin, y encontrarán a un fascista”
Durante treinta años
que ejercí mi vocación de enseñanza me enfrenté no solo a la rutina académica
sino al estallido de lo que violentamente se denominó la toma revolucionaria
del poder por parte del ELN las FARC y el MOIR para manipular el conocimiento,
laboratorios destruidos, salones de clase saqueados, prohibición explícita de
libros incluidos en el índice de la nueva Inquisición, milicianos convertidos
en profesores, persecución contra cualquier asomo de disenso. ¿No era esto lo que una izquierda renovada debía
dejar atrás para incorporar una educación
renovada, democrática? ¿Se convocó alguna vez
a las minorías democráticas a un debate sobre el porvenir de la
Universidad? Para convertirse en el nuevo Consejo Superior el Pacto Histórico
debe comenzar porque cada uno de sus
miembros y miembras , revalide el
bachillerato. El nuevo Rector nombrado por “las mayorías populares” y profesor
de Ciencias Políticas, tiene ante los ojos del mundo la tarea inmediata de
hacernos saber cuáles son sus intenciones y responsabilidades sobre la
transmisión del conocimiento, sobre el derecho consagrado al disenso e incluso
a informarnos sobre la diferencia que existe entre el socialismo y el
populismo..
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