POESÍA
Y DEMAGOGIA EN MEDELLÍN
Víctor Bustamante
Hay ideas generales de
algunos gestores culturales, que ellos y otros piensan que son geniales, pero
no lo son; son maneras de hacer demagogia, porque la poesía debería ser un
aullido a la manera de Allen Ginsberg o tener presente los manifiestos a la
manera de Gonzalo Arango y no ser una convocatoria innumerable de voces que se
pierden en el vacío de la palabra “internacional”, parece haber tanto que no
hay sino dispersión y palabrería.
Cuando se habla de generalidades,
con el deseo de la globalidad, de lo internacional, del movimiento poético
mundial y otras tonterías per se, por
supuesto se cae en la simulación cultural, olvidando que la diferencia es lo
que enriquece una cultura. ¿Qué significa El
espíritu aborigen de los pueblos en esta época de tantos conflictos
sociales y personales cuando la poesía envilecida no sirve de bálsamo sino en disimular
la herida?: la respuesta es fácil y contundente: ocultar problemas mas densos,
que da el escamoteo de un querer retornar al origen, como el buen salvaje, lo
cual es una apropiación siniestra sobre
la poesía que es el encuentro más libre del hombre con sus palabras. De ninguna
manera la poesía puede ser manoseada como un deseo de no salir de la cuna materna:
el indigenismo de paper mache. Lo que ellos consideran poesía ha llevado con
los años a ese arte y forma libertaria de expresión a una minoría de edad, es
algo tan venenoso como la falsa religiosidad con su cielo y eternidad de nubes.
No es ni siquiera una propuesta para agregarse como tantas ongs superficiales al
tema del daño irreversible al medio ambiente, no es indagar desde el punto de
vista de la antropología sobre este espíritu y su carácter. Cuando se refieren
a lo aborigen. Nunca hemos conocido de ellos, en una de sus famosas y charras cartas
abiertas una en contra de la matanza de indígenas en el país, ni una protesta
ante las etnias aniquiladas, ellos la llaman nación, que viven un proceso de pauperización
al deambular las calles o pedir limosnas como méndigos. Y eso que la ex
diputada Eulalia Yagari creo, y una familiar, representan a lo que ellos llaman
“nación” emberá.
Cierto, es tan dispar el
concepto de poesía que mientras se convoca
a nivel internacional al espíritu aborigen de los pueblos, a nuestros indígenas
locales se les ve sentados en las aceras, pidiendo y perdiendo su cultura.
Es cierto que no es
culpa de ellos, sino de causas más graves, pero ellos nunca han ayudado a denunciar
este problema ante la comunidad internacional que de todas maneras es ineficaz
en este sentido. Subyace un pretexto, las instituciones estatales, no pueden criticar
sino entretener, pasar su velo de neones multicolores sobre la poesía.
Es tal la
improvisación, y simulación, que si les
preguntamos, sobre la Ley Forestal y ese exabrupto que es el vuelo forestal,
que afectará a las comunidades y a sus bosques nativos nada sabrían
explicar. Cuando hacen referencia a los pueblos así se queda bien con el mundo gregario
de los sponsor, porque dan la apariencia de ser una causa social, y nadie más
que a ellos para pensar que son filántropos, olvidando como la poesía, que es la
última libertad del hombre no necesita para expresarse ningún tipo de ferias. Es
la misma palabrería banal entregando el canto agónico de su falsa solidaridad, cuando
se refiere a los pueblos del mundo, la misma del Congreso de los Pueblos paralelo a la cumbre
de presidentes en Cartagena. Nada más que escudarse en esa palabra, tan manoseada,
el pueblo, los pueblos, y así quedar bien,
nada menos que la propaganda tomada de los manuales de la cultura oficial de
los países de izquierda ahora derrumbados, por una cultura de los pueblos y un
largo etcétera, donde el pueblo, es el mismo término de los políticos: una
abstracción, es decir un engañabobos. Hay está la astucia de los que piensan
que la poesía de Medellín es su coto privado.
Todo esto para referirme al manchette del Festival
de Poesía, “Homenaje al espíritu de los pueblos aborígenes del mundo”: ¿Qué
significan estás palabras?, pura simulación y sí mucho de sus conmilitones: un deseo demagógico de replantear
el mundo desde un escritorio, Iba a
decir poético, pero esa palabra tan maltratada en estos últimos veinte años en
Medellín, no se la merecen de ninguna manera.
Su mundo primitivo,
nunca a la manera del Aduanero Rosseau, se ocupa de un indígena de pantaloneta soplando
un cuerno, una indígena con la cara manchada de achiote, niños indígenas con
astillas de hueso cruzándole la nariz, indígenas elegantes como los arhuacos,
chamanes de plastilina, vendedores de yagé, los mamos, los cantos chamanicos, como
le gustan a los administradores de la poesía en Medellín, que no han podido
apropiarse de ella, ¡que no¡. Ah, y del iluso movimiento poético mundial
escondidos y fingiendo la ceremonia del fuego, el sonido de las piedras, los
bohíos, como fachada. Nunca explicar la mentalidad y melancolía expresada desde
la Colonia. Nada de eso sino mostrar las imágenes ligh de ellos, para callar
ante ese espíritu aborigen derrotado hace siglos y que continúa masacrado por
el capitalismo salvaje. Pues, a la par que hay globalización de mercancías por
consumir y creemos que somos internacionales y modernos, así ocurre con la
poesía, un movimiento poético mundial que es simplemente el consumo de poesía
sin el carácter personal de cada poeta o de cada etnia.
Lo que enriquece la
poesía es su peculiaridad no su uniformidad mundial como si se tratara de una
cruzada por la mansedumbre del poeta. La poesía tomada en estos antros festivaleros,
como una manera refrescante de ver la vida. Es decir allí la poesía ha sido desactivada
de sus principios. Cierto los aborígenes tienen una tribuna para hablar de su
creación del mundo, de decirnos hermanitos menores, nunca para referirse a los
despojos de tierra de los hermanos blancos.
No, no es ni siquiera
el acercamiento a ellos como lo hizo Arguedas en Perú, es la mirada distante
desde un escritorio, es mantener el despropósito de la cultura oficial, es desactivar
la verdadera idea del conflicto, , y seguir los pasos de un político profesional
como Santos, al posesionarse ante ellos en la Sierra Nevada. Ahí estamos
pintados los colombianos.
La noticia dice:
“En
una larga y profunda reflexión por parte de los líderes espirituales de los
cuatro pueblos que habitan la Sierra: koguis, arhuacos, kankuamos y wiwas.
Los
‘mamas’ decidieron que le entregarían a Santos un símbolo al que nunca antes
habían acudido: un collar de cuatro cuarzos distintos que han pasado por manos
indígenas, de generación en generación, desde sus ancestros tayronas.
Allí,
en Seijua, los indígenas dictaban el protocolo y ponían la agenda, como
anfitriones de su casa, la Sierra Nevada de Santa Marta, a la que consideran
“el centro del mundo”. El primer paso del día fue conducir al Presidente y a su
familia a un lugar de piedras sagradas, con el propósito de pedir permiso a los
ancestros antes de iniciar la ceremonia”.
Por
supuesto Santos no ha vuelto donde los aborígenes, le gusta más viajar a nada, a
México, al Grupo de los 20, y en su delirio internacional lo vemos en Brasil.
De
esta manera esos pasos del poder presidencial, el de los nuevos mejores amigos,
los sigue el festival como una ceremonia entre comillas, alterna. Ellos siempre
han creído regresar a la naturaleza para contemplar las caídas de la tarde, a
mirar crecer las flores, a mirar los arroyitos y el agua cantarina, los
crepúsculos, -ay, tan mayestáticos-, los salmones saltando por los ríos (claro
que en las películas de Discovery Chanel) pero eso ahora no es poesía, es ingenuidad.
Miremos
los textos repetidos hace tantos años que le gustan ellos:
1.
Canto Huitoto de
la Creación
...
..
Cogió ese fundo iluso y muchas veces lo pisó.
Y se sentó en
la tierra aplanada que niveló.
Poseía la
tierra quimérica, y sobre ella escupió su saliva
y brotaron
las aguas.
Sentado en
esa tierra imaginaria
le puso
encima el cielo: el cielo azul y blanco.
Más tarde
hizo Rafuema
este relato,
allá en el mundo subterráneo,
para que
nosotros lo trajéramos
acá arriba, a
la tierra.
.
Luego nacieron en la tierra los árboles selváticos
y la palma
Canaguche nos dio frutos
para que
tuviéramos bebida.
En el agua
del Padre crecieron los árboles y enredaderas.
.
El, solo, creó la cigarra, el mono churuco, que come
en los árboles
el mono de
maíz que abre los frutos,
el tapir que
se come los frutos en el suelo,
los jabalíes
grandes, el guara, el borugo,
que se comen
la selva,
todos los
animales los creó.
.
.
Nada más risueño, iba a
decir imbécil, pensar que la poesía se ha detenido en los poemas de los
indígenas, no es ni una manera de especular lo mítico a la manera de Caballo Loco
para ocultar la verdadera poesía. Cuántas veces hablan de lo mismo para que los europeos piensen
que poseen un carácter humanista. Ese querer retornar al espíritu indígena, no
es ni siquiera una diatriba contra la civilización, es un escamotear la realidad.
Aquí no hay una recuperación del carácter indígena, es simplemente quedarse en
la cultura precolombina, es la poesía tratada como si fuera un cuento de hadas,
la máxima fantasía de estos organizadores. Cuántos años han pasado desde entonces,
y estos señores, al invocar a Caballo Loco y Alce Negro, se esconden en ese
falso espíritu de retorno al huevo, al origen, para esconder el verdadero sentido
crítico y visceral de la poesía, lo demás son festivales. Una larga digresión
de más de veinte años, un largo dejar de lado el sentir poético, y más bien continuar
con su envilecimiento.
Volver al espíritu aborigen
de los pueblos es la misma actitud fascista de escudarse en el folclor como propuesta
ultramontana de cultura, que es un caso irremediable de lo que ocurre, regresar
al bohío de lo aborigen es peor, es dejar de lado, toda la construcción
cultural del hombre a través de su historia y quedarse en la contemplación muda
y absorbente de la llamas, del agua, del canto de los pajaritos, de las
florecitas en primavera, del canto del sinsonte y olvidarse qué ha pasado en la
poesía.
El Festival de Poesía
de Medellín oculta el verdadero sentir de la poesía que es ser libertaria, y
asume el rol de futbol que es el de tapar la realidad colombiana y entretener a
los aficionados detrás de un balón. He dicho
entretenimiento, y ahí está el verdadero dilema de los festivales, nunca en un evento
de estos se puede convocar el verdadero papel del poeta, los disidentes, a los
sponsor no les gusta. Hasta allá no se puede llegar por una razón simple, las mayoría
de las personas no hay que problematizarlos sino darles fantasías.
Querer regresar al
mundo mágico de los indígenas creyendo que la razón es apenas un subterfugio,
no es más que la fatal ilusión de escamotear el presente y asumir el papel de
los seudo intelectuales a la manera de Chopra, de Walter Rizo y antes de Regina
11, y de aquellos que se la pasan dando consejos para cautivar incautos y trasladarse
al mundo de la Nueva Era con los chamanes y las ceremonias con velas encendidas.
La poesía no puede ser
aniquilada de esta manera, por aquí, por las calles destellan las flores negras
y de neones peligrosos que abren una posibilidad en este paisaje del confort. Lejos
de los anaqueles y tarimas del entreteniendo
nunca poético.
...
A
los 22 años de la aniquilación de la poesía.
“nación”
del neonadaismo desde algún parque de Medellín
junio
2012