,,,,,,
.
.
Luis Florez Berrío
Víctor Bustamante
Hay poetas que no han tenido espacio literario en la ciudad. La causa de ello, la edad, la alergia a ser un escritor pobre, no ser académico, no haber pertenecido a algún partido político, no haber tenido amigos influyentes en el interior y fuera del país.
Es decir, simplemente él es un poeta que sabemos que está ahí, y nunca le hemos dado una mirada a su poesía.
Luis Florez ha pasado por todos los ismos, o mejor todos los ismos han pasado por encima de él y nunca se han dado cuenta que existió. Pero él sabemos que esta ahí, en la calle Junín, sede de su poesía en las tertulias permanentes con sus amigos, dando la cátedra que se merecen ante una ciudad que transcurre así sin afán, donde no ocurre nada sino la bonhomía local y las vanguardias que siempre lo miran de soslayo.
Pero bueno, conversar con Luis Florez Berrío es saber que alguien, a su edad, ama la poesía, bajo otros cánones y es como vernos ahí frente a él, en esa persistencia de algún día escribir un gran poema.
En el país de la paz bajo estrictas medidas de seguridad y de la paz de las eternas negociaciones. Luis Florez ya le había escrito desde el 1954, lo que nos da una idea del paso iluso del tiempo sobre esas negociaciones que nunca llegan en la patria de nosotros los incautos e ilusos.
..
.
Poemas
de
Luis Florez Berrío
.
La paz no tiene paz, nació cansada,
creció enfermiza y navegó en la sombra,
Dios que la quiso tanto no la nombra
y en sus milagros la dejo olvidada.
Todos la piden blanca y es morena....
desconoce la voz de los pastores,
no ha podido apoyarse en los amores
ni desprenderse de su propia pena.
La paz ni en los ministros parroquiales
con su bíblico símil de paloma;
la paz ni en la penumbra que se asoma
callará sus lamentos desiguales.
No la tiene el poeta ni el gitano,
ni el mago ni el monarca ni el coloso;
ni siquiera la tiene el perezoso...
o el enfermo... o el triste... o el profano.
¿Qué ha sido nuestra paz...? ¡Puerto sitiado!
Barandal de impresión, fragmento raro,
trapecio de crueldad, costa sin faro
¡y efímero capricho desvirtuado!
La paz con su desplante de querella,
fingiose catedral de fantasía;
y el Hombre- Dios, que de la paz venía,
nació sin paz y falleció sin ella.
.
.
.
Yo doy para la paz
mi semilla de versos.
Doy mi Luis sin chequeras,
mi apellido sin islas,
mi gloria sin oasis,
mi fama compartida,
mi cumbre sin orgullo,
mi poema dos mil,
mi taller de relojes pensativos,
mis libros luminosos,
mi risa y mi sonrisa cuando buscan
las alas colombianas de alguna mariposa.
Yo moriré intranquilo, sin paz por lo que queda.
¿Quién detendrá mi sangre mezclada con el polvo
bajo el golpe iracundo?
Yo sé que llegan ellos decapitando abuelos
y aplastando a los niños...
Destruirán hogares, formarán el saqueo
empurpurado,
ahorcarán las dóciles rosas invioladas,
romperán en pandilla la red de la esperanza
y sabré que acribillan silencios distraídos.
Ellos vendrán y dejarán estigmas,
negociarán martirios,
refrescarán con whisky la masacre
y dirán que Colombia y que mi Antioquia
pertenecen también a los que mueren.
.
.
Padre de las galaxias,
Padre del universo,
Padre de mi Colombia,
Padre mío que estás en mi energía:
si te hiero tu nombre por la espalda
cuando llamo la luz de tu armonía,
a mí me está doliendo la esperanza...
y me duelen los niños secuestrados,
porque pierden la paz y las palabras.
Ya les cambian los besos maternales
por terremotos en la flor del alma,
ya les cambian la cena y el juguete
por un golpe de sombras en la cara,
ya les cambian la miel de la ternura
por un susto que sabe a cuchilladas.
Me duelen estos niños secuestrados
que aprenden a rezar con la mirada,
que no quieren pensar en su alimento
porque un garfio de muerte los desgarra,
que casi ni recuerdan las caricias
por tener la memoria horrorizada.
Me duelen estos niños secuestrados,
sin amor, sin amigos, sin hermanos,
más huérfanos que el frío y el silencio,
frente al frío silencio de la nada.
Padre mío, grandeza de mi mundo,
vuelve tus ojos a los niños tristes,
que a mí me está mirando la esperanza.