viernes, 12 de diciembre de 2025

Sobre la lectura / Francisco Velásquez Gallego

 

Sobre la lectura /

 Francisco Velásquez Gallego


DESDE HOY UN ARTISTA SERÁ JUZGADO SÓLO

POR LA RESONANCIA DE SU SOLEDAD

O LA FUERZA DE SU DESESPERACION.

CYRIL CONNOLLY.

“Para una tumba sin sosiego”

 

La lectura es un acto solitario que afirma certezas, ilimitadas, sobre el universo y sus enfermedades.

Y permite reinterpretar la creación cuasi divina del autor de un texto determinado, para transitar este pasar-por-el-mundo con toda la complejidad que implica.

Uno leyendo afronta la desolación humana que es la existencia. Y por eso son importantes el arte y la literatura porque con ellas entendemos que las perturbaciones que se nos presentan pueden clarificarse más en el transcurrir de lo cotidiano.

Vengo en calidad de lector y lo soy porque pasé la mayor parte de mi vida pegado de afortunadas obras literarias, siempre bien asesorado por amigos escritores y diletantes de todos los tamaños y sabores…

Por eso estoy acá para comentarles impresiones acerca de la condición de leedor de literatura y otras publicaciones varias, como las del oficio que escogí, el periodismo.

En cuestiones de libros no hay uno mejor que otro, son distintos. Demasiado escasos los buenos; y mucha especulación mercantilista para imponer los gustos de impresores, los del común. Aunque puede afirmarse que el libro es un hallazgo tan trascendente que en cualquier volumen por malo que sea alguna cosa importante puede encontrarse.

El libro de acuerdo con Umberto Eco es como una cuchara, un martillo, la rueda, unas tijeras que una vez inventados ya quedó descubierto para toda la vida, y nunca desaparecerá, y no se puede hacer nada mejor. Es posible que adquiera otras dimensiones y modos de relacionarse con nosotros, pero es inevitable que su duración será tan concreta como la de toda la humanidad, hasta el momento que desaparezcamos para siempre.

Se quiere rescatar a través de la memoria cada fragmento de vida que vuelve a nuestra mente, por más indigno o doloroso que sea. Y la única manera de hacerlo es fijarlo con la escritura. La literatura por ello consigue enfrentar la indiferencia de hoy en esta sociedad contemporánea cada vez más banalizada y consumerista.

 

Desde esta perspectiva lo mejor es recordar los libros que han influido en una experiencia vital respecto a la cualidad de haber sido objetos de transformación en las consideraciones individuales sobre la vida y el arte.

En estos tiempos sobreabundantes de información globalizada a través del internet y del espectáculo farandulero montado alrededor de la literatura, las artes y los deportes, así como de los hechos cotidianos elaborados en los medios de comunicación, se impone la necesidad de criterios más elevados para discernir la importancia de los clásicos auténticos que hoy perviven ya demostradas sus dotes de creadores incomparables.

Por ello en las wikipedias y publicaciones de libros de las editoriales existen miles de listados que se aproximan pero no disciernen por qué la mayoría de los libros mencionados han devenido en clásicos. Así que todos sabemos, cuando hemos sido buenos lectores, que hay mucho libro quizá la mayoría que se desvanecen en el tiempo y unos grandes y más bien pocos que cada día se convalidan más en su esplendor y trascendencia.

Me interesa resaltar hoy autores con obras magistrales. Dejaré   de mencionar muchos que lo merecen y demasiados que para fortuna no cuentan con mi beneplácito.

Voy a hablar sólo de algunos, claro que no están todos, de los escritores que me han trastornado, modificado, lacerado el espíritu, lastrado mi alma, herido, cicatrizado el corazón, en fin que me han dejado una ralladura de por vida. Porque no acepto sino al escritor que puede hacerme doler con su manera de mostrarme lo que es la existencia humana y el comportamiento de quienes habitamos el planeta.

Helos aquí:

Lawrence Durell y el Cuarteto de Alejandría. Durell se planteó una forma narrativa singular: tres elementos de espacio y uno de tiempo y en cuatro tomos logra la versión de la misma realidad por cada uno de sus protagonistas principales o sea que cada punto de vista contribuye a esclarecer más esa historia maravillosa de un tema que recorre toda su dimensión  expresiva: el desgarramiento del amor.

A través de Justine, Baltazar, Mountolive y Clea, crea el universo más esplendoroso sobre las vicisitudes del amor presente en cada relación de las personas, ambientada en días vinculados con la segunda guerra mundial.

Malcom Lowry con Bajo el volcán nos lleva al infierno contemporáneo, mediante una escritura desgarrada y compartida con el alcohol que es el acompañante necesario para esta suerte de purgación mental, comparable a un nuevo descendimiento a los interiores de la tierra para mostrar la desolación de Geoffrey Firmin, un funcionario de un gobierno extranjero en una tierra tan extraña pero tan inevitable como es el México del día de los muertos. (En 1938).

Lowry quien casi pierde los originales en un incendio de su cabaña en Dollarton, Vancouver, Canadá debió reescribir este clásico del siglo 20 para complacer editores porque en su tiempo su temática era impublicable para el gusto equivocado de la época. El mismo autor dice sobre su novela:

"Puede considerarse como una especie de sinfonía, o, en otro sentido, como una especie de ópera, y hasta como una película de vaqueros. Es música hot, un poema, una canción, una tragedia, una comedia, una farsa, etcétera. Es superficial, profunda, entretenida y aburrida, según el gusto del lector. Es una profecía, una advertencia política, un criptograma, una película cómica, unas palabras escritas en un muro. Puede considerarse también como una especie de máquina... En el caso de que usted piense que he hecho cualquier cosa menos una novela, es mejor que le diga que en el fondo mi intención era la de escribir, aunque sea yo quien tenga que decirlo, una novela profundamente seria. Pero también es, y lo sostengo, una obra de arte, en cierto modo distinta a lo que usted creía, y también mejor lograda, siempre de acuerdo con sus propias leyes".

La acción que transcurre en una jornada quiere lograr el reencuentro del cónsul británico con su esposa pero ya el alcohol esta apoderado de su alma y termina en un repugnante lugar donde es asesinado de modo vulgar y miserable. Cuando recibe numerosos disparos tiene tiempo de exclamar:

“Qué manera más sórdida de morir”.

Ese viaje dantesco que los humanos debemos ver, desde la marginalidad de espíritus críticos, frente al momento que vivimos de tanto desafuero por el ánimo capitalista de la ganancia a costillas del trabajo del resto de las fichas carnetizadas en que nos han convertido en el sistema.

 “Vivió de día, bebió de noche y murió tocando el ukelele”. Es el epitafio escogido por el propio escritor para su tumba sin nombre. Y en su poesía reflejaba sufridamente ese infierno alcoholizado que le daba vida.

 

Ilustro con dos de sus poemas:

 

SIN TIEMPO DE PARARSE A PENSAR

 

La única esperanza es el próximo trago.

Si te apetece, puedes dar un paseo

Sin tiempo para pararse a pensar,

La única esperanza es el próximo trago.

Inútil titubear en el límite,

Peor que inútil todo este hablar.

La única esperanza es el próximo trago. 

Si te apetece, puedes dar un paseo.

 

y

Oración para borrachos

Dios da bebida a esos borrachos que se despiertan al amanecer

Farfullando sobre las rodillas de Belcebú, totalmente destrozados;

Cuando una vez más espían a través de las ventanas

Acechando, el terrible puente cortado del día.

 

 

Reitero que estoy mencionándoles libros y autores que estoy seguro que podrán tomar en sus manos y jamás se arrepentirán de haberlo hecho. Son autores con los que va uno a la fija porque todos son ejemplos evidentes de un gran creador con una obra acabada y de trascendencia inevitable.

Debo proseguir con personajes como Henry Miller y sus trópicos, pero sobre todo con sus ensayos como El coloso de Marussi que son demostración de la denuncia vital a la hipocresía de la sociedad capitalista, particularizada en los Estados Unidos donde padeció los insondables languidecimientos de la tristeza y el despojo universales. Que además influencia a los beatniks, escritores subterráneos como Jack kerouac y Alen Ginsberg quienes propician una respuesta generacional a la lucha contra las instituciones gringas y que son fermento de la acción contra las guerras, la de Vietnam que se constituyó en la primera derrota al ejército imperial.

Faulkner y su paulatina degradación tanto del hombre como de la naturaleza, lo que se observa en toda su obra.

THOMAS MANN la montaña mágica. El canto disección de la enfermedad que consciente la búsqueda del amor y la sabiduría. Y los ensayos de la Sontag esa gran escritora de Estados Unidos con sus famosas “la enfermedad y sus metáforas” donde cuenta como venció un cáncer, y “el sida y sus metáforas”.

La montaña mágica es considerada la novela más importante de su autor. Comenzó a escribirla a raíz de una visita a su esposa en el Sanatorio Wald de Davos en Suiza en el que se encontraba internada. La obra narra la estancia de su protagonista principal, el joven Hans Castorp, en un sanatorio de los Alpes al que había llegado como visitante. Introduce reflexiones sobre los temas más variados, tanto a cargo del narrador enamorado de Claudia Chauchat como de los personajes (especialmente leo Naphta y Settembrini, los encargados de la educación del protagonista). Entre estos temas ocupa un lugar preponderante el del tiempo hasta el punto de que el propio autor la calificó de "novela del tiempo", pero también se dedican muchas páginas a discutir sobre la enfermedad, la muerte, la estética, la política, etc. Se ha considerado un fresco sobre la decadencia del modo de vida de la burguesía europea antes de la primera guerra mundial.

John Updike Corre conejo. Cortejando a la cónyuge. Son una serie de relatos ocurridos desde 1960 con su protagonista Harry Rabbit Angstrom. A través de él expresa sus opiniones sobre los problemas de la sociedad norteamericana contemporánea, una sociedad que, según Updike, encuentra en el cine y la religión dos vías de escape.

Escritor prolífico y no olvido un cuento maravilloso “cortejando a la cónyuge” que es el monólogo de un esposo abatido por la rutina y que encuentra regocijo al ver una forma de cruzar las piernas de su esposa en trance de seducción.

Saul Bellow. Herzog es un viejo loco, narcisista, masoquista y anacrónico, con una “larga enfermedad, mi vida”. Un escritor judío complacido en reflexionar la sociedad que enmarca su vida con una prosa devastadora y humana, con despojos lacerantes de su existir,

“Al hacer un resumen de sí mismo, reconoció que había sido, por dos veces, un mal esposo. A Daisy, su primera esposa, la había tratado miserablemente. Madeleine, su segunda mujer, había intentado manejarlo. Para su hijo y su hija era un padre cariñoso pero malo. Y para su país, era un ciudadano indiferente. A sus hermanos y a su hermana los trataba con afecto pero se mantenía muy aparte de ellos. Para sus amigos, era un egoísta. En cuanto al amor, era un perezoso. En cuanto a la brillantez, era un hombre apagado. Ante el poder, pasivo. Y respecto a su propia alma, tomaba una actitud evasiva”. Y sin embargo que encantador era.

 

Y todo ese transcurrir apegado al concepto de la muerte, un terror infantil que sufría para verse obligado a tomar su vida de la manera que lo hizo. Todo rematado en esta sensitiva frase: “Cuelga de una estrella tu agonía”

 

Debo terminar con mención a algunos de los escritores latinoamericanos que han ocupado mis lecturas:

 

Juan Carlos Onetti, la vida breve. Comparto lo que dice Vargas Llosa, que “es uno de los grandes escritores modernos, y no sólo de América Latina. "Es un escritor enormemente original, coherente; su mundo es un universo de un pesimismo que supera gracias a la literatura".

La vida breve (1950) es la novela más importante y conocida del escritor uruguayo, cuya acción se desarrolla, básicamente, entre Buenos Aires y la mítica Santa María — ciudad ficticia y cuasi onírica en la que transcurren, también, "El astillero" (1961) y Juntacadáveres" (1964).

El protagonista de esta novela es Juan María Brausen, quien se escapa de su realidad creando otra en la que acabará metiéndose, a través de la desolación más congruente que he leído jamás.

En Argentina es predominante Jorge Luis Borges con Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Ernesto Sábato y Leopoldo Marechal, muy desconocido, pero de grandiosa significación literaria. Su novela Adán Buenosayres es escrita con el rigor de la gran novelística universal y el séptimo y último libro de la obra el "Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia", es ni más ni menos que una parodia del Infierno de La Divina Comedia del Dante Alighieri.

Y en nuestra sangrada Colombia merece recordarse al Nobel 1982 Gabriel García Márquez y de otra manera el Germán Espinosa de La tejedora de coronas que son las remembranzas de Genoveva Alcocer, en la Cartagena del siglo 18, época de apasionadas búsquedas, ebullición intelectual y grandes transformaciones. Genoveva es una criolla aventurera, visionaria y lúcida que parte de su tierra natal a recorrer el mundo y a participar de la rebeldía y la emancipación propias del siglo de las luces.

Finalizo con el discutido Mario Vargas Llosa y en general toda su novelística, aunque le duele a uno tanta estulticia en el carácter crítico respecto al avance del humanismo por sobre la explotación del hombre por el hombre. Pero existen de sus creaciones, por ejemplo, Travesuras de la niña mala, que son verdaderas piezas creativas de ingeniosidad y sabrosura sin iguales.

 

Francisco Velásquez Gallego

Abril 14 del 2011

 

 

 

 

 

RESTOS DE LA MISERIA / Darío Ruiz Gómez

 

RESTOS DE LA MISERIA

 

Darío Ruiz Gómez

 

Hay quienes nacen en la miseria y quienes desde la opulencia e3conómica llegan a caer en la miseria que es ya el último estrato social donde se carece de todo, se está ala intemperie, comer es una hazaña o un azar y con simples harapos se cubre la triste carne y se constata el abandono de Dios. Nadie más que Job sabe de estas desgracias que también conocen los desplazados de sus hontanares. Desde esta condición Jean Valjean el protagonista de “Los miserables” de Víctor Hugo llega a lograr mirar la sociedad de la cual hizo parte, descubriendo sus miserias morales, la farsa de los dueños del poder, la perfidia constante de la clase política, de las nuevas aristocracias del delito, y sobre todo, de la manera en que estos poderes conjugados convierten el espíritu de la ley en una mentira al servicio de los poderosos creando una infame desproporción entre el miserable a quien se condena por robarse un pan y al   obsceno delincuente a quien se exonera mediante unas “Conversaciones de Paz” a pesar de ser el directo responsable de miles de crímenes, de muestras de sadismo, violación de niñas. Obispos, arzobispos en buena medida y no en la verdadera Iglesia buscan el beneficio propio y callan ante este estado de injusticia cuando no abiertamente se la juegan por lo que supone esta repentina riqueza. Víctor Hugo con portentosa lucidez muestra cómo la Justicia se entrega a los intereses de esos poderosos envileciendo a jueces y magistrados, a la burocracia del Estado. En Colombia no hablamos, tengámoslo en cuenta de una vez, de un supuesto “Conflicto armado” sino del surgimiento de una oligarquía como la rusa brotada y enriquecida estrambóticamente por el narcotráfico internacional. ¿No vemos ya en ciertas ciudades el despliegue de mal gusto que suele caracterizar a estos nuevos ricos mafiosos, personajes groseros que muestran en la Rusia de Putin a estos nuevos actores de una farsa social?

 El Berlín que describe Joseph Roth en la antesala de la guerra es el de la miseria, el de la prostitución desmesurada, el de las nuevas técnicas de opresión del ser humano y esto es lo que estamos viendo y padeciendo en Colombia pero como advertía el sabio Zygman Baumam: “Actualmente el mal no elige a Hitler o Stalin como su personificación, sino que asume formas anónimas de insensibilidad que pasan inadvertidas” Y en hacerlas inadvertidas juega un papel preponderante el periodismo pervertido que muestra al gran delincuente no como un malhechor que debe ser condenado de inmediato por sus crímenes sino como el anecdótico protagonista de una noticia que se olvida de inmediato. El historial de Calarcá con sus feroces Comandos de la Frontera y una suma astronómica de asesinatos demuestra las características de las organizaciones criminales de nueva generación conectadas con organizaciones europeas y sobre todo mexicanas, así como la creación de una red increíble de colaboradores disimulados en universidades, Fuerzas Militares, religiosas, medios de comunicación. ¿Por qué la justicia no condenó a tiempo y enérgicamente la violencia  desatado contra la población, fusilando soldados impunemente? Ya aquí tenemos el fuerte indicio de que la mesa de Conversaciones la utiliza para lograr legalmente ser reconocido y no castigado, mostrándonos también que como al ELN y a Mordisco nadie puede detenerlos sencillamente porque como en la Francia de “Los Miserables” la justicia es una farsa. Conjugando las diferentes formas de lucha, Iván Cepeda acaba de ser recibido por la Sheilbaum en México y con todos los honores. Politizar la Fiscalía es eliminar la separación de poderes.         

 

EL AMANECER DE LA ESPERANZA / Darío Ruiz Gómez

 

EL AMANECER DE LA ESPERANZA

Darío Ruiz Gómez

 

Si algo está quedando en claro es que es imposible negar que de los desastres de la violencia se está levantando en Colombia una nueva sociedad un hecho que  es casi una ley histórica. Decimos que las nuevas juventudes políticamente son apáticas pero sin intentar analizar lo que esta presuntuosa sentencia comporta, es decir, preguntarnos por el por qué son apáticas después de ser testigos de las zancadillas, las deslealtades, la falta de principios que cada uno de los grupos políticos exhiben  y sacan a la luz sin vergüenza alguna en tiempos de elecciones. He aquí lo llamativo de que mientras las juventudes aspiran a que las formas de vida más libres, más compañeras se afirmen para todos,  los políticos mantengan su seudorelato a nivel de lo que ya no tiene nada que ver con las realidades y relatos que el país de los jóvenes, de los nuevos empleados, de los nuevos campesinos proponen porque el Punk, el Rock, la Salsa son más democráticos que los discursos refritos de la mayoría de nuestra burocracia política, sobre todo los de izquierda que parecen sacados de una reunión sindical de hace cien años y no de lo que debe comportar un relato que si exalta la igualdad debe exaltar a la vez la alegría. Lo demuestra la revolución de la moda  a través de las cuales los pobres, los raizales se despojaron del castigo de sus harapos y hoy se exaltan a través de la moda y de la música demostrando su universalidad. No sigamos confundiendo la humildad o la modestia compañeras de la piedad  con la aceptación de la servidumbre. Todos los pueblos y veredas de Colombia están de fiesta y la fiesta como el carnaval son la respuesta a la inevitable amargura de poderes abstractos y de nuevos poderosos al darse cuenta de que la alegría, el vértigo de la danza, el candor de un paseo de vecinos no hay dinero alguno que lo pueda comprar. 

 

La hipotética disyuntiva entre vivir estas plenitudes civiles o irme a hacer cola para votar  por un  candidato político mediocre,  nunca podría elevarse a la categoría ética de la responsabilidad personal ya que decidirse por la alegría de un paseo de vecinos, de una rumbita  es una elección hacia la espera de un futuro del país en el cual quienes no rían y canten sean considerados como los verdaderos enemigos de la vida en común. Lo diverso es realmente frente a la dictadura del lenguaje deteriorado de los politiqueros  y del considerado periodismo inmoral, el reconocimiento de que la vida en libertad debe ser la verdadera y única meta de una democracia. Recordemos que el derecho a la felicidad está consagrado en la Constitución de toda Democracia. El amanecer es el comienzo de la experiencia de vivir en el mundo, de renovar los afectos, de reconciliarse,  ya que  solamente la alegría santifica  el abrazo no con un acuerdo  entre personajes que desconocen nuestras vidas y nunca responderán por las víctimas de  guerras inventadas con fines económicos, víctimas que no dejarán de ser eternamente perseguidas por denunciar la farsa de toda Paz convenida, la farsa de los bombardeos, de las ayudas a los desplazados. Confundir un acuerdo, entre interesados, con lo fundamental que es respetar el derecho a la vida, desmontar esa escenificación  de los señores de la guerra solo puede hacerse como lo están haciendo nuestras gentes con el triunfo de la risa, de la alegría de la fiesta, espacios sagrados de una vida sagrada que no puede ser ofendida. Otra vez Balzac: ”Yo ´pertenezco a esa oposición que llaman la vida” P.D Todos los condenados por el atentado del ELN contra la Escuela de Policía con un camión bomba y donde murieron 22 estudiantes están en libertad. Por los culpables del ELN en Tunja contra las instalaciones del Ejército y en el cual de haberse efectuado hubieran sido arrasadas tres manzanas con sus habitantes “se ofrecen 200 millones de recompensa”. En Caracas los autores intelectuales sonríen 

Oscar Jairo González entrevista a Luis Orlando Valencia / Ben Hur Carmona

 

La conversación que soñó a sus interlocutores: profesor Oscar Jairo González entrevista a Luis Orlando Valencia, escritor

Por Ben Hur Carmona

Hola querido Oscar Jairo,

Tu generosidad al compartir la conversación con nuestro distinguido escritor Luis Orlando me lleva a pensar que toda historia —incluso aquella que aspira a tocar lo invisible— necesita un pretexto, un hilo tan fino que casi podría confundirse con el aire, pero lo bastante resistente para sostener el peso de lo que verdadera…mente importa. En esta novela “Las azules tan lejanas” de Luis Orlando Valencia, la anécdota funciona como esos andamios que los venecianos construyen frente a las fachadas: nadie mira los tubos de metal, todos miran la restauración del palacio. Sin embargo, cuando la obra termina y los andamios desaparecen, comprendemos que sin ellos nada habría sido posible.

I. Federico o el médico que nunca fue médico

El protagonista es un tabernero que alguna vez ejerció la medicina "equivocado de profesión". Esta pequeña nota biográfica contiene toda una cosmología: Federico pertenece a esa categoría de hombres que eligieron mal su disfraz en el teatro del mundo. Como el caballero inexistente de Italo Calvino, él existe en el desajuste entre lo que hace y lo que es. Su verdadera profesión —si es que tal cosa existe— permanece en blanco, un espacio vacío que la novela intentará, quizás inútilmente, llenar.

II. El cierre: cuando las ciudades se volvieron transparentes

Llega entonces el Z91, ese enemigo que tiene la peculiaridad de no tener forma. Las puertas se cierran. La taberna —ese lugar donde las palabras circulaban como monedas— se convierte en un espacio prohibido. Imagina una ciudad invisible hecha no de lo que contiene, sino de lo que ha expulsado: las conversaciones, los abrazos, el rumor de los vasos al chocar. La pandemia es aquí lo que en Las ciudades invisibles podría ser Maurilia: una ciudad que existe en dos tiempos simultáneos, el de antes y el de después, sin que ninguno de los dos sea completamente real.

III. Sobre las ruinas, el gesto de escribir

Años más tarde —porque en las buenas novelas el tiempo siempre da un salto, como un gato que cruza la habitación—, Federico regresa a la finca familiar. Está en ruinas, naturalmente. ¿Qué otro estado podría tener un lugar donde se va a buscar el pasado? Allí, entre escombros, decide escribir. Esta imagen me recuerda que todo relato es, en cierto sentido, arqueológico: se escribe sobre estratos de civilizaciones perdidas, cada frase es una excavación.

IV. El hermano muerto como editor

Pero (y aquí la historia toma un giro que Scheherazade aprobaría) el impulso para narrar no viene de Federico mismo, sino de un sueño donde su hermano muerto, Federiquito, le pide que cuente. La escritura deviene entonces un acto de correspondencia imposible, una carta enviada a una dirección que no existe en ningún registro postal. Federico escribe para ser leído "en la honda noche de los sueños", que es otra manera de decir: escribe para nadie y para todos simultáne…amente.

Pienso en el Señor Palomar (de Calvino) observando las olas del mar, intentando describir una sola de ellas mientras todas se confunden. Federico intenta capturar lo vivido antes de que se disuelva completamente en el olvido. Los muertos, como los lectores ideales, no interrumpen, no piden aclaraciones, simplemente escuchan desde su silencio absoluto.

V. Las tres cárceles o la topografía del encierro

Federico describe tres espacios de confinamiento. Podríamos hacer un mapa de estas prisiones, pero sería un mapa curioso: cada lugar ocuparía el mismo punto geográfico, diferenciado solo por el estado interior de quien lo habita. Primera cárcel: el miedo. Segunda cárcel: la soledad. Tercera cárcel: la pregunta por el sentido. Como en un cuento que yo podría haber escrito (pero no escribí), estas cárceles están encerradas unas dentro de otras, como cajas chinas o como esos muñecos rusos que al abrirse revelan siempre otro muñeco más pequeño, hasta llegar al último, que es sólido y ya no contiene nada, salvo quizás el secreto de todos los demás.

Coda: La anécdota como umbral

Luis Orlando nos advierte con la gentileza de quien conoce los secretos del oficio: lo que importa no está en la superficie de la anécdota sino en lo que ella permite vislumbrar. La historia del tabernero-médico, de la pandemia, del regreso y de la escritura es apenas el vestíbulo. La verdadera novela comienza cuando el lector perspicaz cruza ese umbral y entra en la habitación donde se discuten, sin nombrarlas directamente, las "terribles verdades de lo humano".

Y todo esto, nos dice el escritor, reposa sobre un fundamento: la Poesía, entendida no como género literario sino como la esencia misma del arte verdadero, aquello que Heidegger buscaba cuando hablaba del lenguaje como casa del ser.

La anécdota, entonces, es como ese primer cuadrado del juego de la rayuela: necesario para comenzar, pero el juego verdadero consiste en atravesarlo de un salto y continuar hacia el cielo.

Poesía como la Esencia del Arte Verdadero

Para Luis Orlando Valencia, escribir excelentes novelas, cuentos o poemas es indudablemente un arte. Su definición de lo que constituye el arte verdadero está profundamente influido por el filósofo Martin Heidegger:

         El escritor recuerda una frase de Heidegger que nunca ha olvidado: "Poesía, así con mayúscula, es la esencia de todo arte verdadero".

         A partir de esta idea, Luis Orlando deduce que "Hay arte verdadero allí donde hay Poesía".

         El escritor ha dedicado años a reflexionar sobre el concepto de Poesía.

Definición Estética de Poesía (Belleza)

Después de esta reflexión, el Luis Orlando establece una definición clara y estética para la Poesía (con mayúscula):

         Poesía es belleza en el sentido más estético de la palabra.

         Esta definición abarca Lo bello y sus formas.

         Además, la Poesía incluye una forma de belleza que no se ve con los ojos pero se siente y se presiente con el espíritu.

         Poesía como Esencia del Arte Verdadero

         Para Luis Orlando Valencia, escribir —ya sea una novela, un cuento o un poema— no es sólo un acto técnico, sino una experiencia de revelación. Cada palabra aspira a la plenitud del arte, y en esa aspiración late un eco antiguo: el llamado de la Poesía. No la poesía como género, sino como origen y destino de toda creación.

         • El Soplo de Heidegger:

El escritor guarda, como quien custodia una llama, una frase de Heidegger que lo acompaña desde hace años: “Poesía, así con mayúscula, es la esencia de todo arte verdadero.” Esa sentencia, más que una definición, es un relámpago que ilumina su conciencia creadora. Desde entonces comprende que no hay arte sin ese temblor poético que da sentido a la forma.

         • Donde hay Poesía, hay Verdad:

De esa intuición nace su convicción: hay arte verdadero allí donde hay Poesía. No la poesía decorativa ni la que busca agradar, sino la que irrumpe como una fuerza que desvela lo que estaba oculto. La Poesía, para él, no es adorno del mundo, sino su revelación.

         • La Meditación sobre la Poesía:

A lo largo de los años, el escritor Luis Orlando  ha reflexionado en silencio sobre este misterio. No busca una teoría, sino una experiencia: entender la Poesía no como concepto, sino como respiración interior, como presencia que habita el lenguaje cuando este se abre a lo indecible.

         Definición Estética de la Poesía (Belleza)

         De esa larga contemplación surge una definición, no fría ni abstracta, sino vibrante:

         • Poesía es belleza, en el sentido más pleno y estético del término.

• Poesía es Lo bello y todas sus metamorfosis.

• Pero también —y sobre todo—, Poesía es esa forma de belleza que no se mira con los ojos, sino que se adivina con el alma: una claridad invisible, una música interior que el espíritu reconoce antes que la razón.

         La Poesía, entonces, no es una categoría del arte: es su respiración. En ella el mundo se vuelve palabra, y la palabra, milagro. Porque sólo cuando la belleza se hace presencia en el lenguaje, el arte cumple su destino: decir lo que ningún otro lenguaje podría decir.

·                  La Apuesta Estética y el Fulgor del Oficio

·         El escritor Luis Orlando no se conforma con narrar: lucha contra la materia opaca del lenguaje hasta arrancarle una forma viva. En cada texto —sea relato o poema— se mide con lo inalcanzable, con aquello que llama arte y que nunca se deja poseer del todo. Su empresa es una apuesta: perder mil veces hasta rozar un instante de claridad.

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·         El Trabajo del Que Persevera:
Nada en su creación es espontáneo. Hay en él una obstinación casi ascética. Trabaja sus frases como quien pule una piedra oscura esperando el destello. La paciencia es su única herramienta; la disciplina, su modo de no caer en el vacío. Su lucha es contra el descuido, contra la comodidad de las palabras que se rinden antes de decir.

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·         El Oficio del Orfebre:
Describe su tarea como la de un orfebre que labra el metal con precisión, midiendo cada golpe. Pero, a diferencia del orfebre, él no conoce la forma final. Trabaja en la oscuridad de la materia verbal, guiado sólo por una sensación de necesidad. Su taller es el silencio. En él, cada palabra debe sobrevivir a la prueba del fuego: ¿resplandece o se apaga?

·          

·         El Resplandor de la Poesía:
Hay un instante —raro, imprevisible— en que el texto, que hasta entonces era trabajo, se ilumina. No es un logro racional, sino una aparición. La belleza se hace visible como un resplandor que no pertenece al autor, pero que lo atraviesa. Entonces se reconoce: “Estoy a punto de lograr una obra de arte.”
Ese reconocimiento no es triunfo, sino estremecimiento. Porque sabe que la Poesía, esa fuerza impersonal y terrible, sólo se manifiesta para desaparecer de nuevo.

·         La creación, para Luis Orlando, es un combate con la sombra y una promesa de fuego. El arte no se fabrica: se sobrevive a él.

El sueño, digámoslo sin rodeos, no es aquí resto diurno —Tagesrest—, sino el lugar mismo donde el sujeto se constituye como falta, como pregunta dirigida al Otro. En Federico, este tabernero-que-fue-médico (doble desmentida de la identidad, doble falla en el ser), el sueño no "impulsa" la narración como si fuera un motor externo: el sueño es la estructura misma del deseo que hace posible que haya relato. Digamos: no hay narración sin ese agujero primordial que el sueño abre en lo real.

• El Grafo del Deseo Narrativo: Federico no escribe desde ninguna "vigilia racional" —ese señuelo del yo, esa ilusión de autonomía— sino desde aquello que Freud llamó eine andere Schauplatz, otra escena. La pandemia, esa "guerra" contra el Z91, no es sino el nombre que lo simbólico da a lo Real que irrumpe: aquello que no cesa de no inscribirse. El mandato de escribir no viene del inconsciente como si este fuera un reservorio de contenidos: viene del lugar del Otro, ese tesoro de los significantes donde el sujeto debe buscar su propia verdad.

• La Demanda del Muerto: Che vuoi? Cuando Federiquito —nomen est omen, el pequeño Federico, el doble especular, el hermano-objeto a— habla desde el sueño, no estamos ante una "dilución" de fronteras. Estamos ante la formulación más radical de la pregunta del sujeto: ¿qué quieres de mí? La voz del muerto es la voz del gran Otro que interpela, que constituye al sujeto en su división fundamental. El muerto no "habla": su silencio resuena como demanda imposible de satisfacer, como objeto causa del deseo que pone a Federico en la posición del escriba, del que debe responder con su cuerpo (la mano que escribe) a una deuda simbólica impagable.

Digamos: el hermano muerto es el Nombre-del-Padre en su versión más pura, aquella que ordena la transmisión generacional a través de la palabra. "Cuenta lo que sucedió" no es un pedido informativo: es la ley que separa al sujeto del goce mortífero del silencio.

• Topología del Relato: La Banda de Moebius Nocturna: Esta idea de escribir "para ser leído en el reino de las sombras" revela la estructura topológica del inconsciente. La narración de Federico no tiene un destinatario en el sentido imaginario (un lector empírico, situado en el tiempo cronológico). Su destinatario es el Otro del inconsciente, ese lugar imposible donde el adentro y el afuera se continúan sin ruptura, como en la banda de Moebius.

La noche no es "matriz" —dejemos esas metáforas uterinas a los románticos—. La noche es el tiempo lógico del inconsciente, ese tiempo donde no hay cronología sino retroacción (Nachträglichkeit). Federico escribe en el futuro anterior: habrá escrito para que el hermano haya podido leer, en un tiempo que nunca es presente.

• El Síntoma como Pensamiento: La Crítica Fallida: Esos "monólogos nacidos del sueño" que se pretenden "lámparas" son, estructuralmente, síntomas: formaciones del inconsciente donde la verdad se dice a medias, donde el sujeto habla más de lo que sabe. La crítica de Federico a la "imperfección del mundo" no es lucidez poética: es el retorno cifrado de su propia castración, proyectada sobre lo social.

Cuando cree estar viendo "la verdad" del mundo, lo que ve es la pantalla fantasmática que sostiene su deseo. El pensamiento crítico, en este sentido, es el modo en que el neurótico evita encontrarse con lo Real de su propia división. No hay "ensueño reflexivo": hay forclusión localizada de la pregunta por el propio lugar en la cadena significante.

• El Laboratorio de las Imágenes o el Señuelo del Yo Ideal: Esta idea de un "laboratorio donde la materia espiritual se transfigura en palabra" es precisamente lo que debemos atravesar. No hay materia espiritual: hay letra, hay significante que insiste. Las imágenes no se "transfiguran": se descomponen para revelar su armadura simbólica, la red de significantes que las sostiene.

Federico no "reimagina": repite. Toda su escritura es compulsión de repetición, intento fallido de simbolizar un trauma —la pandemia, el cierre, la muerte del hermano— que permanece como un hueso en la garganta de lo real.

Conclusión: El Acto de Escribir como Atravesamiento Imposible

Los muertos no "nos hablan": somos nosotros quienes, desde nuestra posición de sujetos divididos, les prestamos una voz para no tener que escuchar el silencio ensordecedor de nuestra propia falta-en-ser. Federico escribe no para recordar sino para olvidar de otro modo, para hacer del trauma una cicatriz simbólica que lo inscriba en la cadena generacional.

El sueño, en esta economía libidinal, no es origen sino repetición. No hay "soplo inicial": hay un significante primordial (S) que convoca todos los otros en una cadena sin fin. Y el sujeto, ese efecto de lenguaje, solo puede advenir en la hendidura entre un significante y otro, en ese intervalo donde algo de lo real se resiste a toda significación.

Dicho de otro modo: Federico sueña porque no puede despertar.

Felicitaciones querido Luis Orlando

Ben Hur Carmona