Sobre la
lectura /
Francisco Velásquez Gallego
DESDE HOY UN ARTISTA SERÁ
JUZGADO SÓLO
POR LA RESONANCIA DE SU
SOLEDAD
O LA FUERZA DE SU
DESESPERACION.
CYRIL CONNOLLY.
“Para una tumba sin sosiego”
La lectura es un acto solitario que afirma certezas, ilimitadas, sobre el
universo y sus enfermedades.
Y permite reinterpretar la creación cuasi divina del autor de un texto
determinado, para transitar este pasar-por-el-mundo con toda la complejidad que
implica.
Uno leyendo afronta la desolación humana que es la existencia. Y por eso
son importantes el arte y la literatura porque con ellas entendemos que las
perturbaciones que se nos presentan pueden clarificarse más en el transcurrir
de lo cotidiano.
Vengo en calidad de lector y lo soy porque pasé la mayor parte de mi vida
pegado de afortunadas obras literarias, siempre bien asesorado por amigos
escritores y diletantes de todos los tamaños y sabores…
Por eso estoy acá para comentarles impresiones acerca de la condición de
leedor de literatura y otras publicaciones varias, como las del oficio que
escogí, el periodismo.
En cuestiones de libros no hay uno mejor que otro, son distintos. Demasiado
escasos los buenos; y mucha especulación mercantilista para imponer los gustos
de impresores, los del común. Aunque puede afirmarse que el libro es un hallazgo
tan trascendente que en cualquier volumen por malo que sea alguna cosa
importante puede encontrarse.
El libro de acuerdo con Umberto Eco es como una cuchara, un martillo, la
rueda, unas tijeras que una vez inventados ya quedó descubierto para toda la
vida, y nunca desaparecerá, y no se puede hacer nada mejor. Es posible que
adquiera otras dimensiones y modos de relacionarse con nosotros, pero es
inevitable que su duración será tan concreta como la de toda la humanidad,
hasta el momento que desaparezcamos para siempre.
Se quiere rescatar a través de la memoria cada fragmento de vida que vuelve
a nuestra mente, por más indigno o doloroso que sea. Y la única manera de
hacerlo es fijarlo con la escritura. La literatura por ello consigue enfrentar
la indiferencia de hoy en esta sociedad contemporánea cada vez más banalizada y
consumerista.
Desde esta perspectiva lo mejor es recordar los libros que han influido en
una experiencia vital respecto a la cualidad de haber sido objetos de
transformación en las consideraciones individuales sobre la vida y el arte.
En estos tiempos sobreabundantes de información globalizada a través del
internet y del espectáculo farandulero montado alrededor de la literatura, las
artes y los deportes, así como de los hechos cotidianos elaborados en los
medios de comunicación, se impone la necesidad de criterios más elevados para
discernir la importancia de los clásicos auténticos que hoy perviven ya
demostradas sus dotes de creadores incomparables.
Por ello en las wikipedias y publicaciones de libros de las editoriales
existen miles de listados que se aproximan pero no disciernen por qué la
mayoría de los libros mencionados han devenido en clásicos. Así que todos
sabemos, cuando hemos sido buenos lectores, que hay mucho libro quizá la
mayoría que se desvanecen en el tiempo y unos grandes y más bien pocos que cada
día se convalidan más en su esplendor y trascendencia.
Me interesa resaltar hoy autores con obras magistrales. Dejaré de mencionar muchos que lo merecen y
demasiados que para fortuna no cuentan con mi beneplácito.
Voy a hablar sólo de algunos, claro que no están todos, de los escritores
que me han trastornado, modificado, lacerado el espíritu, lastrado mi alma,
herido, cicatrizado el corazón, en fin que me han dejado una ralladura de por
vida. Porque no acepto sino al escritor que puede hacerme doler con su manera
de mostrarme lo que es la existencia humana y el comportamiento de quienes
habitamos el planeta.
Helos aquí:
Lawrence Durell y el
Cuarteto de Alejandría. Durell se planteó una
forma narrativa singular: tres elementos de espacio y uno de tiempo y en cuatro
tomos logra la versión de la misma realidad por cada uno de sus protagonistas
principales o sea que cada punto de vista contribuye a esclarecer más esa
historia maravillosa de un tema que recorre toda su dimensión expresiva: el desgarramiento del amor.
A través de Justine, Baltazar, Mountolive y Clea, crea el universo más
esplendoroso sobre las vicisitudes del amor presente en cada relación de las
personas, ambientada en días vinculados con la segunda guerra mundial.
Malcom Lowry con Bajo el
volcán nos lleva al infierno contemporáneo, mediante una
escritura desgarrada y compartida con el alcohol que es el acompañante
necesario para esta suerte de purgación mental, comparable a un nuevo
descendimiento a los interiores de la tierra para mostrar la desolación de
Geoffrey Firmin, un funcionario de un gobierno extranjero en una tierra tan
extraña pero tan inevitable como es el México del día de los muertos. (En 1938).
Lowry quien casi pierde los originales en un incendio de su cabaña en
Dollarton, Vancouver, Canadá debió reescribir este clásico del siglo 20 para
complacer editores porque en su tiempo su temática era impublicable para el
gusto equivocado de la época. El mismo autor dice sobre su novela:
"Puede considerarse como una especie de
sinfonía, o, en otro sentido, como una especie de ópera, y hasta como una
película de vaqueros. Es música hot, un poema, una canción, una tragedia, una
comedia, una farsa, etcétera. Es superficial, profunda, entretenida y aburrida,
según el gusto del lector. Es una profecía, una advertencia política, un
criptograma, una película cómica, unas palabras escritas en un muro. Puede
considerarse también como una especie de máquina... En el caso de que usted
piense que he hecho cualquier cosa menos una novela, es mejor que le diga que
en el fondo mi intención era la de escribir, aunque sea yo quien tenga que
decirlo, una novela profundamente seria. Pero también es, y lo sostengo, una obra
de arte, en cierto modo distinta a lo que usted creía, y también mejor lograda,
siempre de acuerdo con sus propias leyes".
La acción que transcurre en una jornada quiere lograr el reencuentro del
cónsul británico con su esposa pero ya el alcohol esta apoderado de su alma y
termina en un repugnante lugar donde es asesinado de modo vulgar y miserable.
Cuando recibe numerosos disparos tiene tiempo de exclamar:
“Qué manera más sórdida de morir”.
Ese viaje dantesco que los humanos debemos ver, desde la marginalidad de
espíritus críticos, frente al momento que vivimos de tanto desafuero por el
ánimo capitalista de la ganancia a costillas del trabajo del resto de las
fichas carnetizadas en que nos han convertido en el sistema.
“Vivió de día, bebió de noche y
murió tocando el ukelele”. Es el epitafio escogido por el propio escritor para
su tumba sin nombre. Y en su poesía reflejaba sufridamente ese infierno
alcoholizado que le daba vida.
Ilustro con dos
de sus poemas:
SIN TIEMPO DE PARARSE A PENSAR
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo
Sin tiempo para pararse a pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo.
y
Oración para
borrachos
Dios da bebida a esos borrachos que se despiertan al
amanecer
Farfullando sobre las rodillas de Belcebú, totalmente
destrozados;
Cuando una vez más espían a través de las ventanas
Acechando, el terrible puente cortado del día.
Reitero que estoy mencionándoles libros y autores que estoy seguro que
podrán tomar en sus manos y jamás se arrepentirán de haberlo hecho. Son autores
con los que va uno a la fija porque todos son ejemplos evidentes de un gran
creador con una obra acabada y de trascendencia inevitable.
Debo proseguir con personajes como Henry
Miller y sus trópicos, pero sobre todo con sus ensayos como El coloso de Marussi que son
demostración de la denuncia vital a la hipocresía de la sociedad capitalista,
particularizada en los Estados Unidos donde padeció los insondables
languidecimientos de la tristeza y el despojo universales. Que además
influencia a los beatniks, escritores subterráneos como Jack kerouac y Alen Ginsberg quienes propician una respuesta
generacional a la lucha contra las instituciones gringas y que son fermento de
la acción contra las guerras, la de Vietnam que se constituyó en la primera
derrota al ejército imperial.
Faulkner y su paulatina degradación tanto del hombre como de la naturaleza, lo que
se observa en toda su obra.
THOMAS MANN la montaña
mágica. El canto disección de la enfermedad que consciente la
búsqueda del amor y la sabiduría. Y los ensayos de la Sontag esa gran escritora
de Estados Unidos con sus famosas “la enfermedad y sus metáforas” donde cuenta
como venció un cáncer, y “el sida y sus metáforas”.
La montaña mágica es
considerada la novela más importante de su autor. Comenzó a escribirla a raíz
de una visita a su esposa en el Sanatorio Wald de Davos en Suiza en el que se
encontraba internada. La obra narra la estancia de su protagonista principal,
el joven Hans Castorp, en un sanatorio de los Alpes al que había llegado como
visitante. Introduce reflexiones sobre los temas más variados, tanto a cargo
del narrador enamorado de Claudia Chauchat como de los personajes
(especialmente leo Naphta y Settembrini, los encargados de la educación del
protagonista). Entre estos temas ocupa un lugar preponderante el del tiempo
hasta el punto de que el propio autor la calificó de "novela del
tiempo", pero también se dedican muchas páginas a discutir sobre la
enfermedad, la muerte, la estética, la política, etc. Se ha considerado un
fresco sobre la decadencia del modo de vida de la burguesía europea antes de la
primera guerra mundial.
John Updike Corre
conejo.
Cortejando a la cónyuge. Son una
serie de relatos ocurridos desde 1960 con su protagonista Harry Rabbit
Angstrom. A través de él expresa sus opiniones sobre los problemas de la
sociedad norteamericana contemporánea, una sociedad que, según Updike,
encuentra en el cine y la religión dos vías de escape.
Escritor
prolífico y no olvido un cuento maravilloso “cortejando a la cónyuge” que es el
monólogo de un esposo abatido por la rutina y que encuentra regocijo al ver una
forma de cruzar las piernas de su esposa en trance de seducción.
Saul Bellow. Herzog es un viejo loco, narcisista, masoquista y anacrónico, con una “larga
enfermedad, mi vida”. Un escritor judío complacido en reflexionar la sociedad
que enmarca su vida con una prosa devastadora y humana, con despojos lacerantes
de su existir,
“Al hacer un resumen de sí mismo, reconoció que había sido, por dos veces,
un mal esposo. A Daisy, su primera esposa, la había tratado miserablemente.
Madeleine, su segunda mujer, había intentado manejarlo. Para su hijo y su hija
era un padre cariñoso pero malo. Y para su país, era un ciudadano indiferente.
A sus hermanos y a su hermana los trataba con afecto pero se mantenía muy
aparte de ellos. Para sus amigos, era un egoísta. En cuanto al amor, era un
perezoso. En cuanto a la brillantez, era un hombre apagado. Ante el poder,
pasivo. Y respecto a su propia alma, tomaba una actitud evasiva”. Y sin embargo
que encantador era.
Y todo ese transcurrir apegado al concepto de la muerte, un terror infantil
que sufría para verse obligado a tomar su vida de la manera que lo hizo. Todo
rematado en esta sensitiva frase: “Cuelga de una estrella tu agonía”
Debo terminar con mención a algunos de los escritores latinoamericanos que
han ocupado mis lecturas:
Juan Carlos Onetti, la vida breve. Comparto lo que dice Vargas Llosa, que “es uno de los grandes escritores
modernos, y no sólo de América Latina. "Es un escritor enormemente
original, coherente; su mundo es un universo de un pesimismo que supera gracias
a la literatura".
La vida breve (1950) es la novela más importante y conocida del escritor uruguayo, cuya
acción se desarrolla, básicamente, entre Buenos Aires y la mítica Santa
María — ciudad ficticia y cuasi onírica en la que transcurren, también,
"El astillero" (1961) y Juntacadáveres" (1964).
El protagonista de esta novela es Juan María Brausen, quien se escapa de su
realidad creando otra en la que acabará metiéndose, a través de la desolación
más congruente que he leído jamás.
En Argentina es predominante Jorge Luis Borges con Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Ernesto
Sábato y Leopoldo Marechal, muy desconocido, pero de grandiosa
significación literaria. Su novela Adán
Buenosayres es escrita con el rigor de la gran novelística universal y el
séptimo y último libro de la obra el "Viaje a la Oscura Ciudad de
Cacodelphia", es ni más ni menos que una parodia del Infierno de La Divina
Comedia del Dante Alighieri.
Y en nuestra sangrada Colombia merece recordarse al Nobel
1982 Gabriel García Márquez y de
otra manera el Germán Espinosa de La tejedora de coronas que son las
remembranzas de Genoveva Alcocer, en la Cartagena del siglo 18, época de
apasionadas búsquedas, ebullición intelectual y grandes transformaciones.
Genoveva es una criolla aventurera, visionaria y lúcida que parte de su tierra
natal a recorrer el mundo y a participar de la rebeldía y la emancipación
propias del siglo de las luces.
Finalizo con el discutido Mario Vargas Llosa y en general toda su novelística, aunque le
duele a uno tanta estulticia en el carácter crítico respecto al avance del
humanismo por sobre la explotación del hombre por el hombre. Pero existen de
sus creaciones, por ejemplo, Travesuras
de la niña mala, que son verdaderas piezas creativas de ingeniosidad y
sabrosura sin iguales.
Francisco Velásquez Gallego
Abril 14 del 2011