martes, 27 de septiembre de 2016

Félix Ángel en Medellín / Víctor Bustamante












Félix Ángel en Medellín

Víctor Bustamante

En septiembre dos eventos en la ciudad, La fiesta del libro y Art Medellín, allí estuvo presente Félix Ángel, y por esa condición de ser pintor y escritor, nada más a la mano que mirar esa faceta de artista, ya que es uno de los pocos creadores que en esos dos campos ha establecido su presencia, pero la presencia de Félix Ángel en la ciudad no debería ser solo a través de estos eventos sino de una certeza ya que él es de Medellín pero su presente ciclo vital es en Washington lo que obliga a hacerse algunas preguntas ya que una estadía tan lejana, y aunque son tantos años llevan a preguntar qué ha sido de su creatividad respecto a la esencia de ese paisaje caro a la vida de un artista y de esas vivencias en Medellín.

Lo anterior ya que uno ve casos diversos. Uno de ellos es Botero que aun prosigue con el paisaje de Medellín del 50, es decir la nostalgia lo mantiene creativo, aunque se haya deslizado a pintar la Las torturas de Abu Ghraib como una acto desusado, como si se apartara de su temática lo cual es propio de cada escritor, tema que parece un desliz en sus caminos creativos, pero que de todas maneras es un aporte del pintor, una mirada al mundo, lejos de sus añoranzas que se cristalizó en el Viacrucis que había pintado y que se exhibió en el hall de la estación del metro en el Parque de Berrío.

Hay otro caso, y es el de Fernando Vallejo. Vallejo, tan rebelde en apariencia, no deja de ser un nostálgico ya que escribe y vuelve y vuelve a añorar a Medellín, la finca de Sabaneta, a su abuela y a su perra.  Incluso en su cine en dos de sus películas, En la tormenta y Crónica roja regresa a ese paisajes que había cristalizado Botero de casas de bahareque y techos coloniales y la infaltable escalera como medio de trasporte, claro que en Barrio de campeones se adentra en algo de lo que es México. Pero en su literatura persiste la presencia de su periplo vital que es Medellín.

O sea, en ambos, sus materiales creativos expresan, y se apropian de una poetisa y de un decir de una ciudad con sus temáticas que los arredra en su síntesis creativa.

Félix, quien al igual que Vallejo se mueve en dos partes creativas, se ha adaptado a esa ciudad en la que vive. Desde un comienzo, aquí en Medellín, como afirma Darío Ruiz, en su pintura busca temas concretos, lejos de la forma de dibujar de la academia: ciclistas, futbolistas, jockeys; que a veces dan la impresión de ser casi bocetos provocadores.

Hay dos medios creativos en los cuales se desenvuelve  Félix Ángel, la pintura y la escritura. En este libro él ha combinado sus dos actividades. En cada uno de sus cuentos ha dispuesto grabados de escenas nunca homo eróticas sino de abrazos y besos, donde los rostros de color negro debido a la composición de los grabados son resaltados por el rojo del paisaje que los circunda, creando un marco de simbologías: el caballo, símbolo de virilidad, ya domado, el caballo alado, Pegaso, caballo de los dioses, los cuadros del japonés que parece mirar a esos hombres en sus escenas de cercanías: besos y abrazos. Las estrellas errantes en alguno de sus grabados sobre el cielo rojo como trasunto de los tipos de los cuentos que en realidad son esos transeúntes en esas calles, en esos escenarios ahora habitados por su autor. Hombres jóvenes, musculosos y bellos como si Ángel, los expresará no solo a través de sus grabados sino a través de su misma escritura. Incluso un policía subyace, pasivo, confundido con los tipos de la calle.

Esa combinación ya la había realizado en Te quiero mucho poquito nada, pero con historietas y dibujos, así como en ese libro inicial él había relatado sus andanzas por los caminos de lo erótico por el Centro de Medellín, donde había un yo que necesitaba despezar esa ciudad con trabalenguas morales. Sobre todo en una ciudad donde él se puede haber dado el lujo de haber golpeado primero que ninguno, incluso en el país de las divisiones y devociones. Asi mismo en el libro de poesía Todos ellos.

Todo lo anterior para comentar ahora, la lectura de Él y el otro, Homo historias (tragaluz editores, 2016). Aquí el autor se aleja el yo provocador, de su primer libro e inicia el camino del alejamiento para narrar desde su seriedad y la serenidad en otros paisajes, la vida en Washington. Y no es para menos en Medellín la calle lo llamaba era su hábitat sobre todo el centro, ahora en Washington son las calles, la elegancia de algunos de sus personajes, el mundillo perverso del narcotráfico, las noticias de los eventos sobre vidas quemadas con asesinatos posteriores, y sobre todo   

Todas ellas con ese tinte de quien vive en Washington. Ángel, todo un demonio, narra las historia de los emigrantes, sobre todo colombianos a ese país, donde el espejismo de una nueva vida llena de triunfos y la ascesis casi mítica de una patria que los acoge al menos en el slogan de hace unos años, los llevó a crear una suerte de patria imaginaria.

Casi todos los personajes de sus cuentos son personas con una familia destrozada, casi todos  marcados por la violencia, casi todos con ese desarraigo al vivir en un país que en apariencia los acoge pero que en última instancia los obliga a servir de carne de cañón, prostitución, oficios de la calle. Y sobre todo en un país, con unas calles donde la droga es el camino y el modus vivendi habitual trasplantada, en este caso desde Colombia y sobre todo del bello Medellín.

Hay dos relatos destacables. En "Chaz y Chester", es la historia de amor, con el mundo de la droga al fondo y así mismo la truculencia del matón  y la venganza precisa, es el triunfo de la justicia privada sobre el matón que nadie detiene.  

En “El regalo”, el boato y el lujo marcan y definen la vida de una posible historia de amor truncada por la muerte pero que entregan la herencia, diría mejor, el regalo de una mesa de colección costosa. En este relato el autor hace gala de su finura y de su gusto, de su estilo de vida, allá en esa ciudad, de la cual se ha apropiado no solo en su vida cotidiana sino en otra manera de vivir. Ya no es el Ángel de las calles de Medellín, provocador e hiriente, sino aquel a quien esa experiencia lo ha llevado a cambiar de perspectiva. No en vano la vida durante tanto tiempo allá, como he dicho, le ha creado un acercamiento con esa ciudad, así como en el último relato Ángel se atreve a escribir algunas partes en inglés, lo que nos aleja un poco de ese cuento, a quienes no hablamos la lengua de Miller y de Poe.

En los cinco relatos, Ángel describe historias cotidianas de amor, que para algunos pasarían desapercibidas pero que él les entrega todo el peso específico de su valía, con la presencia del otro extremo de la muerte como presencia y finitud. Trasunto de lo que es la vida, y su otro espejo negro, lo que termina. A veces violento, a veces así no más, lo que se va. Así en esas historias su autor no da rienda suelta a la tristeza como la expresión inacabada, nunca suelta de esos seres que mueren. En este caso casi siempre viviendo una historia de amor imposible. Así Félix Ángel.



domingo, 25 de septiembre de 2016

Gonzalo Arango forever



Gonzalo Arango

Andes 18 de enero 1931-Tocancipá 25 de septiembre 1976


Víctor Bustamante


Esta noche Gonzalo se ha encerrado en el cuarto del último color
Sobre el escritorio espejea su máquina de escribir donde sus dedos  han  cabalgado tantas veces desde la planicie del anochecer acompañado por el humo de los cigarrillos y de las tazas de café 
hasta que sus desiertos se aclaran con las fugas del alba  cuando se deshaga  como si fuera un viajero que ha dejado países, mujeres, poemas, palabras y arroja las maletas a la calle porque ahora avista entre la niebla que ha llegado al puerto imaginado: sus palabras escritas.
En el tocadiscos se decide a escuchar algo de rock
También sus libros preferidos reposan alineados en el estante, cerrados y pudorosos, como teenagers de colegio
Lo ha seducido una casetera que le han prestado Michael Smith
Ya que ha decidido grabar su voz
Se ha alertado porque quiere dejar una huella
No sabe a quién ni para qué
Porque él nunca ha soñado la muerte ni lo ha señalado en su testamento
Pero sí sabe de los presagios de ella.
Su voz es pausada
De una serenidad y frescura que tallan la noche
Y arramblan a quien lo estuche unos años después
Pero él ahora solo quiere escucharse
como cuando se mira al espejo,
y se ve el mismo cuando se sabe que han  pasado tantos veranos y tantas pieles
por sus pasos
Sabrá que ahí
en ese artificio dejará el alma impresa en sus poemas escritos
porque ahora su voz regresa desde esa noche en que él sentía decirnos algo de  su presencia.


sábado, 24 de septiembre de 2016

MONÓLOGOS DEL MISÓGINO / Raúl Mejía






MONÓLOGOS DEL MISÓGINO
Raúl  Mejía


              Para Víctor Bustamente.

I

Puede la mujer ser extensión de la belleza,
Pero en mí ha sido
Extensión del absurdo,
Hábito del cansancio,
Bruma que excede toda tarde.

Este sujeto zancajoso,
Mirada caída,
Cabello entre lentos dedos:
Hacia ya el paso,
Hacia allí el ritmo,
Hacia nada la pesadez.
Este amigo no puede consigo mismo
Y menos con su compañera,
Más activa,
Locuaz,
Pertinente,
Oteando pasos zancajosos
Y cabellos flexibles.

Amigo, qué pronto llegaste al vacío
De quien el sexo perdió,
El dinero llevó en ascuas de pasión
-Módulo de santo mal ensamblado-,
Este amigo inspira mis monólogos:

Estar sin hembra tras la repetitiva cópula,
Ausente de feromonas,
De labios,
Del rocío en humedad de dedos, de palmas,
Del seno en ascenso de saliva, de dientes,
Ausente como niñez que zumbaba la piel,
Como el tiempo
En medio de pesadillas y asfixias,
Estar sin mujer
¿Huye o enferma?

Por ahora ato,
Ato la noche,
El ala,
La voz amable, posible de palabras,
La voz de ángel del próximo muerto,
La voz del hijo, la del sicofante,
La voz del padre ido,
La voz del que ríe,
La balada a solas,
La balada de cuando eras joven
Y ser cuerpo sobre otro femenino
Permitían el perfil bello,
La frescura,
La gravidez de adulto
Del amigo zancajoso
Que quisiera asesinar en él a su esposa del hastío.
Ato mi sombra y contemplo.

Podrá la pareja ser consecuente de lo perfecto,
Pero persisten murmullos
Y ecos de hojas secas que se arrastran.
El eco de que lo que pretende permanecer unido
Fracasa
Sin remedio…




II

Irse a dormir a un incómodo sillón,
Sentirte hacer ruido
Unido al ruido de la calle:
Hombres rechinando ruedas, piernas,
Exiliados del sueño
Que gestan cúmulos de hollín y de grasa
Que el tiempo considera vida.
Así no es posible descansar,
Pero el descanso es vedado
Si de por medio interfiere la terquedad de una pareja,
Una mujer,
Otro cuerpo
Que no quiere hablarte, dejarte, lanzarte
Hacia el descanso.
Y sucede el detestable día
Con frecuencia de ofensas,
De cejas mal maquilladas,
Del moco y del pobre aterido.
Y proviene el retórico amanecer
Entre agua tibia, jabón
Y los “¡ah!” y “¡ay!” de la adultez.
¿Has podido dormir?
¿Es otro día
En la farsa del pavimento,
El cuerpo tremer por un delito, un cuchillo
Y la sangre que no volverá a ver al hijo?

Ahora no duermes sobre incómodo sillón,
Ahora estás sobre luctuoso suelo,
Ahora hablas a públicos tontos de sordera,
Ahora desprecias que te desvistan,
Ahora quisieras que todo fuese desnudez,
Desnudez
Plena en la apabullante angustia que habita tu cuerpo,
Que es tu sombra,
Que es el sol de tu penumbra,
Que te despierta en el incómodo sillón,
En el suelo,
En la vida.



III

Fatalidad es verse rodeado
De féminas falsamente beatificadas:

“- ¿Quién nos dejó este hermoso crucifijo?”
“-La próxima vez nombramos comisiones”.
“¡Estás muy bella, no se notan tus sesenta años!”
“- ¿Si te conté de aquella, de sus…?”
“- ¿Quién no ha colaborado para el ramo, el sufragio?”
“-Recuerden el grupo de oración”.
“- ¡Ay! ¿Cómo perder estos kilos?”
“- ¡Oh! ¿Si leyeron los poemas que doña Lucila reseñó?

Qué ironía sentirte casi homogéneo,
Individuo ante semejante contaminación de arrugas.
¿Tendremos –siempre- que respirar
Ósmosis, culpa y orín
De mujeres enojosamente santificadas?
¿Podrá el absurdo forzar su capacidad de camaleón
Y ocultarnos de semejantes cofradías de hastío y mal gusto?

Imitándote, Kafka, deduzco que sostener
La cabeza y la frente con una mano
Es señal, también, de desprecio.


                                             IV


Podría ser perturbador tras pesadillas,
Torpes con armas
O la vociferante retórica del fanático religioso
El que maneje indolencia e improperios
Sobre la figura materna.
Susceptible –merecería- padecer
El insomnio de fantasmas ante repetitivos ocasos;
Olvidar el orden al caminar,
Acumular huellas
Sobre cicatrices y gases que resaltan mi estatura;
Ser el nirvana emocional
De un pseudo-matricida que no reza en mayo
Y desoye peroratas de plañideras.
Y el obvio mandamiento y la obvia metáfora virginal
Se retuercen en mis vísceras como vómito urgente.
Por favor,
Está bien que el comercio y la rutina dominical
Urgen de estatutos de plácemes,
Pero otras lecturas del sentimiento
Surgen como palimpsesto,
Tan evidente como grasa en sexos relajados.

Edipo, siendo honestos, tuvo amores primerizos,
Procreó rápido
Y rápida fue su psicosis de nostalgia y de ceguera.
Menos hábiles con enigmas y con la libido,
Algunos hacemos del reflejo maternal,
Fobias impenitentes en nuestras asperezas y vejeces…


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Plegaria ante las cenizas de Pasolini / Andrés Upegui














Arte filosófica

(Homenaje al Arte Poética de Vicente Huidobro)

No sólo es real aquella rosa
que veo allí en el jardín.
También es real esta otra
que veo aquí en el poema.
Es tan real, o más, que la otra
que reluce en el jardín.
El poeta crea otra rosa
como Dios aquella del jardín.
Pero, a veces, la rosa del poema
brilla más que esta del jardín.
Todo depende de la luz,
decía Platón.






                                    El Cine
Son las baldosas húmedas de la calle las que se acuerdan del crimen.
                                  Roger Munier

Ciegos y sordos cruzamos por el mundo que nos ve y nos oye.
El universo se contempla a sí mismo y somos percibidos desde la otra orilla.
No es el ojo el que ve las cosas, son ellas las que ven el ojo y las que oyen mis pasos.
Nos han robado el alma. ¡Anima mundi! El Universo es la conciencia.
Somos otra cosa entre las cosas y el ojo de la cámara, como Dios, está en todas partes.
No pienso, luego existo. Ya no hay conciencia, ya no hay cosas.
Todo es imagen de otra imagen: los ojos de los oídos, la lengua del cerebro,
el yo de la mente, los árboles del corazón…
La montaña ve, oye y habla, lo mismo que el gato, la calle y la luna.
Ya nadie nos muestra el mundo, es el mundo quien se muestra.
Palabra del mundo, lenguaje de la realidad, anterior y posterior a toda palabra.
Las cosas han recuperado su voz y todo habla, todo canta, todo es música.
El mundo es música hecha realidad y en su silencio todo se oye.
Como una concha de caracol, el universo se escucha en otra concha.





Plegaria ante las cenizas de Pasolini



 
        










I
¡Oh generación desgraciada,
que obedecimos desobedeciendo!
Antes todo estaba claro:
Mira que he puesto mi palabra en tu boca,
mira que he puesto una imagen en tu mirada.
El Profeta traía la Esperanza,
era la voz que clamaba en el Desierto
anunciando una tierra donde mana leche y miel.
Ahora, una vez más, tus designios son indescifrables.
¿Será posible que estemos condenados a equivocarnos siempre?
Ya hemos perdido el sentido de lo Sagrado,
ya todo ha sido profanado, hasta lo más divino.
Caminamos, como Edipo, sordos y ciegos por el Desierto.
¿Qué extraño profeta es este que ya no trae ninguna salvación?
¿Quién es esta ave rara y de mal agüero que anuncia la perdición?
Como Pablo en New York (Roma) o en París (Atenas)
recorre desnudo las calles, como Isaías,
con su pene pequeño todo piel y pelos,





pero capaz de cumplir con su deber.
Ya es demasiado tarde,
las luciérnagas han desaparecido,
el día se ha vuelto noche
y la vida es una ciudad asediada,
en donde al Poder le está permitido todo.

           











II
¿Qué podemos esperar Señor?
¿Visiones, voces o inspiraciones?
¿Lamentación o diatriba?
¿Prosa o lírica?
¿Sermón o sátira picaresca?
¿La lengua escrita de la realidad?
(La Ricotta, Pajarracos y pajarillos, El Evangelio según San Mateo)
Más allá, en el silencio místico del metalenguaje,
ni el rostro de la Callas,
ni los rostros de los Orestes africanos
nos dicen nada.
Todo se ha vuelto una Esfinge muda.
El silencio absoluto de los signos.







      







     III
¡Oh Divina mimesis! ¡Oh Divina mimesis!
¡Todo era santo!
Los muchachos de la vida, el cielo, la luz,
la belleza de los cuerpos desnudos al mediodía,
bañándose con la inocencia de los animales.
Empirismo herético, corsario y luterano.
¿Por qué, Señor, lo hiciste abjurar de la vida?
Le cambiaste el amor a la realidad por el odio.
Todo se ha corrompido, hasta el cuerpo santo del Pueblo,
Un nuevo totalitarismo lo cubre todo.
Ya no hay más rito sagrado que el consumo,
Ya no hay más Dios que el fetiche de la mercancía.
Un neofascismo que ya no necesita de la fuerza y de la sangre.
(Mussolini y Hitler fueron incapaces de arañar siquiera el alma del pueblo)
Ya no quedan mitos, Gennariello, hoy las Vírgenes ya no lloran.
Sólo queda el ídolo fáustico del consumo,
la verdadera religión de mi tiempo,
que lo promete todo a cambio del alma.


 

         








IV
Como Natán con David,
como Isaías con Ajaz,
como Jeremías y Ezequiel con Sedecías,
imprecaste al Poder.
Pero ¿qué Poder era este?
Un nuevo Poder (escribo «Poder» con P mayúscula,
sólo porque no sé en qué consiste y quién lo representa.
Tan sólo sé que existe.)
Un Poder asesino de la cultura,
que lo ha vuelto todo igual.
No sólo los cuerpos de los jóvenes
sino también sus conciencias.
Mutación antropológica:
En el 68, en el Primer mundo,
los cabellos largos expresaban «cosas» de izquierda,
pero muy pronto en el Tercer mundo los jóvenes
también se dejaron crecer el pelo y decían:
¡Somos burgueses, y nuestro cabello largo testimonia
nuestra modernidad internacional de privilegiados!
Ya no hay esperanza.
El Apocalipsis absoluto.
El Totalitarismo perfecto.
Un Mundo feliz que ya no quiere ser salvado de su hedonismo,
y que goza su castigo como si fuera su salvación.





            V
El Desierto era el lugar de los Profetas,
pero hoy todo es el Desierto,
(Pocilga, Teorema, Medea, Edipo Rey)
El mundo se ha vuelto un Paraíso infernal
consumista y homogenizado.
Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate
Ya no hay lugar ni para la tentación.
El Reino absoluto del nuevo Satán,
nuevo Luzbel que con su un gran vientre
lo digiere todo, hasta su propio veneno.
Ya no hay revolución posible.
(Saló) sólo la obscenidad de un Poder
que hace lo que quiere.
Nada es más anárquico que el Poder.





  
                     VI
En todo momento impertinente,
siempre políticamente incorrecto:
Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas.
El problema del aborto está en el coito.
Los jóvenes se drogan por falta de cultura.
La Iglesia ha pactado con el nuevo Satán.
Estuve al lado de los policías porque los policías son hijos de los pobres.
El burgués no tiene salvación
ni cuando lo visita el ángel de la pureza.
El Teorema es irrefutable:
Hay que odiar lo burgués,
hoy todo es burgués,
luego, ya no hay redención posible.





                     VII
Ay! Señor, ¿por qué nos mandaste este Apóstol
a nosotros los neopaganos,
que sólo esperamos que Cristo vuelva
para pedirle un autógrafo?
(Tejanos “Jesús”: No tendrás otros jeans más que a mí).
Ante su cuerpo lacerado,
como un Ecce Homo en una playa de Ostia,
sin saber qué significa,
te ruego, Señor, desde mi incredulidad,
que intercedas por el alma hermosa
de este pederasta, ateo y comunista,
que escogiste para ser nuestro Angel-Profeta.