GUACHO Y CARLOS MARX
Darío Ruiz Gómez
La primera vez que
Guacho apareció ante las cámaras de t.v.
fue cerca de Tumaco cuando se presentó
una fricción entre unos raspachines y fuerzas de policía, alguien disparó y mató a
un raspachín y la policía fue acusada del crimen, lo que no era cierto. En
medio de esa tensión apareció Guacho con un grupo de sus guerrilleros, un hombre joven afrodescendiente,
tímido al cual le sobraban el uniforme y
el fusil. Ya después, lo debemos suponer, Guacho se declaró en rebeldía contra su Comandante y se entregó al narcotráfico como “una vía legítima de acción
revolucionaria”. Lo que vino después ya lo sabemos, aun cuando no deja de estremecernos la crueldad con que mandó a asesinar a la pareja de
jóvenes esposos y a los tres periodistas. Muchos guerrilleros – recordemos los
feroces campesinos del Pot Pot en Camboya-
recurrieron, en el momento de ser
enjuiciados por sus crímenes, al sofisma
de que solamente habían estado
obedeciendo órdenes de sus comandantes. Y por lo tanto la ideología era la asesina y
no ellos. ¿Cuál fue, se pregunta uno, el marxismo que condujo a Guacho a matar a unos civiles desarmados si él nunca
llegó a leer un texto de Marx? Para el
revolucionario absoluto el fin justifica los medios y asesinar “enemigos ideológicos” no se considera por lo tanto un
delito. ¿No llevaba en su mochila un
manual del guerrillero uno de los detenidos por el infame atentado a la Escuela
General Santander? Yo he leído algunos
de estos manuales y lo que allí se lee no es otra cosa que unas instrucciones para
convertirse en un fanático porque de marxismo no hay nada por supuesto ya que lo que los Comandantes
guerrilleros insuflan en el cerebro de
estos analfabetos reclutados no es más que una serie de tópicos desfasados
como “combatir el imperio, el capitalismo norteamericano” y poner como
ejemplo a un aventurero que tampoco leyó a Marx, el Ché Guevara.
Naturalmente estas extravagancias, ni en la cabeza del más enfermo de los
dogmáticos, podrían constituirse en un
argumento para justificar más de cincuenta años de lucha armada en Colombia, pero si nos ayuda a
poner en claro la farsa cruel de una
ideología manipulada por una élite de dirigentes para su propio beneficio
económico. Guacho apareció por un instante ante nuestros ojos pero Guacho en realidad no existió en la medida en que quienes estaban encargados
de otorgarle la entidad de ser humano con nombre y apellido propios, no lo hicieron. ¿Cuántos guerrilleros murieron a lo largo del
levantamiento de las FARC del ELN y cuáles son sus nombres y apellidos,
en dónde están enterrados? Esta es una pregunta decisiva para la JEP.
¿Era Guacho marxista-leninista o lo es el
Comandante Romaña? Lo que escribes, recordémoslo, es lo que realmente eres, ya que
puedes argumentar que eres Mao Tse Tung pero tu escritura decirnos que eres un perico de los palotes. Esto,
científicamente lo asevera Marx. ¿Será
por eso que nunca han escrito nada Iván Cepeda o Jaime Caicedo, el Comandante “El Paisa”, “Pablito El Carnicero”?
Sabemos que quien dijo ser el
padre de Guacho, no lo era, y que final y discretamente su verdadera madre rescató el cadáver y desapareció. La dialéctica leninista es
implacable como recuerda Merleau-Ponty: para un
miliciano todo debe sacrificarse
a la Causa pues el individuo no existe. ¿Cómo buscar, entonces, las tumbas
inconsolables de estos esclavos de una
deformada ideología? ¡Saquen a
Marx de esa basura!