martes, 20 de octubre de 2015

35. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Laguna de Guarne





35.  Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Laguna de Guarne

La extinción de la Laguna de Guarne

                                  Para Rosa de Santis
Víctor Bustamante

Francisco Antonio Cano en 1892 se fue exclusivamente de paseo a pintar un fresco en la Laguna de Guarne. Algo misterioso o de curiosidad le llamó la atención, porque subir allá, a la montaña, a Mazo, era una verdadera odisea en ese Medellín rural. A lo mejor andaba hastiado de la vida pueblerina, a lo mejor necesitaba un paisaje nuevo, y ese, era nada menos que el de la laguna. En esa pintura Cano se interesa más en la vegetación, de la cual era un excelso conocedor, y solo en la parte de abajo del paisaje notamos el espejo de agua de la laguna.

En 1905 el médico Ricardo Rodríguez, invitó a su finca de Guarne a unas treinta y dos personas que serían fotografiadas por Melitón, su sobrino. En la primera vemos a los invitados, elegantes, en la orilla, mientras unos ya están dispuestos a zarpar, es decir a chapotear los remos y a lo mejor pensar que navegan en el Sena, ya que Ricardo había trabajado y estudiado en París durante algunos años, y les enseñaba las bondades y el disfrute de la vida acuática, así fueran vestidos con ruanas, sombreros y carramplones. Todos ellos, hombres y mujeres, se ven con sus tocados de fiesta, lo cual da la idea acerca de que ir allá era todo un evento. En la segunda de esas placas, algunos de ellos posan junto los patos, y, en la otra, los paseantes muy serios y circunspectos detienen la canoa en la orilla para darle comida a los mismos patos, y para la eternidad de fotografía.

Por supuesto, que estas anotaciones sobre dos estadías allá en la Laguna de Guarne, era por algo que se daba en Medellín, se había puesto de moda los viajes campestres a las afueras.

Pero en 1917 ocurrió lo inesperado: la famosa tragedia de la Laguna de Guarne, la cual le otorgó un carácter de misterio a ese balneario en lo alto, al demorarse unos días en ser encontrados algunos cadáveres. Había ocurrido un accidente que conmovió profundamente a Medellín. Desde entonces la laguna perdió su volumen de aguas y quedó reducida a un lodazal. Existió un proyecto para construir allí un hermoso parque y dotar nuevamente a la laguna de agua, pero esta idea se convirtió en lo de las buenas ideas de las que están empedradas el infierno: en nada.

Resulta que había llegado desde Medellín un paseo, nunca a temperar ni a que los viajeros fueran a ser miembros de la Liga de Temperancia. Nada de eso. Por el contrario, eran buenos bebedores, dipsómanos nunca de ocasión, sino melómanos, que disfrutaban una de las canciones del momento, “Las cabañas”, que cantaba nada menos que el dueto del momento, Pelón Santamarta y Cabecitas, quienes habían viajado a la finca de don Francisco Pérez que fue convirtiéndose el paseadero predilecto de los medellinenses.

Los paseantes tomaban aguardiente, y animados, con deseos de convertirse en navegantes, prepararon una barca y se dispusieron, nueve de ellos, bien borrachos a navegar, en ese pequeño mare nostrum paisa,  con tan mala suerte que naufragaron. Uno de los presentes desde la orilla, que veía la barca alejarse hacia el interior de las aguas, acudió a arrojar una soga, y así, aferrado a ella fue rescatado Pelón, hábil y excelente nadador, que fue el primero en salir. Pelón Santamarta, peleando con las aguas y con la niebla en plena noche, rescató a cuatro de los paseantes embriagados, que no sabían nadar, entre ellos a su compañero musical, Cabecitas. Pero murió uno de los viajeros, Marco Aurelio Correa persona muy entrañable en Medellín.

La tragedia de la Laguna de Guarne, donde Pelón Santamarta fue uno de los principales actores, lo había conmovido tan hondamente que decidió callar y colgar su lira. Pero sus amigos lo convencieron para que volviera a su actividad musical y así continuó cantando, bebiendo y produciendo su licor en su propio alambique, por supuesto con Cabecitas (Enrique Gutiérrez).

En sus Memorias 1918-1935, don Ricardo Olano señalaba: “Cuando Medellín tenga 100.000 habitantes sería posible establecer un funicular a la laguna donde se pueden poner restaurantes, etc.” Y no era para menos, ya se había puesto de moda las excursiones y existían lugares preferidos de Medellín a otros lugares como Bolombolo, Sopetrán, Caldas. Incluso las salidas a la Laguna de Guarne merecieron ser tratadas en algunas tesis como parte integral en la formación de profesores y actividades complementarias de estudiantes. León de Greiff, que nunca había viajado al exterior y desde Bogotá añoraba el mar, al que le compuso dos hermosos poemas, pues, solo lo había visto, así como la mayoría de los Nuevos, en una película Las rocas de Kador, también le escribiría a Bolombolo unos sentidos poemas, como si necesitara vivir esa experiencia del trópico montañero, para decir: "Oh Bolombolo, país exótico y no nada utópico”.

Un dato nos ha obsequiado el poeta e historiador Luis Fernando Cuartas sobre la Laguna de Guarne. En varias ocasiones salió de excursión el Hermano Daniel, de la Comunidad de la Salle, con el sacerdote, también científico, Henri Rochereau, para comenzar un proceso de clasificación geológica, botánica y de animales endémicos, de 1933 a 1945, visitaron el Oriente Antioqueño y el Norte del departamento. En una excursión al cerro de la Vieja como se llamaba en 1937, el ascenso para llegar a la Laguna de Guarne, esta vez con el Hermano Tomás Alberto, clasificaron varias plantas que ahora reposan en el herbario de la Universidad Nacional, sede de Medellín. Allí pudo recolectar y clasificar orquídeas y helechos y frailejones. Y una de ellas lleva este nombre: Eschweilera antioquensis.

Luis Fernando Garcés, el cantante de una balada que lo identifica: Lorenzo, y de Los Yetis señala que llegó a subir, con algunos amigos del Sufragio, en la década del 60, por una suerte de camino escarpado, paralelo a los tubos del acueducto de Manrique hacia la laguna. Allí navegaron en barcas, con la certeza de que el fondo de la laguna era muy pantanoso y de un peligro total para los nadadores, ya que allí se ahogaron algunas personas.

Si comparamos algunas indicaciones de paseantes en dos épocas diversas, nos permiten saber del viaje allá, cuando la geografía ya tiene nombres diferentes. Una de ellas añade: “Se llega desde Guarne subiendo por una vía que lleva al alto de Medina y luego al Tambo, de allí se sigue derecho y se llega”. Otro caminante, más detallista, añade: “De allí se ve toda la panorámica de la ciudad. Desde Medellín se llega subiendo por Enciso, se llega al Pan de Azúcar, se continúa subiendo y se toma un camino de piedra entrecortado que algunos dicen es pre hispánico y que, en algunos tramos está muy conservado y es asombrosa su ingeniería, que es de piedra, y tiene dispuestos sus drenajes y a tal maravilla si no estoy mal, en estos días, lo estaban interviniendo para restaurarlo. Lo cierto es que se trata de una loma la macha.  Yo he hecho ese recorrido muchas veces en ambas direcciones totalmente a pie: Medellín-Guarne y Guarne-Medellín, uno camina más de dos horas subiendo y llega a la laguna, que en algunas épocas se ha secado”.

Bajo el precepto latino: Mens sana in corpore sano, tan deseada, y de especial significación en la vida del Seminario de Medellín, programaban largos paseos a pie todos los años. Solían realizarse a los cerros circunvecinos de la ciudad, y en especial a la Laguna de Guarne.

Hoy la laguna es visitada como algo de ocasión ya sea por caminantes, por ciclistas, incluso motociclistas, van a ver lo inaudito, que en Medellín haya una laguna en las afueras. Ya que la ciudad le dio las espaldas a las quebradas y a su río. Los habitantes de los barrios altos, la llaman la piscina de Santo Domingo.

Pero dejemos esa historia atrás, esa historia que matiza los diversos lugares de la ciudad, por una razón de peso: la laguna no está herida de muerte, creo que ha se ha extinguido, aunque algunos reportes añaden que desde 1997 al 98 se ha secado en varias ocasiones.

En El Mundo del 22 de noviembre del 2009, hay una referencia a la Laguna de Guarne donde se afirma que se secó totalmente. Allí Corantioquia realizó una investigación y descubrió como un contratista de EPM había realizado un bombeo.

Sigue la nota de El Mundo: “Durante la época de sequía que sufrió la laguna, contratistas de EPM se encontraban en la construcción del acueducto para la vereda Piedras Blancas, del corregimiento de Santa Elena. En sus trabajos de mezcla de cemento, el contratista decidió bombear agua de la laguna hacia las obras”.

Por supuesto responderían de EPM, como si fueran la última palabra y no la falsa justificación de un hecho comprobado:

“Nosotros sí hicimos un bombeo de agua para la construcción de unas estructuras, pero el volumen que sacamos fue muy bajo como para considerarlo un factor de desecación de la laguna. De los aproximadamente 250 a 300 metros cúbicos que tiene este cuerpo de agua, nosotros extrajimos 4.8 metros cúbicos, lo cual es un porcentaje pequeño del volumen total de agua”, explicó Juan David Echeverri, subdirector de Relaciones con Entes Territoriales de EPM.

También se presentó una controversia debido a la muerte de sabaletas, pero de inmediato contratacó una funcionaria de oficina, ingeniera ambiental del Parque Arví, al añadir que no tenía noticia de que allí existieran peces, y por supuesto, lo justifica con sus manuales de ocasión, no con visitas al lugar.
Unos cincuenta años atrás, según añade Fadduil Alzate experto en Patrimonio, RCN al situar las antenas de trasmisión en mitad de los dos cuerpos de agua, y un terraplén, ayudó a que la primera parte de la laguna se secara totalmente. Es obvio que en el país de ese tiempo, nadie se ocuparía de una desecación de una parte de una laguna algo remota y casi olvidada en los mapas y ya en la mentalidad de los viajeros locales.

Hoy 18 de octubre del 2015 hemos ido de visita al lugar, a la Laguna de Guarne, teníamos muchas expectativas pero estas se fueron reduciendo al observar que la entidad encargada del lugar como es la poderosa y aniquiladora, soberbia y multimillonaria EPM haya permitido destruir los caminos indígenas, ya sea tapándolos con arena, o dejando que las lajas de piedra se salgan de su lugar y lo inaudito: que pavimenten parte de esos caminos.

Al llegar a la laguna, junto a algunos estudiantes y su profesora del IE Jesús Rey, quedamos absortos y tristes: la laguna se había secado. Los chicos, alegres y bulliciosos, han corrido al centro de lo que fue laguna buscando una gota de agua, pero qué va, no había ni una gota de agua. Solo el paisaje desolado en esta tarde de domingo: la Laguna de Guarne, objetivo de nuestra visita ya no existía.

Por supuesto, no iré a preguntar por este desastre ecológico a EPM, encargada de velar por este lugar, y por su irresponsabilidad. A lo mejor en estos meses se encontrarán ideando cómo disponer las luces, cómo enroscar las bombillas, cómo realizaran sus diseños impactantes, para que el príncipe y su corte piensen que habitan en la estratósfera, y para que sigan creyendo que Medellín es la ciudad luz, y así mismo oculten la letrina en que se convirtió el río Medellín desde hace tantos años. Y de esa manera con tanta actividad en tantas esferas, la poderosa compañía no le interese cuidar la ecología ni los terrenos a la cual está obligada. A lo mejor se encuentra en las altas esferas de la globalización invirtiendo en otros países, como lo hace, y por supuesto, continúa embobando a los ingenuos medellinenses con el falso y fastuoso alumbrado público de diciembre, como su regalo a la comunidad.

Como en los anteriores episodios del año 1997 y el del 2009, las noticias de la desecación de la Laguna de Guarne la harán los expertos de la gran empresa de servicios públicos de Medellín con la misma improvisación y mentira a la comunidad: fue el fenómeno del clima, o fue un proceso natural. Y, a lo mejor, lo explicarán de una manera científica, y entre comillas, muy convincente, pura fachada. Lo cierto es que la laguna se encuentra abandonada, así como lo el aviso oxidado casi ilegible que nos recibe: “Bienvenido al Parque Ecológico Piedras Blancas. Núcleo la laguna. Espacio vital para el disfrute de la comunidad.

Sí, mucho disfrute en una zona donde el caminante debe estar alerta.

¿Cuántos años hace que un funcionario de menor rango no va a la laguna, porque los otros los mayores, de tacón alto, se encuentran en el resto de Latinoamérica buscando inversiones y negocios para le poderosa empresa de Medellín? ¿Hay guardabosques en la zona cercana de la laguna?

¿Y Corantioquia? ¿Dónde está Corantioquia que otra vez se dejó coger in fraganti? ¿También dirá lo mismo?: ¿que fue un proceso de desecación natural, el fuerte clima y no el descuido y desinterés de EMP? ¿Y qué dirá la Secretaría de Medio Ambiente? ¡Qué justificaciones tendrá si es que las presenta?

EPM, Corantioquia, la Secretaría del Medio Ambiente deben explicaciones a la comunidad no ases oscuros bajo la manga como distracción.



Presentación Revista Unaula 35

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 Presentación 
Revista Unaula 35

Una revista es la expresión de un momento determinado. En ella, es posible leer lo que nunca saldrá en los periódicos, ahora sumidos en la farándula política o deportiva. En las revistas los artículos son largos porque merecen un análisis sesudo. En ellas se puede escribir sin afán, sin contravenciones, sin esperar que los artículos cortos de 500 palabras sean la aproximación a lo que los diarios añaden con simulación que las personas no leen; están equivocados, sí se lee, pero no fruslerías, acomodos, reacomodos, por eso las revistas son necesarias, allí existe un corte contemporáneo de algo que ha sucedido y avala la mente de sus directores. En este caso un dossier dedicado a Carlos Gaviria, esa persona que sin querer se convirtió en personaje y no se dejó arrebatar por las mieles siempre cambiantes de esa gloria efímera y enfermiza de lo político.


En ellas, en las revistas, la lectura se vuelve espacio vital, reflexivo. Una revista dignifica una institución, es su ventana al pensamiento, a la crítica, al homenaje, y anda menos a explicar un momento determinado.

lunes, 12 de octubre de 2015

Carlos Palau en Medellín




Carlos Palau en Medellín

                                            Para Ángela Marken, por su silenciosa devoción al cine.

Víctor Bustamante

Siempre me he preguntado la razón por la cual Carlos Palau nunca perteneció al grupo de Cali. Me refiero a esa fábrica nunca de celuloide sino de presencia generacional de aquellos que pretendían convertir a Cali en un facsímil tropical de Hollywood. Caliwood lo llamaban, pero de esa imposible factoría de cine,  quedaron los deseos de Andrés Caicedo de viajar a Los Ángeles a buscar a Roger Corman para que le dirigiera un guion suyo, su amor por el cine, la irrupción de los cineclubes, la mítica revista Ojo al Cine, su literatura; sobre todo el descubrimiento del mundo adolescente y citadino reflejado en Que viva la música, algún corto donde aparece vestido de militar, y, además su molestia con todo lo paisa: la burla a su música, ante la irrupción de la salsa y del rock. Incluso del nadaísmo nuestra más cercana utopía. Por supuesto Caicedo se suicidaría no por una suerte de élan existencial sino por lo más anodino, según Cioran, por una mujer.

Pero también en el suplemento de El Pueblo leí, leíamos, la columna de Luis Ospina; Sunset bulevar de la mano de Norma Desmont, y, sobre todo, ya en cine vi algunos largometrajes: Sangre de tu sangre, Carne de tu carne, La mansión de Araucaima, solo para referirme a esa época en que una generación de colombianos en sus ciudades quedó infectado de cine y del virus caleño hacia ese arte que en el país no se ha podido consolidar. Por supuesto, que no debo dejar de lado Agarrando pueblo, de Ospina y Mayolo, ya que en ese corto, se plantea una manera de hacer cine en el país. Pero sobre todo se critica debido a una razón: hay una constante en el país, filmar la escoria social, en un tercer mundismo deprimente para enviar a Europa donde seguro son ganadores. La filantropía europea disfrazada de arrepentimiento, ama premiar ese tipo de problemática social, que es la marca del tercer mundo una película donde se exprese el ser colombiano, nunca será premiada. Ellos quieren ver la problemática social, el despelote en estos países para después de los festivales apagar las luces de su solidaridad y entre comillas, preocupaciones sociales. Por esa razón es previsible en el cine colombiano, ese cine de putillas, de gamines, de sicarios, que expresan apenas una parte de lo que es el ser colombiano, pero que por la truculencia de ese carácter que imprime la violencia da como resultado un camino que ha elegido el cine. Agarrando pueblo por esa razón no solo es un valioso el testamento de los caleños sino la critica a una propuesta nunca estética sino de naufragio del cine colombiano al continuar expresando el caso social que conmueve, eso sí a Europa. En este caso la estética del mal, mejor la estética del mal causa curiosidad en las salas de cine, mas como denuncia que como cine mismo.

Pero de ese verano también quedaron algunas fotografías, con cámara en mano por las calles de Cali, de Ospina y Mayolo ah, y algunas chicas, y era que la foto y el evento se lo merecía, una cámara de cine era en ese tiempo de baja tecnología un tesoro.

Todo lo anterior para que continúe abierta esa pregunta sobre por qué Palau no fue compañero de generación de aquellos: Ospina, Mayolo, y Caicedo, en esa perspectiva de crear un cine colombiano. No sé, si se debería a diferencia de conceptos, o a caminos diversos en un cometido de hacer cine de una manera personal. O a que la cámara, como el balón, tenía su dueño.

Desde su primer filme Palau ha ido construyendo un cine con su sello personal, algo que es difícil por la tentación de hundirse en el pantanero de la llamada realidad social, de la violencia para conmover jurados y público. Palau va por otro camino, su camino es ese sendero del bosque que se abre y se cierra a su paso. Él indaga sobre el país desde otra óptica, cada una de sus películas nace y obedece a preguntas, cada una de sus películas es también una respuesta a esas preguntas. No como un acto solipsista sino como un ajuste de cuentas consigo mismo. Y, sobre todo, cada una de ellas, sus realizaciones, son un pedazo de la historia del país, de ese país encorsetado que niega sus historias, aquellas que dan lustre y presencia con su cine.

De ahí que A la salida nos vemos (1986) nos da la idea de un camino que Palau vivió y escoge, y así mismo se aparta de un cine que vendrá después: el cine como una expresión de sus creadores al decidirse por la denuncia social y dejar de lado su mundo personal que es al fin de cuentas ese cine que marca un concepto que le da ese toque valioso a quien lo filme: el cine de autor.

Y, ¿por qué digo cine de autor?, porque en sus películas cada una se enlaza con la anterior ya sea desde un aspecto anecdótico o formal o en alguna detalle. Palau nos muestra como el prepara y narra cada una de sus película y como las va situando en su filmografía personal.

En A la salida nos vemos esta todo el mundo de recuerdos de Palau, su ciudad, idílica, Tuluá, y en ese momento vital de la adolescencia cuando el bachillerato abre las puertas a otros mundos, a otras percepciones y además posee el fatum de saber que es un momento en la vida en que algo se va. Es el momento de las grandes despedidas. De ahí que esta película nos de ese peso específico de saber que el cine colombiano narra ese hecho, que no es solo un cumulo de anécdotas, sino que en ese fresco, con su música de bar, con la prostituta generosa, con la barra de amigos, y sus maldades desafiantes en el colegio que luego se convertirán en risas y recuerdos,  en ese momento preciso es al mismo tiempo la despedida, el adiós definitivo al mundo de la primera oración donde la lealtad es una presencia, no una mentira. Y no es un ajuste de cuentas, sino la narración de ese momento idílico al cual regresamos, con toda la ternura narrativa de su autor. Por eso esta película hace parte de un testamento generacional, cuando los estudiantes adolescentes aun poseían humor, clase, y narra una Colombia muy específica: la de la adolescencia con un fuerte constreñimiento de lo social, la educación religiosa, y así mismo los bailes en el patio solariego cuando aún las familias poseían su fuerza, su capacidad de unir bajo la férula de los padres. Con cierto toque de ingenuidad y de buen humor como correspondía a una época determinada los años 60 trascurren y ahí nos vemos reflejados en la memoria contemporánea de un pueblo Tuluá donde la música arde con esa poder de convocación, en esos momentos felices en el patio de los sueños perdidos donde aparecen los primeros flirteos amorosos y donde el bachillerato da ese estatus a los estudiantes, pero de antemano también es ese camino del ser adolecentes para llegar al terreno taciturno, calculador de la madurez.

Además esta película nos muestra y completa otro ámbito de Tuluá, la cotidianidad, lejos del mundanal y violento universo descrito por Álvarez Gardeazábal en Cóndores no entierran todos los días, luego filmado por Francisco Norden.

En 2003, Palau filma Hábitos sucios basado en una noticia de prensa, suceso real por supuesto, el asesinato de una monja en un convento de la Comunidad de las Adoratrices en Bogotá. Allí Leticia López es acusada de asesinar a una de sus compañeras, Luz Amparo Granada, y sobre ese leitmotiv gira la trama de la película. Además Sor Juana Inés de la Cruz es admirada por ellas, así como la presencia de Foucault ronda por estos pagos. Palau aquí se centra en el rostro de cada una de las monjas como si nos advirtiera que cada una de ellas guarda un secreto de sí misma, no solo tras las puertas del convento, tras las puertas de sus cuartos sino que dentro de ellas mismas algo deambula, algo sospecha el espectador que debe revertir a la realidad. Palau se detiene en los rostros, los ausculta, los analiza, merodea como si quisiera darnos a entender que en esos rostros que son la huella de cada persona algo se esconde desde la más violenta diatriba hasta el oasis personal pero también las pasiones de alto cuño.

De esa manera no miramos el paisaje de las calles de Bogotá, las prostitutas gastadas y su posible reeducación, las paredes y ventanas coloniales del claustro, los patios bordeados de árboles y matas con flores sino los rostros que definen a cada persona. Aquí la cámara busca la expresión aniquiladora y delatora de la cara de cada una de las monjas, quiere advertirnos que es más importante el paisaje, la mirada, la desazón de cada rostro que lo exterior. Sabemos que hay un crimen sin explicación, que hay un juez que indaga, que hay unas monjas que niegan, sabemos que hay una crítica al establecimiento religioso de una manera abierta como nunca se hizo en ninguna película en el país, pero también sabemos que en el transcurso de la película se desvanece la idea de encontrar a la culpable mientras se fortalece la visión de la vida cotidiana en un convento.

Esta película toca, como ninguna en el país, el drama que se vive no solo en los conventos, con su rigidez moral y estrictas normas sino que explora el otro lado, la culpabilidad, el señalamiento, el secreto, la vida en el claustro con la soberbia de pensar que hay un Dios presente y un cielo soñado, y esquivo. Pero también su autor explora no solo la apacibilidad del lugar, la vida monacal donde uno piensa que no existe la envidia ni el señalamiento, porque él nos lleva poco a poco a saber cómo en el convento los maitines son la música que acompaña, y las oraciones se convierten en el apaciguamiento del alma, sino que en las noches arde la carne con una manera violenta, pero dulce, para regresarnos a decir que lo divino a veces no es humano y que lo humano, esos cuerpos de las bellas monjas y novicias, son en realidad lo divino lo que brilla en lo que San Juan de la cruz diría la noche escura del alma.

En El sueño del Paraíso (2007), la ficción supera toda la ficción, la realidad supera su propia realidad. Un estudiante japonés, Juzo Takeshima, lee María y se enamora del paisaje del Valle del Cauca y desea viajar a ese extraño y lejano país, Colombia. Y a partir de ese evento inaudito, porque lo es, porque María le da ese poder de ensoñación, de convocatoria para viajar. Cómo una novela que es solo palabras y una trama y un destino y un paisaje conmueve tanto el alma de una persona lejana, al otro lado del mundo, un antípoda pertinaz, que emigra con su familia a un país desconocido.

Pero para sorpresa en esa calma de ese valle, que también es verde, donde se instalan, aparecen los hacendados del Valle con sus acusaciones, con su poderío y desacierto a verlos como rivales. Llegan las sospechas de ser colaboradores de los países derrotados en la II Guerra Mundial, las detenciones y confinamientos en Fusagasugá pero también parece el conflicto amoroso en la destinaria de cartas lejanas. Así, Isabel y Judi, quienes también viven su encuentro, luego sabrán de los presagos que los cerca.

Encuentro que como contrapunto es similar a la historia de María ya que esta historia, este romance inconcluso, llega a su fin cuando Isabel también muere, presagio mendaz. Ya que no solo es la misma novela, María, que ha motivado al japonés a viajar sino que el mismo vive drama de un amor inconcluso bajo una definición diferente, el azar en un mundo ya complejo. Pero también la película recupera algo que está casi perdido en nuestra historia, los apresamientos a los alemanes, italianos o japoneses debido a que los absorbe el deseo contrario de los Aliados y es así que nos damos cuenta y recordamos que en el país de los olvidos y de la negación, que es Colombia, también existieron centros de reclusión, pero también, una justicia banal y humana manejada por empresarios  para vilipendiar a los japoneses valiosos al llegar al Valle con una ética del trabajo y de la vida diferentes a las del colombiano raso.

Palau filmó un Corazón de mujer, con guion de Darío Ruiz Gómez, basado en un cuento de Efe Gómez, que no he visto, tampoco un largometraje suyo En India, basado en El sueño de las escalinatas de Zalamea Borda, cuando el Gran Burundun le daba madera a Gonzalo Arango y este le respondía aún más feroz. También Palau tenía, tiene una anterior relación con el tango, no en vano su corto Lunfardo, que nunca visto, y así mismo, él adelantaba una idea cercana: filmar un largometraje sobre la vida de otro poeta, tanquero él, Tartarín Moreira, y otro proyecto sobre Hernando Tejada, que no se realizaron. Pero Palau continúa con el tango y de ahí sí filma La caravana de Gardel (2015). Este hecho luctuoso que aconteció en Medellín y convirtió al Inoxidable en un mito según algunos, dejando al tango, valioso y elaborado musicalmente, apresado en un lento e inconcluso funeral, al morir uno de sus iconos más celebrados. Este hecho fatídico bastó no solo para que Medellín se apropiara del cantante sino para que lo celebrara cada año, olvidando escribirle un libro de su último viaje el cual escribió Cruz Kronfly, en el cual se basa la película, y además que en la tierra de cineastas olvidaran filmar este largo funeral. Por supuesto que ahí estaba Palau para devolver esa memoria e instalar al mayor cantante de tangos. 

Así es Medellín le gustan las celebraciones y los onomásticos, le encanta las especulaciones tangueras, le encantan los millonarios coleccionistas que viajan al sr del contente a buscar grabaciones costosas y únicas, le encantan lo ensayos sobre tango, le desvela los acontecimientos y el excesivo conocimiento sobre el tema, pero olvidaron, los cineastas locales, filmar su versión de Gardel lo que con donosura Palau nos devuelve. Hace poco cuando salió por fin la película La caravana de Gardel los especialistas se enojaron porque no era fidedigno, porque se saltaba algunos momentos, porque se ideaba otros instantes, porque los actores son muy jóvenes añade una fan del cantor. También hay silencios de los críticos cítricos, aquellos que no han filmado un fotograma en su vida y se la pasan urdiendo postales demacradas sobre otros directores lejanos. Pero lo único cierto es que La caravana de Gardel ya camina con tranquilidad y aun conduce los restos de Carlitos hacia esa eternidad de celuloide.

A esta ahora, en esta noche de octubre Palau en su palacio creativo, en su ánimo y vigor por dar a conocer el cine, su cine, a lo mejor se encuentra en alguno de los municipios de este bello país definido a la manera del historiador Samper, presentando su película sobre Gardel, y desde acá, desde este rincón de Medellín, desde la mansedumbre de una poco shakesperiana noche de invierno le enviamos nuestro saludo, por seguir presente en la cinematografía del país de realizadores sin cine, de salas sin cuota de pantallas, pero sabemos de su tesón, de su talento para narrar la historia, las historias de este país, que nadie ha narrado. De ahí su toque personal, su cine de autor como ninguno en el país, que no busca las grandes tragedias del momento para irse a Europa sino la vida de ese país violento, dulce, amargo que vivimos cada día.




                                                              Angela y Carlos

miércoles, 7 de octubre de 2015

En la esquina / Rodrigo Tamayo





En la esquina / Rodrigo Tamayo

/Editorial Palabra Viva/

Víctor Bustamante


Sí, Rodrigo Tamayo, siempre tan sencillo, siempre tan cerca, siempre ahí dispuesto a compartir lo que conocía, sobre todo en ese momento cuando el reinicio del cine era necesario para que la ciudad no quedara atrás de este arte tan necesario para la memoria y la discusión. Con él, en esta apología, porque se la haré, porque se la merece, por su calidad, por su amistad, todo era sencillo, y simple, y fácil de compartir. Lejos de aquellos que se escudarían en el cine como conocimiento y se quedarán en nada, solo en el presentimiento de ser profesores universitarios sin obra. Rodrigo sí participó en muchas de esas actividades: cortos y documentales y películas, y es hora de hacerle un necesario reconocimiento a su aporte y no dejar su memoria disuelta en lo que ocupa a los antioqueños la recalcitrante trama de la inexistencia, la pequeña fama de un día, o la fallida cultura de los premios ocasionales como medida a sus artistas. No, Rodrigo es más que eso, es una presencia total en nuestro cine.

Rodrigo Tamayo fue una de las personas esenciales del cine en la década del 80. Entonces para paliar la necesidad de no poder hacer cine solo quedaba la opción de asistir a los teatros y a los cineclubes donde era fácil encontrarlo, disfrutando de algún ciclo de cine, de un gran autor que hacía posible saber que el cine, visto de esa manera, ampliaba fronteras.

No en vano, más tarde, Rodrigo había sido el camarógrafo de Hulleras de Gonzalo Mejía (1980), El tren de los pioneros (1986) de Leonel Gallego y de una película que estuvo mucho tiempo sin presentar al público como fue Mariposas S.A., (1986), dirigida por Dunav Kusmanich, y Canturrón (1991) de Gonzalo Mejía. Además de diversos cortos en la facultad de artes de la Universidad de Antioquia.

Pero ahora no voy a refirme a esas películas que son la continuación del cine en Colombia, y específicamente en la ciudad, en Medellín, y, que por supuesto, es necesario valorar, sino a otra fase creativa de Rodrigo: la literatura.

Un amigo suyo, Iván Puerta, mantuvo guardadas unas carpetas, legajos con notas y ahora ha recobrado una pasión de la cual conocíamos poco de Rodrigo a no ser un cuento ya publicado en el año de su muerte, de una forma casi marginal, pero al fin de cuentas publicado por la Cámara de comercio.

Una de esas carpetas contenía una noveleta, En la esquina, que ahora ha sido editada por Editorial Palabra Viva. En esta el autor nos lleva a su infancia trascurrida en Bello, a la presencia de las barras, a los amigos de esquina con las miradas a lo que acontece en el barrio como lugar de su ternura y de su presencia.

A ese tono confesional, porque ahí está Rodrigo, se sucede la vida marginal de cuidar animales caseros, de atisbar y sentir el pulso de la vida de una familia, donde él, Ricardo, es la persona que camina por Bello, y al comienzo ese nuevo espacio citadino lleno de putas y ladrones, trasunto de esos nuevos habitantes citadinos, como son quienes deben emigrar de pueblos y veredas a una ciudad para evadir el asedio de la Violencia, y rondar en la vagancia, en la falta de empleo de sus padres, en la acosada vida doméstica, en la asedia de los sueños de bachillerato, en una vida llena de soledades, espuria y sin posibilidades, donde solo aparece como manera de socializarse, las barras en las esquinas, y luego  ellos comenzar a delinquir en casa de sus mismos vecinos, sus amigos, y después, mejor huir a Venezuela como un pequeño sueño dorado que no valió la pena. Otras de las utopías imposibles: huir para regresar interiormente masacrado.

Rodrigo Tamayo Herrera nació en bello en 1954 y murió en Medellín en 1994. Era Comunicador social de la U de A. y realizador de cine.


lunes, 5 de octubre de 2015

AUGUSTO GONZÁLEZ: EL POETA DE LA SENCILLEZ INMARCESIBLE / Carlos Alfonso Rodríguez



AUGUSTO GONZÁLEZ: 

EL POETA DE LA SENCILLEZ INMARCESIBLE

 Carlos Alfonso Rodríguez

AUGUSTO GONZÁLEZ, nació en Lima en el Distrito de Miraflores, por los fortuitos azares de la vida lo conocí en Medellín hace veinte años. Creo que es pertinente e insoslayable mencionar que el mediador de ese encuentro, como el de los sucesivos encuentros que hemos sostenido estuvo a cargo de Víctor Leopoldo González, que alguna vez entre conversación y conversación me mencionó un día que su padre era poeta, lo que él me dijera nunca pensé que se corrobora de la manera más evidente desde el primer momento en que sostuvimos diálogo con su padre, que no ha terminado y que dudo que termine por lo menos en esta vida. 

Augusto González, es un poeta en toda la extensión de la palabra, que por las más diversas estaciones de su vida tuvo que dedicar su tiempo a innumerables labores que lo fueron alejando del tiempo absoluto que debería dedicarle un creador a su obra. Prematuramente a los seis años perdió a su padre quedando al cuidado de su madre que a los once años también falleciera, por lo cual debió quedar en manos de sus tíos y abuelos que vivían en Guamanga, Ayacucho, región por lo cual tiene una afecto especial, en donde se encuentran sus más profundas raíces, querencias y afectos. De regreso a la ciudad en donde nació, o sea Lima se integró al mundo laboral y muy joven aún contrajo nupcias con una bella dama norteña que lo hizo padre de siete hijos, cuatro hombres y tres mujeres. La bella dama norteña nacida en la pequeña ciudad de Otuzco, tierra en donde nacieran la madre de José Santos Chocano y el notable periodista Manuel Jesús Orbegozo. 

El joven matrimonio se vio de súbito sorprendido por la muerte de la bella dama norteña que antes de los cuarenta años lo convertía a Augusto González en padre y madre de siete hijos que por ventura el destino les prodigó grandes satisfacciones laborales, técnicas e industriales. Muchos años de su vida el poeta Augusto González se entregó al universo de la tipografía, llegando a organizar una pequeña imprenta que lo vinculó laboralmente a varios personajes del mundo editorial limeño entre ellos a Sandro Mariátegui, hijo de José Carlos Mariátegui. Conoció a Manuel “El cachorro” Seoane, a Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Beláunde Terry y muchos más personajes de la política y de la intelectualidad peruana de los años cincuenta, sesenta y setenta.

Recuerdo una tibia noche en el Centro de la ciudad de Medellín, que luego de las innumerables platicas, tertulias y conversatorios, mi amigo Augusto González empezó a soltar bellas, hermosísimas canciones que eran de su propia autoría y cosecha personal. Así fue que yo escuché embelesado: “Hoy soy muy feliz” que es en verdad un bolero. Y otra canción para mí muy memorable: “El parque del amor” que es un tradicional valse peruano, son canciones sencillas, pero muy humanas, que contienen el arte de la vida del común de las gentes de todas las horas y de todos los días. Por eso es que me agradan y por eso es que me han emocionado oírlas siempre en su voz. Esos cantos han sido el primer lazo de una amistad que empezó hace largos veinte años y que espero que no acabe nunca; porque aparte de ser Augusto González una persona de grande sensibilidad, es también un ser humano que profesa un cristianismo convicto, confeso y testimonial en sus actos cotidianos. 

Los sucesivos encuentros de nuestra ahora dilatada amistad han ocurrido en Medellín, en Lima, nuevamente Medellín. Cuando Augusto González vivía en la Capital del Perú lo visité con regular frecuencia; mas como ahora radica en Los Ángeles, paraíso de la industria cinematográfica norteamericana, en donde vive en compañía de algunos hijos, nietos y familiares políticos. Pero lo que puedo contar de los recientes encuentros con el poeta Augusto González es que cada día está más entusiasmado por la construcción de sus cantos, poemas, cuentos y relatos, lo que ha animado en él a frecuentar autores, poetas, periodistas y músicos en todos estos días, incluso estuvo asistiendo de manera continua durante los primeros meses del presente año al taller de poesía de la Biblioteca Pública Piloto, lugar en donde también tuvo la oportunidad de exponer algunos de sus cantos y poemas, interactuando con algunos colegas en infinidad de tertulias y veladas artísticas. De esta manera alternó en varias oportunidades con el gran poeta Luis Flórez Berrío. Traté de lograr su presencia en el IV Festival alternativo de Poesía en Medellín que se desenvolvió con gran éxito este año, a pesar de algunos imponderables que se suscitaron en el camino; pero en estos momentos nadie duda en Medellín que el Festival alternativo va viento en popa para beneplácito de sus animadores, organizadores y colaboradores que año tras año se van asociando a esta gran cadena a favor de la resurrección de la poesía libre en la ciudad de Medellín. 

Augusto González, no pudo estar para esas fechas del IV Festival Alternativo en la ciudad, pero dejó el más entusiasta ánimo de que el evento se desarrollara de la mejor manera, lo cual se produjo día a y día con el concurso del público de Medellín, que una vez más demostró su predilección por la poesía.

Hay muchos lazos que por fortuna ligan a Augusto González con la ciudad de la eterna primavera: hijos, nietos, amigos, colegas, fraternales hermanos, que hacen crecer la esperanza que un día no lejano retorne a estos lares que lo esperan con los brazos abiertos y los oídos habidos de escuchar su voz de músico, cantor, poeta y de sabio patriarca. 

En un reciente viaje que hicimos al oriente antioqueño en compañía de dos de sus hijos Víctor y José, al municipio de Guatapé. Me lanzó el reto de escribirle un canto a tan bello y admirable municipio, pero debo confesar que resulté superado de manera holgada por la inspiración poética de mi amigo Augusto González y si alguien dudara de ello, bien puede leer y degustar estos bellos versos que son producto de su fervorosa inspiración y sabiduría, como también una prueba contundente de mi más reciente derrota poética, en una lid sin precedentes ni sucesores:


¡GUATAPÉ! UN PARAÍSO DE ENSUEÑO 
(Augusto González)

¡Qué inmenso encanto es,
Este mágico y poético paisaje natural
llamado Guatapé!

Islas, rodeado de lagunas, como remansos
bosques floridos que la engalanan,
y un precioso obsequio del universo:
Un meteorito que vino cruzando galaxias;
para que aquí se llame ¡El Peñol de Guatapé!

En esta naturaleza tan bella
hay poesía para los amantes,
música de los vientos para los bardos,
un inmenso telar de pergamino para los pintores
y un lugar de sosiego y paz para las familias.

¡Guatapé! Es un verdadero oasis de vida.

Hermosas casitas pintorescas, balcones coloniales,
Parques con fuente de agua, un hermoso templo de filigrana,
Un malecón inmenso con miradores y funiculares,
Restaurantes con típicas comidas, y los stands de artesanías,
Que le dan un toque de alegría y festividad a la ciudad.

Cuanto hubieran deseado estar aquí con su arte,
Los clásicos pintores del paisajismo: Van Ruisdael
            y Hobbema, holandeses;
Turner y Constable del imperio británico.

Sus obras maestras deleitarían
Al mundo entero, como nos deleita hoy,
El cuadro natural, bello, hermoso,
Que es el encanto de Guatapé.



A MI AMADA MADRE 
(Augusto González)

En un pedestal de mi casa
guardo un recuerdo hermoso,
es el retrato de mi madre:
mujer humilde y generosa.

Era un dechado de amores
siempre alegre, siempre lista.
A demostrarnos su afecto,
con cariños y con caricias.

¡Cuánto la amé! ¡Cuánto la extraño!
Ningún tesoro vale más que ella.
Su corazón era para todos:
Como un pan bendito de cada día.

Era el dulce aroma de la casa
y cuando jugaba a nuestro lado,
con esa gracia, con esa dicha,
nos llenaba de alegría.

El tiempo inexorable vuela,
en las alas del recuerdo.
Cómo verla ahora para decirle:
¡Oh madre mía cuánto te amo!
¡Cuánto te adoro! Por ser mi vida.

Que Dios te tenga en su regazo,
Con bendiciones, con vida eterna.


 ....
               
EL PARQUE DEL AMOR 
(Augusto González)

El parque del amor,
me hace recordar.
Lo mucho que te amé;
cuando te conocí.

Recuerdo aquella vez,
cuando te vi pasar:
al instante mis ojos
se prendaron de ti.

Tu imagen de mujer,
pletórica de amor.
De ensueño y corazón
jamás podré olvidar.

El parque del amor,
testigo de un querer,
que allí mi ser te dio
con dulce devoción.

¡Nunca te olvido!
Aunque ya no me quieras.
Aunque otro sea tu dueño,
yo siempre te amaré.


HOY SOY MUY FELIZ 
(Augusto González)

Hoy soy muy feliz,
porque te conocí.
Y encuentro que tu ser,
se parece a mí.

Todo lo que te gusta,
también me gusta a mí,
podemos compartir.

Hoy soy muy feliz,
cuando te veo reír.
Derramas la dulzura
que me hace a mí vivir.
Y juntos disfrutamos
la dicha del amor,
que nos hace feliz.

¡Amada mía, pedazo de cielo!
Nunca apagues, la luz que en ti brilla:
mantenlo siempre así,
como un radiante sol
que nos hace vivir.

2 Poemas de Salud Ochoa





2 Poemas de Salud Ochoa 


Enredadera

Le veo a los ojos y no le reconozco.
Su faz se desdibuja tras las llamas
Mi cuerpo ardiendo
se reflejan en sus pupilas
él no llora, no ríe, no dice nada.
¿Quién eres? le pregunto
Mientras la vida se me va
En trozos de piel en carne viva.
¿Quién eres? Insisto en el dolor
Él, desvía la mirada.
El fuego llega hasta mis huesos
Encadenando al miedo la esperanza.
En lágrimas calladas
el cuerpo suelta el alma
¡Vuelo ya lejos de las armas!
Miro al soldado abrazando la bandera
Despojos cubiertos de cenizas
olor a muerte con la luz primera
Y al poder oculto esbozando una sonrisa.

¡Ay de ti que no sabes quién te ordena!
¡Ay de mi que no sé quién me mata!
¡Ay de todos los que viven en esta enredadera!
En esta patria de mentiras
De flores secas
De tierra muerta
De agua envenenada.


...

Despertar

Desperté aquí
En esta tierra de contrastes amargos
Este México triste de las marginaciones y las balas
De dolores del alma y despedidas continuas.
Abrí los ojos
En este país de deudas y de sueños
De nidos rotos y de ilusiones desangradas
De discursos vanos
Y voces masacradas.
Vivo aquí
En este pedazo de tierra que me toca soñar
Y respirar
Recordando a unos héroes de mentira;
Reviviendo el grito de tierra y libertad en vano
Entonando un himno
Que muere de a poquito en el olvido.
La identidad se muere y la vergüenza crece,
Mirando cruces por doquier,
Cruces que lloran sus recuerdos
Que lastiman
Que calan hondo
Que gritan en silencio porque a nadie le importan.
Estoy muriendo aquí
En este sitio donde las voces de los niños y los desamparados
No se escuchan,
Donde el hambre se come los silencios
Y los niños ríen a pesar de todo.
Vivo aquí y no hay más que seguir viviendo

Antonio Machado: OPCIONES


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OPCIONES

Antonio Machado


Hoy, igual que siempre
usted podría hallar su gran amor
a la vuelta de la esquina.
Camine pues despacio cada calle
y mire esperanzado a  todos lados:
El amor puede ir de jeans,
de faldas o de sotana,
no descarte lunares o miradas,
en cada ser, debajo de la piel,
el viejo Dios anda tejiendo
esos lazos sutiles del afecto
que pueden inundarlo de alegría.

Y si están desoladas las esquinas,
los bellos parques o las avenidas,
abrase a nuevas posibilidades:
Ame los guayacanes vestidos de amarillo
o las viejas estatuas de los próceres
que, amables, comprensivas,
oyen las quejas y las esperanzas
de ebrios noctámbulos, putas cansadas
o trasnochadores.

Qué tal amar, por ejemplo,
el reflejo del sol o de la luna
o el olor del maíz azucarado
que consumes barato en el cinema,
cosas simples, seres elementales.
Yo amo, por ejemplo,
la vieja calle que llega hasta mi casa
al perro vagabundo que escarba la basura
y que probablemente
cambió confort por libertad
a cualquier costo.
al trapo viejo que da lustre a mis zapatos
y así, cada pequeño ser y cada cosa
Que permite, que pueda proseguir
en este viaje.
Yo puedo ser su amor, usted el mío.
levántese despacio cada día
sabiendo que el amor puede llegar
si porta usted la llave que abre
 y que  ilumina
la eterna puerta de las existencias;
la llave está en usted
se llama…ASOMBRO.


                                                 El viejo macha.