sábado, 3 de junio de 2023

EL FINAL DEL COMIENZO ES EL COMIENZO DEL FINAL / Darío Ruiz Gómez


EL FINAL DEL COMIENZO ES EL COMIENZO DEL FINAL

Darío Ruiz Gómez

¿Por qué las gentes no se han entregado a la desesperación si la canasta familiar se ha reducido a dos o tres productos y los precios del transporte público son elevados y no digamos las extravagantes  cuentas de los servicios de agua, del inmoderado aumento mensual del precio de la gasolina? Todo se ha vuelto imposible para la inmensa mayoría de la población asolada por la criminalidad, carreteras cortadas?  Mientras la lucha contra la inflación es lo fundamental en todos los países para el Minhacienda  pareciera que este grave problema que está afectando de manera directa la economía de pequeñas y grandes empresas se “resuelve” por decreto presidencial con el eufemismo de  que “los precios están bajando”. Su rostro de estupefacción disimulada  está lejos  de reconocer que su concepción de la economía fracasó desde el primer momento. Que precisamente  dos compañías aéreas de bajo costo se declararan  a la vez  en quiebra y con una impúdica  actitud de irrespeto a los usuarios hayan abandonado a estos  en lejanos aeropuertos  dejando al azar su regreso, da cuenta de un preparado plan de desestimulo a la nueva clase media  y al concepto democrático del derecho a desplazarse a cualquier lugar. Pero por otra parte demuestra que la justicia se hace la boba ante un delito cualificado plenamente.  El eufemismo como recurso político indica siempre la presencia en aumento de una dictadura al tergiversar los datos económicos, al disfrazar la realidad social, al dar por hecho lo que no está hecho. Al desempleado(a) se le califica  hoy  en España  como: “Fijo discontinuo”  mientras se reclama que el Empresario “ayude a bajar la inflación”

Utilizar  la  política  como la  “ continuación  de  la guerra por  otros medios” -  o sea no sólo a través de la lucha armada-  degradando y desacreditando  la concepción de la Política  tal como lo estamos viendo   al auspiciar  el salto a escena de  protagonistas de comprobada insuficiencia mental, de desconocedores  de las problemáticas reales de la nación y de las ciudades,  incorporando en Concejos, Asambleas, o en el Senado y el Congreso a una multitud de jóvenes superfluos, de miserables oportunistas  electoreros disfrazados de alguna etnia, de desechos de la izquierda, de los remanentes del viejo Partido Comunista  con el fin de obtener  “mayorías absolutas”  frente a una oposición  carente  de responsabilidades  ética  y que bochornosamente comenzó  por  adaptarse  al Partido de Gobierno.  “Lo social  sin inteligencia, nos recordó Jean Baudrillard, es el socialismo”  Y este es, vuelvo a recordar,  el populismo que ya tenemos en marcha, la instauración del  mediocre como revancha contra la vigilancia fiscalizadora  de la inteligencia, la estupidez contra el magisterio de la sabiduría,  la guachafita y la ordinariez,  la vida pública convertida en desfiles de comparsas oficiales con consignas oficiales,  la desinformación descarada. Mientras el silencio de las minorías progresistas  que   durante años se jactaron  de ser oposición es grotesco hoy  la resistencia se hace y  crece  desde las bases de aquel protagonista que precisamente  el izquierdismo de cafetería  tantas veces invocó  para finalmente  abandonar, el pueblo. La clase política  desacreditada no  constituye  entonces ni el comienzo ni el final de la misión de recuperar al país al cual se  intenta someter bajo otras formas de violencia. Permítanme que una vez más recurra a una frase luminosa de Walter Benjamin: “Gracias a quienes carecen de esperanza nos es concedida la esperanza”

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