LA
CIUDAD DESNOMBRABLE
Darío
Ruiz Gómez
A
la ciudad que Federico el impetuoso
Alcalde nos deja, fácilmente le pueden caber todas las descripciones posibles del actual urbanismo, la Sin City, la Exópolis,etc,
ya que el caos urbano que se vive y que
su alcaldía aceleró es de tal magnitud
que el intento de buscar en la mente una referencia de ciudad ha desaparecido por completo. No dejo
entonces de volver a recordar aquel diagnóstico de que una ciudad que no pueda
reconstruirse en la memoria es porque no existe. Y esto se ha llevado a cabo incumpliendo rigurosamente los
proyectos públicos anunciados pero permitiendo
que se cumplan con exactitud sospechosa
todos los proyectos privados como multifamiliares, torres de oficinas, nuevos
centros comerciales colocados en
cualquier lugar ya que nunca hubo
planificación en la medida en que nunca
se planteó una resemantización de los territorios desmembrados, ni se rescató
la calle, los parques, el barrio como unidades reales de un urbanismo humano
nacido de un concepto igualmente
inexistente para esta Alcaldía: un proyecto de ciudad. Cada ciudad inevitablemente se
transforma y del Madrid que yo viví en la adolescencia en 1958 al Madrid
de hoy, al hacer mi peregrinación a Arguelles, constaté consternado que nada quedaba de la
vida de barrio en las calles compradas manzana por manzana por el dinero de los
especuladores rusos, chavistas, árabes. Se conserva la fachada de cada edificio
pero mediante una escandalosa especulación con el precio de los alquileres se logra lanzar a la diáspora a
los antiguos habitantes, se renueva el diseño de los apartamentos, desaparecen
panaderías, carnicerías, tabernas, restaurantes que constituían la tipología de
usos de la vida de los vecinos y se la
está sustituyendo rápidamente por locales de masajes chinos, hostales, bares y
locales nocturnos dominados por la droga. A este proceso se le llamó
gentrificación cuando aún los
especuladores, invadían barrios modestos con vivienda cara, sustituyendo culturas urbanas arraigadas, por
espacios carentes de vida social,
convirtiendo la ciudad de los ciudadanos en un parque temático para el turismo,
hoy, como sucede en Medellín legalmente
se pueden construir anárquicamente siete torres de cincuenta pisos,
densificando alegremente, sin haberse
previamente urbanizado los terrenos, racionalizado las vías ya que el plano de
base se atomizó en miles y miles de lotes que aumentan el desorden visual y
agreden el intercambio social. ¿Cuánto espacio público, áreas verdes se han perdido en esta administración?
Nada se opone más a la inseguridad que la
recuperación de la vida cívica de los
espacios públicos. Por eso cuando padezco
en Medellín este frenesí de catastrófica
urbanalización proveniente de un equipo de gobierno compuesto por jóvenes
bisoños que jamás intentaron dar la debida respuesta a una
desterritorialización galopante como la
que vivimos desde la violencia del narcotráfico, nos encontramos no con lo que
llamaríamos una transición necesaria hacia otros significados urbanos o sea hacia una defensa de la calidad de la
vida de los ciudadanos, sino con una casi calculada falta de capacidad para prever las medidas a tomar para responder a los
desafíos del crimen organizado, a la anarquía que acompaña a la falta de
planeación debida en la recuperación de la vida ciudadana. La falta de previsión
para hacer frente al impacto del túnel
de Oriente es ofensiva, lo es la falta de previsión para tener ahora que
destruir el corredor verde recién inaugurado de la Avenida Oriental, lo es el
dejar sin terminar los Parques del Río y olvidados los proyectos de renovación
urbana. ¿Dónde han estado la Personería, la Fiscalía, la Procuraduría y la
Veeduría Pública? ¿Desviar los dineros
de una obra no constituye un prevaricato urbanístico? ¿Incumplir una promesa no constituye una grave
falta a la confianza de los ciudadanos? ¿Mantener eternamente
calles y calles con obras inacabadas como la Inferior no es corrupción,
contratismo? ¿Disfrazar la ineficacia mediante un gasto desmedido en propaganda,
en mermelada, no es corrupción? Escuchemos a quien nos proponga la tarea de
volver a vivir en una ciudad. P.D ¿Ha visto alguien el río Medellín?
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