jueves, 31 de octubre de 2019

LA CIUDAD DESNOMBRABLE / Darío Ruiz Gómez


LA CIUDAD DESNOMBRABLE
Darío Ruiz Gómez
A la ciudad que Federico el impetuoso  Alcalde  nos deja, fácilmente  le pueden caber todas las  descripciones posibles  del actual urbanismo, la Sin City, la Exópolis,etc,  ya que el caos urbano que se vive y que su alcaldía aceleró  es de tal magnitud que  el  intento de buscar  en la mente una referencia de ciudad  ha desaparecido por completo. No dejo entonces de volver a recordar aquel diagnóstico de que una ciudad que no pueda reconstruirse en la memoria es porque no existe. Y esto se ha llevado  a cabo incumpliendo rigurosamente los proyectos públicos anunciados  pero permitiendo que se cumplan  con exactitud sospechosa todos los proyectos privados como multifamiliares, torres de oficinas, nuevos centros comerciales  colocados en cualquier lugar  ya que nunca hubo planificación  en la medida en que nunca se planteó una resemantización de los territorios desmembrados, ni se rescató la calle, los parques, el barrio como unidades reales de un urbanismo humano nacido  de un concepto igualmente inexistente para esta Alcaldía: un proyecto  de ciudad. Cada ciudad inevitablemente se transforma y del Madrid que yo viví en la adolescencia en 1958  al Madrid  de hoy, al hacer mi peregrinación a  Arguelles,  constaté consternado que nada quedaba de la vida de barrio en las calles compradas manzana por manzana por el dinero de los especuladores rusos, chavistas, árabes. Se conserva la fachada de cada edificio pero mediante una escandalosa especulación con el precio de  los alquileres se logra lanzar a la diáspora a los antiguos habitantes, se renueva el diseño de los apartamentos, desaparecen panaderías, carnicerías, tabernas, restaurantes que constituían la tipología de usos de la vida de los vecinos  y se la está sustituyendo rápidamente por locales de masajes chinos, hostales, bares y locales nocturnos dominados por la droga. A este proceso se le llamó gentrificación cuando  aún los especuladores, invadían barrios modestos con vivienda cara,  sustituyendo culturas urbanas arraigadas,  por  espacios carentes de  vida social, convirtiendo la ciudad de los ciudadanos en un parque temático para el turismo, hoy, como  sucede en Medellín legalmente se pueden construir anárquicamente siete torres de cincuenta pisos, densificando alegremente,  sin haberse previamente urbanizado los terrenos, racionalizado las vías ya que el plano de base se atomizó en miles y miles de lotes que aumentan el desorden visual y agreden el intercambio social. ¿Cuánto espacio público, áreas verdes  se han perdido en esta administración? Nada  se opone más a la inseguridad que la recuperación  de la vida cívica de los espacios públicos.  Por eso cuando  padezco   en  Medellín  este frenesí de catastrófica urbanalización  proveniente  de un equipo de gobierno compuesto por jóvenes bisoños que jamás intentaron dar la debida respuesta  a  una desterritorialización  galopante como la que vivimos desde la violencia del narcotráfico, nos encontramos no con lo que llamaríamos una transición necesaria hacia otros significados urbanos  o sea hacia una defensa de la calidad de la vida de los ciudadanos, sino con una casi calculada  falta de capacidad para prever  las medidas a tomar para responder a los desafíos del crimen organizado, a la anarquía que acompaña a la falta de planeación debida en la recuperación de la vida ciudadana. La falta de previsión para hacer frente  al impacto del túnel de Oriente es ofensiva, lo es la falta de previsión para tener ahora que destruir el corredor verde recién inaugurado de la Avenida Oriental, lo es el dejar sin terminar los Parques del Río y olvidados los proyectos de renovación urbana. ¿Dónde han estado la Personería, la Fiscalía, la Procuraduría y la Veeduría Pública?  ¿Desviar los dineros de una obra no constituye un prevaricato urbanístico?  ¿Incumplir una promesa no constituye una grave falta a la confianza de los ciudadanos? ¿Mantener  eternamente  calles y calles con obras inacabadas como la Inferior no es corrupción, contratismo? ¿Disfrazar la ineficacia mediante un gasto desmedido en propaganda, en mermelada, no es corrupción? Escuchemos a quien nos proponga la tarea de volver a vivir en una ciudad. P.D ¿Ha visto alguien el río Medellín?  

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