THEODORO
ELSSACA EN LAS VANGUARDIAS
Elssaca, Theodoro. Travesía del Relámpago
Ediciones Vitruvio. Madrid 2013
Juan
Mares
Cada libro que te llega
tiene su cúmulo de experiencias vitales, conceptuales, espirituales y en
general, de ilación de letras que van hilvanando palabras que se tejen tras la
trama y la urdimbre de ideas y propósitos creativos que te llenan de
experiencias cognitivas.
Es apenas obvio que
todo libro tiene un autor, pero no todo autor tiene un recorrido como el de
Elssaca, en vivencias con la interpretación del mundo desde la literatura
exploratoria, permeada de un Mallarmé y de todas las posibilidades que se
otorgan al creador para llegar hasta la poesía chamánica y un poco la
abscóndita, como a la caza de ese algo oculto a los ojos físicos y sin embargo
intuitivamente al pie de la oreja de elefante para atrapar la mosca. Es decir,
la poesía.
A Elssaca lo conocí en
Salamanca, en un recital anual que se celebra en la Universidad emblemática de
todas las que en España son, han sido y serán. Lo vi y escuché declamando más
que leyendo, como en una especie de performance donde al finalizar el texto se
me erizaron los pelos de mis muñecas creyendo que iba a sacar del chaleco o del
bolsillo del pantalón un revolver para darse un tiro. O lanzarse de la plataforma
hacia el público expectante. Lo sentí total, con una entrega inaudita pero
completamente humana. Ahora he leído sus poemas y los he degustado línea tras
línea con la disciplina del caminante sobre pastizales aun llenos de clorofila
cuando ya tiene la experiencia del desierto, o escrutante sobre el espinazo
andino y sus faldas.
Travesía del Relámpago
es la obra donde se condensa mucho de su trabajo en esa itinerancia por
diversos países y continentes enciclopédicos, donde cada hallazgo a partir de lo
creativo es un verso develando sus incógnitas frente al espejo del mundo.
En su Epígrafe #1 nos
insta a que arranquemos la melodía que nos llene de armónica energía de entre
los truenos y libemos de la flor de la luz su aurífero relámpago:
“Libad
el néctar de la música
Sostenida
en el aire de la noche,
Ola
aurea
Perdida
en el trueno y la luz.”
En El Espejo Humeante fluyen
los elementos chamánicos sin que se deje de espejear lo mallarmeano para decir
su asombro entre líneas y silencios tras las pausas del verso:
“Es
el tercer día
el chamán me conduce hacía la
montaña del aire
la ascensión a los más
altos dominios
Atalaya de los vientos
desde donde puedo ver la historia
deslizándose como una corriente
iridiscente
El aire oxigeno me hace más
puro
más liviano
traslúcido”
Se trasluce lo apollinairesco
de soldado del verso, se deja ir en su cardumen de palabras transcribiendo su
experiencia chamánica cuando usa los espejos para decir lo mitológico, como un
elemento de contenido simbólico y develante de ancestros perdidos y rescatados
para la memoria:
“sobrepasado
de otras realidades
atravesándolo
puedo ver
a
los Magos Danzantes
del
Paukartampu”
En una página de
Internet se le describe con unas características reflejadas en su obra de
indiscutible construcción de trabajador del mundo del verbo hecho a imagen y
semejanza de su talante creador: “La obra
de Elssaca responde a proyectos de su visión e investigación creativa sobre la
realidad. Sus trabajos resumen una vibración sensible alrededor de un tiempo
histórico, un lugar o un acontecimiento, capturados con un carácter
inconfundible y agudo…”, lo afirma Sergio Montero Van Rysselberghe, quien
fuera uno de sus maestros.
Indudable es su
persistencia en la investigación creativa partiendo de innúmeras fuentes del
paisaje de las vanguardias latinoamericanas, europeas y la sapiencia oriental.
Se aventura en el
ejercicio de los siete caligramas distribuidos en la antología donde se puede
ver el trasunto de la poesía concreta y la tendencia al vértigo, manifiesto en
cada vorágine del juego galáctico de su entrañamiento con las palabras. Es la
alucinación del poseso por el lenguaje y así desgranar un poco de sabiduría:
“…
… … …
… … …
… … …
… … …
… …
Somos nosotros
los fantasmas del arcaico tren diluido
Al paso de los
bosques nativos del éter…”
El canto elssaquiano es rio del discurso
ebrio de las palabras, que se evocan para los encantamientos y ritos del
baquiano que medita y transcurre para sus elucubraciones tras el enigma y la
clarividencia de lo finito y lo infinito, como una paradoja de la distancia y
el acercamiento de las energías que gravitan en torno a los paisajes andinos y
en la geografía providencial del poema. Veamos en unas líneas de su Ars
Poética:
“Todos
los lagos, pupilas del mundo, con sus ríos que van a ser océanos eran el azul,
reflejando en lontananza el universo enigmático habitado por las deidades,
ocultas en ese infinito ultramar.”
Meterse en el corazón de las palabras es
ir a su fiesta circulatoria para que emerjan en la epidermis del poema. Eso es
lo que se precipita desde el vórtice de la conciencia de Elssaca para nombrar
cada cosa, cada sistema de vida en el concepto de las imágenes en torno a sus
galaxias como arropadas por la gran Laniaquea de los tiempos entre el todo y el
vacío aparente.
Amanuense de la cofradía de los poetas y
médium para interpretar silencios ocultos en los pergaminos, papiros, piedras
rosetas y así convertirse en el adalid del discurso creativo cuando enfronta y
dice:
“Defiendo el papel con mi espada de esdrújulas
con la pistola cargada de versos
y un sombrero de vocablos.”
Huemul bajo
la arboleda al pie del risco andino y soportando la nieve, oteante en las altas
breñas, razón y fuerza en alas de cóndor como un heraldo nerudiano, como un
contínuum magistral del tejedor de versos. Va decantando su memoria mientras
vive y sueña la fiebre del brebaje mágico del chamán ante los precipicios. Y
todo ello porque:
“Cada uno en su huella digital
tiene también su color y su nota.”
Luego es el
ritual del árbol como eterna fuente de la sombra, del fruto, del pájaro, del
nido, del mástil enarbolando al viento de los mares del sur como adalid de las
altas olas en la humilde palabra que emerge de los labios del poeta:
“Árboles
Columnas de Chile.
¡Tótem prehistórico del
éter!”
JUAN MARES
Poeta y escritor, Licenciado en Español y Literatura
Universidad
de Antioquia, Medellín
Colombia
Theodoro Elssaca (Santiago de Chile, 1958).
Poeta, narrador, ensayista, artista visual y fotógrafo antropologista. Viajero impenitente, ha trabajado por años en Europa. Es autor, entre otras obras, de: Aprender a morir (1983); Viento sin memoria (1984); Isla de Pascua. Hombre-Arte-Entorno, edición bilingüe (1988); Aramí (1992); El espejo humeante–Amazonas (2005); Travesía del Relámpago, antología poética (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2013); Fuego contra hielo (Editorial Verbum, Madrid, 2014); Orígenes, edición bilingüe (Plaquette, Barcelona, 2015) y Santiago bajo cero, edición bilingüe (Bucarest, 2015). Con un recital de su obra inauguró, en junio 2014, la Primera Semana de la Poesía, en la Universidad de Salamanca. Ha recibido homenajes y reconocimientos, como el Premio Mihai Eminescu, por la prosa, durante el primer Festival Internacional de Craiova y la primera edición del Premio Poetas de Otros Mundos, otorgado por el Fondo Poético Internacional, en España. En octubre de 2016 participó en el XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos celebrado en la Universidad de Salamanca.
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