LAS NUEVAS CIUDADES Y LOS NUEVOS ACTORES
Darío Ruiz Gómez
El actual Rey de
Inglaterra, Carlos III se ha interesado desde hace muchas décadas y a veces con vehemencia de rescatar el
Patrimonio arquitectónico de Inglaterra pero con una mirada conservacionista considerando la arquitectura moderna como agresiones contra la naturaleza, como
agresivos pastiches que deberían ser sustituidos rápidamente por revivals
historicistas y un urbanismo que devolviera a las gentes ofendidas por la violencia
y la fealdad de las Citys el regreso a la monotonía de unas inventadas Arcadias. No lo he averiguado pero estoy
seguro de que ese regreso imposible a un
pasado inventado sólo ha conducido a nuevas formas de aburrimiento. Porque nada
es más imprevisible que una ciudad sobre todo a partir de las sucesivas crisis económicas
que han conducido a nuevas expresiones de la miseria y de la pobreza bajo el modelo neoliberal, a un desarraigo más
opresivo, a que los contenidos de ciertos sectores urbanos mostrados en su
momento como el triunfo de las nuevas tecnologías de repente se hayan convertido en sectores fantasmales
tal como Ian Sinclair lo ha analizado en “La ciudad de las desapariciones” su obra
maestra sobre la crisis de Londres :
proyectos abortados de renovación urbana
dominados por la soberbia de los nuevos capitales, el maléfico impacto
de unos Juegos Olímpicos, la gentrificación galopante, o sea espacios, relatos
sociales en fugaces escenarios arquitectónicos, mapas de la excrecencia social que se han esfumado en el aire con la muerte
física de quienes fueron sus actores. Lo importante es que de esos
fantasmagóricos lugares la nueva vida urbana surge y se renueva con otro
aliento creativo, la ciudad que llevamos dentro de nosotros no se rinde, los
nuevos actores surgen de estas ruinas.
¿Qué podríamos decir
entonces de estas desapariciones en Medellín
donde las economías urbanas, los
grupos de dominio, la permanente renovación de sus grupos sociales es tan
acelerada que convierten en fantasmal
con una rapidez sorprendente las fachadas
arquitectónicas que iban a perpetuarse como la huella de una clase social de
privilegiados? Las oleadas de desplazados que llegan cada día apoderándose de laderas, hondonadas en el espacio de diez
años han imprimido a estas invasiones su huella particular cultural renovando
la idea de Gueto lo que ha
propiciado un gran mestizaje. En diez
años pasamos de la violencia que describió Víctor Gaviria en sus películas con
sus sicarios sin futuro alguno, a
nuevos amos de la violencia que nace de unas
estructuras de dominio y manipulación de la población, mientras el capital se ha globalizado y el
comercio renace. ¿Había alguien previsto las invasiones de los sin hogar, de
camellos que en las grandes ciudades
norteamericanas amenazan hoy la
subsistencia de la misma idea de ciudad como en San Francisco? La terrible imagen mental que impone el fentanilo al convertir al ser humano en un zombie no es es, a través de estos guiñapos humanos agitándose en el horror de un desvarío total
en Filadelfia, el reto que tiene hoy en
el mundo el Gobierno de las ciudades
para responder al mal absoluto? Imposible pues el regreso a esas inventadas Arcadias donde no había conflictos económicos
y los pobres eran serviles. ¿Cuál puede ser hoy la noción de
Planificación urbana cuando la palabra Planeación es totalitaria y por lo tanto
desconocedora de los matices y variables que se dan a través de territorios que
han definido sus propias centralidades? ¿Qué hacer entonces ante un escenario urbano deliberada y
criminalmente abandonado a la ruina y al deterioro como el de Medellín bajo
Quintero? Sin un proyecto de ciudad que nazca de un
ideal común de convivencia democrática
será imposible pensar en una ciudad donde la vida tenga sentido. Menuda
tarea la que le espera a Fico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario