sábado, 14 de octubre de 2023

Poemas de Mauricio Naranjo




Poemas de Mauricio Naranjo

Entre estas dos fotografías de Mauricio Naranjo hay toda una vida, esa vida que se fuga con sus límites, con sus abismos y desequilibrios, pero también con esa pequeña felicidad que es algo perturbadora, saber vivir y habitar la escritura, y sobre todo habitar el silencio, ese territorio inhóspito donde la mudez lleva a la contemplación y al rechazo, pero también al equilibro personal de pronunciar, de escribir una palabra cuando haya sido vivida y rutilante salta como esa explosión nocturna con un brillo intenso que se demora en deshacerse para ser de nuevo sombra y noche.

Hay tanta persuasión en estos poemas, tanta alegoría al pensar tanta presencia esa que huye cuando escribimos y el poeta saber que el mundo se escapa, se diluye, y es tan difícil de atrapar esas sensaciones que son un ínstate, un destello en ese silencio, y de ahí que el habla calla, debe callar para que el poeta sepa que fluyen sus palabras para expresar de una manera huidiza el presente que espera.

Entre estas dos fotografías está la selfi a colores donde el poeta luce su barba y su cabello blanco símbolo de su serenidad y sabiduría, y detrás de él nada menos que el verde del campo, la ensoñación del regreso a la tranquilidad, lejos del barullo de la ciudad, pero también a esa exploración interior que pueblan despiadados tantos silencios, el silencio de las calles lejanas el silencio de los amigos que ya no habitan una mesa con café y cigarros o vinos y otros licores. Y por supuesto, está la fotografía en blanco y negro donde el poeta carga entre sus brazos a un bebé, y el poeta tiene tiempo de reír, es decir de verse satisfecho, orgulloso porque ha escrito el mejor de sus poemas.

Este sábado de octubre 14 y 2023, leo los poemas de Mauricio Naranjo y sé que a través de ellos perdura un diálogo donde él revela y ensancha la poesía.

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SINESTESIA

Y de pronto, la belleza estalla como un fuego artificial,
E impregna con su brújula desnuda el mundo.
Todo entonces adquiere forma y sentido:
Las notas del piano emergen móviles, cromáticas, sensuales.
Las palabras dibujan paisajes oníricos,
Las campanas inundan el cielo con su luz melódica,
Tu olor baila en mi corazón como una nube de todos los colores.

Todo entonces se puebla de ventanas y de pájaros:
Tu aroma como una alucinación,
Tu risa como un satori,
Tu silencio como un calidoscopio,
Tu voz como un jardín.

Entre tu voz y tu silencio
voy construyendo una partitura de soles y planetas,
de sombras verdes y vacíos azules.
Entre tu aroma y tu risa voy creando un poema fonético y frenético.

La belleza, serena y escandalosa se sienta a mi lado,
Plena de ventanas y de pájaros,
Con su brújula desnuda.
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UN DÍA DE ESTOS


Un día de estos,
De repente voy a escribir una canción aurífera,
Mitad flor, mitad nube, plena de fuego,
Telúrica, volátil, metálica.
Será un himno a la soledad, al vacío, a la ausencia.
Sonará a barco fantasma, a precipicio, a desierto.
Un día de estos,
De repente voy a cantar mi canción,
Como un volcán, como un terremoto, como un rayo.


EL AUTISTA

Dibujaba paisajes metafísicos todo el tiempo. Pintaba su naturaleza muerta, sus abismos, su infinito desierto. Observaba su topografía irregular y se detenía en cada pliegue verde-azul. Navegaba en el océano innombrable de su ser. Solipsista se preguntaba si más allá de sus recovecos geográficos existía algo, si más allá de su yo sombrío había un mundo inaccesible, incognoscible e inefable. Pero como carecía de lenguaje, nunca pudo escapar del laberinto.



EL OIDOR

Primero aplicó un anestésico en su boca para olvidar los sabores. Luego, saturó de perfume su nariz hasta bloquear los olores. Se vendó lo ojos para privar su visión. Se puso una escafandra, para aislar su tacto. Finalmente, abrió sus oídos al universo, y se estremeció: pudo escuchar a Dios.
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EL GRITO

Un grito vagabundo era su bien más preciado. Intentó enterrarlo en una isla, guardarlo en una caja fuerte, esconderlo bajo el colchón, sin ningún resultado. Finalmente puso el grito en el cielo. La tierra tembló escandalizada.
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AULLIDO

Mis palabras están presas en mi boca. Los dientes, como barrotes, les impiden salir. Un día, silenciosas, huirán. Entonces emitiré gritos. Sólo de aullidos estará compuesto mi lenguaje.


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VACÍOS Y SILENCIOS

Habito la casa gracias al vacío
Hablo gracias al silencio
En la casa, las ventanas son un vacío dentro del vacío
En el lenguaje, las pausas son un silencio dentro del silencio
Y entre vacíos y silencios voy inventando la forma de la muerte
entre ventanas y pausas voy inventando la forma de la ausencia
Las palabras y los muros, entre tanto, pueblan de ecos el olvido.


PAISAJE INTERIOR

Todos tenemos un paisaje interior que nos identifica, el mío es móvil, portátil: a veces se parece a un acantilado, otras a un volcán en una isla de nieve, algunas otras a un desierto poblado de esas flores minerales talladas por el viento y el tiempo. Guardo nubes en mi memoria para que llueva cuando quiero olvidar. Conservo una noche indeterminada en lo más profundo de mí para borrar todo rastro de tu rostro.


EL LENGUAJE

El lenguaje me habla, el cielo me mira, la casa me habita, el amor me quiere -a veces-, los puntos suspensivos escriben mi devenir azaroso, la poesía me celebra, el vino me bebe, el cigarro me fuma, la mente me piensa. El lenguaje me habla a solas, en la cama que me sueña.

EL POETA

El poeta trabaja rodeado de sus cosas más propias: la pluma, la espada, la mesa, el paisaje, la hoja en blanco. Espera, sin desesperarse, a que una idea como un colibrí llegue y aletee. Entonces, como un cazador de mariposas o como un pescador, lanza su red y atrapa el brillo fugaz. Y comienza su artesanía, primero con la palabra, como un escultor de vacíos, de ruidos blancos. Luego, poco a poco le va dando forma a ese silencio. Y finalmente borra o quema lo escrito, en un rito de belleza simple. Así transcurren sus días, uno tras otro, entre tinta de calamar, seres abisales, precipicios, murmullos, resonancias y lápices de fuego.


INVENTARIO DE SILENCIOS


I

Hay silencios que son la voz de la censura: una mordaza.
Hay otros que son la expresión de la protesta: un grito.
Hay silencios que están del lado de la armonía, la paz, la serenidad: un éxtasis.
Hay otros que son el símbolo de la ira, la rabia, la ruptura: una explosión.
Hay silencios que indican duda, inseguridad, timidez: una caída.
Hay otros que significan dolor: una grieta.
Hay silencios que hablan del amor, donde sobran las palabras, donde predominan las miradas: una carta en blanco.
Hay otros que aluden al vacío, al no ser, a esa nada que ocupa todo el espacio de la existencia: un agujero.
Hay silencios que son mordaza, grito, éxtasis, explosión, grieta, carta en blanco, agujero.
Hay otros que son indescifrables, indelebles, inefables, como una mancha inmaculada.

II

Hay silencios que meditan, otros que censuran,
Otros que esperan pacientemente, otros que esperan impacientemente,
Otros que guardan luto, otros que marchan por las calles con mordazas blancas,
Otros que dudan, otros que hieren, otros que otorgan,
Otros que respetan, otros que irrespetan,
Otros que ignoran,
Otros sumisos, otros rebeldes,
Otros indiferentes, otros asombrosos,
Hay silencios que conducen a la sabiduría, otros que conducen a la ausencia, el vacío y el olvido.
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EL FOTÓGRAFO

Le tomó tantas fotos al cielo, que se tornó nube y se disolvió con la lluvia.
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LAS LETRAS


La h muda, sentada; la i, erguida, con su astro permanente; la ñ en su casa, sufriendo de agorafobia; la z en zig zag, siempre por caminos sinuosos; la m como una cordillera, mordiendo el horizonte; la s reptando por desiertos, navegando por meandros; la o lunática, rodando por el mundo; la r ronca de fumar, árbol seco; la p como un monociclo al revés, pipa retumbando en mi 
cabeza.
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EL ECO DE LA NADA


Estoy hecho de lejanía, de distancia. Mi sustancia, el olvido. Mi esencia, el vacío. Mi expresión, el silencio. Soy un signo cero que levita en espiral hacia el eco de la nada.
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