MARCO AURELIO: EL
FILÓSOFO EMPERADOR ESTOICO: UNA MIRADA A LA OBRA DE PABLO MONTOYA
Fredy Fernández
Márquez[1]
A través del tiempo, la historia ha marcado líneas que señalan las
disquisiciones de aquellos personajes que han contribuido de alguna manera con
el desarrollo y los progresos de las sociedades. En este caso Roma. Allí
habitaron emperadores que gobernaron con fortaleza por encima de la piedad.
Desconocían la compasión. Fueron odiados, despreciados por sus actos de
gobernar. Gozaron por su crueldad y temple al regentar, como lo fueron
Calígula, Tiberio, Nerón, Domiciano, Cómodo hijo de Marco Aurelio, Septimio el
severo, Caracalla, Heliogábalo, Teodosio, Diocleciano y otros.
Estos emperadores encontraron
en lo más profundo de su ser, la arrogancia y el desconocimiento de hacer el
bien para el ‘bien común’ hacia los demás, valga a decir, poco
les interesó en términos de Foucault “El arte de gobernar”. La
forma como administraban estos funcionarios lo hacían desde su propio sentir,
dejando de lado la isonomía, porque: “la razón de Estado articula
un conjunto de objetivos que legitiman el obrar del político. Sea para ganar
legitimidad, sea para convencer a los gobernados, el Estado debe garantizar de
esta manera su existencia y su conservación” (p. 76). La mano fuerte, el
castigo o la pena de muerte, fue el ejercicio predominante de sus mandatos como
vigor para la coerción de los ciudadanos. La razón política era lo que menos
les importaba. Sin embargo, no se puede negar que la Italia de hoy, está donde
está gracias al poder que ejercieron y dejaron cierta disciplina militar,
retomada por Mussolini.
Pareciera como si un
emperador dejará a otro su manera o práctica para gobernar como continuación de
su legado, es decir:
Las relaciones de fuerza determinan el modo de imposición característico
de una acción pedagógica, como sistema de los medios necesarios para la
imposición de una arbitrariedad cultural y para el encubrimiento de la doble
arbitrariedad de esta imposición, o sea, como combinación histórica de los
instrumentos de encubrimiento (o sea de legitimación) de esta violencia
(Bourdieu, 1997. p. 73).
Gobernaron con profanación,
ello permitió el sometimiento de los ciudadanos y los territorios y pueblos
fuera de Roma a través de las invasiones que los romanos hicieron.
Ahora bien, ¿cómo desmontar estas
tiranías prácticas políticas que ejercieron estos emperadores en Roma? ¿A qué
se enfrentan un emperador contrario a las prácticas de estos mandatarios? ¿ser
odiado por el pueblo garantizaba estabilidad del régimen de turno? A esto y
muchas cosas más se enfrentaron emperadores que asumieron al poder con
prácticas contrarias al césar de turno.
Así, como existieron
gobernantes en Roma con mano fuerte y poderosa en sus gobiernos, también
vivieron otros con un sentido diferentes a los violentos, que tuvieron pausa,
tolerancia, sacrificio, tranquilidad y reposo para administrar a Roma. Ellos
fueron: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Estos
gobernantes se enfrentaron a las herencias oscuras dejadas por sus antepasados
que ejercieron como cesares.
Marco Aurelio, citado en la
obra de Pablo Montoya, que lleva como título: “Marco Aurelio y los
límites del imperio” (2024) describe a un filósofo estoico
lleno de frugalidad, comprensivo, tolerante, creyente de la verdad y la
paciencia, padre bondadoso, amigo sin límites, gobernante respetuoso de las
identidades culturales y de los más desaventajados. Fiel creyente de la bondad,
en la cual Montoya sostiene a través de la voz escrita de Aurelio: “Mi
madre era una mujer respetuosa de los dioses. Me enseñó a no obrar con maldad.
Insistía en el que el mal había que erradicarlo sobre todo del pensamiento”
(p. 49). La educación recibida por parte de su madre fue como la voz interior
como conciencia que busca siempre el bien. Ella ejerció como filósofa para su
formación como gobernante. Porque: “El filósofo es un profesor y un
director de conciencia que no pretende exponer su visión del universo, sino
formar discípulos gracias a unos ejercicios espirituales” (Hadot. 2020. p.
18-19). La voz de su madre fue lo más íntimo en su ser como estoico para
ejercer como filósofo y gobernante.
Marco Aurelio, para alcanzar
su voz interior, recurre entonces a los ejercicios espirituales estoicos. Es
decir, un cambio de mirada. Mirar desde dentro hacia fuera, pensar y actuar con
los ‘ojos del alma’. Porque: “los ejercicios
espirituales son precisamente eso, ejercicios, es decir, una práctica, una
actividad, un trabajo en relación con uno mismo, algo a lo que se podría
denominar una ascesis del yo. Los ejercicios espirituales forman parte
de nuestra experiencia; deben ser «experimentados»” (Hadot. p. 10). Al
experimentar a través de ejercicios espirituales, Aurelio pone en práctica la psicagogia
(ψυχαγωγία ψυχή ἄγειν), que es el arte de saber guiar y formar el alma.
El emperador filósofo, para
poder enfrentarse a este Leviatán, debió recurrir a estos conceptos clásicos como
ejercicios. Para resistir las embestidas por parte de sus oponentes. Muchos de
ellos estólidos, donde sus pasiones estaban por encima de sus afectos. Marco
Aurelio, a través de la voz de Montoya se pregunta: “¿Somos, en este
sentido, bandidos todos? ¿Malvados que combaten? No, simplemente cada ser,
dentro del andamiaje del cosmos en que se mueve, sigue la orden que le ha sido
asignada” (Montoya, 2024. p. 292). El filósofo emperador se asignó sus
propios ejercicios hasta sus últimos días. Recurrió a la Epimeleia Heautou: {Cuidado
de sí. (Inquietud de sí)}, gnothi
seauton (γνωθι σεαυτόν): “Conócete a ti mismo”, a la ascesis: reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro
de la virtud y a la Filautía:
amor propio, entre otros.
Es allí, donde el emperador
filosofo, expone sus tesis del estoicismo para diferenciarla del cristianismo. Al
aceptar la muerte, la admite de manera racional, mientras que los cristianos la
muerte los indispone y hace parte del martirio, diferenciándose así la muerte
del cristiano del sapiente estoico. Con el martirio y otras prácticas
judeo-cristiana, consideran ellos es una forma de hacer ruptura frente a la serenidad
y el equilibrio que ofrece la psicagogia
y la ascesis: (reglas y prácticas encaminadas a la
liberación del espíritu y el logro de la virtud) del estoicismo. Mientras los
estoicos se educan frente a las pasiones, los cristianos pecan con ellas. Además,
los seguidores del cristianismo expresan su certeza con lo transmundano o sea
con lo que está fuera del mundo, el emperador estoico gira la mirada
diferenciándose del cristianismo en el aspecto no-transmundano lo ubica en la
incertidumbre en lo que se viene con la muerte. Manifiesta Marco Aurelio: ‘El
arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza’. Sin embargo,
ciertos críticos consideran que el cristianismo, es un estoicismo camuflado,
donde revierten las tesis prácticas de Marco Aurelio a las prácticas
cristianas.
Gobernar es poder. Quien
gobierna posee las herramientas de ejercer esa autoridad, para ejecutar su
mandato quien impone su saber a través del discurso. Foucault lo confirma:
No hay ejercicio del poder posible sin una cierta economía de los
discursos de verdad […] estamos sometidos a la producción de la verdad desde el
poder y no podemos ejercitar el poder más que a través de la producción de la
verdad (Foucault, 1992. p. 148).
De acuerdo a Foucault, quien
tiene el poder necesariamente debe de recurrir a la verdad, para que sea
legítimo y tenga validez ante los gobernados. Para el filósofo francés, la
verdad son aquellas cosas verídicas, con ellas se develan las cosas para
admitirlas. “[…] Después de todo somos juzgados, condenados,
clasificados, obligados a competir, destinados a vivir de un cierto modo o a
morir en función de discursos verdaderos que conllevan efectos específicos de
poder” (Foucault, 1992. p. 148). De acuerdo a Montoya, Marco Aurelio,
hablaba con la verdad, en otras palabras, con la parresía. Entonces, El
filósofo emperador, práctico o intentó la idea platónica del filósofo rey. Porque:
Entre el hombre y el Estado hay una correlación de fundamentación. El
Estado es una obra del hombre y está, por decirlo así, hecho de la misma
substancia de que está hecho el hombre. Pero el hombre, a su turno, es lo que
es como parte integrante del Estado. Solo como tal puede realizar sus
posibilidades específicamente humanas. La humanización plena del hombre ocurre,
pues, en su incorporación a un Estado, por muy rudimentario que este sea. A sí,
deja de ser un mero trozo de la naturaleza, diferenciándose de su pariente el
animal y convirtiéndose en un habitante de dos mundos: del mundo natural y del
mundo político (Cruz Vélez, 1989. p. 94).
Porque, Marco Aurelio era y
fue el Estado. Sostiene Montoya: “Roma se había cimentado siempre en la
figura del guerrero y no en la del filósofo. Un verdadero mandatario debía
erradicar, por lo tanto, la filosofía de sus legiones militares” (Montoya,
2024. p. 139). Aurelio, con la verdad desde sus palabras influenciaba en sus
legiones y en la polis romana. Todo lo contrario, a los emperadores
pasados. En palabras de Platón: “que todos, sometidos al mismo gobierno,
seamos en lo posible semejantes y amigos” (Platón, 2002. p. 590d). Aurelio,
transmitió la lealtad y la filía o la amistad entre sus ciudadanos y
soldados.
Dice el adagio popular: “hijo
de tigre nace pintado”. Cómodo quien fuera hijo de Marco Aurelio, fue el
postrero de la dinastía Antonina. Roma, estuvo por más de dos siglos en
armonía, estable y su progreso fue notable. Con el emperador filósofo, Roma
logró los ideales, metas y sus objetivos con su poli. Sin embargo, el
reemplazo de Marco Aurelio por su hijo Cómodo desdeñado, por cierto, Roma entra
en decadencia, gobernó de forma cruel, déspota, llamados por mucho como el
gladiador. Pasa a la lista como uno de los peores gobernantes romanos. Prestaba
mayor atención al Coliseo y gozaba con el dolor de los súbditos.
Asaltan preguntas: ¿Qué pasó
con la educación de Cómodo a manos del rey-filósofo? ¿acaso Marco Aurelio nunca
sospecho qué a su lado se cuajaba un ególatra con cimientos psicopáticos? ¿Qué
llevo a Cómodo gobernar a lo contrario de su padre por fuera de la virtud? La
historia nunca lo ha dicho ni lo dirá.
Así, como culparon a Sócrates
por la educación a Alcibíades, Séneca y Nerón, también lo hacen con Marco
Aurelio y su hijo. ¿Será que una buena educación ética, sea en la práctica todo
un adefesio? ¿Qué culpa tiene el maestro cuando su discípulo ignore lo ético
por la corrupción olvidándose de lo virtuoso? ¿Acaso el filósofo emperador
olvidó aquella frase celebre: “conócete a ti mismo”? frase que se
encarga del autoconocimiento como la askesis:
el ascetismo, disciplina o entrenamiento (ascesis): autodisciplina, fue lo que
le falto a Cómodo que a su vez le sobraba a su padre. Otro ejemplo claro fue la
relación entre Lucio Anneo Séneca y Nerón. El filósofo se convirtió en su
consejero junto a Burro. Séneca, trató de educarle en la gobernabilidad para
que en la práctica fuera todo un sabio y no se dejará desbordar por su autocomplacencia.
Séneca, logró también subsistir a la persecución por parte de Calígula y
Claudio. Sin embargo, no pudo con su discípulo Nerón, considerados por muchos
su hijo adoptivo. Quien fue el culpable de su muerte. Pedro Gálvez lo narra
así:
̶ Él me ha encomendado la
misión de trasmitirte los deseos del príncipe. El emperador te concede la
gracia de que elijas tú mismo la forma de quitarte la vida.
̶ Bien ̶ dijo Séneca, sin
inmutarse, mientras todos los demás abrieron los ojos desmesuradamente en un gesto de
terror ̶. Marco, ve
a llamar a mis secretarios y diles que me traigan las tablillas de mi
testamento. Quiero hacer algunos cambios. Y en ellos no me olvidaré tampoco de
ti.
̶ ! Quédate sentado
i ̶ ordenó el
centurión al cabrero cuando este hizo ademán de levantarse. Tengo órdenes
terminantes de impedir que hagas testamento. De todas formas, silo hicieras,
sería declarado nulo (Gálvez, 2006. p. 267).
De qué sirvió que estos tres
grandes filósofos educarán a sus gobernantes, para que luego ellos mismos
ejecutarán su poder con frialdad, sin corazón, dejando de lado la razón,
desconociendo la piedad y la misma filosofía para la vida como la promulgaron
Sócrates, Séneca y Marco Aurelio. Dejando claro que Alcibíades no fue
emperador, pero si consejero de Brutus el espartano quien invadió a la Grecia
de Sócrates. Déjese claro que:
El filósofo antiguo no tiene, pues, necesidad de escribir. Y, si
escribe, tampoco es necesario que invente una teoría nueva o que desarrolle tal
o cual parte de un sistema. Le basta con formular los principios fundamentales
de la escuela a favor de la cual ha hecho una elección de vida (Hadot, 2023. p.
38).
Sus prosélitos, dejaron de
lado la filosofía para la vida como didáctica, los cuales fueron adsorbidos por
la opulencia, el poder y las extravagancias.
El ser filósofo no es haber recibido una formación filosófica teórica o
ser profesor de filosofía; es, después de una conversión que opera un cambio
radical de vida, profesor un modo de vida diferente al de los otros hombres
(Hadot, 2023. p. 39-40).
Deja demostrado la historia
de estos tres filósofos, que la educación realizada por ellos, fue la falta de
voluntad de sus discípulos.
De alguna manera, existe una
coincidencia entre los tres: el conocimiento de sí mismo es social. Porque es
necesario la correlación con los demás o los otros, dicha relación conlleva a
la frase: “mírate a ti mismo” Ese mirar es girar la mirada hacia
la alteridad. Según Montoya, Marco Aurelio construyó toda una relación con el
otro y los otros. Porque:
La relación con el otro no es una relación contractual o negociada, no
es una relación de dominación ni de poder, sino de acogimiento. Es una
relación ética basada en una nueva idea de responsabilidad. Es una
pedagogía que reconoce que la hospitalidad precede a la propiedad,
porque quien pretende acoger a otro ha sido antes acogido por la morada que él
mismo habita y que cree poseer como algo suyo (Bárcena, Mèlich. 2000. p.
15).
El emperador nunca ocupó el
lugar de nadie, sólo su espacio y tiempo que lo llevó reconocer la diferencia
del otro en su propio universo, que Cómodo nunca respeto. La idea del Estado
ideal deconstrucción de Marco Aurelio, fue borrado por el inhábil de su hijo. Ese
Estado justo, imparcial y equitativo, sueño del emperador filósofo mediante la
razón, es un Estado que no se ajusta a la realidad. Pero lo intentó.
Montoya, expone de manera
moderada, que el filósofo estoico emperador practicaba la aponía, es decir la ausencia de dolor o sin dolor, lo reemplazaba por el
buen vivir. Todo un maestro estoico, como practicante del bien. “El bien
de un ser racional es la sociedad. Que hemos nacido para la sociedad, hace
tiempo se demostró” (Marco Aurelio, Meditaciones. 2009. V,16). Montoya,
finaliza su texto:
La flor ahora, elemental y luminosa, está trazada
con perfección. ¿Eso es, finalmente, el universo? ¿Eso soy yo? ¿Esto es la
muerte? A su alrededor, la penumbra con intensidad desde siempre. Una voz,
detrás o encima, por un lado y otro, resuena sin ser pronunciada. Pero
comprendo lo que dice. «¿Debo partir?», pregunto. La respuesta
llega con nitidez: «Sí, puedes irte. Y hazlo con ánimo propicio»
(Montoya. 2024. p. 304).
Deja sentado Marco Aurelio, a
través de la pluma de Montoya, que la muerte es cálida, frugal, dejar de lado
el miedo, la muerte es virtuosa, no es una desgracia, por el contrario, una
tragedia, una narración, hospitalidad y acogimiento de la verdad, tranquilidad
para el alma. Un final del emperador filósofo al saber obedecer las leyes de la
naturaleza: su propia muerte.
Referencias Bibliográficas
Bárcena, Mèlich. (2000). La educación como acontecimiento ético.
Natalidad, narración y hospitalidad. Paidós. Barcelona.
Bourdieu, P. (1977). La reproducción. Elementos para una teoría del
sistema de enseñanza. Laia, Barcelona.
Cruz, D. (1989). El mito del rey filósofo. Planeta.
Colombia.
Foucault, M. (1992). Microfísica del Poder. La
Piqueta. Madrid. España.
Gálvez, P. (2006). El maestro del emperador.
Grijalbo. España.
Hadot, P. (2020). Plotino o la simplicidad de la
mirada. Ediciones Alpha Decay. Barcelona.
Hadot, P. (2006). Ejercicios espirituales y la
filosofía antigua. Siruela. España.
Marco A. (2009). Meditaciones. (7 ed.). Trad.
Bartolomé Segura Ramos. Madrid: Alianza Editorial S.A.,
Hadot, P. (2023). La ciudadela interior. Ediciones
Alpha Decay. Barcelona.
Montoya, P. (2024). Marco Aurelio y los límites del
imperio. Random House. Colombia.
Sturla, C. (2020). La razón de Estado en
Maquiavelo y Gramsci. Tábano, (16), 70-80. https://doi.org/10.46553/tab.16.2020
[1]
Fredy Fernández Márquez. Filósofo. Historiador. Especialista en Cultura
Política. Mg en filosofía Moral. Ph. D. Filosofía contemporánea.
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