INOLVIDABLE IMAGEN DE
LA IMPUNIDAD
Darío Ruiz Gómez
Un policía liberado en la genial
operación Jaque cuando un Comando
del Ejército se hizo pasar por una misión de la Cruz Roja Internacional y engañó a un Comandante de las FARC
haciéndole creer que iban a trasladar a quince secuestrados por órdenes de su
Comando Mayor ; y quien había
permanecido secuestrado durante penosos ocho años sometido seguramente a tratos terribles, encadenado de pies y manos, atado a un árbol durante las noches, vejado inmisericordemente;
hace poco días le contaba a un medio de comunicación que después de ser liberado y seguramente después de someterse a tratamientos médicos y
psicológicos para recuperarse de las torturas e insanias físicas
y psicológicas en uno de los
Gulags del el Mono Jojoy la vida había
continuado. El espléndido testimonio de Ingrid
Betancourt escrito por un
escritor fantasma es el
análisis de formas
de la violencia fariana calcada del régimen soviético o de del Pol Pot y aplicadas en Colombia con una mayor
rigurosidad. Lo más conmovedor de esta
historia acontece cuando, tiempo después, el militar es encargado de la seguridad de los
congresistas y al entrar en el recinto sagrado de la democracia descubre
estupefacto que allí están varios(as) de sus
torturadores (as) vestidos de padres y madres de la Patria ya que el
Acuerdo de Paz Santos-Timochenko ha
premiado su crueldad con una
curul en el Congreso. En un flas back –volver atrás- de un hipotético guión cinematográfico este
policía mientras observa a sus
captores disfrutando de todas las
prebendas que se les ha concedido, siente que
se le agolpan en el cerebro las imágenes de esos espantosos días en
los cuales fue sometido a toda clase de
bajezas por sus captores. Las lágrimas no serán la respuesta sino su
interrogante sobre lo que puede significar
la Justicia en un país donde quienes
como servidores públicos la defienden con su vida y no llegan a entender que los
verdugos sean reconocidos por el Estado mientras miles de policías y soldados
continúan siendo tumbas anónimas. ¿No es la tarea de la Justicia Transicional
“resolver los problemas derivados de un
pasado de abusos a gran escala a fin de que todos los responsables rindan cuentas de sus actos”?
“La impunidad se
define-acudo al diccionario Google elaborado por verdaderos juristas- como la
situación en la que una persona que cometa un crimen o un acto ilegal o
reprobable queda sin castigo por lo hecho”. Escandalizados moralmente acabamos de asistir con estupor al crimen de
una adolescente a manos de un pervertido sexual que después de violarla la
descuartizó. El unánime grito de
indignación no se ha hecho esperar pero es desde este caso para cuyo autor
material unánimemente se pide la mayor de
las condenas, tal como yo mismo lo hago, que otra
vez llamo la atención sobre el brutal
descuartizamiento de 10 niños indígenas y de ocho adolescentes afrodescendientes a manos directas de Iván Mordisco y que no ha despertado la
misma reacción de público repudio como
no la ha despertado tampoco el cobarde asesinato de un padre y un hijo secuestrados
por la Jaime Martínez en Jamundí. “La impunidad daña no solo el desarrollo de los
individuos sino a toda la sociedad” La ejemplaridad de la justicia queda en
entredicho como lo pone de presente la
JEP que contando ya con las confesiones personales de Comandantes(as) de las FARC reconociendo
ser violadores de niñas y de niños, descuartizadores
al hacer un aborto, documentos que todos hemos visto en la t.v. se está negando a condenarlos creando frente a la opinión pública una grave ambigüedad jurídica al no dejar en
claro con su versión de la justicia Transicional
si a los descuartizadores de un niño o una niña se los exonera de sus
crímenes por razones políticas mientras solamente se condenan
con el rigor debido y por la justicia ordinaria las monstruosidades de
un individuo.
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