VERDAD
Y MEMORIA
Darío
Ruiz Gómez
Paul
Ricoeur el excelso pensador cristiano dice que del lado de la memoria tenemos
la lealtad y del lado de la Historia
tenemos la verdad o por lo menos la búsqueda de la verdad. Nos hemos ido acostumbrando sin embargo a que los victimarios soliciten “que no desaparezca la memoria” Y se levantan
Museos de la Memoria como recuerda Tony Jud manipulados en su contenido por curadores que no vienen de la investigación
histórica sino de una idea maniquea e
ideologizada de memoria. Y aquí viene lo importante. ¿Quién recuerda? ¿Cuál es
la voz que describe la infamia del
atropello? ¿Por qué las excluyen y no dejan hablar directamente a las víctimas?
Si quien escucha estas terribles
confesiones ante las cuales, debe suponerse que deberá mantener la necesaria
piedad y comprensión, es un
manipulador, la verdad desaparecerá para
siempre. Cualquiera sabe que un documento de voz grabada puede manipularse al
antojo, que sobre una matanza cuyos responsables están debidamente
identificados, con total cinismo puede
agregarse la versión de que “también otro grupos político de derecha” hizo la
misma matanza. En Wikipedia lo he podido comprobar personalmente. Es, repito,
la guerra de relatos que los victimarios tratan de ganar caricaturizando el
concepto de memoria, de identidad, negándose a asumir
la responsabilidad ante unos hechos terribles que tarde o temprano, sin embargo
terminarán por descubrirlos. Y ¿Los
desaparecidos? La práctica de la desaparición respondió a un entramado diabólico de
distintas técnicas tal como sucedió en la Unión Soviética donde un famoso
artista cambiaba en una foto de carnet el rostro de un
ciudadano asesinado por la policía
secreta para colocar los de un desconocido. A esta tarea se le llama
obliteración. ¿No es también ésta la
función de la fosa común? Porque el terror continúa y a las comunidades agredidas se las sigue chantajeando para que en el
momento preciso tal como se hizden una versión acomodada de
los hechos tal como sucedió en los famosos tribunales populares “socialistas”.
Lean a Hertha Müller e intenten pensar que ante las terribles ofensas a una
mujer que ella describe magistralmente, los victimarios no existen ni
existieron. Y que olvidar esas ofensas es ya la paz. Un sobreviviente de las horribles carnicerías
del Congo, Danis Mukwege invitado por Santos,
por las FARC seguramente con el premeditado fin de que hiciera el elogio de la paz
santista, les estalló en la mano, mostrándoles lo que un verdadero ser humano piensa y
reflexiona ante las víctimas –con las cuales no se le permitió hablar- y ante
una farsa de juicio del cual están ausentes los verdaderos criterios
morales sin los cuales crímenes y
atropellos se reducen a una enumeración
de cifras, de hipócritas meas culpas. Mukwege el gran médico, premio Nobel, atiende a las mujeres violadas durante el
conflicto y les ayuda a enfrentar las
horribles secuelas psicológicas que comportan vejámenes y ultrajes de guerrilleros señalando
la urgencia de atenderlas rápidamente. En esto fue claro sobre las
fechorías de las FARC. “Estos son crímenes contra la humanidad, son
imprescriptibles y cualquiera que los haya cometido debe responder. No quiero
entrometerme en la vida colombiana, pero hay que actuar sean senadores o no” Si
los victimarios no han pedido perdón no puede haber reconciliación, ha
remarcado. ¿Qué hacían entonces los
intelectuales, los supuestos “portadores del pensamiento crítico”, las
defensoras del feminismo que ahora por pura negligencia terminarán involucrados en este atropello? Lo que le
recuerda Mukwege a la JEP, a jueces y magistrados, a nuestros
folclóricos político, es que la ley es
universal y que este no es un juicio político sino un juicio moral para impedir
que el mal siga triunfando.
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