martes, 6 de agosto de 2019

LA POLÍTICA COLOMBIANA Y EL DEJA VU / Darío Ruiz Gómez


LA POLÍTICA COLOMBIANA  Y EL DEJA VU

Darío Ruiz Gómez


A fuerza de hacerse repetitiva la vida de una persona, sometida a un trabajo  rutinario,  termina por  caer en el llamado  “deja vu” es decir  en  aceptar  que lo que   está viendo ya  lo había  visto  de manera que la vida cotidiana  se le  ha vuelto  previsible, repetitiva. Y al mirar la  t.v para  seguir  un programa de opinión,  al  reconocer  a los participantes,   de antemano sabe  lo  que cada uno de ellos va a decir, el político, el alto funcionarios, el cura rebelde, la señora “progre”  y la presentadora  repetirá  los mismos gestos, enarcará las cejas creyéndose inteligente , de manera que inevitablemente se  terminará por caer  en el bostezo  y el aburrimiento. Bostezo y aburrimiento que se acrecentarán si en la mañana se le ocurre ver el telenoticiero o leer  algún periódico ya que la sensación de “deja vu” se acrecentará hasta la más amarga bilis. Este es el  vacío de la vida posmoderna donde dejamos de ser los dueños de nuestras  decisiones para sumisamente aceptar aquello que se nos impone libidinalmente a través de la información convertida en propaganda, donde, sin ilusiones,  la vida  carece de proyectos. Queremos ser héroes-heroínas  pero todo lo que  se vuelve  obvio,  va vaciándose de los contenidos  que incitaban  a renovarnos buscando otros comienzos  y es el momento en una sociedad donde aparece lo que Simmel llama el  blassé, el  ser normal que trabaja,  ve fútbol, es buen ciudadano (a), pero  ya es incapaz de tomar decisiones  éticas personales.  En ocho años de gobierno y bajo el señuelo de conseguir “la Paz” el santismo recurrió, como  estrategia logística,  a los efectos  demoledores del “deja vu” para estupidizar a las clases alfabetas  del país, para mediocrizar la vida pública y destruir la verdad introduciendo en la cotidianidad del lenguaje la mentira que supone la propaganda oficial como falso argumento, diciéndonos  que  la verdad no es ya necesaria para nada. Frente a las conciencias que defendían la libertad Stalin opuso la consigna de la Paz de los Pueblos y esta misma estrategia es la que  ha aplicado las FARC en el caso de Colombia. La manipulación de los medios de comunicación para  impedir  que conozcamos  el destino de las grandes ganancias económicas  obtenidas con el secuestro y la extorsión, ha llevado mediante la corrupción oficial,  al descrédito  de las grandes colectividades  políticas,  cómplices pasivas de este deterioro.

Campos de concentración, veto y persecución  intelectual, silenciamientos de opositores, masacres,  sin que nada de estas atrocidades  hayan  llegado a sacudir nuestra abulia  moral. Lo que sucede es que el plebiscito lo ganó el No y a la presidencia no llegó el Kerensky que esperaban y a medida que  van cayendo  las barreras que intentaron  separarnos  de la civilización,  la ciudadanía se va dando cuenta  de lo que estas diabólicas estrategias han supuesto,  en su intento de borrar la presencia viva  de las mayorías pensantes. Los cuestionamiento a la JEP no son pues,  una conspiración de Uribe sino la implícita necesidad de libertad de opinión  que la dialéctica  de los hechos  ha ido  deshilvanando   sobre aquellos  temas  que se habían  tratado de encubrir y hoy aparecen  con toda claridad  ante la ciudadanía  gracias a las mentiras mediáticas, a las falsedades  de los Comandantes  y  de los abogados de las FARC,  a los miles y miles de hectáreas sembradas de coca. ¿No sabíamos  por anticipado que  Santrich contaría con complicidad  a alto nivel para eludir la extradición si la fuga ya estaba convenida en el mismo  espíritu  del acuerdo?  ¿El Colectivo de Abogados Alvear Sanín siendo  arte y parte? ¿Alguna vez se presentó Romaña?  Esta es  la certificación  del pánico  de quienes nunca llegaron a pensar  que tan rápidamente se abriera  una fisura tan ancha  en ese  documento. Contra el lenguaje de la impunidad, repito, las palabras de la verdad   comienzan a brillar  finalmente.

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