sábado, 23 de enero de 2016

III Internacional Nadaísta.






III Internacional Nadaísta.      

Víctor Bustamante


Noche de puro nadaísmo en Otraparte. Manifiestos, dicterios, reclamos, poesía, sí, mucha poesía, sobre todo, poesía nadaísta en estos tiempos de la sociedad del entretenimiento donde solo basta el espectáculo más banal para pensar que la poesía es un decorado y no la manera más directa de sentir, de comunicarse, de abordar los delirios de la misma poesía, de la locura, y del suicidio, ante la desesperanza de un mundo más que gris, negro. Con esas palabras escritas, con estos manifiestos, se expresa, se dice la dura condición del hombre, pero también se realizan sus reclamos para no caer en el abismo de la abyección y la pasarela personal llena de los sombríos poemas escritos sin corazón, sin la pasión que merece el ser poeta.

Sí, noche de puro nadaísmo donde aún perduran y resuenan sus manifiestos, es decir toda su presencia. Y es que ellos fueron capaces de ser contemporáneos y aun los sentimos aquí, en el duro asfalto, en las calles desoladas, en las paredes grises de nuestros cuartos, en los parques donde algunos muchachos y muchachas leen su poesía o en las noches quebradas de esta ciudad, Medellín, que aún mantiene el pulso de la abyección más temeraria pero que también nos ha devuelto hoy la prístina poesía, la presencia de ellos en toda su carnadura. Y esa es la razón por la cual los amamos; su entereza, su capacidad de haber sido contemporáneos.

De no ser por ellos aún les estaríamos escribiendo a las montañas, o trovando, y a las mustias amantes que nos abandonan cada día, o a las mujeres muertas con olor a alhucema y a labial barato, y peor, escondidos tras el folklor con sus hebras de maíz. No, no, ellos, sí los nadaístas abrieron, tumbaron esas puertas, esos muros, de una poesía llena de pocas circunstancias.

Sexo, drogas alcohol, o lo uno o lo otro, de ahí no se tiene escapatoria. Manifiestos, crítica, y sobre todo, humor y amor para un país luctuoso, alucinado por la violencia, lleno de paraísos perdidos e inservibles en esta vida que huye como un potro salvaje no se sabe hacia dónde. No, los nadaístas establecieron la realidad escribiendo sobre la realidad, dándole a la ciudad, al país, la presencia que se merece, caminando sus calles, expresándolas, derrumbando los idolillos que campeaban impunemente desde el pasado, hasta conquistar con poesía los brazos de la mujer que los acababa de asaltar en sus soledades de humo, hierba sagrada y un poco del misticismo de eros.

Con el nadaísmos dejamos la minoría de edad, fuimos capaces de pensar por nosotros mismos, lejos de las elucubraciones de infiernos llenos de fuego y azufre.

Con el nadaísmo llegamos a la alegría de la poesía, descubrimos las ciudades. Y que la existencia y su fugacidad merece ser vivida hasta la última gota del alba. Con el nadaísmo conquistamos las noches, las vivimos, las padecimos, las deslumbramos con nuestros vinos negros.

Cómo olvidar esta noche los videos de Michael Smith redescubriendo la Voz el Nadaísmo, aquel programa de radio que ellos hicieron donde lanzaron toda clase de diatribas a una ciudad atiborrada de poesía muerta y de industriales sonrientes sobre los espasmos de las espaldas ajenas. Cómo no escuchar a Gonzaloarango con su voz serena para alertarnos de un país congelado en las turbias redes sangrientas del pasado, en los turbios negocios y en la fatua muerte presente como supremacía.


El nadaísmo es nuestra tradición, el camino de la poesía. El nadaísmo es nuestra más bella e intensa primavera. Y el más intenso y fragoroso verano, nunca temido por cierto, vivido hasta el desespero antes de la aniquilación de la noche, de las noches.







1 comentario:

Michael Smith dijo...

Hola Victor.
Que linda y poderosa celebración.
Y que importante también.
Seguiremos disfrutando y seguiremos compartiendo.
No hay de otra.
:)
Michael