III Internacional Nadaísta.
Víctor Bustamante
Noche de puro nadaísmo en Otraparte.
Manifiestos, dicterios, reclamos, poesía, sí, mucha poesía, sobre todo, poesía
nadaísta en estos tiempos de la sociedad del entretenimiento donde solo basta
el espectáculo más banal para pensar que la poesía es un decorado y no la
manera más directa de sentir, de comunicarse, de abordar los delirios de la
misma poesía, de la locura, y del suicidio, ante la desesperanza de un
mundo más que gris, negro. Con esas palabras escritas, con estos manifiestos, se
expresa, se dice la dura condición del hombre, pero también se realizan sus
reclamos para no caer en el abismo de la abyección y la pasarela personal llena
de los sombríos poemas escritos sin corazón, sin la pasión que merece el ser
poeta.
Sí, noche de puro nadaísmo donde aún
perduran y resuenan sus manifiestos, es decir toda su presencia. Y es que ellos
fueron capaces de ser contemporáneos y aun los sentimos aquí, en el duro
asfalto, en las calles desoladas, en las paredes grises de nuestros cuartos, en
los parques donde algunos muchachos y muchachas leen su poesía o en las noches
quebradas de esta ciudad, Medellín, que aún mantiene el pulso de la abyección
más temeraria pero que también nos ha devuelto hoy la prístina poesía, la
presencia de ellos en toda su carnadura. Y esa es la razón por la cual los
amamos; su entereza, su capacidad de haber sido contemporáneos.
De no ser por ellos aún les
estaríamos escribiendo a las montañas, o trovando, y a las mustias amantes que
nos abandonan cada día, o a las mujeres muertas con olor a alhucema y a labial
barato, y peor, escondidos tras el folklor con sus hebras de maíz. No, no,
ellos, sí los nadaístas abrieron, tumbaron esas puertas, esos muros, de
una poesía llena de pocas circunstancias.
Sexo, drogas alcohol, o lo uno o lo
otro, de ahí no se tiene escapatoria. Manifiestos, crítica, y sobre todo, humor
y amor para un país luctuoso, alucinado por la violencia, lleno de paraísos
perdidos e inservibles en esta vida que huye como un potro salvaje no se sabe
hacia dónde. No, los nadaístas establecieron la realidad escribiendo sobre la
realidad, dándole a la ciudad, al país, la presencia que se merece, caminando
sus calles, expresándolas, derrumbando los idolillos que campeaban impunemente
desde el pasado, hasta conquistar con poesía los brazos de la mujer que los
acababa de asaltar en sus soledades de humo, hierba sagrada y un poco del
misticismo de eros.
Con el nadaísmos dejamos la minoría
de edad, fuimos capaces de pensar por nosotros mismos, lejos de las
elucubraciones de infiernos llenos de fuego y azufre.
Con el nadaísmo llegamos a la alegría
de la poesía, descubrimos las ciudades. Y que la existencia y su fugacidad
merece ser vivida hasta la última gota del alba. Con el nadaísmo conquistamos
las noches, las vivimos, las padecimos, las deslumbramos con nuestros vinos
negros.
Cómo olvidar esta noche los videos de
Michael Smith redescubriendo la Voz el Nadaísmo, aquel programa de radio que
ellos hicieron donde lanzaron toda clase de diatribas a una ciudad atiborrada
de poesía muerta y de industriales sonrientes sobre los espasmos de las
espaldas ajenas. Cómo no escuchar a Gonzaloarango con su voz serena para
alertarnos de un país congelado en las turbias redes sangrientas del pasado, en
los turbios negocios y en la fatua muerte presente como supremacía.
El nadaísmo es nuestra tradición, el
camino de la poesía. El nadaísmo es nuestra más bella e intensa primavera. Y el
más intenso y fragoroso verano, nunca temido por cierto, vivido hasta el
desespero antes de la aniquilación de la noche, de las noches.
Hola Victor.
ResponderEliminarQue linda y poderosa celebración.
Y que importante también.
Seguiremos disfrutando y seguiremos compartiendo.
No hay de otra.
:)
Michael