domingo, 16 de febrero de 2025

CIEN AÑOS DE SOLEDAD O MÁS… Fredy Fernández Márquez

 

Fredy Fernández Márquez

CIEN AÑOS DE SOLEDAD O MÁS…

 

Fredy Fernández Márquez[1].

A Eduard Alejandro Tobón Vargas: Este ensayo que reflexiona, cuestiona e invita a pensar en los afectos que llenan los sentimientos de la soledad, que están más allá de toda ficción macondiana, pero que es una plena realidad para entregarlo a la compañía que siempre te espera con los brazos abiertos sin consuelo ni dolor en la soledad de los dos.

 

  Hola soledad, no me extraña tu presencia, casi siempre estás conmigo, te saluda un viejo amigo, este encuentro es uno más. Así inicia la canción: Hola soledad, interpretada por el cubano Rolando Laserie, grabada en el año 1972, con la orquesta La Sonora Veracruzana, junto al conjunto de Cuco Valtierra, bajo el sello disquero Musart. El autor de la letra, el argentino Palito Ortega. Que dolor describe Ortega, a través de la voz de Laserie, desde lo más profundo de su alma, sólo él sabe lo que escribe en su canción y siente.   

     La voz melodiosa narra la tristeza, el dolor, las heridas de un ave que ha perdido la capacidad de volar. Se contempla en su propio refugio, para calmar su propio desconsuelo, su propio llanto, su propio eco que repite su karma, que sólo encuentra un llanto más. Invita a charlar a la soledad. Su presencia hace parte de él, la soledad conoce el dolor con quien comparte una conversación.

     Finaliza la canción: Hola soledad, hola soledad, hola soledad. La palabra proviene del latín solitas, -ātis. Es una falta, vacío, sin compañía de alguien, que se convierte en un tormento o calvario, congoja que sólo lo entiende quien lo vive. Esto deja claro el autor, a través de la voz de quien lo canta. Allí subsiste un vínculo intrínseco, continuo que altera los estados emocionales, para que emerjan las pasiones, ya sean alegres o tristes, más tristes por supuesto.

   Con el humano nace el dolor, acompañado de la soledad. Dos momentos que hacen parte de las vidas de todo ser terrenal, que encuentra en ella su compañía, su pena. Angustia de sí, soledad de sí. Dijo Hegel: Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión (2009). Por ejemplo, el dolor, una pasión triste en palabras de Spinoza. Esta pasión es una imperfección del alma, melancolía que afecta el alma. De acuerdo con la canción, quien padece de soledad está acompañado de aversión, indignación, menosprecio y otros sentimientos más, como una carta o menú de un restaurante. Sólo falta padecerlas. Porque: Las acciones del alma surgen sólo de las ideas adecuadas; las pasiones, en cambio, sólo dependen de las inadecuadas (Spinoza, 2009. P. 131). De alguna manera, se está permeado por las pasiones tristes como la soledad. Tan fácil de padecer, tan difícil salir de ella, pero a su vez elemental, no desearla. Deja impregnado su olor en los cuerpos hasta el alma. Cien años de soledad o más… son tiempos que pasan juntos, urdimbre que teje un erotismo nada fugaz que se deja en sí. Fiel compañera, incondicional en términos kantianos (2017). Convirtiéndose en la veneración de la existencia, como en un sueño freudiano, del cual el amor a la soledad se ha quedado en los personajes de la obra de Gabriel García Márquez: Cien años de soledad o más…….

     La obra está dividida en cinco (5) capítulos, narrada a través de siete (7) generaciones. Además, se presentan otros individuos o sujetos dentro de la obra y fuera de ella. En la primera prole, emerge la figura de José Arcadio Buendía, el creador de Macondo. Se desposa con Úrsula Iguarán, con grados consanguíneos cercanos: primos. José Arcadio Buendía, corpulento y fuerte en su carácter. Se inclina por la ciencia, la alquimia y las cosas más ocultas. Macondo nace a través de una pelea de gallos al huir del pueblo, que ganara José Arcadio a Prudencio Aguilar. El perdedor irrespeta a Buendía. Le dice en voz alta: Te felicito-gritó-. A ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer (2007). Luego es asesinado por el autor principal de la obra. Por la ofensa a su virilidad se hace presente la muerte y por el honor de una mujer se le da vida a Macondo. Luego, aparece la figura de Úrsula Iguarán. Ella es quien finalmente, le da la fuerza y existencia a la familia Buendía. Preocupada por el bienestar de todos a su alrededor, mujer fuerte, vive hasta los 120 años. En su muerte, le acompaña un fuerte y duro calor que se siente en todo el pueblo.         

     En la segunda generación, aparece la figura de José Arcadio. El primer hijo de       Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía. Se asemeja a su padre. Es quien inicia la consecución de la familia junto a Pilar Ternera, queda embarazada por él, quien le abandona por una gitana. Hacen parte de esta generación Rebeca, el coronel Aureliano Buendía, el segundo hijo de la familia, siendo el primero que nace en Macondo, posee la facultad de una pitonisa y por su espíritu profético era deshabitado que vivía su propia soledad, de carácter retraído, cercano a los acontecimientos o fenómenos paranormales. Hacen parte de esta lista Amaranta y la misma Rebeca.

     En la siguiente generación, la tercera, hacen parte: Arcadio, Aureliano José y 17 Aurelianos más. En la cuarta Remedio la Bella, José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. En la quinta, Renata Remedios conocida también como Meme, José Arcadio, Amaranta Úrsula. En la sexta, Aureliano Babilonia y en la séptima Aureliano. Hacen parte de la obra: Remedios Moscote, Fernanda Del Carpio, Prudencio Aguilar, Melquíades, Pilar Ternera, Santa Sofia de la Piedad, Nicanor Ulloa, Rebeca Montiel, Pietro Crespi, Gerineldo Márquez, Petra Cotes, Mr. Herbert y Mr. Brown, Mauricio Babilonia, Gastón, Nigromanta, El sabio catalán, Álvaro, Alfonso, Gabriel y Germán, por último, Apolinar Moscote.




     Acá encontramos la génesis de Macondo, generación tras generación. Una obra realista de la vida del Caribe colombiano. Realidad literaria nada mágica. Allí se delinea el vivir real y cotidiano de toda una comunidad, que no es mágica como lo sostiene la crítica literaria. Se la adjudican a su progenitor: Gabriel García Márquez. Sólo se considera un estilo literario. Allí brota la magia real que abre el portal entre lo habitual con lo mental imaginario. Toda una relación ininteligible, como si se hubiese sacado de una de las obras de Pablo Picasso. El surrealismo también sembró su historia a través del arte, como lo hicieron André Breton, Salvador Dalí, René Magritte, Joan Miró, Remedios Varo, Leonora Carrington y Max Ernst. Así mismo en cada una de sus obras, García Márquez se impregna con un surrealismo-realismo-mágico, como si cada párrafo fuese una pincelada de los maestros del surrealismo en las obras como: El otoño del patriarca (2022), Crónica de una muerte anunciada (2020), El amor en los tiempos del cólera (2003), El General en su laberinto (2023), Del amor y otros demonios (2003). Memoria de mis putas tristes (2014). La hojarasca (2022). El coronel no tiene quien le escriba (2022) Los funerales de la Mamá grande (2003) y La mala hora (2022). Pareciera que todos los personajes, de las obras del autor colombiano, hubiesen habitado en Macondo. Casi todos sus personajes fueron presa de la superstición. Por ejemplo, en Cien años de soledad, Úrsula, en sus asuetos nocturnos, le asaltaba el espectro temporal de Prudencio Aguilar, en sus descansos.

     Pero por qué ¿cien años de soledad? ¿acaso fue el eyectar al irse huyendo del pueblo? O ¿por la distancia de la civilización? Cien años o más ¿no es el olvido al coronel por qué no le escriben? A lo mejor una intempestiva erotomanía llevó al autor a plasmar las imaginaciones cotidianas de su pueblo natal Aracataca. Una condena como si fueran los suplicios de Cristo, al ser supuestamente castigado por ser culpable de los pecados de la humanidad. ¿Un siglo a la espera de qué? Manifiesta García Márquez: porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra (2007, P. 471). El solo hecho de retar a la naturaleza humana al casar dos primos, fuera de la condena de cien años de soledad, es atreverse por encima de lo biológico, es alterar la extensión de lo consanguíneo genético como lo es la hemofilia y demás trastrueque conexo al cromosoma X o afecciones afines que emergen con las relaciones endogámicas. José Arcadio Buendía como Úrsula, desafiaron tanto la naturaleza como lo divino, sin importar una condena de cien años de soledad o más… i Qué amor!, Un lazo fuerte contundente como toda una poesía de Meira del Mar:                                                                

Este amor

“Como ir casi juntos

pero no juntos,

como

caminar paso a paso

y entre los dos un muro

de cristal,

como el viento

del Sur que si se nombra

¡Viento del Sur! parece

que se va con su nombre,

este amor.

 

Como el río que une

con sus manos de agua

las orillas que aparta

con sus manos de agua,

como el tiempo también,

como la vida,

que nos huyen viviéndonos,

dejándonos

cada vez menos nuestros

y más suyos,

este amor.

 

Como decir mañana

y estar pensando nunca,

cómo saber que vamos

hacia ninguna parte

y sin embargo nada

podría detenernos,

como la mansedumbre

del mar, que es el anverso

de ocultas tempestades,

este amor.

 

Este desesperado amor.

 

     Lo inexorable se hace presente en esta obra. Ni el paso del tiempo en los cien años de soledad o más se ruegan para no continuar en lo más fasto de lo aciago, de la incitación inmoral que ven los demás. Que destino llevado al verismo extremo de los personajes de esta obra literaria. Que condena la de García Márquez tan pendolista, arpillera que no deja luz, fuera de los espacios, entre sus líneas estructurales. Eso permite que la pareja que vive cien años de soledad, se despoje de su cogulla, para resistir los atropellos de lo divino. Obra lúgubre, luctuosa que maltrata lo más profundo del ser. Reflejo de la humanidad, hechizante para quienes leen esta bella y dolorosa creación. Una soledad vivida y narrada que inspira a embriagarse con la escritura de Meira Del Mar: 

 

Soledad

Nada igual a esta dicha

de sentirme tan sola

en mitad de la tarde

y en mitad del trigal;

bajo el cielo de estío

y en los brazos del viento

soy una espiga más.

Nada tengo en el alma

ni una pena pequeña

ni un recuerdo lejano

que me hiciera soñar...

Sólo tengo esta dicha

de estar sola en la tarde

¡con la tarde no más!

Un silencio muy largo

va cayendo en el trigo,

porque ya el sol se aleja

y ya el viento se va

¡quién me diera por siempre

esta dicha indecible

de ser, sola y serena,

un milagro de paz!

 

     La musicalidad y la rítmica, es el chichisbeo estético del desarrollo de los personajes dentro de la obra. Macondo, es el rumbo final de la misma, en el cual emerge Melquíades. Maestro, sabio, de amores y de rabia ignífera hacia sí mismo. El gitano es el franqueador de las vivencias de José Arcadio Buendía, entre la vida y la muerte, convirtiéndose en su conturbar, porque le altera su vida, le causa intranquilidad en su destino. Él también es producto de los cien años de soledad, porque: había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no pudo soportar la soledad (2007), Macondo es también el refugio de aquellos que no logran ver, en la soledad un espacio, sino un peso para la vida.

     De esa manera, Melquíades se convierte en la pulsión de José Arcadio Buendía, el gitano es quien le da movimiento y vitalidad a Macondo a través del fundador del pueblo. Siempre que asalta en el pueblo, lleva algo por descubrir por parte de su amigo, que se vuelve el interpretador de los inventos presentados en Macondo. El adalid Melquíades, es el Orfeo de la obra macondiana, porque fue a lo más bajo del inframundo y regresó, como todo un héroe mitológico griego. Melquíades hace de Macondo todo un mundo a su regreso. Porque es él quien señala y lleva el conocimiento, la sabiduría y la experiencia ancestral. Con sus palabras y figuras demuestra y muestra la ciencia, como ésta, está poseída por él. Su presencia en Macondo, es una metamorfosis kafkiana porque transforma y traspasa la cotidianidad del pueblo, porque hace de la ciencia, la tecnología, lo ancestral y místico un nuevo José Arcadio Buendía, porque abre su mente y altera su vida en la cotidianidad de este pueblo.

     Melquíades, es la sustancia irrefrenable, legendaria y fantasmagórica que haya pisado a Macondo. Con su mera presencia, todas las cosas adquieren vida propia, todo un Nostradamus. Su soledad es su segunda muerte. Se acoge a su propia sombra-soledad, ni él ni nadie te podrán aventajar. Jamás sintió miedo de las tempestades, ya no es el árbol más frondoso del pueblo, tampoco el fruto más dulce de la comunidad, eres tan sólo tu propio abandono en tu misma vida, mucho menos la felicidad, no eres el aroma que despiertas en el amanecer, eres la oscuridad del anochecer, eres lo divino sin aroma, tu abandono en tus mismos brazos que te entregas al desconocer el misterio de la muerte. Criatura que no se queja, que vivirá a tu propio lado. No te espera la gloria, te espera Macondo en su soledad. Ese ser mágico era Melquíades. Se fue en su propia alfombra voladora, su sesera: Se ha ido el gitano enigmático junto con sus bártulos.

     La soledad en Macondo es todo un destino repetitivo. La tristeza es también el roce entre lo racional y lo místico, lo mundano se hace presente, es lo silente en la relación entre José Arcadio y Pilar Ternera. En su debido momento, esta relación menea a Macondo. Este vínculo representa la debilidad de lo humano, por eso, la soledad avanza, de manera inexorable, a través del tiempo de los Buendía. La soledad está presente en el inconsciente colectivo de Macondo, representa el dimorfismo y el laberinto de lo humano intangible, como si fuese un espectro.

     La familia Buendía representa todo un icono de soledad para la postmodernidad. La soledad no se manipula con el tiempo, al contrario, como lo dejó plasmado García Márquez, el tiempo es una adlátere de la soledad. Porque el tiempo se desliza en el interior de la propia familia, acercándola a la abismal y lóbrega soledad. Una triada se hace presente en esta obra de principio a fin: la existencia, el tiempo y finalmente la soledad.

     La familia Buendía, Se aprisiona en su propio seno, produciéndose una barahúnda entre lo que ellos creen vivir como lo es el presente, pasado y el futuro. Nunca podrán escabullirse de la maldición planteada en la novela del escritor colombiano. La naturaleza y el destino de los Buendía, van unidos desde su propia concepción, ello no les aprueba a salirse de la soledad que les apremia de forma constante. La imaginalidad no les alcanza para ver más allá del propio Macondo, que se presenta como prisión, en el seno de los Buendía. Más allá de Macondo es Macondo, así como regresaron Melquíades y José Arcadio Buendía.

     Una presencia constante, en la familia Buendía es la autofagia. Úrsula Iguarán la enfrentará siempre. Ella es la cinética incorpórea de la parentela de los Buendía. Es el caletre que encara las tragedias que nacieron en el propio seno de la familia. Una mujer resuelta ante las situaciones que se presentan constantemente en su comunidad. Fuerte ante las situaciones que se exteriorizan, luchadora, a su vez opulenta, siempre va al frente ante las cosas que se viven en la familia. Es lo obituario de la señora Iguarán, es la universalidad de la novela, atravesada por su rigidez. García Márquez la define como:            

Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán. Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca (2007. P. 17-18).   

     Ella es la Madre indiscutible y el amparo de Macondo. Sus quehaceres trascurren entre los oficios, desasosiegos y la intranquilidad. La señora Iguarán es su propia imprecación. Se negó de llamarle Úrsula a la hija de Arcadio, petición que hizo el fusilado antes de fallecer. Ella misma sostuvo: No le pondremos Úrsula, porque se sufre mucho con ese nombre (2007. P. 155). La matriarca de Macondo sabía cuál era su condición ante el destino que otorga la naturaleza, ella es omnipresente, hasta omnipotente. De alguna manera, era la ordenanza en el corazón de la familia que vivía en medio de la vorágine. Mujeres como ella abundan en nuestra América latina. Luchadoras, que padecen de lo más inverosímil, del llanto, del no querer, del golpe de la palabra y del golpe físico. Tan cerca, pero tan lejos de la justicia, la imparcialidad y la equidad. Las Úrsulas latinas, son personajes conmovedores, de silencios profundos, que poseen en lo más hondo de sus vidas, la cavidad de la muerte, resisten ante la fortaleza de la soledad. Las féminas Buendía, batallaron en resistencia a las tragedias que rodeaban sus propias vidas. La matriarca se volvió toda una experta en sacar verónicas en mantazos para tratar de calmar las desgracias de la familia, otorgadas por la naturaleza humana o tal vez divina.

     Algo morirá en ellos, cuando la soledad cruce la puerta de los Buendía: en José Arcadio Buendía, Úrsula y las generaciones venideras, un pedazo de la soledad, se quedará en cada uno. Es el incordiar de las sombras que irrumpen entre los sueños que, espalda a espalda, los Buendía forjaron, pero que quedaron atrapados por la maldita nostalgia en que se convirtieron sus vidas. Vacío lleno de silencio que sólo los recuerdos logran retener el tiempo. Un fallecer lento, pero contundente. Cómo pedirle amor a la soledad, cuando ella misma se encarga de alejar los mejores momentos de felicidad. Cómo pedirle al amor que se quede cuando la soledad está más cerca, tan junto ante ellos, que finalmente les hace falta. Cómo extrañar la soledad que nunca se fue, pero se añora. Siempre estuvo entre sus brazos y en sus almas. Se convirtió en un pequeño trago, como si fuera un cariño tan lejano que no sale de los espacios llenos de incertidumbre. El sol se oculta, la soledad jamás. ¿Cómo hacen los Buendía para comprenderla? ¿Cómo y cuándo apareció entre ellos?  Al pasar la soledad la puerta, sólo queda el recuerdo de la tragedia para poder sobrevivir ante ella. Con ella se extravía toda ilusión, como Amaranta, que todo lo perdió llena de penumbra, con una alta fragancia de desaliento por vivir lo no vivido, lo no permitido. Vida sin respuestas, como una afrenta en el querer y no lograrlo. Como detenerla si es tan sutil en su trasegar. Como requerir amor a la soledad que nunca fue entre ellos.

     Sus vidas son esencialmente soledad y dolor, que está incorporado entre el sufrimiento y el fallecer, hermeneútica elogiable por la quimera fenomenológica que ellos viven, ya sin experimento porque el patriarca ha fallecido y ha dejado parte de la herencia: la soledad.

     El amar, la pasión, los deseos, siempre están mirando al infinito que señalan la carencia involuntaria del sufrimiento. La soledad es el sufrimiento como posibilidad que se obstaculiza a si misma para quedarse donde se originó, entre los Buendía.

     Soledad, dolor y sufrimiento, es para esta familia procedente. En palabras de Cioran: ¿Qué sentido, en efecto, podría yo hallar en los suplicios de un hombre infinitamente atormentado y desgraciado para quien todo se reduce en última instancia a la nada y para quien el sufrimiento domina el mundo? (2009. P. 30). La soledad enseñó amar a los Buendía y ella misma les señaló odiar. La vida es una inmortal melancolía (2010. P. 124) he ahí a los Buendía. Hasta el mito de Sísifo se hace presente en la obra Cien años de soledad, con el suicidio de José Arcadio. Porque: Vivir significa: creer y esperar, mentir y mentirse (1997. P. 141), sus vidas no fueron una falsación popperiana. Se dice que ninguna soledad es eterna para quien la padece, al contrario, para la familia Buendía-Iguarán, se quedó para siempre a través de todos los tiempos.

     La soledad para ellos posee toda una estructura, llena de desencuentros, desilusión, espera, infelicidad, desagravios, pesares, desamor, suicidio, abandono, tragedia, vida de tormentos solitarios, sin obstáculos, circunstancias casi aleatorias. Determinación sin comprensión episódica de la existencia. Personajes en medio de una profunda soledad, quimera lastimera como nostalgia, sólo vivida en Macondo. La soledad allí nunca se satisfizo. Devorando todo a su vil paso. Es el desvelo nocturnal que precipita al desahogo, desde la propia lectura de la obra. La soledad se convierte en un acto moral que se vuelve enfermedad psíquica o mental, que se refugia en lo más espiritual.  

     Todo ser humano ha padecido de soledad. Nadie se ha salvado de compartir con ella. Es un vacío desolado existencial, porque: [] el que conoce el por qué de su existencia podrá soportar casi cualquier cómo (Frankl, 1988. P. 81). Sólo nos conocemos en la soledad, he ahí el cómo. A dónde ira la soledad sin mí, diría la familia Buendía-Iguarán, para ellos la soledad es ya una necesidad, una relación de nunca acabar. Sin ella no se es nada, sin ella no hay vida, menos pasión. Al despertar cada mañana su aliento los acompaña, al no estar cerca se extraña como otro sueño que se sueña. En la soledad se olvida de todo, hasta del amor. La soledad no es Dios, no es lo más infame, no es lo más perfecto, pero se sale lastimado, aunque sea un tenorio como lo fue José Arcadio Buendía.

     Cómo entender su presencia y aún más su ausencia. Para dejarse caer con ella e inventar todo de nuevo, como si fuera un mundo de fantasía sin soledad. Porque: la soledad también puede ser una llama (Benedetti, 2001. P. 34). ¿Qué pasaría, si la vida pasara sin soledad? ¿O tan sólo el juego solitario de la vida? Uno no se conoce verdaderamente antes de haber sufrido (De Musset, 1867. P. 56) como la soledad. La familia Buendía, estaba tan compenetrada con ella, que les hacía falta, así como el aire y el agua. ¿Cómo ser feliz sin soledad? Sólo los Buendía lo saben. Porque: lo único que conservaron en común fue el aire solitario de la familia (2007. P. 212).

     Que obra, que tragedia tan dispendiosa, llena de alegorías, con personajes mezquinos, fatalidad constante, con razón fue llevada al cine, donde abundan los visos y los dinamismos narrativos, una parte de la historia de Colombia con sus injusticias y desigualdades, la obsesión por la soledad prima, obra cautivadora, llena de parábolas, una canción con melodía y rítmica propia con pasajes tanto en blanco como oscuro, moral e inmoral, pero fascinante escribió Gabriel García Márquez. ¿Cómo digerirla, saborearla, degustar sus líneas sin pensar en las amarguras, el sufrimiento, el dolor, la infelicidad y la soledad? Hay que pensarla, llena de intríngulis. Personajes que pasan más allá de toda imaginación, que llenan el corazón de ansiedad y preocupaciones fatales. Esperando la siguiente exomológesis. Perturba el alma en cada suceso que escribe el autor, emergen individuos con aspectos de lucernas, figuras insospechadas como si fueran sacadas de narrativas medievales por sus apariencias, como el señor Moscote, con opacidad y cualidad de exclusión propia. Que labor novelística, como si fuera un sueño prohibido, como escapar de la soledad, en un lugar que la llama constantemente sin que arda el corazón de quien la padece, sin oportunidad de desviar la atención que no sea la soledad, confidente nocturna que se comparte en cada capítulo, revestida de alegría y a su vez de un intenso dolor. Una obra que cuenta el castigo entre dos sentimientos, como un abismo que, en el fondo encuentra su realidad: la soledad.

     La soledad se encarga de traicionar la amistad y el amor. Con ella se comparten los secretos más acezantes, bituminosos. Cómo concluir luego de haber leído, semejante obra trágica, cómo dejar de pensar en sus personajes y no terminar tan solos como ellos, cómo evitar tomarse unos tragos amargos y oscuros como sus almas. Catando cada sorbo como el alma de los Buendía, en medio del humo de la calilla y el ron ñeque[2], y escuchar en medio de la noche fría un tango llamado: En esta tarde gris del autor José María Contursi, interpretado por última vez por Diego Ramón Jiménez Salazar, conocido como el Cigala.   

 

En esta tarde gris

 

Qué ganas de llorar en esta tarde gris
En su repiquetear la lluvia habla de ti
Remordimiento de saber
Que por mi culpa
Nunca vida, nunca te veré

Mis ojos al cerrar te ven igual que ayer
Temblando, al implorar de nuevo mi querer
Y hoy es tu voz que vuelve a mí
En esta tarde gris

          Ven

Triste me decías
Que en esta soledad
No puede más el alma mía

         Ven

Y apiádate de mi dolor
Que estoy cansada de llorarte
Sufrir y esperarte
Y hablar siempre a solas
Con mi corazón

        Ven

Pues te quiero tanto
Que si no vienes hoy
Voy a quedar ahogada en llanto

       No

No puede ser que viva así
Con este amor clavado en mí
Como una maldición

No supe comprender, tu desesperación
Y alegre me alejé en alas de otro amor
Qué solo y triste me encontré
Cuando me vi tan lejos
Y mi engaño comprobé

Mis ojos al cerrar, te ven igual que ayer
Temblando, al implorar de nuevo mi querer
Y hoy es tu voz que sangra en mí
En esta tarde gris

         Ven

Triste me decías
Que en esta soledad
No puede más el alma mía

        Ven

Y apiádate de mi dolor
Que estoy cansada de llorarte
Sufrir y esperarte
Y hablar siempre a solas
Con mi corazón

       Ven

Pues te quiero tanto
Que si no vienes hoy
Voy a quedar ahogada en llanto

      No

No puede ser que viva así
Con este amor clavado en mí
Como una maldición.

 

“¿Cómo está, coronel? -Le dijo al pasar.

-Aquí -contestó él-. Esperando que pase mi entierro (2007. P. 231). 

 

 

 

 

 

 

Referencias Bibliográficas

 

El árbol genealógico de la familia Buendía, tomado de la obra Cien años de soledad. España. Alfaguara. (2007).                                                 

Benedetti, M. (2001). El amor, las mujeres y la vida. Bogotá. Planeta.

Cioran, E. (2010). Breviarios de los vencidos. Barcelona. Tusquets. 

_________ (2009). En las cimas de la desesperación. Barcelona. Tusquets. 

_________ (1997). Breviario de podredumbre. Madrid. Taurus. 

De Musset, A. (1867). Nul ne se connit tant qu' il n' a point souffert (nadie se conoce a sí mismo hasta que ha sufrido). Traducción personal. Paris. Charpentier.

Del Mar, M. (30 de enero de 2025). Este amor. https://www.poeticous.com/meira-delmar/este-amor?locale=es

Del Mar, M. (30 de enero de 2025). Soledad. https://www.poeticous.com/meira-delmar/soledad-1?locale=es 

Frankl, V. (1988). El hombre en busca de sentido. Barcelona. Herder.  

García Márquez, G. (2023). El General en su Laberinto. Barcelona. Editorial Ariel.                                            

________________ (2022). El otoño del patriarca. Colombia. Editorial Penguin Random House. 

________________ (2022). La hojarasca. Colombia. Editorial Penguin Random House.   

________________ (2022). El coronel no tiene quien le escriba. Colombia. Editorial Penguin Random House.  

________________ (2022). La mala hora. Colombia. Editorial Random House. 

 _______________ (2020). Crónica de una muerte anunciada. Colombia. Debolsillo. 

________________ (2014). Memoria de mis putas tristes. Colombia. Editorial Penguin Random House.   

________________ (2007). Cien años de soledad. España. Alfaguara.                                              

 _______________ (2003). El amor en los tiempos del cólera. Colombia. Debolsillo.

________________ (2003). Del Amor y Otros Demonios. Colombia. Debolsillo.

________________ (2003). Los funerales de la Mamá grande. Colombia. Debolsillo.      

Hegel, G. W. (2009). Fenomenología Del Espíritu. España. Pre-Textos.                                                                               

Kant, E. (2017). Critica de la razón práctica. España. Tecnos.  

Spinoza, B. (2009). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid. Editorial Trotta. 

 

 



[1] Fredy Fernández Márquez. Filósofo. Historiador. Especialista en Cultura Política. Mg en filosofía Moral. Ph. D. Doctor. Filosofía contemporánea. Docente universitario-secundaria. Investigador. Orcid: 0000-0001-8230-8831.

 

[2] Los términos que aparecen en cursivas, hacen parte del vocabulario popular del Caribe colombiano, es decir, del entorno en el cual sucede la obra. 

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