Mario Posada Ochoa |
...
Mario Posada Ochoa, Movifoto
Víctor Bustamante
Esta casa siempre
la vi cerrada a cualquier hora del día y de la noche, parecía abandonada
precisamente en una esquina, la Oriental con Maracaibo, de mucho tráfico y
comercio. La casa siempre mantuvo sus puertas de color verde oscuro, y sus
muros del color gris del cemento desnudo. Era, es la clásica posición de sus
deudos, del municipio ya lo sabemos, y ninguna de estas dos instancias hizo
nada para preservarla. Les pudo el desinterés en mantener vigente la obra de
toda una vida, de su padre Mario Posada Ochoa, y de la otra parte, las
autoridades de lo que llaman patrimonio que es esa colcha de retazos del
municipio de Medellín, que cuando llega tarde, si es que llega, pasa
indiferente por un costado. Lo volátil de la política y la memoria impresa en
el patrimonio no juntan sus extremos.
La pauperización
del Centro continúa a medida que fueron subiendo desde el Parque de Berrío, desde
la Plaza Botero, los vendedores de frutas y legumbres, los vendedores de
cachivaches de contrabando y de libros de segunda, muchas veces piratas como
los abalorios que nadie ve. Al encontrar un espacio semivacío, estos comerciantes,
se aposentan cerca de la fachada de la casa que sea, ya que los vendedores no
son despistados. Ellos saben qué lugares, qué calles amenazan el abandono y
allá se aproximan, y se apropian del lugar. Luego de la pandemia cruzaron sus
calles y vi como en la entrada principal de esta casa de la cual no sabía su
prosapia guardaban los carritos con las chazas de los vendedores callejeros.
Claro que, a los vendedores,
los de la economía del rebusque, que se apropian y se toman la ciudad, no les concierne
ningún afán histórico. Igual ocurre con los “especialistas”, o soba chaquetas: arquitectos,
historiadores, sociólogos, y doctores de Planeación desde otra orilla y, a
pesar, de las disposiciones y del reordenamiento necesario del Centro. A estos
últimos no les interesa el patrimonio, sino perorar sobre un tema al cual le
sacan el cuerpo con tonterías como conferencias sobre lo mismo, eventos con los
patrimonialistas alquilados a poco sueldo donde ninguno de ellos le pone
seriedad a este tema mientras la ciudad es despedazada. Tampoco hay replanteamiento
para proteger otras casas, que podrían ser patrimonio, y preciso, el comercio organizado
y el otro, sin ambages se tomaron la casa, donde ahora funciona algo que ya se
sabe, un parqueadero, y además, una óptica. Por ese motivo hablar de patrimonio y dejar
que la ciudad sea despedazada es un acto de mala fe.
Pues bien, en
esta casa vivió Mario Posada Ochoa, el gerente de Movifoto, aquí, con él, con
su talento y calidad de emprendimiento y creatividad aparece una noción
diferente del concepto de fotografía que rompe la concepción de los fotógrafos
anteriores, en sentido estético, de escenarios y de paisajes, ya que la ciudad
ha crecido en diversas esferas. Algunos de los grandes fotógrafos de Medellín
han sido empresarios, pero sin el éxito de Movifoto. Además, Mario Posada con
sus publicaciones escritas y fotografías proyectó la ciudad, Medellín, a nivel
nacional, así como al país a nivel internacional, no en vano sus álbumes y sus
postales al adquirirlos eran llevadas como un apreciable recuerdo del lugar
visitado.
De ahí que
Movifoto, haya dejado una huella en este campo de la fotografía y en la
difusión del país como lugar para visitar. Posada Ochoa era proclive a la idea
de los nombres llamativos para sus negocios. En Fotoelectro conjuga la
modernidad de su momento, un gran almacén de fotografía con todos sus
aditamentos y la venta de electrodomésticos, y en Movifoto en Junín, encarna su
gran obra, su presencia en el país en diversos campos, turismo, libros y
fotografía. Movi da la impresión de movimiento de movies, cine en inglés, y de
foto como la sucesión de imágenes, de un archivo imperecedero que él realizó.
Por supuesto no
se puede dejar de lado que, junto a él, trabajaron grandes fotógrafos como
Gabriel Carvajal, como León Ruiz, como el padre benedictino Andrés Ripol del
cual poco se ha valorado sus fotografías, y que, además, era contertulio de
Fernando González. Estos tres fotógrafos no eran obreros de la fotografía, sino
personas con una presencia en la ciudad y en su oficio. O sea, Posada Ochoa
sabía asesorarse bien.
Movifoto, había
sido creada en 1951 con el propósito de importar artículos y cámaras
fotográficas, por Mario Ochoa y Pedro Bernal. En 1962 Movifoto importaba cintas
para grabar, marca Scotch, y sus oficinas quedaban en la calle Colombia 50
número 54-32. Luego crearon Ediciones Movifoto con el propósito de incursionar
en el turismo y darle un empuje con la venta de postales de diversas regiones
del país, así como la edición de libros sobre otras ciudades. Algunos de ellos la Guía de Medellín, y la Guía de Bogotá, donde se tiene en cuenta
su desarrollo urbanístico, su arquitectura, sus lugares históricos, así como
aquellos sitios que constituyeran un interés turístico. Esta difusión de más de
tres mil postales sobre el país, contó con el aporte de la artista francesa
Patricia Delorme, encargada también del departamento de ventas de la compañía.
Mario Posada, aficionado a la aviación, con su grupo de fotógrafos visitaba diversas
ciudades en helicóptero para tomar fotografías de una manera tal como nunca se
había realizado en el país. (El Tiempo 1965).
En 1968 Mario
Posada, gerente de Movifoto y presidente de la Junta directiva de turismo,
asistió a Bogotá a un evento para promocionar este ramo en el país. Este mismo
año publica un libro sobre la Casa museo 20 de julio de 1810.
Uno de los años
más fructíferos de Movifoto fue en 1969 cuando publica Memorias infantiles de Eduardo Caballero Calderón, y además asegura que publicará las Memoria del XXXIX Congreso Eucarístico
Internacional. También promociona la Historia
pictórica de Colombia bajo la aquiescencia de la Academia Colombiana de Historia
y con pinturas de Ramón Vásquez y Sergio Trujillo. En asocio con RCN y Cervecería
Unión inician la investigación y la toma de fotografías para realizar un especial
sobre Santander, para tal efecto viajan a ese departamento para asesorarse de
los mejores artistas. En el mes de septiembre, Movifoto publica 500 mil ejemplares
de un folleto llamado Colombia de 40 páginas
con patrocinio de la Sociedad Colombiana de Orquideología para llevarlo a un
evento en Australia donde se denota una visión de lo que es Colombia en diversos
aspectos.
El Presidente
Lleras Restrepo recibe en audiencia al gerente de Movifoto, Mario Posada, quien
le hizo entrega de ochenta muestras de obras editadas en los talleres que
funcionan en Medellín. En ellas se advierten un notable progreso en lo técnico
y en la difusión de una buena imagen del país, mediante postales, guías de
museos y sitios históricos, así como libros didácticos todo con la intención de
dar a conocer a Colombia.
En noviembre ante
dieciséis países en el Foro de zoológicos realizado en Medellín, Movifoto se
vincula al presentar en el Palacio de Bellas Artes unas policromías con una
muestra de la fauna silvestre del país.
Movifoto crea
guías pictóricas de Colombia donde se incluye a todas las ciudades capitales
del país. También se encarga de publicar la revista del Club de Jardinería,
para el evento que se realizaría en el mes de septiembre en Bucaramanga, que
era la Exposición de plantas y flores. Además, Movifoto había ideado una
campaña de turismo por Colombia, lo cual llegó a causar aglomeración de parte
de los vendedores y revendedores debido a lo lujoso de la edición y de la
factura de las fotografías.
Ya en 1970 se
realizó en Medellín la Primera Exposición Interamericana de Afiches que fue ganado
por Movifoto entre 142 participantes. El jurado añadió que el ganador se lo
merecía por la composición, la nitidez y la fotografía, lo cual aumentaba su
prestigio con el premio al primer lugar en cuanto se refería a carteles de
Colombia en el campo turístico.
En 1970 Movifoto
estuvo presente en la Bienal de Arte de Coltejer al publicar una monografía de
Santiago Cárdenas. También publica libros de poesía como un Poema y tu sombra de Guillermo Córdoba Romero
auspiciado por Coltejer. El prestigio de esta empresa debido a su labor aumenta
cuando Carlos Augusto Noriega, el Tigrillo, sin apagón ni censura, le reconoce
la labor en el campo turístico que lleva a cabo Posada Ochoa.
Recién abierta la
Avenida Oriental cuando la ciudad apenas despertaba de ese crimen patrimonial
en el Centro de Medellín, y los habitantes se adecuaban a los nuevos locales, y
al nuevo paisaje, ahí en la esquina norte de La Playa, al frente del edificio
Vicente Uribe Rendón, se abrió un expendio de postales y fotografías de
Movifoto.
En 1975 se le entregó
a Movifoto una mención de honor por parte de El Colombiano debido a labor en el campo audiovisual sobre
Medellín.
En 1977 una
avioneta de Movifoto se accidentó en Carolina del Príncipe perdiendo la vida el
industrial Luis Alberto Villegas, exgerente del ICT y el capitán y piloto
Ricardo Rojas Amézquita. Mario Posada ante las autoridades de aviación presenta
su pliego de cargos para defenderse y justificar la labor investigativa y
fotográfica de su empresa.
En 1979 se le otorga
a Movifoto la medalla de plata por parte de El
Colombiano por realizar y promover con sus fotografías los bellos rincones
de la patria.
En el año de 1980
Movifoto pública de Oscar Echeverría Mejía, Arte
poética y de Jorge Robledo Ortiz Las cuatro
estaciones.
El éxito de
Posada Ochoa contrasta con la mirada ligera que se realiza a su obra ya que se
considera ambigua, debido a la abundancia y fácil manera de tomar y almacenar
fotografías. Pero se ha olvidado que ese éxito logrado se debe a esa presencia
suya en la esfera fotográfica que le dio la capacidad de representar y explorar
tantos rincones de las ciudades de Colombia, así fueran ya muy conocidas.
Posada Ochoa las revisitó desde otra perspectiva, la del turismo, para que
fueran los colombianos a conocer a su país, un paseo preservado en el ámbito de
los viajantes solo para ir al mar. De ahí que esos albúmenes de cromos, estas
fotografías con las postales en forma de chequera obran no solo como una
catarsis, como una recuperación, sino como una posibilidad de mirar al país,
cuando era poco visitado en este aspecto por los medios de comunicación y sus
pesadas cámaras.
De ahí que de
todo ese opus porque lo es, en su magnificencia, no ha finalizado su ciclo
todavía, a pesar de haberse borrado los lugares de su creador, Fotoelectro, su
casa de la calle Maracaibo, y su almacén de postales ahí en la esquina de la
Oriental con La Playa, y no puede ser considerado como un malentendido, ya que esta
obra contemporánea, fue desechada en su presencia física y llevada a algunas bodegas de universidad, pero queda como consolación la posibilidad
de que se mantenga presente. Esta gran obra, sin embargo, continúa
perteneciendo a la memoria, a la colección de cromos para completar los álbumes
y con el tiempo de escudriñar cada fotografía por lo representativa que era.
En sus álbumes era
posible no solo coleccionar sus cromos, sino jugar a ser coleccionista de esas
imágenes que sorprendían al mostrar un país actual, así fuera en los sitios
representativos, ya que era tan lejano y sin imágenes que este álbum sería
asimilado por sus fotos, para dar la idea de lo que era cada uno de esos
lugares en su magnificencia. Cromos que poseían su esplendor al ser sacados de
sus sobres, y al ver en ellos sitios desconocidos que formaban ese país escondido
y que entregaban el Palacio de Calibío, la Playa, Junín, o la iglesia de las
Lajas, la Popa en Cartagena, la Casa del Marqués de Valdehoyos en Cartago, para
citar unas pocas imágenes que tenían su sitio en un álbum donde apasionaba un
país desconocido, lejos de los museos estáticos y que, por el contrario, esta
publicación ligaba poderosamente la vida que trascurría a lo largo y ancho de
ese territorio dulce y violento que aún no conocíamos sino de oídas. Tampoco al
no poseer historias, ni anécdotas, ni fotografías era ignorar la vida inmediata
de esas ciudades con sus lugares históricos que llaman la atención.
Pero volvamos al Centro de
la ciudad, que ya es un territorio de nadie, colonizado por la economía del
rebusque que ocupa aceras y calles, pero también abandonado por esos cerebros
de plástico, del metaverso, y wasap de quienes la “administran” con su ajuar de
la apariencia que no es más que su pobreza cultural y sus diagnósticos archivados,
así como la permisividad para que casas ilustres se coinviertan en parqueaderos.
Es tanto el desmedro y la cobardía de las administraciones municipales, que es
si no ver las calles tomadas por los drogos mugrosos y la miseria, el tráfico
cerrado, la horda de jibaros y de putillas de la pobreza, como si la ciudad y
su Centro, fuera concebido como un inmenso paraje abandonado.
Fotolectro |
Y así surgen esos enclaves de
la peor arquitectura, aquella que se improvisa a pasos rápidos para acabar,
como en este caso, con la casa de Mario Posada Ochoa, convertida en un
parqueadero, y también en una óptica. Casa donde poseía su archivo y Posada
Ochoa disfrutaba valorando su obra. Es deprimente entrar allí, sin tener en cuenta
lo que fue de imponente para su dueño, salas, pasillos, piezas, vestíbulos,
balcones ahora revestidos de la mano de los comerciantes que arrasan los
vestigios y la memoria y se erigen en un desprestigio que mancha con la tinta de
los salivazos del desprecio a cualquier memoria posible, allí tiemblan las motos con
su olor a gasolina.
Luego de la pandemia, cuando
salimos a la calle, sorprende que ya estaba todo cambiado, como en cualquier
cuento de Kafka, en esa larga noche del Centro, en esa vasta complejidad donde las alambradas del miedo nos dejaron en
nuestras casas, fue aprovechada por los turiferarios de la guadaña constructora
y por los comerciantes que tienen su tabla rasa para aprovechar cualquier
fachada, cualquier calle, cualquier casa, y sí, encontramos esta esquina con
otro color del blanco y el azul lejos del color verde mate de su puerta y del gris
cemento de su fachada pero no era para menos, ya se habían aprovechado de esa
casa para convertirla en lo que es el Centro, una inmensa bodega llena de
pobreza cultural. Así la hostilidad impregna cada sitio donde la cultura haya
realizado una labor, la ganancia del capitalismo salvaje acentúa sus arañazos y
como gamberros, cuando no había posibilidad de saber qué pasaba, llegaron y cambiaron
todo su interior, sacaron los archivos a la muerte de su dueño que ya no tenía deudos
para mantener su obra cultural, en la clásica situación de cada artista, sus familiares
que no son fotógrafos quieren vender y deshacerse de esa herencia cultural. Sí,
al pasar por esta esquina solo sabemos algo, en ese vórtice de esa ciudad, que pisotea
sus pasados perdidos. El poeta esquizofrénico cuando le conviene diría que es
la nostalgia, pero olvida que en esa lectura pobre Medellín posee una riqueza
cultural que se borra y se desprecia, ya que sus artistas son condenados, después
de una condecoración de tercera mano, a ser parias de su calidad y de su arte.
No bastó haber pisado el umbral con esa magnificas anécdotas que se ganó un premio
en Cartagena a un documental valioso sobre la obra de Mario Posada Ochoa, con mencionar
su obra. No, eso fue un canto de cisne travieso, eso fue nada menos que dar de plácemes
al deterioro mental de esa clase dirigente antioqueña, anticultural, en todos
sus ámbitos que ve el Centro con su mentalidad de cacharreros.
Estamos en 2023 y priman
estas geometrías sin seducción, y ese concepto de patrimonio lleno de
hostilidades, como la simbología del descuido, asoman, comerciantes y urbanizadores
con sus picos y sus garras de la discordia, aves de rapiña cubiertas de
necrofagia que acaban con el Centro y lo convierten en nada. Tanto tiempo para
construir una ciudad desde fines del 1800 hasta 1950, y no ha bastado ese
espejo ilustre porque la ciudad cada día es la misma inmensa bodega con sus
calles abandonadas.
Estamos en 2023 y ya hemos
perdido la Arcadia, el Centro de la ciudad. En este territorio de mareas
urbanas y de destrucción urbanística se reordena el espacio, y al reordenarlo
entre comillas se le destruye, y al destruirlo se pierden sus habitúes y su
historia. Ya en medio de establecimientos comerciales con sus fachadas deterioradas,
y en medio de los comerciantes del rebusque con las aceras destrozadas, las
paredes mordidas, continúa esa agresividad con el Centro que ha dilapidado
nuestros deseos e intenciones de preservarlo, ya que lo han desfigurado.
La invasión y destrucción de
espacios subjetivos, como los cafés, los teatros, las sedes de los diarios y de
las emisoras, las casas de sus creadores, las librerías, los edificios
históricos y otros edificios a los cuales no se les ha dado ni se les dará
cierta nombradía amenazan en lo más profundo, dejar las conexiones con ese
pasado que ha creado no como nostalgia una ciudad, que ahora es un espectro, como
la consolidación de una mentalidad de dirigentes de tercera clase, anodinos y superficiales,
sin carácter, sin ambición de civilidad que distorsionan toda la creatividad
inmersa en ella y así nos mentimos, porque el Centro, esta casa como la de Movifoto
sigue el mismo rumbo de las otras y así nos da duro y nos astilla.
Bibliografía:
El Tiempo
1957-1980.
El rionegrero, abril, 2013.
Centropolis, octubre del 2008.
Archivo Biblioteca Pública Piloto.
Leonardo de Constantino, Fotos
antiguas de Medellín (FAM), Facebook.
Archivo de Juan Crisóstomo Posada.
Bitácora de EAFIT
https://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/co-herencia/Mario_Posada
Jorge Posada, Medellín Viejito, Facebook.
Google maps.
15 comentarios:
Estimado Víctor, qué buen texto. No solo la introducción crítica sobre el centro y el patrimonio, sino por toda la memoria e historia sobre Movifoto. Que buen texto sobre don Mario. La importancia de sus fotografías está en torno al imaginario que creó y definió no solo sobre Medellín sino las principales ciudades y sitios turísticos de Colombia. Los encuadró y les creó una manera de visualizarlos que aún sigue hasta el presente. Las tarjetas postales fueron la carta de presentación de esos sitios y ciudades. Tengo un álbum de historia del arte y muchas tarjetas postales que logré recuperar de esa casa. Lástima el archivo con sus invaluables y numerosos negativos. Y qué oda al deterioro y abandono de la arquitectura en el centro....
La verdad, que es un ensayo poderoso y muy completo en el que se puede encontrar contenido y reflexiones muy interesantes sobre en el campo de patrimonio y sobre la ciudad.
Se nota la inteligencia de quien escribe y esto lo convierte en una persona sencilla y cercana a quien lo lee.
Además, otro punto extra que le quiero sumar a este blog, es que aparte de aprender o disfrutar sobre tantos temas también se aprende sobre el infierno que es el mundo artístico.
Algo que me llama a la reflexión es el comentario del señor Raúl Majija Inodoro que utiliza un contenido de cancelación.
Quedan los testimonios, valiosos como este.
Víctor, ánimo con esos recorridos de ciudad. Sólo los tontos no se duelen con sus entornos arrasados. Saludos,
Por esfuerzos y plumas como la Víctor,es que la historia prevalecerá, por encima de los procedimientos estatales,que en vez preservar, se van convirtiendo en sepultureros de estos espacios, de estas personalidades, de estos retazos de nuestro patrimonio cultural. Mucha politiquería, mucho discurso, mucho gasto público y muy pobres resultados.
Muchas gracias por compartir y felicitaciones por ese compromiso de
enterarnos de esas casonas que fueron referentes y que por desidia
de los gobernantes , se convierten en elefantes blancos.
Saludos y una buena semana.
El patrimonio cultural se ha visto afectado por numerosas destrucciones que lo hacen frágil y vulnerable, para evitarlo se debe optar por políticas y estrategias de salvaguarda. La destrucción patrimonial implica también una destrucción de valores, identidades y significación de las comunidades culturales que hacen de dicho patrimonio un recurso esencial en sus estilos de vida.
Eso es lo que no sabe quién dice llamarse Raúl Mejía, que tampoco conoce en qué ciudad vive. Estoy segura que es una funcionario o funcionaria de la administración actual que no sabe a donde dirigirse
En este ensayo tan claro y demoledor Víctor reclama y conoce la ciudad.
Elisa Restrepo Posada
Señor Víctor Bustamante ¿Quién es su fuente? ¿Julieta? ¿Quién es Julieta? ¿Qué vínculo tiene con la familia Posada Saldarriaga para dar declaraciones que usted toma como verídicas?
Esa casa no le perteneció a ningún presidente. Infórmese bien antes de publicar un artículo en un “blog” de tres pesos y en un canal de YouTube. Si tiene el descaro de hablar de un personaje como mi abuelo tenga al menos la decencia y la responsabilidad de informarse y comprobar con diferentes fuentes y no con una muchachita ignorante y desinformada que no tiene absoluta idea de nada.
La secretaria, Teresita Peña, jamas vivió en esa casa y para su información ya murió. No podrá ir a entrevistarla como pretende hacerlo. Mi abuelo murió a sus 92 años así que es imposible que recibiera en su casa a la tal Julieta cuando tenía 96 años. Mi abuelo pasó sus últimos años en otro lugar diferente a esta casa y salió de ella varios años antes de morir.
¿Tiene usted idea de qué se está haciendo con el archivo fotográfico que cree destruido y abandonado? No sabe. No tiene información suficiente para hablar ni escribir al respecto. Y cómo le parece que en la familia sí hay fotógrafos, para su sorpresa.
¿Tiene usted autorización para usar esas fotos de archivo que le pertenecen a mi familia? Tampoco. ¿De dónde asume usted que las fotos que usa en su desinformado artículo y vergonzoso vídeo son propiedad de Juan C. Posada? Le pertenecen a mi familia y nadie le dio autorización para publicarlas.
Es una vergüenza que usted se crea con autoridad para hablar sobre mi familia con información tan desacertada.
Déjeme decirle, por último, que como cronista deja mucho qué desear.
¡Infórmese!
..
Descubrí a don Mario Posada Ochoa por este trabajo, cuando aún no había publicado y escribía notas y poesía. Estoy de acuerdo con todas tus palabras que al autor hace y firma. Leerlo es emprender un viaje hacia lo más profundo de las personas importantes de la ciudad.
Brutal ese es el término para describir y comparar la desinformación de quienes escriben mal sobre lo que no saben nada en torno al texto sobre Movifoto al rechazar de una manera vulgar el trabajo de una vida.
La desinformación de un anónimo y el matoneo de otro que debe ser una tía encuentran espacio en el marcado interés por profunda diferencia entre los chismes, la envidia y las hormiguitas que no hacen nada y que representan al petrismo navideño con sus babas.
En ese contexto, las distintas interpretaciones, y las opiniones y posturas a favor o en contra de su contenido conviven con las "noticias falsas" y otras formas de "contaminación informativa", como el desarrollo al fenómeno global que incluye propagación de información errónea, contenido falso creado en forma deliberada para causar daño (desinformación) e información maliciosa (basada en hechos reales, pero manipulados).
El comentario anterior es de mi autoría.
No se pueden imaginar lo que estoy sufriendo, la pena y la amargura que vivo en lo más profundo de mi ser, los nervios y los miedos que llegan con esos insultos ya demasiadas veces, lo cual me produce dolores que inundan mi mente y me dan inseguridad solo por realizar una labor que poco se conoce, y es preparar una biografía sobre ese gran señor que ha creado a Movifoto.
He conocido demasiadas mujeres maltratadas, y ahora me doy cuenta lo complicado y difícil que es ponerse en su lugar para saber lo importante que, por lo menos, es intentar salir de la comodidad de una casa para enfrentar el camino intelectual.
Hay un energúmeno que dice llamarse Raúl Mejía, que cada que habla echa espumarajos de sulfuro podrido por su envidia, hasta creo que es del otro equipo, o es un travesti con cola de gato que irrespeta a Víctor Bustamante del cual no sabe absolutamente, ni de su temple, así como lo irrespetan y me irrespeta una persona que dice llamarse Elisa Restrepo. Ya verán cuando publique mi investigación para graduarme como los que me insultan van a llamar a felicitarme. Sí conocí, y mucho, a don Mario y a Teresita Peña.
A veces es difícil darse cuenta de algunas actitudes muy graves que humillan, y nos convencemos a nosotras mismas de que no es verdad aquello que dicen los seres imperfectos sin averiguar bien.
Pues señora Julieta. Lo siento si se sintió ofendida por mi comentario, pero su testimonio no pudo ser más impreciso y errado. La invito a que lo revise nuevamente junto con el vídeo que cuestiono para que pueda comprobarlo. Se equivocó con nombres, fechas, supuso que Teresita vivía allí, mejor dicho; ¡no le pegó a ni una! Espero que en su tesis sea más precisa y juiciosa con la investigación.
Por cierto, yo soy nieta de Mario Posada.
Saludos.
Julieta… le habla la hija de Mario Posada… no quiero hablar de lo que ya estuvo escrito, pero sé que ahora estas no son sus palabras… las escribió Victor Bustamante que con tanto odio y desinformación inició este vergonzoso episodio! Quédense ustedes con el veneno con el que lo iniciaron y para terminar… a un bagazo poco caso!
Publicar un comentario