jueves, 27 de abril de 2023

Hechizo, voy tras de ti de Carlos Ossa / Víctor Bustamante

 

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Hechizo, voy tras de ti

Carlos Ossa

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Víctor Bustamante

Su devoción, porque lo es por la poesía, su obsesión porque lo es, por la escritura, nos lleva a saber que dicha pasión y devoción son lo que realidad hacen a un escritor, ya que esa indagación al interior de uno mismo es lo que define que esa búsqueda no es algo estéril sino la necesidad de expresar como meta para lograr lo que siempre uno  quiere, que las palabras fluyan, que el pensamiento se canalice hacia esas zonas oscuras de donde saldrán las palabras vestidas con ideas y con poesía. A un sendero elegido con todo el riesgo del mundo, solo queda definirlo como un sobreviviente de una pasión que nos embarga, la escritura y sus caminos, sus fuentes inmemoriales que arden después de tantos años, de tantos escritores y que, en él, precisamente en él, notamos como al tomar en serio ese camino, no se ha quemado en el malditismo sino en su lucidez. 

Hay en su poemario, Hechizo, voy tras de ti, 2019, varias latitudes y plenitudes, varias indagaciones y avalanchas. Pero por qué razón el poeta nombra, ¿Hechizo, voy tras de ti? A lo mejor porque en ese encantamiento, él percibe y denota como ese destello, ese rayo que irrumpe, así sea momentáneo, lo llevé a expresar esa epifanía que lo lleva a detectar ese instante que debe poetizar. Así es la poesía dentro de la vida cotidiana y aún más llena de milagros, hay momentos en que el poeta capta ese rayo de luz, podría decirlo de esa manera, o mejor esa sensación que lo circunda y lo arredra, pero también lo sobrecoge. De ahí que él ha captado ese hechizo que proviene no se sabe de dónde. Ese hechizo lo lleva a la escritura para dirimir y apasionar, para definir y dejarlo en su memoria.

Una de esas ideas perdura y envuelve en “Puerto, permitidle su partida”, que hace parte de esa epifanía de lo que es una partida hacia otro lugar, allí el poeta recuerda el río, a la ingeniera de alimentos como él llama seguro a una cocinera cercana, y a la mujer tratada con más respeto en su poemario. Además, recuerda el parque, oasis del puerto, pero sí está más presente la emisora como su centro vital, con las figuras imperecederas de Chopin y de Satchmo, entre el clima pegajoso del verano, sí de ese verano que se fuga en sol mayor.

Un tema nunca huye de su escritura, las diversas mujeres amadas desde hondas perspectivas en las cuales él las define, y  que se perciben sin agotarse ni las anula, antes, por el contrario, son de una presencia inusitada, asombrosa, ya que ninguna de ellas menoscaba la irrupción de la otra, por el contrario, conviven amables y serenas en su concordia de la memoria del poeta que las une a través de su escritura y al definirlas, en su estatura, les da presencia Freisa, Silvia, Paola, Patricia, Johana, Rosa, Vanessa, Catalina y otra Johana. Sí, el desfile, como una fantasmagoría, de mujeres que han pasado por su vida, cuando dije pasaron me equivoco, aún están al ser tenidas en cuenta para la presencia y para la huella del poeta, síntesis de ellas que lo acompañaron, que lo vivieron y vieron y además son eternizadas al nombrarlas. En su red de pescador y pecador Ossa las ha ubicado y las ha unido bajo el símbolo de su presciencia, seguro algunas de ellas fueron damas ocasionales, otras duraron y dudaron un poco más, eso sí lo que se presiente en su escritura es que el poeta las amó a todas con igual destreza, y por una razón presente no ha querido desalojarlas de su entorno, de su cercanía, porque ese atado de recuerdos son su vestigio, el rumor que pervive como el acezante rumor de esas olas, de esos cuerpos amados, sirenas  con su Ulises, que regresan. Ah, dije que regresan.

Eso sí la parte erótica ejerce desde la sombra como un denominador común con la cual destila su sed de mártir de los aposentos, y nada más que encontrarlo en esta definición y experiencia, éxtasis y lozanía, “incendiado desde siempre por el amor, asimétrico, voraz, en la frontera de todos los despojos. Soy de una desesperación contenida”.

Sí, en este fragmento Carlos Ossa osado, sugiere que el deseo arde como un tema central en su obra, como algo que está incendiado desde siempre, lo que insinúa que es una fuerza poderosa y constante en su vida. También lo describe como "asimétrico" y "voraz", lo que puede sugerir que hay una dinámica de poder o desequilibrio en una relación cariñosa. Además, refiere que es estar en la "frontera de todos los despojos", lo que podría interpretarse como una referencia a los límites extremos del amor y sus ángeles, del deseo y sus penurias junto a las emociones asociadas con él. Al mencionar una "desesperación contenida", lo que podría significar es que hay una lucha interna o conflicto emocional en torno al amor y al deseoso que no permanece quieto, sin saber cómo allanar la intensidad del amor y las complejas conmociones que puede desencadenar.

Pero el poeta regresa a su origen en, “Puerto, memoria detenida”. Persevera sobre la experiencia de regresar a un lugar caro después de haber estado lejos tanto tiempo. Así menciona una "brújula detenida", lo que podría interpretarse como una sensación de desorientación o incertidumbre la nostalgia posible al regresar. También la presencia de las "golondrinas", sugieren un cambio estacional o una señal de regreso. Además, El autor habla de buscar personas, recintos familiares, como los teatros y los amigos, pero también menciona que falta algo importante: "sin mis mujeres". Lo que plantea una sensación de pérdida o de que algo ha cambiado irreversiblemente desde su partida. De ahí que al mencionar "otros paisajes desolados", da lugar a redefinir esa experiencia de regresar a un lugar conocido después de haber estado muy lejos, y cómo este regreso puede ser a la vez reconfortante y desafiante debido a los cambios que han ocurrido desde su partida. Eso si tiene muy presente algo, que su trabajo es importante porque permite escapar de la rutina del tiempo y el fraude que representa la vida cotidiana.

Rapsodas, soñadores, trashumantes, vagos secretos, utopías, se asilan en la utópica concepción del ser poeta, con sus calles y bares, noches y pieles, mujeres y libros donde la vida supura en este de conjunto de palabras esos elementos del desastre o temas que forman parte de una reflexión sobre la figura del poeta y su mundo interior, oscura y desolada, poblada de sueños y de mujeres inconsútiles que no se marchan.

 

 


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