DISTOPÍAS COLOMBIANAS
Raúl Alberto Mejía
Probablemente no exista
género o subgénero (tema o subtema, da igual) en la literatura, tarot o
acciones de Wall Street más frecuente que el de las distopías y los ahora muy
comunes regresos de seres que viajaron o son del futuro, asunto sospechoso al
no aprovechar resultados de loterías, ¡serían billonarios! En fin, que en
Colombia -país perfecto para las utopías (sobre todo perpetradas por políticos,
poetas), las distopías podrían y de hecho ya pueden hacerse a un vasto espacio
de lectores, imitadores, ventas de planes exequiales, entre otros. Con observar
alarmantes cifras de furibundos adeptos a este o cualquier candidato, se
comprueba que distopías a la colombiana son tan comunes como los cien (o más)
recitales y poemarios cotidianos. Empero, es justo darles cabida a algunos
testimonios en aras de aseverar o futurizar eventos a corto, mediano y largo
plazo en nuestro país de vándalos felicitados, disidencias, estridencias, vates
petroficofajardiados e insulsos cual crema anti viruela del mico que venden en
el hueco. Leamos (que todavía es válido) este testimonio distópico de Cástulo
Enoc Lucumí, quien dijo haber viajado al treinta de mayo del 2022:
1
Damas y caballeros, yo,
Cástulo Enoc Lucumí, mayor de edad, reciclador en ratos de ocio y poeta de
tiempo completo del Tracto escatológico (soy el # 302, quise ser el #301, pero
un mamerto desconocido se apropió de ese número privilegiado), pude viajar al
futuro cercano, al lunes de la siguiente semana, descubriendo la pasmosa
realidad que a todos nos espera: ¡perdió Petro, ni siquiera pasó a la segunda
vuelta! ¡Dios de los obreros, primeras filas, demiurgos del aguacate, perdimos!
Nuestro retórico líder no ha dormido, menos desayunado o salido a aceptar tan
contradictoria derrota. No nos consuela saber que ni Fico, el tonto de Fajardo
o el viejito de las hipotecas tampoco avanzaron: allá ellos con sus envidias
programáticas. ¡Oh, qué catástrofe! Contrariando toda expectativa, pasaron el
cristiano y un señor godo que nadie conoce. ¿Por qué, por qué? Vaya regocijo el
de los diarios El Colombiano, El Nuevo Siglo, amén de centenares de iglesias
cristianas, aumentando atronadoramente el volumen de sus hórridas canciones
religiosas. Aquella multinacional ENLACE, de las famosas “maratónicas”, anda
con cobertura extrema de lo sucedido: vendrán sus apóstoles, profetas, pastores
a re educar a no pocos ateos y católicos de “pacotilla”, según expresión que
repiten al unísono con terribles himnos. ¡Putas de país!, ¿qué pasó con las
encuestas? “Pura mierda”, pienso tardíamente. Al parecer y según lo refieren
periodistas, la abstención se aproximó al 95%; especulan que, como los primeros
cuatro se sentían ganadores, la mayoría de sus adeptos NO votaron por física
pereza. Se observan en avenidas de Bogotá, Medellín, Cali (etc.), comandos
laureanistas entre predominantes banderas azules, a los camaleónicos Uribe y
Pastrana jurar que siempre “apoyaron a ese señor que nadie conoce”. Es un caos
emocional, cierto fallido Senador ha dicho que se irá para Vietnam (o
Venezuela) llevándose malos versos y festival a sembrar café. Los vates del
Tracto Escatológico, en pocos momentos, realizarán un colectivo “Harakiri” con
machetes, serán 301 suicidas (yo no, que la gastritis tiene otra solución), la
fórmula vicepresidencial del cuasi seguro presidente, una raizal
afrodescendiente perfectamente rencorosa, anuncia que estudiará una maestría en
maternidad de gallinas culecas en Alemania. ¡Vaya desbandada! Petro, a eso de
las doce del día escribió en Twitter: “Colombia, país de maricas. Colombianos:
ya no los quiero, montón de malparidos”.
¡Oh tristeza, oh
decepción! El país será gobernado por un cristiano o godo quienes, a fin de
cuentas, vienen siendo lo mismo. Anuncian fuerte ENLACE de paradigmas,
estrategias, infiriéndose que el uno podría ser fórmula vicepresidencial del
otro. Para las seis de la tarde se vivirá el (oportuno) suicidio masivo de
vates. Luego y, por último, supe que andaban en imprenta Biblias actualizadas,
también de la imposición del psicótico Azul como único color permitido.
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