LOS
ACONTECIMIENTOS PÚBLICOS SIN CRÍTICA
Darío
Ruiz Gómez
Después
de ver a un escuadrón de policía colocando
los escudos para defenderse de la lluvia
de piedras, de grandes trozos de roca arrojados con una insania desconocida por unos jóvenes encapuchados frente al
Palacio de Justicia en Bogotá, la pregunta - ante esa actitud a la defensiva- debe
partir no de los sofismas propagandísticos en que los justificadores de la violencia se
escudan detrás de la honestidad y de la ingenuidad política de los grupos de estudiantes; lo cual supondría que esos escuadrones tan estrictamente conformados, respondiendo a
estrategias calculadas de ataque, no son
lo que son, milicias del terror adoctrinadas y adiestradas militarmente sino defensores de la educación y la probidad, equívoco que conduce a la paralización de la
justicia, confunde a las autoridades y en manos de una información manipulada lleva
a una confusión moral. Ver, entonces, cómo se infiltraban en las marchas de las
comunidades indígenas en Quito
recurriendo a las mismas estrategias de las guerrillas urbanas con quemas de vehículos, lanzamiento de cohetes, logrando su objetivo: quemar los archivos generales del Ecuador con documentos
fundamentales sobre los gobiernos de Correa nos lleva a sacar conclusiones
necesarias ya que ahora mismo los
estamos viendo en las jornadas de terror que se viven en Barcelona por parte de estos milicianos que con la astucia debida utilizan como carne
de cañón a jóvenes burgueses para los
cuales estas marchas y enfrentamientos a nombre de su “patria” se reducen a una quema de adrenalina y nada
más, eso sí con ingenuos cantos y danzas de millenials
como
preámbulo de la violencia final
de las marchas. Fue la ETA el movimiento
armado que de luchar inicialmente por la
independencia del país vasco derivó de
inmediato hacia el pistolerismo –tal como había sucedido con el IRA- amparándose en una
violencia abstracta a nombre de una
supuesta superioridad de raza, imponiendo
con violencia un cambio de lengua, haciendo cómplice de estas insanias a ciertos grupos sociales incluso de las
llamadas clases altas. El concepto de Kale
Borroka o sea la estrategia de
recurrir a la violencia callejera sin
contención alguna fue utilizado permanentemente buscando el logro de objetivos
políticos mediante el miedo y la
extorsión, la infamia del secuestro, los
grandes atentados contra la población civil, la difamación y los asesinatos selectivos, recurriendo a jóvenes
previamente adoctrinados y deformados
por el odio. Todo esto degradando a los medios de comunicación, a los centros
de enseñanza, a las universidades y por supuesto persiguiendo a las conciencias
libres. Por fortuna la justicia los castigó ejemplarmente. En este estado de los acontecimientos la pregunta que se hacen en Quito y ahora en Cataluña
es la misma. ¿Quién está detrás de estos actos de suprema irracionalidad? ¿Por qué son idénticos los métodos terroristas supuestamente izquierdistas utilizados en Bogotá y Quito y los empleados
por el ultranacionalismo catalán? El
levantamiento obrero de 1909 pretendió quemar Barcelona, Durruti el anarquista que durante la Guerra Civil española realizó las jornadas de terror a nombre de una nueva
sociedad ayudó a comprobar que la violencia por la violencia es siempre
reaccionaria, filosofía que parece
paradójicamente cobrar presencia
a lo largo de estas jornadas de excesos en una espiral de irracionalismos que
terminará por devorar a los
mismos dirigentes que la propiciaron , a esos “patriotas”
que a nombre de una falsa República,
discriminadora, racista, - el 51% no
está de acuerdo con ellos- está siendo tomada
por los grupos nacionalistas más
extremistas lo que los llevará a lo peor, a la postración económica. La Justicia
española – que ya ha cualificado suficientemente al terrorismo como atentado contra el derecho
de los otros a vivir bajo sus propios principios- ha sido clara al respecto saliendo en defensa
del orden institucional: el castigo será proporcional al delito cometido. Y
finalmente con el rechazo social como sucedió cuando la comunidad indígena
comprobó que estaba siendo manipulada y las conciencias libres mediante su público rechazo a esta
violencia desquiciante carente de sentido alguno.
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