miércoles, 9 de septiembre de 2015

Omar Ardila / Devenires menores




Omar Ardila / Devenires Menores

Víctor Bustamante

En pleno encuentro de escritores de cine en Pereira, Omar Ardila, no solo habla sobre cine colombiano, sino, que luego nos entrega su último libro. Se trata nada menos de Devenires menores, por supuesto le recuerdo que hace algunos años quiero filmarle una lectura de poesía; lo que muchas veces es casi imposible debido al ajetreo de cine.

Cuando filmamos surgieron algunas preguntas solo con referencia a la poesía; quería explorar esa parte suya tan creativa, y ese tono poético que lo hace peculiar.  De ahí que Omar se mueva en esas aguas, mejor en esos océanos profundos de la reflexión, del cine y de la poesía. En estos campos él busca preguntas y   con su perspicacia añade sus respuestas luego de transitar por los áridos terrenos de la filosofía. De ahí que este libro sea una compilación de aquellos escritores que jugaron un papel preponderante en Occidente, debido a su marginalidad, pero no es una marginal cualquiera sino un asomo a otro extremo creativo, a nuevas metáforas, y sobre todo, a la exploración de otros mundos paralelos dentro del cual vivieron, padecieron, fueron dejados de lado pero que la fortaleza de su obra crece con el brillo inusitado de aquellas zonas oscuras por la cual transitaron.

No en vano cuando Omar realiza una antología de poesía anarquista, ya sabemos que él, no se iría a conformar con los poetas o cineasta que deslumbran sus fans con las mismas metáforas y con el llamado buen gusto, y por supuesto, con el conformismo. Los poetas cineastas y escritores de los de titulares diarios ya sabemos que han sido amaestrados hace muchos años y no dicen nada nuevo, pero obstentan esos títulos: ser paradigmas, pero en realidad lo que manifiestan es el desconcierto general, dicen siempre lo mismo y toman la literatura no con riesgo que se merece sino con el conformismo del amanuense que puede repetir el mismo poema bajo ópticas diferentes, y no piensa, como su colección de medallas, con sus menciones, con sus acrisolados relumbrones, que esos reconocimientos terminaron amansándolo. Las lisonjas lo convirtieron en un escritor gris.

De ahí que los escritores, que a fin de cuentas fueron seleccionados por Omar en Devenires menores, abrieron una fisura, fueron tildados de locos, como Artaud; de  maricas y ladrones como Genet; de comunista como el gran Pasolini, y el caso inusitado de Fijman; o de Juarroz, a quien Ardila le dedica un ensayo de recuperación, por su carácter inaudito, es uno de los escritores argentinos poco mencionados que se apartó del sol esplendoroso y enceguecedor de Borges,  para buscar su centro, en su interior, su poesía.

Siempre hemos amado a los escritores marginales, ya que el poco abuso de su poesía crea una serie de epígonos que terminan agotándolos. Cuando visitamos, por ejemplo, a Artaud lo observamos como poeta y creador teatral, y provocador, que se apartó de la gelatina del manual surrealista; Pasolini de recio carácter, con su poesía y, sobre todo, el debate político que fue capaz de llevar a cabo en un momento muy álgido para los italianos. Si recordamos la admiración de Sartre por Genet, es por algo que él, como académico, no poseía: vida. Genet tiene vida y poesía lo que no disfrutaba Sartre en su papel del administrador del existencialismo.  De Fijman solo sabemos la inusitada lucidez, y de Juarroz, que vivió en Medellín, su apartamiento, pero también su extremada indagación poética.

En conjunto, este libro, lleva a esas vidas, a esos actos creativos de aquellos, que son poco visitados, pero que brillan con esa luz propia de quien aún tiene palabras para decir y, sobre todo, sacudir el conservadurismo de la poesía y de literatura y del cine.





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