27. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico Debate en el Concejo Municipal
Medellín la más demoledora
Víctor Bustamante
El pasado sábado siete de marzo el concejal John Jaime Carmona, ponente y el de la iniciativa del debate, tuvo la gentileza de invitar a
un grupo de personas de la Mesa de Patrimonio, para consignar sus puntos de
vista en una sección del Concejo de la ciudad.
De parte de la Alcaldía asistieron la Secretaria
de Cultura María del Rosario Escobar, el Director del Departamento de Planeación,
la Secretaria del Medio Ambiente, que nunca mencionó ningún plan sobre la
recuperación del río para el proyecto bandera de la administración actual, y,
por supuesto, varios vicealcaldes. No sé
si asistiría el Gerente del Centro, o si no asistió porque le daba pena no
mostrar resultados. María del Rosario refirió un hecho notable: la declaratoria
de la UNESCO sobre el Archivo Histórico de Medellín.
Por parte de la Mesa de patrimonio asistieron Fadduil
Alzate, María Cristina Álzate, Mauricio Benavides, Gilberto Rojas y el suscrito.
Además participaron Felipe Vásquez exponiendo sobre Prado y Pablo Aristizábal, anotando la necesidad de conservar la arqueología. Todos coincidiendo en
algo común: esa continúa voz de alerta sobre cómo conservar Medellín, que nunca es escuchada
por los funcionarios públicos. La ciudad poco a poco es desmantelada para dejarla
sin alma, es decir, sin sus lugares caros a la memoria, y rediseñada bajo la
condición de desdén, patológica del carrielón antioqueño, que solo le interesa la rentabilidad, de la
cual hablaba Fernando González, pero ya no desde el Parque de Berrío, sino
desde un helado piso de la Alpujarra: donde reside la desmesura total, la frivolidad
total. Allí en esas oficinas de especialistas, el Centro Histórico de Medellín
no existe. O sí existe, para destruirlo.
Los miembros de la Mesa de Patrimonio, en este
caso el profesor Fadduil Alzate, refirió la necesidad de fortalecer el concepto
de patrimonio como una posibilidad de que Medellín tenga una sensibilidad
diferente. Cristina refirió el concepto de los grandes nombres de la ciudad, de
los nombres suplantados, lo cual da motivo para pensar en los actuales, que le
quitan personalidad a los barrios, a los lugares queridos por sus dueños, donde los poderosos y soberbios
urbanizadores, en su departamento de efectos especiales, idean nombres como
Urbanización Ellen Ville, El Tesoro, Bosques de Viena, Ciudadela San Michel, Jerez de la Frontera, Calazanía, Space,
Hollywood, y un etcétera de risa, igual como hacen las familias pobres con sus
hijos, colocarles estos nombres: Smith, Brayan, Maicol Jakson Agudelo. Mauricio
refirió el eterno caso de Prado sin propuestas serias de las sucesivas
administraciones. En esos escasos seis minutos referí mas o menos las ideas de este artículo.
Por supuesto que, como el Patrimonio, es un tema
que no causa interés los heroicos medios no estuvieron presentes. Recordemos, estos
están ya lejos de Medellín: uno en Envigado; el otro en Los Colores; Tele
Medellín en una sede de bolsillo a la salida, por la autopista norte. O sea, divorcio total con lo que
ocurre en la ciudad, y a más de eso, algunos de los concejales, con su visible desprecio
al debate y a Medellín, se marcharon para otras actividades. Es raro, siempre algunos
políticos no están fijos en un lugar, siempre tienen compromisos. El afán los
conturba. Que poseyeran el don de la ubicuidad, no les bastaría. Pero bueno, no
sé cómo, de los concejales que se marcharon, algunos pretenden ser alcaldes y
otros repetir curul sino les interesa la historia, el derrumbamiento de la
ciudad, su desmantelamiento, como el proceso perverso de maquillaje y destrucción.
Y como, de esa manera, el resultado es una Medellín pobre, sin puntos de
referencia, donde según los nuevos planificadores: aquí no ha pasado nada. Adulados y aduladores,
piensan que con ellos se inicia la historia de Medellín.
Solo quedaron para el debate, el ponente John Jairo
Carmona, y los concejales: Carlos Bayer, Santi Martínez, Nicolás Duque, Ramón Acevedo, Fabio Rivera
y Luis Bernardo Vélez. Tres de ellos con sus incisivas intervenciones: Carmona,
Acevedo y Vélez. Y un caso extraño: el concejal Oscar Hoyos, y su continua movilidad
en el recinto del concejo, y su absoluta falta de seriedad para escuchar. No sé
si es un caso de hiperactividad como en los salones de clase, pero el concejal
no se hallaba, es muy inquieto, no se concentra, no sé si será así con sus
ideas y con sus aportes al buen manejo y decoro de la ciudad.
La propuesta de la Secretaría de Cultura, ya está
matizada de una vez en los pliegues de las convocatorias sobre patrimonio:
“Entendiendo que el nuevo POT propone estructurar una ciudad más equitativa, sostenible
y compacta hacia su centro, es vital pensar en el registro y en la recuperación
de la memoria cultural de esos lugares que pronto entrarán en un fuerte proceso
de transformación física, para lo cual los proponentes tendrían que aprovechar
las diferentes fuentes que existan tanto físicas como vivenciales sobre el Territorio
objeto de estudio”. Nada más cierto la frialdad para esta convocaría asevera: “pronto
entrarán en un fuerte proceso de transformación física”. Para decirlo no entre líneas
ni en el lenguaje técnico: continúa la destrucción de la
ciudad. Medellín para muchos funcionarios no merece tener sus puntos de
referencia. No sé si será por la influencia de los acuerdos con Barcelona. Aquí
una duda, a los planificadores extranjeros poco les importa la ciudad, no la sienten,
no la viven, no la conocen, no saben su historia; solo les interesa los contratos,
la ciudad en sí, nunca.
Y eso ha servido de excusa para modernizar entre
comillas la ciudad, esa Medellín, que poco a poco se queda sin sus edificios, sin patrimonio histórico por el complejo de
inferioridad de sus administradores: poco a poco se le crea a la ciudad otra fachada,
la fachada del arribismo social: si miramos hacia El Poblado nada tiene que envidiarle
a Miami, y en efecto ese concepto de una ciudad sin historia, la miamizacion
de Medellín, se da a cuenta gotas, una ciudad que no es amable con sus hombres
que la crearon, que la convirtieron en una obra de arte, pero que cada alcaldía
con su arrogancia la desmantela con la fantasía de decir que crean otra metropli,
la de los eslóganes.
Dentro de ese concepto de arquitectura funcional
y del endoso a la rentabilidad: cajones con ventanas y parqueaderos, no existe
en estos últimos cuarenta años un edificio que sea amado por los medellinenses,
un edificio representativo, un icono como ciudad que se respete, debido a la estolidez
de sus nuevos arquitectos y a la necesidad de construir lo más rápido posible
para de inmediato no pensar, sino diseñar y construir otro aún más rápido, más funcional
y más simple: síntesis de la voracidad inmobiliaria. Así la ciudad cae en ese despropósito
de verla como la Miami paisa, una ciudad sin corazón, que quiere parecerse a
otras no a ella misma. El símbolo de ese desparpajo es el Space.
Y no es para menos, ese carácter depredador del
paisa, se manifiesta de diversas maneras, algunos loan la colonización antioqueña
y niegan los negociados y la quema y tala de bosques. Así ocurre en la ciudad actual,
es la colonización de Medellín dada por
la presión de los urbanizadores, y los funcionarios públicos sin conciencia y
sin formación que la destruyen como sea, no existe un concepto de respeto. Medellín
no es un objeto inerme sino una capital que tiene su pasado, su memoria, su
presencia, su importancia, su gran legado, y que, como dice la convocatoria,
poco a poco destruirán, es decir, los llamados “fuertes cambios físicos”.
El funcionario que más me causó sorpresa y desánimo
fue el Director de Planeación, el doctor Pérez, ya que en su informe dirigido al
concejal Carmona sobre el manejo dado al patrimonio cultural en las tres últimas
administraciones, añade en la parte que hemos mencionado como logros: Edificios
Vásquez y Carré, la casa Barrientos, la sede del Archivo Histórico de Medellín,
la Casa Patrimonio de Prado, las iglesias: la Veracruz, la Metropolitana y la Candelaria.
Además olvidó que la casa de Zea fue restaurada por el ministerio, y que aún se
realizan trabajos en El Jordán para recuperarlo, eso sí, lo iluminó el Arcángel
San Gabriel, y recordó la casa de Pastor Restrepo, que creo que no conoce, así
como no conoce el Centro de la ciudad, sino
a través de los planos que enseñó en el Power Point.
No sé si el doctor Pérez es muy católico y aun piensa
que el patrimonio solo son las iglesias, y este concepto de la eternidad y de
la fantasía religiosa lo zahiere. Y olvida algo, las iglesias son patrimonio religioso
y están cuidadas con celo por sus curas, que entierran bajo el altar sus joyas
coloniales, -también de miedo a monseñor López Trujillo-, y lo inexplicable ¿por
qué razón revocaron la fachada de la Veracruz?, lo cual es un atentado, es como
si los cartageneros pavimentaran sus murallas bajo el prurito de su conservación.
Le recordamos al señor Pérez, que la sociedad
civil posee sus iconos que la hacen perdurar, porque han sido y son motivo de celebración
de la civilidad. Le recuerdo, para anexarle a su informe y a su olvido, lo que
han hecho en materia de patrimonio las últimas administraciones:
1.
Destruir el edificio de la cárcel de La
Ladera obra de Agustín Goovaerts.
2. Destruir parte del barrio la Toma para
construir el Edificio de la Memoria.
3 Destruir el cementerio más antiguo de Medellín
para construir un intercambio vial.
4.
Destrucción de la casa de
Carrasquilla para construir un motel.
5. Destrucción de la calle Ayacucho,
destrucción del Hotel Bristol. Debido a la soberbia del Metro, que, a pesar de sus consejos, de sus
ceremoniosos consejos, para cuando regresemos a casa en la noche, para solicitar, una voz meliflua, dar los
puestos a niños, a los inválidos, a las mujeres en embarazo, y a estar alerta, y presente, con
los bolsos debido a las manos enemigas, y que luego prosigue con toda esa beatífica ponderación carreñiana, pero olvidó como no respeta la ciudad desde sus inicios la ha arrasado sin dolor.
6.
Destrucción de la vieja casona del
Das.
7. Destrucción del Pasaje Sucre que mereció
un premio internacional a Don Luis Pérez, el burgomaestre gastón y frívolo: el
premio Atila.
8.
El cambio de fisonomía a la Plaza de
Toros.
9.
Las justificaciones para que el Éxito
se apoderara de la mitad del proyecto inicial del Parque de San Antonio.
10. El deterioro de la esencia del Parque
Arvi.
11. El deterioro de la Biblioteca España con
apenas ocho años de construida, y ahora se desembolsan más de 11.000 millones de
pesos para recobrarla. ¿En qué administración sería que la inauguraron con
monarca a bordo? ¿Hay pliego de cargos para los responsables?
Otra de las perlas disimuladas
en el documento críptico enviado por el doctor Pérez, como todo informe que esconde
realidades, escudado en su lenguaje técnico, son las farragosas citaciones de
normas y leyes, donde el país santanderiano alcanza aquí un pico altísimo, y, que además, refiere el Macro proyecto de Río Centro, el cual es un adefesio por una razón de peso,
el río Medellín, ya no existe, es una alcantarilla. ¿En qué río irán a pasearse
las personas, cuando desde años atrás las administraciones le dieron la
espalda? Es lo macondiano, lo inadmisible que se realiza en Medellín: un gran
proyecto sin recuperar primero el río. Ya veremos los turistas mirando las
aguas sucias y acompañados por los olores fétidos y la basura que maltrata sus
aguas desde décadas.
Hace unos treinta años se dijo por
parte de administración municipal correspondiente que en el 2011 se pescaría en
el río Medellín. Debido a los planes para su recuperación, -estaba de moda la
ecología-: apareció un diseño para los vertederos, las torres se empezaron a
erigir en diversos tramos para tratar su caudal, se construyeron
recolectores de aguas negras, aun sin uso, y se insistió de cómo, en el río de Medellín, se podría pescar para ese
año milagroso. Esa era la promesa de los estólidos funcionarios: vendedores de
ilusiones, culebreros: los peces de todos los colores regresarían, y me vi con
una caña y sus aparejos pescando sabaletas, pero creo que leí mal, tal vez
sería pecar. Cada diciembre, los funcionarios del municipio y EPM, celebran su Navidad en medio de una
cloaca iluminada. Ahí mismo recordé esa obra maestra de Berlanga: Bienvenido, Míster Marshall. Y además
aprendí algo nuevo: los culebreros ya no salen al Parque de Berrío sino que los
tenemos de cuello blanco en la Alpujarra.
Pero ya lo sabemos Planeación Municipal
es el delirio, la fantasía. Las pastillitas, como dice el concejal Moncada. Recuerdo
cuando construyeron la Alpujarra. Los nuevos yupies, como odiaban la Plaza de Cisneros,
la destruyeron sucesivamente en cada alcaldía.
Cantinas, casa de lenocinios,
vendedores ambulantes, almacenes tradicionales, los teatros, la calle San Juan,
putillas de baja estofa, bares de tango, fueron barridos por la quimérica ilusión de los funcionarios especializados. Así se quitaban
ese paisaje que miraban desde la torrecilla de marfil, donde se planea la ciudad: les molestaba el
lumpen: los residuos humanos de la ciudad industrial, ahí al frente, porque algo es cierto como muchos empleados municipales
no conocen la ciudad, se les olvidó el factor humano. Total: a los cuarenta años
el lumpen de Guayaquil se diseminó por todo Medellín. Eso no lo previó Planeación
ni ninguno de los eximios alcaldes, ni
quienes les hablan al oído, desde su ciudadela gris-cemento. Luego, ante la
improvisación, las calles se guayaquilizaron: putillas de alta y baja estofa, y
toda la fauna sexual, habitan cerca de las iglesias, bajo el viaducto, por Juan
del Corral, y casi llegan al Parque de Berrio, y al Parque de Bolívar, así como
llegaron vendedores de todo tipo de droga, jíbaros, vagos, mendigos transeúntes
sin oficio, vendedores de ilusiones, de cachivaches, casas de putillas por
todos los barrios, casas de vicios. El pequeño y poderoso Guayaquil, nuestro Barrio Chino, se creció en las narices de los administradores
de Medellín y nunca se dieron cuenta, nunca les interesó, y a los cuarenta años,
ese mismo Guayaquil, o El Hueco, y los Sanandrecitos, impulsado por el
contrabando, que nadie ve, cambia su imagen. Lo demás es el deterioro humano visible en la ciudad, y la vacuidad de sus administradores que viven en la fantasía de
otra metrópoli.
Total. Estamos condenados a mirar
la ciudad en las fotografías de nuestros fotógrafos mayores, y este es el mayor
fracaso. No podemos decir que fue debido a la presión social como la excusa más
a la mano y sin imaginación. Fue peor, debido a la desidia de los funcionarios públicos
que construyeron su castillo de cemento en la Alpujarra y crearon otros sitios con más
seguridad e inversión, dejando la ciudad inicial huérfana. Por eso hay varios Medellín: la
de los funcionarios que llegan a su oficina en carros blindados y con escoltas
que imaginan que viven en Miami y los que la caminamos y la buscamos, y aun no
conocemos sus secretos, sus historias, sus momentos de esplendor, y aun el del deterioro
mayor, como el de ahora.
De ahí que se invierta en internacionalizar
a Medellín, pero dejando la ciudad en su interior totalmente abandonada.
Síntesis de un pensamiento municipal donde solo interesa el boato y la
apariencia. Urbanizadores y administradores, un cóctel destructivo para la
ciudad. Y el espejismo del progreso mal encausado como secuela, siempre miramos hacia los lados
nunca al interior de Medellín, o sí al interior, arriba, a las comunas donde
se manipulan los votos; los que eligen viven allá.
Cierto, todo ese esfuerzo por construir
una ciudad en tantos años, con tanto amor, con tanta donosura, pero según cada alcaldía,
aquí no vivieron Girardot, Epifanio, Carrasquilla, la Madre Laura, Abel Farina,
Ricardo Rendón, Efe Gómez, Débora Arango, León de Greiff, Los Panidas, Fernando González, Melitón Rodríguez, Benjamín
de la Calle, Alba del Castillo, Francisco Antonio Cano, Luis Tejada, María Cano,
Fernando Botero, José María Villa, Carlos Vieco, Estanislao Zuleta, Juan Zuleta
Ferrer, Lucho Bermúdez, los nadaístas, Luis Alberto Álvarez, Mejía Vallejo, solo
para citar algunos creadores. Ah, y por
supuesto, sus grandes arquitectos que la matizaron con finura, con su filigrana y detalle. Emilio
Carré, Francisco Navech, Agustín Goovaerts, Félix Mejía A., Horacio M. Rodríguez,
Juan Lalinde, Enrique Olarte, Nel Rodríguez. Ellos parece que nunca existieron: sus huellas, sus obras, fueron destruidas. Esa es
la Medellín actual, la de la desmemoria, la del réquiem continuo:
LA MÁS
DEMOLEDORA.
9 comentarios:
Hoy desde la oficina central del Neonadaismo; mañana desde cualquier lugar del mundo.Es cierto que la ciudad vive una transformación maliciosa y desaforada en la cual toda nuestra memoria e historia esta siendo olvidada. Los infortunios constantes y las desatenciones por los jefes de turno hacen que las gentes de Medellin, cambien su estructura, y eso tiene que ver con todos esos cambios impuestos improvisados, para ser universales debemos amar y proteger nuestro legado. Es injusto que eso nos pase, y es mas injusto el silencio de quien planea a toda costa esas masacres colectivas de derribar nuestros recuerdos. Pasan los días, los meses. los años, y solo unas pequeñas voces, tienen la capacidad de colocar el pecho a estos improperios. Por ello lo sigo insinuando con vehemencia, los artistas son el patrimonio de la humanidad, pues sin ellos, el recuerdo y las luchas de estas infamias, quedarían aun mas guardados en el cuarto de atrás de la memoria de nuestra misma gente, que solo se preocupa, por lo insignificante. Que tal el mundo sin las maravillas antiguas, sin los pueblos que han precipitado los caminos. Que simpleza y que ironía, la posmodernidad, queriendo construir otras historias, sin respetar la propia.
LA CULTURA ES UNA AVENTURA.
EDGAR BUSTAMANTE.
algunos burocatas de Medellin son igualitos a los malos de Isis que destruyen sus ciudades históricas con excavadoras.la muestra: Nimrud y Hatra. y eso que aqui no esta ese caos de alla.
Algunos burrocratas de Medellin son igualitos a los malos de Isis que destruyen sus ciudades históricas con excavadoras.la muestra: Nimrud y Hatra. y eso que aqui no esta ese caos de allá.
Medellin?, es el colmo de todo, de la gran mentira de la insensibilidad
La ciudad para los ciudadanos sigue siendo un imperativo, pero en Medellín los amigos de la planeación sin urbanismo son arrasadores dee todo vestigio de patrimonio que haga puente entre la vieja ciudad y la moderna. Con diferencias de tonalidad ocurre en todas las ciudades que han sido sometidas por los bancos, la especulación inmobiliaria en alianza con el financierismo: en la religión de la renta rápida y del todo vale si renta. ¡Qué tal la aberración de los parques del río!. No hay que maquillar la ciudad actual de hábitat violento en contra del ciudadano, sino construir, ir contruyendo la ciudad ambiental de hábitat no violento, cuya movilidad no es la velocidad de la locomotora sino el ritmo de la trama de la vida y el ambiente, donde el urbanismo concilie cultura naturaleza.
Evidencia de que los comandantes de la ciudad no se comportan como ciudadanos, sino como avezados mercaderes. Ojo con los ciudadanos caminantes de la ciudad y habitantes de la calle y los barrios, ahora que huele a votos para cambiar de administración, es deseable elegir verdaderos ciudadanos de la ciudad que sientan la ciudad y quieran su patrimonio. Que actuen en el sentido de hacer la ciudad para los ciudadanos, no para las mega inversiones y la pasarela y el marketing.
Guillermo Alvarez-Revista Ciudad
La ciudad para los ciudadanos sigue siendo un imperativo, pero en Medellín los amigos de la planeación sin urbanismo son arrasadores dee todo vestigio de patrimonio que haga puente entre la vieja ciudad y la moderna. Con diferencias de tonalidad ocurre en todas las ciudades que han sido sometidas por los bancos, la especulación inmobiliaria en alianza con el financierismo: en la religión de la renta rápida y del todo vale si renta. ¡Qué tal la aberración de los parques del río!. No hay que maquillar la ciudad actual de hábitat violento en contra del ciudadano, sino construir, ir contruyendo la ciudad ambiental de hábitat no violento, cuya movilidad no es la velocidad de la locomotora sino el ritmo de la trama de la vida y el ambiente, donde el urbanismo concilie cultura naturaleza.
Evidencia de que los comandantes de la ciudad no se comportan como ciudadanos, sino como avezados mercaderes. Ojo con los ciudadanos caminantes de la ciudad y habitantes de la calle y los barrios, ahora que huele a votos para cambiar de administración, es deseable elegir verdaderos ciudadanos de la ciudad que sientan la ciudad y quieran su patrimonio. Que actuen en el sentido de hacer la ciudad para los ciudadanos, no para las mega inversiones y la pasarela y el marketing.
Guillermo Alvarez-Revista Ciudad
Medellin es un caos propiciado por sus mismos administradores a lo largo de años. No saben como decirlo, no, a los urbanistas.
Me quedo estupefacto. En Medellin todos somos unos destructores.
Don Víctor:
Muy buena su página sobre la cárcel del Buen Pastor.
Pero quiero preguntarle en confianza:
Cuando uno busca en Google NEONADAÍSMO,
por qué aparece un letrero que dice:
"Did you mean: neonazismo"?
Publicar un comentario