Las
tradiciones inventadas y la fundación de Supía.
Luis Fernando González Escobar
Profesor Asociado, Escuela del Hábitat
Facultad de Arquitectura
Universidad de Colombia sede Medellín
El famosos historiador británico Eric
Hosbswam, en la introducción del libro La
invención de la tradición, señalaba que las “tradiciones” que “parecen o
reclaman ser antiguas son a menudo bastantes recientes en su origen y, a veces,
inventadas”; de ahí deriva el término de “tradiciones inventadas” las que
“implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas
abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica y ritual, que busca inculcar
determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo
cual implica automáticamente continuidad con el pasado” (2002, p. 8).
La celebración de la “fundación” de Supía
corresponde precisamente a eso que Hosbswam llamó “tradiciones inventadas”. Se
celebra una fecha: el 2 de febrero, supuesto día del onomástico; la gente lo
acepta de manera acrítica; los estudiantes asisten de manera pasiva u obligados
cada año a los actos cívicos convocados por las autoridades municipales o por
los centros educativos; hay pues una reiteración ritual que pretende crear un
sentido de cohesión social, pertenencia e identidad a partir de esa fecha del
supuesto acto fundacional.
Esa “invención de la tradición” y su
reiteración ritual no es nueva, ocurre en todo el mundo, incluso en la misma
Inglaterra del referido historiador, pero ellas –todas– esconden intereses,
ideologías, formas de ver el mundo, tienen intenciones moralizantres, entre
otras intenciones abiertas o veladas; de ahí la necesidad y obligatoriedad de
mirar su naturaleza, deconstruirlas si se quiere y entenderlas.
Supía fue un pueblo “sin historia” al menos
hasta la década de 1970; entendido esto como una población sin un relato histórico,
con personajes y hechos épicos y relevantes que lo insertara en la construcción
nacional. Sólo hasta 1980 cuando se publicó el libro Historia de Supía, de Jorge Eliecer Zapata, en un estilo
monográfico, dicho relato se comenzó a construir. Precisamente en este libro el
autor retoma un dato de los apuntes del antiguo maestro Eleazar Castro, quien
había planteado esa fecha sin referencias documentales, siguiendo solo la
tradición. Zapata Bonilla se apoyó en la obra Vida del Mariscal Jorge Robledo, escrita por Emilio Robledo Correa,
para cuestionar algún hecho menor de lo planteado por el maestro Castro y, a su
vez, darle validez a “que Supía sí fue fundada el 2 de febrero de 1940 por los
alguaciles del Mariscal Jorge Robledo, señores Ruy Vanegas y Melchor Suer de
Navas” (Zapata B., 1980, p. 15). A partir de entonces, definido como el gran
mojón histórico se comenzó un proceso de difundir dicho “hecho histórico” en
prensa, eventos y libros que reiteraban lo anotado, para que fuera apropiado
por la población. Luego fue institucionalizado por la administración municipal.
Se volvió parte de la historia oficial y se determinó su celebración en la
última década del siglo XX; desde entonces, asistimos al desfile celebratorio
como una nueva tradición.
La construcción del relato y su
institucionalización cumplió con el propósito de ubicar en la historia a una
población. No sólo la ubicó temporalmente, sino que “heroiza” a los fundadores
que, en el relato inicial eran dos –Ruy Vanegas y Suer de Navas–, a los que se
le sumará luego un tercero, Martín de Amoroto. El propósito de dotar de sentido
histórico e identidad se cumplió a cabalidad, como se puede leer en las redes
sociales cuando al cuestionamiento de la celebración en 2019 de los 500 años de
fundación y la exigencia del acta fundacional por parte de un usuario en las
redes sociales, en la página de Facebook Supía 500 años, creada exprofeso para
ese acto celebratorio se señalaba: “No queremos entrar en un debate de la
fundación de Supía mediante un acta, si estamos seguros de la presencia de
terratenientes españoles como Ruy Vanegas, Martin de Amoroto y Melchor Suer de
Navas en el año de 1540 cómo reposa en los archivos de Popayan(sic), que
evidencian la presencia e inicio de comunidades en nuestro territorio..... y
eso es lo que queremos enaltecer a través(sic) de este movimiento
ciudadano”.(https://www.facebook.com/Supia500Anos/posts/2363911807013570?hc
_location=ufi)
Tanto en el relato inicial como en la defensa
actual la debilidad argumentativa y factual para justificar la invención
fundacional es evidente. Obviamente los lugartenientes – muy diferente a hablar
de “terratenientes”– de Jorge Robledo, estuvieron en la fundación de Santana –luego llamada Anserma–. Como lo
señalo en un texto de mi autoría aun inédito:
Robledo en su primer recorrido había fundado
presurosamente Santana[1]
en agosto (15?) de 1539 como una manera de posesión territorial y de avanzada
militar. Después fue la “pacificación” de los territorios aledaños que formaban
la denominada provincia indígena de Humbra,
que los españoles denominaron provincia de Anzerma. Con una combinación de sutileza, ingenio militar y
estratégia guerrera, Robledo acometió el sometimiento de todo el territorio;
mandó a Melchor Suero de Nava, uno de los alcaldes ordinarios de Santana, a conquistar las provincias de “Caramanta y Cori e Buritica”, como
efectivamente hizo en setenta días, el mismo Suero “visitó todas las provincias
de Anzerma e los siñores e caciques della”;
Ruy Vanegas a Guarina, y
personalmente Robledo a los farallones de Appia. Los tres a su regreso
sofocaron la rebelión del cacique Ocuzca,
que pretendió destruir la nueva fundación. Luego de la rebelión envío a Ruy
Vanegas a que pacificara los Pirsa y
los Soppia (sic): “...lo cual no fue
fácil, por haberse puesto en armas los pirsa, valiendose de hoyos y púas contra
la ventaja de los caballos, en que cayeron otros aunque conocido el ardid y
castigado el atrevimiento el otros encuentros que precedieron, hubieron de
admitir forzadamente la paz” (Fernández de Piedrahita, 1973, p. 352)
En ese instante, incierto en términos de fecha
precisa, al menos el mes, la conquista española entró por el suroccidente a la Provincia de Zopia, con el carácter de
una acción “pacificadora”. De ello no quedó rastro de ninguna acción
fundacional como se ha aseverado hasta el momento, pero ese momento marcó y
cambio profundamente el futuro de sus relaciones espaciales, territoriales y
socioculturales, con el establecimiento definitivo de los conquistadores
españoles y la subordinación territorial de Supía a la ciudad de Santana, erigido en primera instancia en
el epicentro militar y posteriormente en el
centro político-administrativo de la provincia
de Anzerma, de la cual entraron a formar parte los territorios aledaños al
río Supía, es decir, la comarca que pertenecía a la tribu de los zopías.
Los tres señalados fundadores de Supía nunca
estuvieron juntos allí. Fueron lugartenientes de Robledo y parte del Cabildo,
la recien implantada institución que regía, ordenaba y controlaba los
territorios que pertenecían a la ciudad fundada, esto es, Santana; así que uno de ellos, Ruy Vanegas, fue a tierras del valle
de Pirza y al territorio contiguo de los “Soppia” a someter a sus habitantes
para beneficio de aquella ciudad. La denominada “pacificación” era el
sometimiento militar, que involucraba armas de fuego y perros especializados en
despedazar los indígenas; como también castigar –torturar– el “atrevimiento” de
defenderse y evitar su sometimiento. Los supuestos “héroes” fueron los que
asesinaron y luego redujeron en encomiendas a los sobrevivientes, para que
trabajaran para tributar a la corona, los propios conquistadores, a la vez que
los alimentaban. Supía entró al sistema espacial y económico de la Conquista
española no por un acto fundacional de población sino con la figura de las
“encomiendas” que tributaban al centro urbano fundacional de Santana que, para el año de 1559, eran dos: la de Pirsa, entregada a
Gómez Hernández – conquistador y poblador de esta provincia y del Chocó–, con
400 indios encomendados, y la de Supía, entregada a Lucas Dávila–conquistador y
poblador– que igualmente, de acuerdo a los censos, tenía 400 indios
encomendados.
Entonces ¿qué celebramos el 2 de febrero de
cada año? ¿un acto fundacional que nunca existió? ¿el sojuzgamiento militar y
sometimiento económico de las poblaciones indígenas nativas? ¿por qué celebrar
la heroicidad de los conquistadores y el aniquilamiento nativo?...o, como se
señala en la página de Facebook, la supuesta evidencia de “la presencia e
inicio de comunidades en nuestro territorio”, como que si tal cantidad de
nativos asesinados y los sobrevivientes encomendados no fueran una comunidad
que ya existía con su cultura, sus formas organizativas, sus dinámicas
productivas y territoriales. Entonces lo que aparentemente celebran algunos es
la llegada española al territorio “Soppia”, su imposición y configuración
territorial posterior. Seguimos glorificando el conquistador y negando parte
fundamental de la razón de ser como pueblo, sociedad y comunidad. Los sectores
subalternos no tienen espacio es ese relato heroico fundacional.
Toda comunidad, sociedad o nación requiere
sus relatos fundacionales. Las tradiciones son fundamentales en eso que
Benedict Anderson llamón “comunidades imaginadas”. Pero estas relatos y
tradiciones deben ser incluyentes y apegarse a una construcción discursiva
próxima a la realidad y “verdad” histórica, lo que poco a ocurrido en el caso
supieño. Debemos agradecer los aportes iniciales que se han hecho en la
construcción del relato, pero tenemos la obligación de revisarlos y cuestionarlos
a partir de los aportes investigativos, la fundamentación teórica, el trabajo
de archivo y las nuevas evidencias aportadas por las fuentes. Pero no podemos
quedarnos en reiterar hasta la saciedad “tradiciones inventadas”.
Bibliografía:
Lucas Fernández de Piedrahita, L. (1973). Noticia Historial de las Conquistas del
Nuevo Reino de Granada, Volumen I. Bogotá: Ministerio de Educación
Nacional-Instituto Colombiano de Cultura Hispánica-. Ediciones de la Revista
Ximenez de Quezada, Editorial Kelly.
Hobswam, E. (2002). La invención de la tradición. Barcelona: Editorial Crítica
https://www.facebook.com/Supia500Anos/posts/2363911807013570?hc_location=ufi
. Consulta: 2 de febrero de 2019.
Tovar Pinzón,
H. (1993). Relaciones y Visitas de
los Andes S XVI. Santafé de Bogotá: Colcultura - Instituto de Cultura
Hispánica, Tercer Mundo Editores.
Zapata Bonilla, J. E. (1980). Historia de Supía. Manizalez: Editorial
Rodrigo Ltda.
Medellín, 2 de febrero de 2019.
[1] “...e dixo ansi al dicho
iscrivano que le diese por testimonyo cómo allí
fundava en n(ombr)e de su magestad e del señor governador la cibdad que
se llamo Santana e la yglesia mayor
Santa María de los cavalleros...”. Relación de lo que subcedio en el descobrimyento
de las provincias de Antiochia, Anzerma y Cartago y las cibdades que en ellas
están pobladas por el S(eno)r Capita(n) Jorge Robledo” (Tovar Pinzón, 1993, p.
241).
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