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Marcha en Defensa de los Talleres del Ferrocarril de Bello –Patrimonio
Histórico-
Víctor Bustamante
En los últimos años cada que hay una referencia al Ferrocarril
de Antioquia, la herida que no sana se abre de nuevo. Y por qué motivo digo, ¿la
herida que no sana? por algo específico: su construcción es la epopeya más grande
que ha tenido el departamento para salir del encierro en que se mantenía. El
ferrocarril permitió la salida del comercio al exterior, por medio de esa vía
la región se integraba al país y también viajaron al mar y al exterior los antioqueños y se redujo el tiempo de
trasporte tanto de mercancía como de los viajeros. Esto permitió la prosperidad
económica de la región, la interconexión con los municipios a lado y lado de la
vía, el crecimiento de Medellín, creando una capital económica solo comparable
con Bogotá. Luego, con la injerencia del sector privado al ferrocarril, ya que la
ceguera nacional nombró gerentes que eran personas vinculadas con el transporte
público, que a la postre nunca les interesó vigorizar la empresa estatal, la dejaron languidecer. También el departamento le dio la
espalda: lo vendió a la Nación, y así su caída y su ruina fueron perfectas; se abandonó
este medio de transporte que tanto esfuerzo costó en todo el país. Así mismo
las estaciones y sus bienes fueron abandonados y muchas de esas estaciones fueron
destruidas o se encuentran en un estado caótico.
Luego, en años posteriores, en el país de las leyes...que no
se cumplen o se reinterpretan o se le realizan maniobras sucias, para facilitar
que la máscara con agallas del sector privado se lucre de los bienes nacionales
se crearon algunas disposiciones, que deben cumplirse. Pero que algunos o no
las saben o pretenden desconocerlas.
He aquí una de ellas:
Mediante el Decreto 746 del 24 de abril de 1996, se declara
como Monumento Nacional, hoy Bien de Interés Cultural del ámbito Nacional, el
Conjunto de las Estaciones del Ferrocarril existentes en el país. Este decreto
surge de la necesidad de proteger el conjunto de estaciones de la amenaza de un
derribo masivo y sistemático, producido por la incontenible decisión de
liquidar la empresa que reemplazó a los Ferrocarriles Nacionales de Colombia:
Ferrovías.
Expresado de esta manera, el texto del decreto cubre todas
las estaciones de ferrocarril existentes en el país, sin privilegiar aquellas
de la red interconectada, la clasificación funcional dentro de la misma red, u
otros factores que discriminan la importancia o representatividad de los
inmuebles. Al declarar el conjunto, es clara la intención de proteger la
memoria colectiva representada en la gesta nacional de construcción de la red
férrea, pero de todas formas, deja por fuera una serie de elementos
co-sustanciales con la construcción del ferrocarril como puentes, viaductos,
muelles, puertos fluviales y marítimos, los sistemas de cables aéreos, etc.
20 ANTIOQUIA BELLO Estación del Ferrocarril Bello, Calle 46, carrera 46 Decreto 746 del 24 de abril
de 1996.
Según reza en la reglamentación ese lugar es patrimonio y no
debe tocarse sino para restaurarlo y preservarlo.
Cuando uno lee crónicas sobre su construcción queda perplejo.
En una de ellas Cisneros, con sus ayudantes, sale de expedición a las selvas
cercanas a Puerto Berrio buscando cómo trazar la línea férrea. El narrador, Cipriano
Tobón, enseña las vicisitudes en un terreno inhóspito, selvático, pantanoso. Tanto
tiempo que duró su construcción por problemas económicos, por las guerras sucesivas
que lo bloqueaban, tanto esfuerzo para conseguir su financiación, y, de repente,
se acaba todo, por la desidia de los gobernantes. Y existe aún uno más arduo la
construcción del túnel de la Quiebra que sería toda una obra relevante en un momento
en que se encontraron por ambos lados de las diversas entradas los obreros con una precisión insospechable. Por supuesto que se trababa de un momento
donde la expresión de servicio a la comunidad era algo serio y de espíritu de
solidaridad y no en lo que se ha convertido esa labor política, y en los
pajaritos de colores con sus planes de desarrollo, y esa letra menuda con sus
propuestas que solo cautiva los intereses de quienes las manipulan.
La estación de Bello fue inaugurada el 8 de diciembre en
1913. Y era, ya con los talleres, únicos en su género en el departamento, y
ahora son la única huella memorable que ha quedado del Ferrocarril de Antioquia,
y esa razón basta para darles el uso que se merecen, y preservar esa huella. Bello
no ha cuidado su patrimonio, para citar algunos de ellos: El Club Cantaclaro,
el Patronato de la empresa Fabricato, los teatros de cine, y algunas casas cercanas
hasta la estación del metro en el propio Bello. Lo mismo que la indiferencia
ante la destrucción de las instalaciones fabriles como las de Pantex. Solo existen
las dos iglesias en el parque principal y la Casa de Menores en Fontidueño.
Sacar las oficinas de la administración del marco de la plaza,
es quebrar el casco histórico como fue concebido, y dejar la ciudad inicial sin
protección por una razón sencilla, al irse la administración esta parte de la
ciudad quedará huérfana de vigilancia, de interés por la cantidad de gestiones
que ocupan sus oficinas, y el comercio se trasladará a zonas de influencia más
seguras, sufriendo esta zona un declive. Este proceso ya lo vivió Medellín, ya
que al irse la administración para la Alpujarra poco a poco se pauperizó el
centro histórico de la ciudad. De tal
manera con en ese traslado lo mismo ocurrirá: el empobrecimiento del centro de Bello,
y su desvalorización.
Las administraciones siempre son enemigas del proceso histórico
de los pueblos, piensan que con su gestión ellas empiezan la historia y con su
soberbia, olvidan la labor social que deben hacer, y así quieren imponer su criterio, y en lo más banal establecer sus oficinas, sus centros comerciales, sus torres
habitacionales en un territorio sagrado, ya que el concepto de patrimonio de Bello, aun en su abandono, brilla por esa digna presencia de esa historia del Ferrocarril
de Antioquia en toda la región, y nada más digno que este complejo que se
expresa en la perplejidad que sentimos cada que lo observamos. Tanto sacrificio
de las generaciones que lo precedieron, para tratar de destruirlo y burlar las
leyes que lo protegen.
Bello poco a poco se ve cercada por la multitud de torres habitacionales
convirtiéndola en ciudad dormitorio, generando la aspereza de un hacinamiento
que con los días se observa. En la ciudad no hay sitios verdes de esparcimiento,
y menos de apropiación de la ciudad, por ello el patrimonio da esa posibilidad
de vivir, de tener cerca esos dignos edificios de donde le daba a Bello la responsabilidad
de mantener en pie el funcionamiento del ferrocarril, de mantener sus
locomotoras, sus vagones, sus piezas técnicas dispuestas para que el ferrocarril
funcionara.
En la actualidad este complejo, a pesar del abono es único en
el país; todo su conjunto está intacto a pesar del mal uso como parqueadero, no
sabemos quién dio esa orden y a pesar de que el Metro, con sus frases cívicas,
también ha quebrado este conjunto arquitectónico.
Como el concepto de ferrocarril se ha perdido en el país,
esta generación de tecnócratas que no tiene enlace con la historia de Bello, no
saben lo que es el clamor con el ferrocarril, la presencia y la nobleza de esos
edificios que aun permanecen en pie a pesar de la desidia oficial en restaurarlo
y darles uso digno para el que fue donado y que la comunidad reclama.
Si Medellín acabó con la Estación Central en su conjunto por
erigir sus oficinas en un acto de narcisismo, no olvidemos la marcha de los
estudiantes de arquitectura de la UPB en un reclamo multitudinario para no
permitir que demolieram la parte que quedaba sin destruir de la Estación Central, en Carabobo.
A muchos políticos es imperioso ilustrarlos, darles unas clases de sensibilidad
con el patrimonio de Bello, ya que este es lo que le da lustre a cualquier
ciudad. La ceguera urbanística de ellos con la avidez maligna de los urbanizadores
que solo ven cemento, ya que les parece una idea grandiosa construir centros
comerciales y torres habitacionales; y así, el municipio, antes de pretender construir su santuario
para alejarse más del parque principal, debería reforzar la vigilancia, esclarecer los
problemas sociales de los barrios; ideas que perseveran para un bello diferente, en el momento de más
incredulidad de sus administraciones ante su caos político.
En esta marcha, fresca alegre, para defender el patrimonio histórico asistieron los que aman la identidad, la importancia de Bello; lejos
de las triquiñuelas, de las mentiras con que se ensucia algo muy claro, el
patrimonio, y se le quiere dar otro uso, violando las mismas normas estatales,
porque este complejo de los Talleres del Ferrocarril de Bello lo son. Las
comparsas, los músicos, los teatreros, los poetas, los estudiantes, los comités
barriales le dieron a esta marcha preciosa un toque de dignidad y de amor y de
cercanía a un municipio que merece un mejor trato con su historia. Bello no
solo es Marco Fidel Suarez, también es significativo el emporio textil que lo
ha definido, así como las casas que van demoliendo para construir más torres
habitacionales de igual factura como si algunos arquitectos tuvieran no solo el
mismo molde mental sino en la concepción de estas torres: son igualitas y monótonas.
El Parque Público de Artes y Oficios sería una opción loable que le daría
altura y nobleza al complejo de los Talleres de los Ferrocarriles, además, sería
un pulmón verde antes de que la ciudad sea avasallada por las mismas torres de
igual factura de las urbanizaciones con el afán de su rentabilidad. Y, por supuesto, sería un regalo que la administración le haría a la ciudadanía.
Cierto, esta Marcha en Defensa de los Talleres del Ferrocarril, es la más hermosa canción de amor que los artistas y las personas le dieron a Bello.
Cierto, esta Marcha en Defensa de los Talleres del Ferrocarril, es la más hermosa canción de amor que los artistas y las personas le dieron a Bello.
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1 comentario:
Victor nuchisimas gracias por ese aporte
un saludo
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