Tríptico del poeta descolorido que
quería ser negro
I.
Estriptis
Te gustaba vivir empelota
Y empelota recibías las visitas.
Uno veía muchos huesos.
Tu última visita te copió,
Pero se le fue la mano.
Te empelotó por completo.
Ahora no vemos nada.
Qué visita más rata.
Debiste darle cianuro.
Siento informarte
Que tu muerte no dejó un vacío.
Te gastabas mañas de sombra
Y las sombras no dejan vacíos.
Que no estoy.
Que no al show.
Que paso de la pasarela.
Todos tus colegas como pavos reales
Y tú como monje renunciante.
Te imagino a la diestra de Buda,
Hablando mal del incienso.
No te imagino elogiando la nada.
Se ahogó Jaime,
Y como no dejó testamento
No se sabe a quién darle
Su raído sombrero
De paja de iraca.
Era lo que más quería.
Cuando se lo ponía,
Quedaba como un espantapájaros.
Pero no se lo ponía para espantar,
Sino para que el río Cauca
Se entrara en su casa.
Y se entraba,
Y la casa más ordenada de Medellín
Se llenaba de muertos y gallinazos.
Eso, unas veces.
Otras, se llenaba de negros en cueros
Y había una orgía.
Jaime se quitaba todo,
Menos su fetiche de tierra caliente.
Los vecinos no oían nada,
Y no porque tuvieran oídos de tapia,
Sino porque carecían de oídos de poeta.
Se ahogó Jaime,
Y como no dejó testamento,
No se sabe qué hacer
Con ese resto de naufragio.
El río Cauca lo va a tener difícil
Para volver a hacerse sentir
En nuestra ordenadita Ciudad.
III.
Arden for men
Dos artes dominaba Jaime.
Ambos igual de arduos.
El de hacer versos
Y el de planchar cuellos.
El primero no ha sido necesario.
Un verso mal planchado
Todavía no es poesía.
Un cuello mal planchado
Se tira en toda la camisa.
Lo segundo no es una desgracia.
Jaime se vestía como un burócrata.
No se sometía al look que Rimbaud
Les impuso a los poetas.
No se disfrazaba de indisciplinado.
Usaba un buen desodorante.
Si el poeta viera estas rayas
Me mandaría a enchufar la plancha.
Todavía no son poesía,
Pero podrían serlo un día de estos.
La gente madura tiende a coger juicio.
Dos artes dominaba Jaime.
También el abajo firmante.
El de dejar todo medio planchado
Y el de hablar con los muertos.
El segundo exige poderes de poeta.
Rubén Vélez, 1.10.2021
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