domingo, 28 de enero de 2024

Explorando el París de Samuel Beckett / William Triplett

 


Explorando el París de Samuel Beckett

William Triplett

Si alguna vez uno tiene la sensación de haberse metido en una obra de teatro absurda, supongo que lo más apropiado es que me ocurra lo que me ocurrió a mí en una tarde fría y lluviosa en París, el pasado diciembre, en el distrito 14 de la orilla izquierda, donde recorría el precioso paseo arbolado que divide los carriles de tráfico de la avenida René Coty, en busca de la Allée Samuel Beckett.

El Premio Nobel de Literatura, autor de "Esperando a Godot" y otras muchas obras que evocan un mundo escaso de sentido, pero lleno de desesperación y sufrimiento, vivió en la Ciudad de la Luz durante más de 50 años, hasta su muerte en 1989. Pero mucho antes de que la fama se apoderara de él, París había bautizado una callejuela -una allée- en honor al irlandés por su servicio en la resistencia durante la II Guerra Mundial.

Deseoso de ver lo que quedaba del París de Beckett, me empeñé en encontrar y recorrer este trozo de hormigón, por estrecho o pequeño que fuera, pero resultó ser tan enloquecedoramente escurridizo como la fama de su solitario tocayo. Sin embargo, sabía que estaba por aquí, probablemente en una calle lateral. Mi mapa Michelin, salvador de los perdidos y desorientados, así lo indicaba. Pero no muy claramente.

Volví al paseo, un poco descontento, y vi un pequeño cartel azul con letras blancas que decía: "Allée Samuel Beckett". El nombre del paseo. Con una espeluznante sensación de inutilidad, me había estado preocupando por no llegar a algún sitio en el que ya estaba, por no hacer algo que ya había hecho, por una razón que el propio Beckett probablemente habría dicho que, como la mayor parte de la vida, carecía de sentido... y entonces se habría reído.

Un paseo en el distrito 14 de París, que lleva el nombre de Beckett en honor a su servicio en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. (William Triplett para The Washington Post)

Desde que era niño he tenido la suerte de venir muchas veces a esta seductora ciudad, una de las mejores del mundo para pasear, y he visto buena parte de ella desde muchos ángulos. Pero nunca había seguido las huellas de un artista cuyo arte se forjó de alguna manera viviendo aquí.

Por ejemplo, el parque Montsouris. La alameda de Beckett, como descubrí, conduce a la entrada de este pequeño y agradable oasis de verdor, hoy lleno de familias y niños, donde el autor conoció a su contacto durante la guerra. Fuentes de la zona proporcionaban a Beckett información sobre los movimientos de las tropas nazis; él, que hablaba francés con fluidez, lo traducía todo al inglés y se lo pasaba a un agente conocido como Jimmy el Griego, que luego enviaba la información a Londres. Era un trabajo peligroso. Pero también le enseñó, según dijo más tarde, a escribir con economía.

Desde el parque me dirijo hacia el norte por la avenida René Coty, pasando por una larga sección de bodegas y patronatos, y giro hacia el oeste por la calle Rémy Dumoncel, donde encuentro Le Tiers Temps, una modesta residencia de ancianos con una fachada limpia. Beckett pasó aquí sus últimos días. Se te perdonaría que pasaras de largo y no te dieras cuenta.

Curiosamente, a unos 600 metros de distancia, un poco más arriba de la Avenue du Général Leclerc, en una calle sin salida llamada Villa Coeur de Vey, Beckett estuvo a punto de morir en 1938, mucho antes de hacerse un nombre. Una noche, mientras paseaba con unos amigos, un chulo apareció de la nada y lo apuñaló casi mortalmente.

Dejo Villa Coeur de Vey y sus edificios de apartamentos de poca altura, y vuelvo a la Avenue du Général Leclerc, serpenteando por una de las calles más antiguas de París. Me acerco a la plaza Denfert-Rochereau, donde, si uno lo desea, puede adentrarse en las Catacumbas de París, el osario subterráneo que alberga los huesos de unos 6 millones de almas. Al pasar por delante, me doy cuenta de que sería el lugar perfecto para una producción de la obra de Beckett titulada, bueno, "Obra", con tres personajes cuyas cabezas sobresalen de urnas funerarias.

Giro a la derecha por el Boulevard Saint-Jacques y recorro la corta distancia que me separa del edificio de apartamentos en el que Beckett vivió desde 1960 hasta que tuvo que trasladarse a la residencia de ancianos. Al igual que la residencia, el 38 Blvd. Saint-Jacques 38 es un edificio discreto que, de otro modo, pasaría de largo.

Y, curiosamente, no muy lejos se encuentra la Prison de la Santé y sus altos muros de piedra; el posible asesino de Beckett fue capturado y recluido aquí. Curioso por saber por qué el proxeneta le había clavado un cuchillo, Beckett se reunió con él tras recuperarse y le preguntó por qué. La respuesta, según "Condenados a la fama: The Life of Samuel Beckett", de James Knowlson: "No sé por qué, señor. Lo siento". Beckett no le vio sentido a presentar cargos.

Es una vuelta fácil hasta la Place Denfert-Rochereau, donde cojo el Boulevard Raspail y sigo hacia el norte hasta la última residencia de Beckett, el cementerio de Montparnasse. Se dice que declaró que la lápida de su tumba "podía ser de cualquier color mientras fuera gris". Aún no he encontrado una fuente que lo confirme, pero es sin duda el tipo de cosa que cabe esperar de un dramaturgo que, además de meter a los personajes en urnas, los entierra irónicamente hasta el pecho en tierra ("Días felices") o los hace vivir en cubos de basura ("Final de partida").

La lápida de Beckett, una elegante losa de piedra, es en efecto tan gris como una nube de lluvia. Su nombre y el de su esposa, Suzanne Déchevaux-Dumesnil, fallecida pocos meses antes que él, están grabados en ella. Aunque no es tan conocido como el cementerio más grande de París, el de Père Lachaise, Montparnasse tiene su cuota de famosos literatos, artistas e historiadores. El poeta Charles Baudelaire también está enterrado aquí, al igual que el filósofo y dramaturgo Jean-Paul Sartre y la escritora feminista Simone de Beauvoir, que mantuvieron una relación incómoda con Beckett. También se encuentran las tumbas del dramaturgo Eugène Ionesco, del ex militar Alfred Dreyfus (víctima del tristemente célebre caso Dreyfus) y de la crítica y ensayista Susan Sontag, entre otros.

Desde aquí, continúo hacia el norte por el Boulevard Raspail hasta su intersección con el Boulevard du Montparnasse, cruzando hacia el distrito 6, donde encuentro un grupo de cafés-restaurantes-bar -La Coupole, Le Select, Le Dôme y Le Falstaff- en los que Beckett pasaba horas bebiendo sobre todo vino blanco. También están a un paseo de mi hotel de la Rue de la Grande Chaumière, que reservé sin saber que Beckett había vivido brevemente en la misma calle: primero en un pequeño piso, y luego, unos 20 metros más allá, en el Hotel Liberia, ahora el Hôtel A La Villa Des Artistes.

Cerca de allí, en la esquina del Boulevard de Montparnasse y la Rue de Chevreuse, se encuentra Tschann Librairie, una librería literaria fundada por un matrimonio en 1929. Su hija, me cuenta el gerente, era una apasionada defensora de Beckett mucho antes de que el mundo -o incluso gran parte de París- quisiera comprar su obra.

Veo una estantería repleta de lo que parecen copias recién impresas de obras de teatro y novelas de Beckett de su editorial francesa de toda la vida, Les Éditions de Minuit. Beckett empezó a escribir en francés cuando descubrió que le ofrecía la oportunidad de escribir "sin estilo", como él decía. Encima de la librería hay una gran fotografía del propio Beckett -en tonos grises, por supuesto- que lanza una mirada adusta por encima de las cabezas de los clientes que hojean las páginas.

En una nueva mañana, me dirijo hacia el Boulevard Raspail y su mercado al aire libre, adentrándome en el distrito 6, famoso desde hace tiempo por su alta concentración de artistas e intelectuales. De hecho, atravieso la rue de Fleurus, donde Gertrude Stein y Alice B. Toklas tuvieron su célebre salón a principios del siglo XX. Mantengo mi rumbo hasta llegar al 38 Blvd. Raspail 38, donde el teatro occidental cambió profundamente en enero de 1953 con el estreno por el Théâtre de Babylone de "En Attendant Godot", su título original.

Unas puertas verdes dobles se abren a un patio, donde brotan plantas y pequeños árboles. El Babylone hace tiempo que desapareció, pero miro a ver cuál de los muchos negocios que hay ahora aquí podría estar utilizando el antiguo espacio del teatro. Una mujer que parece dirigirse al bulevar se detiene y me pregunta si puede ayudarme. Esta es una de las cosas que más me gustan de los viajes: Alguien que parece despistado con un mapa en la mano puede evocar la simpatía de gente que, de otro modo, tendría más sentido común que hablar con un extraño en una gran ciudad.

Le digo que busco un teatro que ya no existe e inmediatamente me dice: "¡Le Babylone!". Me dice que trabaja en el antiguo espacio de Babylone -ahora es la sede de una firma de diseño de moda, Maison Rabih Kayrouz- y se ofrece a llevarme dentro. Marie-Christine Violon, jefa de contabilidad y administración, según su tarjeta de visita, me conduce por unas escaleras hasta una zona diáfana llena de maniquíes, mesas, personas, telas y cintas métricas, por no hablar de los enormes ventanales que van del suelo al techo. Me dice que estamos en lo que antes era el escenario y me señala el lugar donde probablemente estaban los asientos.

 

Miro silenciosamente a mi alrededor, pensando que estoy en el lugar donde los actores representaron por primera vez un enigma sin precedentes, una obra sin argumento ni desarrollo de personajes, a veces con gran indignación. En su biografía de Beckett, Knowlson relata los gritos y silbidos del público, así como las peleas físicas entre partidarios y detractores de la obra.

De vuelta al exterior, me dirijo hacia el este, hacia la Rue de Rennes, por la que giro hacia el norte, con destino a algunos lugares clave del barrio de moda de Saint-Germain-des-Prés, todavía en la Sexta. Tomo algunas calles laterales, cada vez más estrechas, donde se multiplican las galerías de arte y las tiendas de moda. Finalmente, llego a la calle Bernard Palissy, una pequeña calle que, tras una modesta puerta rojo oscuro en el número 7, alberga Les Éditions de Minuit.

Desde aquí, sólo hay un corto paseo hasta la intersección del Boulevard Saint-Germain y dos de los cafés más famosos de la historia de la literatura: Les Deux Magots y, bastante cerca, el Café de Flore, ambos favoritos de Sartre, de Beauvoir, Albert Camus, Ernest Hemingway y muchos otros de su calaña. Les Deux está enfrente de la iglesia de Saint Germain des Prés, del siglo VI, cuyo interior ha sido rehabilitado recientemente de forma espectacular. Es una de las iglesias más antiguas de París y una de las últimas estructuras románicas de la ciudad.

A Beckett se le podía ver ocasionalmente por la zona, pero era más frecuente verle en el número 12 de la Rue de l'Odéon, antigua dirección de la famosa librería Shakespeare & Co. Situada ahora en la Rue de la Bûcherie, junto al Sena, la librería fue abierta originalmente por Sylvia Beach, que también publicó, cuando nadie más lo hacía, "Ulises", de James Joyce, el héroe de Beckett y otro escritor irlandés expatriado que vivía en París. La tienda es también el lugar donde Beckett conoció a Hemingway por única vez, ya que el corpulento estadounidense desestimó la obra de Joyce, que Beckett admiraba profundamente y emuló brevemente. El local, en otra calle encantadora, es ahora una tienda de ropa.

Más al sur, en la Rue de l'Odéon, se encuentra el Odéon-Théâtre de l'Europe, uno de los teatros más antiguos y prestigiosos de la ciudad y productor de obras de Beckett. Justo detrás del teatro, al acercarse al fabuloso Jardin du Luxembourg, encontrará el número 7 de la Rue Corneille. Hoy es un restaurante asiático, pero en 1930 era el Cochon de Lait, uno de sus locales favoritos -sobre todo porque era barato y Beckett estaba casi arruinado en aquella época-, donde escribió buena parte de su primer poema publicado, "Whoroscope".

Mantengo la dirección sur, ahora por la rue de Médicis, para retomar la rue Soufflot con el Panteón a la vista. Bajo su augusta cúpula descansan los restos de Voltaire, Rousseau y Victor Hugo, entre otros muchos leones de la cultura francesa. Mi destino, sin embargo, es la rue d'Ulm, donde se encuentra la École Normale Supérieure, lugar donde Beckett obtuvo su primer empleo (profesor) y su primera vivienda en París a su llegada en 1928. Me interesa sobre todo ver las verjas de hierro de la entrada de la escuela, de unos seis metros de altura. Durante su estancia allí, Beckett tuvo que escalarlas con frecuencia después de una noche en la ciudad bebiendo más allá de la hora de cierre.

Quedan otros dos sitios en mi lista. Uno, en el distrito 14, es la segunda residencia de Beckett en la ciudad (de 1938 a 1959, aproximadamente), en el número 6 de la Rue des Favorites. Había regresado a Irlanda tras abandonar la École Normale Supérieure en 1930. Pero, con el tiempo, el deterioro de la relación con su madre y su país le hizo regresar definitivamente a París.

Justo al lado de la concurrida Rue de Vaugirard, el número 6 de la Rue des Favorites parece una ruina fantasmal. Sólo queda la silueta de un "6" en la mugrienta pared sobre el portal; los cubos de basura esperan a ser vaciados; y un aparcamiento abandonado al otro lado de la calle parece que vaya a derrumbarse en cualquier momento. Beckett escribió algunas de sus obras más célebres e hilarantemente sombrías mientras vivía aquí: "La última cinta de Krapp", "Molloy" y "Malone muere", así como "Final de partida" y "Godot".

Mi destino final está justo al norte, en el distrito 7, al que se llega a través de una sucesión de grandes bulevares que comienzan en la Rue de Vaugirard y terminan en la Avenue Bosquet. Así se pasa por Les Invalides, donde se puede saludar a los restos de Napoleón. Cerca de la avenida Bosquet se encuentra 2 Square de Robiac, donde Joyce y su familia vivieron de 1925 a 1931. Cuando no daba clases en la École Normale Supérieure, Beckett pasaba horas con Joyce ayudándole en la investigación de su última novela, entonces en curso, "Finnegans Wake". Beckett y Joyce también daban largos paseos juntos por la Avenue Bosquet hasta Quai Branly, a orillas del Sena, con la Torre Eiffel asomando en lo alto.

Beckett había llegado a París sin planes de convertirse en escritor, pero tras haber pasado tanto tiempo con Joyce y haber descubierto la proliferación de pequeñas prensas y revistas en la ciudad, se sintió inspirado para tomar la pluma y el papel justo antes de marcharse. Como era de esperar, Beckett se refirió a su primer tramo en París, 1928-30, como "los años de Joyce".

Desde 1937 hasta su muerte, sin embargo, fueron los años de Beckett, y París fue su hogar. Según todos los indicios, aquí se sentía como en casa, pero sospecho que a su manera inimitable. En su novela "Molloy", el personaje del título dice: "Porque en mí siempre ha habido dos tontos, entre otros, uno que no pide nada mejor que quedarse donde está y otro que imagina que la vida podría ser un poco menos horrible un poco más allá".

 Traducción de B. Rojas para Neonadaismo (The Washington Post /enero 2002)

 

SOBRE LA JUSTICIA / Darío Ruiz Gómez

 


SOBRE LA JUSTICIA

Darío Ruiz Gómez

 

Cada día que pasa se descubre un nuevo horror de parte de la Alcaldía  de Quintero y en renglones de la administración que creíamos serian intocables para un grupo de supuestos adolescentes , que bajo el modelo del partido Podemos de España con el cual mantuvieron un permanente y estrecho intercambio;  pareció que iban a encargarse de la tarea de renovar la anquilosada y desacreditada izquierda terminando no por atacar la miseria y la explotación de los llamados oprimidos a nombre de los cuales peroraron desaforadamente en las universidades y en las plazas públicas  sino convertidos en una burocracia paranoica radical, sin relación alguna con la problemática que iban a enfrentar. De buenas intenciones está empedrado el infierno. Estos muchachos y muchachas surgidos de la nada, indicaron este propósito renovador desde el cual la idea de ciudad democrática se justifica, pero los días fueron pasando y el fervor y el entusiasmo revolucionario se fueron apagando rápidamente y no sus viajes viaticados generosamente al exterior ni sus exigencias de vehículos lujosos, ni su derecho a estar siempre en una eterna francachela bajo el lema de que “lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta”. El dicho popular logra describir objetivamente las reacciones de esta inesperada burocracia que llegada al poder fue embriagada totalmente por éste al encontrarse de buenas a primeras con un sueño de vida que solamente acontece en las películas.

Pero también ha quedado en claro que la realidad social exige un compromiso radical al gobernante que no puede enfrentar sin un  estudio permanente  de la realidad urbana: la movilidad, el avance de la tugurización, el poder de las organizaciones criminales, las expropiaciones y desplazamientos de población mediante la violencia con fines de especulación urbana, y un aspecto claro, la cultura de la ciudad y su conexión con el mundo para no caer en el degradante provincianismo en que hemos venido cayendo; la importancia entonces, del Evento cultural de una ciudad al olvidar la tarea de integración con el mundo y la promoción constante de nuestros talentos en todo orden. La tarea decisiva de los trabajos de extensión cultural en la misión de ahondar la voluntad cívica y crítica necesaria para la interrelación social. Quintero bajo razones de demagogia populachera con fines electoreros abandono la alcaldía: ¿Qué significa entonces por un lado el haber abandonado su tarea de gobernar más allá de un abuso de poder?  Abandonar la responsabilidad de gobernar una ciudad sin haber elevado ningún estándar de calidad -de salud, educación, movilidad, belleza urbana, etc-, constituye un delito moral de tanto alcance que no puede reducirse a las sanciones previstas y clasificadas por la justicia ordinaria.

No puedo referirme a un culpable o a unos inculpados de delitos contra la comunidad sin haber sopesado lo que esa agresión supone en la realidad cotidiana como por ejemplo los asesinatos en atracos por negligencia de las autoridades, lo que significa el estupor de una familia ante los asesinatos selectivos por el no pago de vacunas, pero también los muertos en accidentes por el no mantenimiento de las vías y malas señalizaciones, la desaparición de las escuelas. ¿Qué ha supuesto lo que se ha llamado la banalización de la justicia en este sentido cuando se juzga a un gobernante únicamente bajo parámetros políticos, olvidando que debe ser juzgado por los daños y ofensas que ha causado a la ciudadanía? Esta es, recordemos de nuevo, la gran lección de la Justicia Universal hasta hoy donde un delito municipal puede ser elevado a un delito contra la humanidad.  El mal que se le ha hecho en estos últimos cuatro años a Medellín por parte de seres racionales, exige una sanción de la justicia proporcional a los daños intangibles causados a la sociedad.

 

 

viernes, 26 de enero de 2024

REMEMBRANZAS DE LA PANDEMIA / Efraín Alzate S

 

Danton, Wiesław Wałkuski

 

REMEMBRANZAS DE LA PANDEMIA

 Efraín Alzate S

“El diccionario de la RAE define el confinamiento como acción y efecto de confinar. Este verbo hace referencia a recluir a alguien dentro de límites o a desterrarlo a una residencia obligatoria La palabra confinamiento es utilizada comúnmente para describir la acción de confinar; sirve además para referirse al hecho de recluir o encerrar a alguien en un sitio, apartándolo de su libertad. En el aspecto judicial implica una sanción decretada por un tribunal, que es quien establece el tiempo que debe permanecer una persona confinada en un sitio estipulado para ello”. Diccionario de la RAE Por mi condición de vida como personaje citadino en la terrible pandemia, extrañé la ciudad que me cohibieron al recluirme en casa por asuntos que a decir del gobierno eran para preservar la vida de los ciudadanos. Estoy seguro de que recorro la ciudad para encontrarme en ella, me busco a mí mismo en sus laberintos y cotidianidades, o quizá trato de encontrar respuestas a inquietudes que llevo en mí como ciudadano, aunque lo que surgen son nuevas preguntas. Ítalo Calvino al respecto dijo: “De una ciudad no disfrutas las siete o setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya. Disfruto la ciudad recorriéndola por sus calles, carreras, centros comerciales, catedrales y demás A veces creo conocer la ciudad, no tengo lugares que me atemorizan al recorrerla. Sigo atentamente a los vendedores ambulantes, las prostitutas del raudal y la Veracruz, los maricas notorios de los alrededores de la catedral metropolitana, los cambalacheros y vendedores de cachivaches del viaducto, los artistas de la calle, los pillongos de la bolita, los gringos y gringas de pies largos y pálidos mascando chicle mientras los guías turísticos de la alcaldía con actitud sumisa les muestran las estatuas de Botero; extrañé y de qué manera en el encierro viral, las marchas y la protesta social a las que ya estoy habituado, como ciudadano inconforme con estos gobiernos que desde hace 200 años vienen haciendo de los colombianos una sociedad abrumada en la pobreza y en la injustica social. Pero además desde esa terrible reclusión obligada extrañé la Universidad, sus contradicciones, los debates académicos al ritmo de un café, las miradas temerosas de quienes ven amenazada en cada pasillo su trinchera laboral, los profesores apresurados con sus exámenes confusos para contar los perdedores, o aquellos que se perciben dialogantes con los párvulos para animarles en el logro feliz de los saberes; extrañé de manera muy especial las empleadas del aseo, los guardias de seguridad, los trabajadores de las cafeterías y fotocopiadoras y los empleados de oficios varios en quienes tengo mis mayores afectos. Extrañé, además, las secretarias y auxiliares con sus uniformes recién planchados y con su sonrisa bien maquillada; se extrañó también, al rector y demás jefes de alto rango, otros de baja estatura con sus corbatas de colores, o con las togas graduándose en cada programa en repetidas ocasiones al lado de los que culminan un programa.

Siempre me he preguntado por este simbolismo que a veces no logro entender. Pienso que debiera existir un chaleco institucional para los directivos con los colores distintivos de esta, y se vería mejor la presencia simbólica de ellos en ceremonias de grados. Extrañé también del trasegar cotidiano los y las jefes que pasan con sigilo husmeando por los corredores pisando duro con sus zapatos de tacón alto, como si llevaran herraduras sonoras a ritmo marcial militar. Hoy recordando el encierro por la atroz pandemia, creo con mayor firmeza que la sabiduría, la inteligencia y la sencillez son el auténtico vestuario para asistir a fiestas, halagos, galardones, ceremonias y demás cotidianidades de la vida. De nada sirve atuendos estrambóticos y vistosos para mostrar autoridad cuando lo que se percibe a simple vista es la poca cercanía con el ser humano, lo que es de por si una absoluta falta de inteligencia y sabiduría. “Le Voubier nos decía: “la modestia es el complemento de la sabiduría” Quizá por estas percepciones un tanto desabrochadas merezca la hoguera, o que se me tilde de profano. O sencillo, ni lean este texto. (Fontenelle, 1800). No fui ajeno a los sofocantes atuendos en diferentes eventos a los que era necesario llegar de corbata y bien perfumado, para poder estar a la altura de los que manejan el poder. En una lectura a Paul Taborì, “historia de la estupidez humana” leí algo sobre la extraña costumbre en la sociedad al confundir la inteligencia y la autoridad con la calidad del atuendo que se lleva puesto. Me fui desprendiendo lentamente de esos incomodos atavíos que asfixian e impiden la movilidad corporal y la clara expresión de las palabras. Aun así, no queda duda que al final lo que extrañamos en la pandemia, fue la universidad de estatus de poder en donde hoy se asiste más a trabajar y menos a pensar. La mayoría de las veces nos la pasamos juzgando y prejuzgando sobre los que representan la autoridad y la forma de actuar de los gobernados. Es posible que esta obsesión sea una cercanía con la condición de esclavo que llevamos inmerso en nuestro ser. En mi caso he sido un permanente crítico de los que gobiernan en el Estado y en las demás instituciones. Quizá desde esta percepción radical, no me he dado cuenta del esclavo que habita en mí. Hegel, pensador de la filosofía de la historia nos advertía: “estar obsesionado en la diferencia es ser esclavo; ser libre respecto a la diferencia es ser amo”. Pero, en la tarde de la vida es complejo desautorizar lo que hemos hecho y vivido; por ello ya no se entenderían posturas serviles y silenciosas; no queda duda que con la pandemia logró el capitalismo el silencio que quería en su afán por posesionarse de nuevo en el mundo. Además, se franqueó el camino para el regreso y afianzamiento a “la Universidad condicionada y plana”; el primer logro del Coronavirus, fue el silenciamiento de los movimientos sociales y el posicionamiento de la banca privada.

Basta con recordar las piruetas del gobierno de Duque en Colombia en su protección a los gremios económicos y a los dueños de los bancos, para saber que lo que se viene es la catástrofe para los más pobres. Los que no arrasó la pandemia los arrasará la pobreza y la miseria motivada por el capitalismo depredador y atroz que se posesionó de todo aprovechando el miedo que nos legó el Covid 19 Al respecto el siempre vigente K Marx pensador de la lucha de clases, nos lo dijo en el capital: “El capitalismo tiende a destruir a sus dos fuentes de riqueza; la naturaleza y los seres humanos. En este sentido, no puede extrañarnos a lo que en adelante concurriremos en la Universidad del post-covid ahora con más fuerza mediante medidas calculadas del Estado para la Educación Superior. Seguiremos viendo pasar las horas y los días en discusiones banales sobre acreditaciones, llenando cuadros y diagnósticos de cosas que se hacen, pero no de trasformaciones que se logran. Esto no le importa al Estado y la abruma en cuadriculas acabando su autonomía para obstaculizar su histórica razón de ser. De las banderas enarboladas a nivel del mundo por una Universidad con autonomía y sin condición la pandemia nos dejó una Universidad intimidada. La Universidad sin condición no existe ni existirá “Esta universidad sin condición no existe, de hecho, como demasiado bien sabemos. Pero, en principio y de acuerdo con su vocación declarada, en virtud de su esencia profesada, ésta debería seguir siendo un último lugar de resistencia critica”. (Derrida, 2010) Aun así, en medio de este pesimismo motivado en parte por el encierro y el encuentro conmigo mismo al lado de algunos libros mientras la amiga de silencios “Juana mi gata” me miraba, volví con mi pensamiento a los pasillos de la Universidad en donde he pasado la mayor parte de mi vida en debates, controversias y construcciones pedagógicas. En la pandemia, las paredes de la casa me hicieron recluso en cárcel cómoda en la que iba venía pasando las horas, los minutos, los segundos unas veces sentado en el sillón abordando alguna lectura, comiendo un helado o merodeando con bulimia lo que quedaba de mercado. En este sentido, ya lo dijo juan Villorro en la parábola del pan: “La mitad de nuestra existencia es imaginaria: el sabor del pan depende de la libertad” Quizá es mucho mejor un buen café al lado de compañeros y amigos con quienes se puede al menos sonreír mientras se conspira o se narran picardías cotidianas. (Villorro, 2020) Soy de la vieja guardia, aterricé en las nuevas tecnologías como avión que pierde su tren de aterrizaje. Aun así, lideré y lidero hoy algunas acciones en la Universidad con programas que tienen que ver con manejo oportuno y adecuado de las metodologías flexibles movilizadas desde las nuevas tecnologías. De igual manera lideré la creación del departamento de idiomas y de la primera sala de informática con aparatos para el ejercicio con la segunda lengua. Aun así, no soy bilingüe, pero en su momento y hoy más que nunca creo que es necesario el acercamiento a la segunda lengua para todos los programas que ofrece una universidad.

En la pandemia culminé el proceso y me gradué como Magister en Educación en la Universidad Católica de Oriente, lugar que me indicó caminos para desaprender y escuchar nuevas ideas en el campo de la educación. Por mis gruesos años llegué a creer que todo estaba dicho y que muy poco había por aprender sentado juiciosamente en pupitres cotidianos. El humanismo de los docentes y la convicción en sus saberes me llevaron a declinar mi postura soberbia frente al conocimiento. Nunca es tarde para aprender y remover las malezas que han crecido en nuestra vida y que nos impiden acercarnos a nuevos saberes. Por ello me inscribí además en un “Centro de Idiomas”, para intentar quitar las taras y prevenciones que se tienen frente a la dificultad que uno por los ya abultados años de vida tiene para llegar a tatarear algunas palabras en otro idioma. El mayor problema lo noté cuando los técnicos y expertos en inglés, tienen la convicción de que este es una ciencia. Siempre he sostenido y sostendré que más allá de la importancia que el inglés tiene a nivel universal, no deja de ser mas que una herramienta lingüística que afianza el colonialismo universal. Y lo mas grave en estos casos es que los docentes que llegan a los centros de idiomas no aplican las mas mínimas herramientas pedagógicas para que el aprendiz se atreva al menos a incursionar a la cultura de una segunda lengua. La globalización ha llevado a la necesidad de estos aprendizajes, por ello las carreras de pregrado y posgrado tienen en su proyecto académico niveles estructurados de inglés. Pero no lo han hecho desde herramientas didácticas y pedagógicas sino a partir de exámenes estandarizados que terminan fastidiando al estudiante y en muchos casos llevándolos a desertar de sus carreras. Todas las universidades deben revisar el horizonte de sus centros de idiomas, teniendo en cuenta que un estudiante se matricula a una carrera profesional y no para ser bilingüe. A lo que deben apuntar a partir de los niveles que se exigen, es a crear las bases motivacionales hacia una cultura de la segunda lengua, ya cada profesional tomará la decisión en su momento para buscar el lugar adecuado y estudiar el idioma que quiere conforme a los proyectos de vida que surgieron después de su formación profesional. En este sentido, el confinamiento me llevó a asumir algunos retos de Vida. Pero ante todo lo digo con franqueza: “el pandémico encierro me llevó a descubrirme en el tipo de persona que soy”. Prometí en medio del encierro y después de superar el Covid, que sería mejor ser humano en cada faceta de lo que queda de mi precaria vida, si una vez superada la pandemia no quedaba en el inventario de los que se fueron. En ello ando, buscando reinventarme para vivir con soltura los últimos días de mi vida, más allá de cotidianidades burocráticas.

 

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Bibliografía:

 Diccionario de la RAE 
Fontenelle, Bernard Bouyer (1800) Entretiens sur la pluralité des mondes: augmentés des Dialogues des morts, Lyon, Leroy 
Derrida, Jacques (2010) Universidad sin condición, trad. Cristina de Peretti y Paco Vidarte, Madrid, Trotta 
Freire, Paul. (1997). Pedagogía de la Autonomía. México DF: Siglo XXI 
UNAULA (2020) Centro de Idiomas, Medellín, Universidad Autónoma Latinoamericana, consultado en: https://www.unaula.edu.co/centro_idiomas 
Villoro, Juan (2020) Parábola del pan, México, Reforma, consultado en: https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=https://www.reforma.com/parabola-del-pan-2020-04-24/op178741?referer=--7d616165662f3a3a6262623b727a7a7279703b767a783a

Cioran: Ventana a la nada / Fragmentos /

 

Cioran


 Cioran: Ventana a la nada   / Fragmentos / 


La imbécil basa su existencia en lo que es. No ha descubierto lo posible, esa ventana a la Nada...

La imbecilidad es el arraigo supremo, innato, una indistinción de la naturaleza, y se vanagloria de los peligros que ignora. Puesto que no hay nadie menos oprimido que el imbécil, y la opresión es señal de un destino alejado de la indolencia y del anonimato de la felicidad.

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Los celosos sufren de un exceso de imaginación. Se complacen en lo que no ven. Los celos no son más que el tormento de los sentidos en lo invisible. Nada los perturba más que la certeza. Un celoso absolutamente seguro de no ser engañado no puede amar, porque no podría hacer nada sin la tortura de lo probable. En una época de suplicios en la que la tentación de la mujer no definiera su aliento, sería un mártir. Hay en los celos un deseo [dor]1 de sufrir a toda costa.

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El más mínimo pensamiento presente en el seno de la sexualidad refleja insinceridad. Las mujeres saben muy bien por qué sienten horror por los filósofos...

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La mayoría de la gente cuya boca se deprava ocultaasí la vergüenza que siente al decir: corazón. Chapotea en la pornografía por exceso de pudor. He encontrado más lágrimas entre los cínicos que entre aquellos que tienen el deseo en los labios.

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Solo he tenido tiempo para las decepciones. Lo que no tenía que ver con ellas me parecía ofrecer un respiro insultante para el sudor de los mortales. Cuando hacer algo —hacer cualquier cosa— es una fuente de angustia, la amargura se convierte en la justificación de tu ausencia.

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Solo he conocido una pródiga e insistente languidez [dor] por las mujeres y por la nada.

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Me he tomado la muerte en serio. Me he impuesto sobre ella.

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Nuestra incapacidad para aullar hace de nosotros unos asesinos virtuales.

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No hay nada, en todo aquello que le sucede a la gente, que merezca ser elevado al rango de concepto. En todas partes no son más que cosas de los sentidos...,pero que se redimen en su locura. La intensidad es laúnica excusa de esta vida efímera.

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Caminando por la calle, a menudo me hago preguntas sobre el esfuerzo cultural que priva a los mortales de los escupitajos de asco o de piedad que inspiran, y me pregunto si la sinceridad tiene un enemigo mayor que la urbanidad...

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Esas banales melodías que transforman el último elemento de nuestra sangre en símbolo de lágrimas, y ciudades costrosas en Venecias, e intoxican nuestro aliento con su irrealidad...

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Fuera del amor y del sufrimiento, el universo parece un triste marco forjado por la imaginación de algún topo.

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Ninguna palabra bajo el sol está a la altura del alma.Y cuando falta la clave de la locura sonora, se encuentra en el pesar [dor] de las lágrimas un consuelo a esa impotencia lingüística.

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Lo sublime lo pierde todo cuando es expresado. No

tiene estilo. Trasladados a la palabra humana, los últimos paisajes de la naturaleza o del corazón se asemejan a desastres de mal gusto, o bien a terribles bobadas. La perfección excluye cualquier susurro.

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El encanto de la música  nos colma porque esta flota por encima de la bajeza de las existencias controladas. Escapa tanto al ser como al no ser. Es el único arte que tiene que ver no con lo que existe, sino con nuestro devenir en lo irreal.

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Esas horas que pasas consumido por el ardiente remordimiento de no haber encontrado un lugar donde morir, de haber arruinado tu final por pereza... Son las horas del amor.

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Entre todas las fórmulas de la salvación y yo se interpone un alma que está tan empapada de nada como de existencia.

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La muerte es la prolongación —sin conciencia— de un implacable insomnio..., una vigilia eterna fuera del espíritu.

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El amor es la demencia de las fosas nasales. Ese efímero aroma de carne y de putrefacción... Pero sin él, respirar sería una depravación indecible.

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Las mujeres me han inspirado más la sensación de mi desaparición que todos los cementerios de la Tierra. Si no, no habría multiplicado los argumentos para excusar a esa criatura accidental, contra la evidencia del vacío.

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El hombre se salvaría si las lágrimas sobrevivieran a los ojos. Pero de Níobe y de Hécuba no hemos hecho más que estatuas. Las mayores compasiones solo duran lo que dura un monumento.

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No habría sacrificado tanto tiempo al amor si no hubiera visto en él la prueba más solemne y más inútil que existe bajo el sol. Desde el encuentro de Adán con Eva, la cadena de la vanidad suma un eslabón con cada desesperación.

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Cada mañana, mis ojos se abren con más curiosidad que el primer día de la Creación del mundo y con más indiferencia que el día de su Finalización.

...

Cioran emplea aquí el término «dor», sin equivalente en francés pero que a menudo se compara (lo hizo Cioran) con la saudade portuguesa o bien con la Sehnsucht alemana: está emparentado con «el deseo doloroso, con el duelo, con la tristeza, con la melancolía, con la nostalgia, con la languidez, con la morriña, con el estado afectivo del deseo erótico, con el dolor interior» (según Anca Vasiliu en el Vocabulaire européen des philosophies, Seuil / Le Robert, París, 2004, pág. 326). Cioran le consagró un artículo publicado en 1943: «Le “dor” ou la nostalgie» (en Œuvres, Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, París,

2011, págs. 1259-1263). (Todas las notas corresponden a la edición original francesa.)

martes, 23 de enero de 2024

LO QUE DEJASTE SIN HACER / Darío Ruiz Gómez

 



LO QUE DEJASTE SIN HACER

Darío Ruiz Gómez

 A  un Alcalde  se le atribuye  dar  la desdichada respuesta cuando llegó a la Alcaldía de Medellín rodeado de un destacado grupo de jóvenes profesionales que propusieron un modelo nuevo de ciudad con su plan de bibliotecas barriales, sus replanteamientos paisajísticos del espacio público,  la defensa del peatón como protagonista principal en el camino hacia la construcción de una ciudad más humana, con una más intensa integración de los barrios propiciando recorridos para convertir la inter relación social en una realidad fundamental,  cuando  dijo refiriéndose a algunos proyectos como el de la Avenida la Playa que el Arquitecto Laureano Forero había felizmente intervenido, que no lo completaría “Porque ese proyecto no es mío” Actitud que  permitió que algunos observadores políticos  recabaran sobre lo que había venido sucediendo en la ciudad donde cada Alcalde hacía borrón y cuenta nueva de lo que habían hecho o habían dejado sin terminar  las anteriores  Alcaldías  para, en un gesto adánico,  estar  siempre comenzando de nuevo. Sorprendido por su nombramiento Fico en su primera Alcaldía recurrió como es natural a gentes de su confianza que no siempre estuvieron respaldados por una experiencia necesaria en lo referente a las distintas problemáticas urbanas como el eterno rescate del Centro, el metro de la 80 y la culminación de una obra decisiva como Parques del Río. “Fue –dijo un comentarista- el único Alcalde que no terminó lo que había comenzado” Lo cual no constituye recriminación alguna pues muchos  proyectos urbanos son pensados a futuro  si ese futuro está respaldado por la viabilidad técnica y económica  del proyecto y el respaldo de la comunidad  y no por los contratistas. Ahora Fico se encuentra ante una ciudad que durante cuatro años de gobierno populista y con un gabinete de vivos oportunistas dejó  a la ciudad, abandonada a su suerte tal como lo he venido comprobando en sucesivos recorridos: la  espléndida intervención de Nano desapareció por completo y hoy a un cúmulo de basuras, a un quiebre de los bordes sigue  la afrenta de  cuerpos de  mendigos muriéndose de hambre. Lo que fue una avenida emblemática en la continuidad de los recorridos gracias a un gran diseño es ahora una calle de Calcuta no por casualidad sino por la acción de un desgobierno fríamente calculado por burócratas resentidos. El proyecto de normalizar el flujo de gentes de los barrios altos con la Playa quedó en el aire gracias a esa insultante decisión de “Esto no lo hice yo” que en el caso de Quintero fue un desafiante “no me da la gana de hacerlo”

Contratar una obra urbana sin antes prever su diseño para no impactar negativamente a las Comunidades impidiendo una condenable fractura de la malla urbana, el desplazamiento inicuo de vecinos ¿Para qué entonces existen los planes de ordenamiento territorial, sino para dar paso a  una idea de ciudad que debe nacer de la lectura precisa de lo existente? ¿No es necesario replantear la función de los Planes Parciales? Partir de una falsificada idea del “Medellín de ayer” es abocarse a un fracaso insultante ya que tal como lo puede uno observar las invasiones se han expandido escandalosamente en las laderas, los antiguos bordes han sido sobrepasados, han surgido nuevas economías y nuevas centralidades, nuevos grupos de cultura urbana que la Oficina de Planeación debe reconocer y ordenar  ahora que ya la gentrificación de barrios como Manrique, Aranjuez, Belén es un hecho. Y en estas instancias lo escandaloso es que el deprimido de la Avenida Oriental siga a oscuras y las salidas de Medellín hacia el Sur y hacia el Norte sean cada vez un problema que se acrecienta y que no se resuelve gracias a un oscuro contratismo y al olvido de las tareas del Área Metropolitana.

 

Bernardo Angel / Manifiesto a todos los actores

 

Bernardo Ángel










martes, 16 de enero de 2024

NOCHE EN PRAGA Jana Putrle Srdić

 


NOCHE EN PRAGA

Jana Putrle Srdić

 

 Ciertamente cayó nieve

a través del velo dorado de la luz

los copos retirados 

silbando en la plaza

el silencio de una gran ciudad

crea intimidad entre desconocidos

nadie te ve cuando 

haces el amor sobre las baldosas rojas del metro

y si consigues detener la constante 

de unos cuantos praguenses al otro lado de la plaza,

si haces sonreír a las vendedoras

de amor en las esquinas,

si en los pliegues de cada casa pones besos,

le das la espalda y dejas 

manos cálidas para acariciarla

desnúdala

y si a veces cuando vuelves lo haces

intercambiar algunas miradas con todos los pasajeros

con todas las frentes arrugadas compradas a las cinco

entonces tal vez

sabes lo suficiente

para ser un extranjero