viernes, 27 de diciembre de 2019

El Mono Rivillas, un bandolero muy reconocido /Orlando Ramírez-casas (Orcasas)





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El Mono Rivillas, un bandolero muy reconocido 

Orlando Ramírez-casas (Orcasas)

En Medellín la palabra teatro se aplica no sólo para las salas donde se hacen representaciones teatrales, sino para los cinematógrafos donde se proyectan películas sobre un telón. Frecuentemente los auditorios dotados de silletería y escenario se usaron indistintamente para uno u otro fin.
Tengo la idea”, me dijo Víctor Bustamante, “de hacer algo sobre los viejos teatros de Medellín: el Circo España, el Teatro Bolívar, el Teatro Junín”. Conozco el estilo de Bustamante de registrar con su cámara las fachadas y entrevistar a testigos de los acontecimientos, por lo que le dejé ver mi escepticismo porque las fachadas de esos lugares ya no existen y de los testigos debe quedar muy poco, si hablamos por ejemplo del Circo España. No caí en la cuenta en ese momento de que tenía a dos testigos detrás de la oreja, como se dice.
Contraviniendo las técnicas de la entrevista, empezaré por transgredirlas hablando de mí vida.

Nací en octubre de 1945. Cuando se casó con Delio Ramírez, mi padre, mi madre Elena Casas era una joven de 19 años que vivía con su madre Valentina Restrepo y con su hermana Gabriela. Huérfana de padre, era Elena la menor de la familia, y mi abuela y mi tía los convencieron de que se quedaran a vivir con ellas. Nueve meses después nací yo.
Gabriela, nacida en 1918, trabajaba como obrera en la fábrica de textiles Coltejer donde Jesús Amador “El Mono” Rivillas Muñoz, de su misma edad, era mecánico de telares. Se hicieron novios, y en 1950 se casaron. Llevan 66 años de casados y este año están cumpliendo 98 años de vida. Según parece, van a llegar a los 100.
El Mono Rivillas es músico. Todavía se reúne con amigos para tocar la lira o bandola él, acompañado de un tiple y una guitarra. Por los días de mi niñez él pertenecía a la Estudiantina de Coltejer, y hacían presentaciones en veladas o audiciones que el Sindicato de Trabajadores celebraba en un salón contiguo al Comisariato o almacén del barrio Buenos Aires donde la fábrica propiciaba la venta de mercado a bajo precio para sus trabajadores, y donde la Cooperativa y el Sindicato programaban eventos para mejorar su calidad de vida. En ese salón se presentó mi primer contacto con el teatro, cuando me llevaban a las presentaciones de sainetes en que actuaban algunos de los trabajadores. Hablo de los comienzos de la década de los años cincuenta.
Puedo decir que mi contacto con la música ocurrió nueve meses antes de nacer, por la circunstancia de que la nueva pareja compuesta por mis padres dormía en la primera alcoba de la casa, y mi abuela y mi tía dormían en la segunda. Cuando se sentían guitarras templar en la acera de la entrada, y toses, y cuchicheos, el incipiente feto que yo era ya sabía que venía una serenata. Era un hecho de común ocurrencia en casa. El Mono Rivillas tenía una canción preferida que era como el himno de la pareja de novios. Las serenatas siempre empezaban con “Brisas del Pamplonita”, el bambuco con el que el palmisalazareño Elías Mauricio Soto rendía homenaje a su río del departamento de Norte de Santander, con la letra de Roberto Irwin: “Ay, ay, ay. Si las ondas del río /remediaran las penas del corazón; /te contarían, luz de mi vida, /los amargos pesares de mi pasión…”. Escuchémoslo en la versión del ensamble vocal A Tempo, del Quindío:


Aunque me gusta la música y tengo lo que llaman apreciación musical, no soy músico intérprete ni tengo buena voz para cantar. Dice mi tía Gabriela que la primera canción que me oyó cantar cuando apenas empezaba a balbucear fue “Ay, ay, ay, quío. Ay, ay, ay, quío”. No hay que hacer un esfuerzo de la imaginación para saber lo que ese balbuceo representa. A la influencia del Mono Rivillas debo, pues, mi amor por la música de cuerdas.
Años después, cuando ya estaban casados y yo era un niño que hacía la primera comunión, el Mono Rivillas me llevó a presenciar la primera zarzuela en el Teatro Junín. Fue la zarzuela Los Gavilanes, del maestro Jacinto Guerrero. También me llevó a ver a Luisa Fernanda, de Federico Moreno Torroba. Desde entonces me viene el amor por la zarzuela. ¿Cómo olvidar los pesebres que para navidad fabricaba y armaba El Mono Rivillas, y cómo olvidar los ensayos y presentaciones de las tandas de villancicos con sus compañeros de estudiantina durante mis años de niñez y adolescencia?
Los dos entrevistados vienen a ser entonces no sólo dos testigos de los teatros de Medellín de mediados de siglo y anteriores, sino dos personas muy de mis afectos que a sus casi cien años siguen viendo a este hombre de setenta y uno como si fuera el niño que acompañó sus amores midiseculares. ¡Ah, me olvidaba! Fue también el Mono Rivillas el que compró la revista de Selecciones del Readers Digest en español desde su primer número en diciembre de 1940, y quien aprendió a encuadernar para empastarla en tomos cada seis meses con el lomo marcado cronológicamente. Tan pronto aprendí a leer, en sus páginas viví paso a paso los entretelones de la segunda guerra mundial desde el punto de vista de los Aliados. Y después compró el Mono Rivillas la colección, uno a uno, de los libros de algo así como la Biblioteca Básica Salvat de Autores Colombianos que patrocinaba el Ministerio de Cultura de la época. Cada mes esperaba con ansiedad la publicación del nuevo libro y creo que aunque el Mono los disfrutaba, más disfrutaba de ver mi propio disfrute. Tal vez fuera consciente de que estaba moldeando la cultura de un nuevo ser. La lectura es, por lo tanto, otra de las cosas de mi vida que tienen mucho que agradecer al Mono Rivillas.
Tal vez se hiciera demasiado largo transcribir la entrevista que le hicimos, y que ustedes podrán ver en el video donde el Mono Rivillas y mi tía Gabriela rememoran sus recuerdos de lo que fueron el Circo España, el Teatro Bolívar, y el Teatro Junín. De cómo se lamenta el Mono de que su hermano Rafael no esté ya vivo “porque él sí que se acordaría de muchas cosas y tendría mucho que contar”. De cuando me llevó al Teatro Junín a ver la película “El último cuplé”, con Sarita Montiel, que fue patrocinada por Coltejer con un bien editado cancionero con las letras de las interpretaciones en esa película. De cuando estuvo viendo vitrinas al lado de una dama entrada en años que resultó ser ¡Libertad Lamarque! De cuando fue al Teatro Granada a ver una película protagonizada por Pedro Vargas, con programa de variedades en el intermedio que incluía al propio cantante interpretando alguno de sus temas, y para la segunda parte de la película el cantante descendió del escenario y se sentó a su lado para verla “porque trabajé en ella, pero no la he visto”. Para lo que ha vivido en estos casi cien años, son muchas las cosas que el Mono Rivillas guarda en el corazón y en la cabeza, a pesar de las limitaciones de tratar de recordar “aquella compañía antioqueña de óperas, zarzuelas, y operetas que dirigía un italiano que no me he podido acordar del nombre, pero no era ni Mascheroni ni Matza sino otro. Es que ya la memoria no me ayuda”.

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LA DESTRUCCIÓN DE LA EJEMPLARIDAD / Darío Ruiz Gómez


LA DESTRUCCIÓN DE LA EJEMPLARIDAD
Darío Ruiz Gómez
La construcción de una vida en común basada en el pluralismo  debió ser la  tarea  inmediata que  las FARC  debió  empezar  una vez iniciado el Postconflicto, igualmente  la tarea  a cumplir  por la llamada clase política , considerando a ésta  como  representativa de la pluralidad de etnias, de regiones y de subregiones  que componen el país real, tal como históricamente  lo hizo la llamada renovación  en marcha del año 39  incorporando  las culturas regionales, al derecho a la educación pública y al nacimiento de unas formas democráticas necesarias basadas  en la noción de libertad  con el fin de combatir  los caciquismos, la lacra del contratismo;  pero  en lugar  de esta descentralización   lo que se ha dado a cambio es el regreso a  un nuevo  centralismo – tanto en las actividades de la Cámara y el Congreso-  del “país nacional bogotano” como lo llamó Gaitán al cual  nunca llegan las voces y exigencias de las regiones, ni se plantea  precisamente aquello que concierne  a las problemáticas  específicas  del postconflicto, recuérdese  el divorcio total entre los satisfechos excomandantes  y sus fabulosos sueldos de congresistas con los exguerrilleros abandonados  a su suerte.  La llamada violencia revolucionaria,  parodia de modernidad política, constituye el ejemplo más terrible de lo que puede significar  la depravación de una falsa utopía  pero  es más escandalosa  la amnesia que sobre algo que nunca  puede repetirse se ha apoderado  de una sociedad dominada por la frivolidad informativa y por el imbecilismo   de quiénes  al negarse a asumir  las responsabilidades que conlleva  la vida en común de una sociedad libre – ¿En qué momento ha dejado de conspirar Iván Cepeda?-  han permitido que  la vida nacional permanezca bajo una continua zozobra. Para salir de una sin salida moral   una sociedad que aspira a la madurez  debe  re-capacitar   sobre los  errores cometidos, sobre los estragos causados por la corrupción  de las costumbres políticas ,  para ello  se hace  necesario  recuperar  lo que Javier Gomá llama ejemplaridad  en la vida pública pues  “no puede haber integración social sin una concepción del bien común,  un conjunto de verdades” ,  premisa moral de la  ejemplaridad  que  quienes pretenden  hablar  a nombre de la paz  y la reconciliación deben radicalmente respetar.   Ejemplaridad para vencer la vulgaridad  y la marrulla de quienes   continúan  utilizando la política  pregonando la paz  sin dejar de alentar  soterradamente  sus propios  objetivos. Es  condenable moralmente   entonces  la tarea que  bajo  una abierta   conspiración  iniciaron  el PCC, y la “Oposición”  - donde se camuflan  extremistas de todas las pelambres -  y el santismo  apoyados  en  las falsedades  manipuladas por  los grandes medios de comunicación bogotanos   a través de fake news  en  una verdadera conjura para desestabilizar  el gobierno Duque,  mientras  reinsertados, habitantes de las remotas regiones, mineros, campesinos, empresarios, la gran clase media  – el 90% del país-  se han quedado esperando lo más importante de ellos: un gran pacto social que permita la reconciliación y  le dé  a la clase política la oportunidad de  recuperar  su desprestigiada imagen. Políticamente el concepto de  Paro Nacional para derribar un gobierno  supone  estrictamente en la estrategia  revolucionaria  la adhesión  inmediata  de las distintas fuerzas laborales, trabajadores, campesinos, asociaciones   femeninas, profesionales, pensionados,  para  paralizar , mediante el Terror, la  vida de un país  e iniciar  la toma revolucionaria del poder. ¿Puede llamarse  un Paro Nacional el desfile de estudiantes que no saben explicar porqué protestan, el de indígenas traídos de su Reservas por demagogos, el de sindicalistas sin crédito político alguno? El desastre en las pruebas Pisa de conocimiento pone de presente el grave daño a la educación pública  causado por FECODE. Alguien tiene  entonces  que explicar la aparición de un grupo terrorista como el “Jaime Báteman  Cayón” y si éste nuevo terrorismo es parte  del proyecto populista  bolivariano  cuyas cabezas visibles  son Iván Cepeda y el inefable Petro.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

2 Encuentro Narrativas de Barrio / IV Versión del Festival de Cine Comuna 6


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2 Encuentro Narrativas de Barrio / 
IV Versión del Festival de Cine Comuna 6

Víctor Bustamante

Aquí en plena noche del 20 de diciembre, en las estribaciones del Picacho, por fin encontramos el punto de llegada, luego de dar vueltas y vueltas alrededor del cerro, algo inusitado para el taxista locuaz, pero amable, que no encontraba la dirección, y además con el mareo de Luisa y de Andrea, que no sabían adonde nos dirigíamos, y eso que ese par de chicas eran las guías, pero nada que en el celular Andrea obtenía las coordenadas, a pesar del punto rojo que indicaba en su GPS el destino que ahora era un desatino. Es más el taxista, Richard, señaló no como una conjetura sino como con ganas de deshacerse de nosotros que el evento era ahí en los billares. ¿En un billar?, no podía ser, exclamó alguien, creo que era mi doble. Pero dimos más vueltas, con el chófer apenado, (No hay algo más terrible para un taxista que no dar con una dirección), hasta que Luisa, muy segura, vio al poeta Daniel Segura precisamente ahí en los Billares La última escala, que podría ser la primera escala del libro del profeta.

Al fondo veo, vemos, las luces de Medellín, y es que hay una novena de Navidad y sigo mirado muchas luces, y abajo, allá enfrente las cuadriculas de las calles iluminadas de los otros barrios altos de la Ciudad, de Medellín. Calles en toda la extensión de su cuadrivio a lado y lado de las montañas donde parece que se reflejaran a la distancia, y que perfilaron una ciudad, donde se olvidó la vida cotidiana de personas que también buscaron el cine y la poesía, la fotografía y la memoria para no dejar que la existencia de sus barrios, en este caso del Picacho, pasara desapercibida y mostrara otra faz cercana y amable, además llena de cine, de poesía y de vida.

Aquí en los billares, lugar desusado pero ya dispuesto para un evento de cine y de poesía donde un puñado de creadores liderados por Daniel Segura y Daniela Aguirre, Johnny Gallego, Jahn Penagos, William Quintero, Harrison Otálvaro, Daniel Ortiz le otorgan un matiz de reclamo con sus poemas, su acedia y mordacidad que indagan sobre vidas destrozadas, momentos impensables en la Medellín que cada generación marca como del futuro y ante ese futuro no llega, de ahí la reciedumbre de su poesía y de sus canciones.

En cuanto a lo de los cortometrajes, hay uno de factura ecuatoriana donde se ve la vida amorosa de las parejas de ancianos, de origen indígena, al ella hacerla la trenza a su pareja y además el signo y símbolo entre las comunidades ya en peligro de ser absorbidas por la vida cotidiana de las ciudades en otro cortometraje venezolano el de más elaboración de la muestra, trata sobre la vida de un hombre de calle, narrada con tanta frescura, lejos del carácter de pornomiseria que tanto gusta a los europeos. No, aquí el hombre es buscado en su sensibilidad y en sus orígenes que llevan al espectador a su origen europeo y su huida del nacionalsocialismo, hasta llegar a las calles de un país desconocido que no lo acogió.

Hace tantos años caminé, caminamos por el puente colgante de Robledo, pasando por todas estas casas fincas en terrenos yermos, ya casi abandonadas, donde me preguntaba qué ha pasado aquí en esa diáspora, constante de los medellinenses que desbocados abandonan sus fincas, sus barrios. Una de esas fincas pertenecía a Mariano Opina Pérez. Luego en una noche de farra en los 70 subimos con uno de los Tres tristes tigres, Juan Manuel, en un taxi destartalado en plena noche de verano para buscar un amigo suyo, salsómano él en tiempos de Fruko y sus Tesos, cerca al Picacho y a la farra. El lugar en la noche era por una calle destapada hasta llegar a una casita solitaria, estilo colonial, donde amanecimos con vino barato, Tres patadas, y la yerba sagrada con sus efluvios libertarios.

Pero aun recordamos a Efe Gómez que salía de su casa en la calle Córdoba con la Playa, los viernes en la noche en su caballo de color negro en los años de 1920, hasta su casita a la finca de sus hermanas en El Picacho. Le decía a su esposa que venía de solaz, pero solo él mismo estaba al corriente de que venía nada menos que a encontrarse con su amate, una campesina, Carolina Quintero, con la cual tuvieron siete hijos. Luego Efe tendría otros doce hijos con su bella esposa Inés, por esa razón sus amigos le decían que tenía una escopeta de dos cañones para sus amores paralelos.

Efe, era cierto, nunca dejaba su caballo afuera en esas noches de fiesta personal, lo encerraba en el cuarto donde dormía junto a él. También aquí en su finca de El Picacho le escribió a Abel Farina el prólogo para su libro, Páginas locas (1901). Efe Gómez plantea en su prólogo la necesidad de una poesía que exprese las voces y el sentir de los poetas de estas latitudes, y de alguna manera, sin perder la noción de las búsquedas del poeta Abel Farina para no hablar de los mismos tópicos del ser antioqueño. Eso sí con contundencia crítica a los políticos ambiciosos que arruinan el país con sus discursos denodados pero falsos que aún continúan y que los une, después de tantos años, con los poemas leídos por los poetas esta noche, donde el país, la ciudad innominada fluye hacia el abismo de la ruindad de esos políticos, con sus mismos discursos teñidos de mentira y farsa, donde solo existe la poesía para expresar este estado de cosas con su tragedia y su persistencia.

Otra vez, en Versalles, con Guillermo Villegas varias veces me invitó a Tallerarte, donde creo una suerte de cofradía alrededor del hacer escultura en barro, pero en esos aplazamientos que siempre se dan con disculpas baladíes de mi parte nunca vine por estos pagos. Ahora veo algunos videos y me admiro de esa capacidad de reconciliación de Guillermo con el arte, y con el respeto a la vida como camino; por ese motivo su espíritu aun flota no solo por el barrio Doce de Octubre, sino por estas páginas como una manera de que la vil memoria lo exalte en su finura como persona y como maestro.


Esta noche no he sido invitado a este evento: 2 Encuentro Narrativas de Barrio y al Festival de Cine Comuna 6, pero aquí estuve de testigo. Esta noche supe como florece la poesía que expresa el realismo sucio, por estas calles y barrios alejados del Centro que muchas veces se apodera del quehacer poético. Esta noche. Con las luces de fondo de la ciudad, sentí a Medellín.

LA NUEVA PROTESTA / Darío Ruiz Gómez


LA NUEVA PROTESTA
Darío Ruiz Gómez
 La clase obrera que andaba a la deriva encontró en Marx el ideólogo que necesitaba para reconocerse históricamente. Desde entonces la huelga  general, el paro,  se consideraron  como la estrategia culminante  no sólo para lograr conquistas  sociales  sino para   “desestabilizar  la sociedad burguesa”. La huelga desempeñó  esta tarea desestabilizadora  pero Marx alertó sobre la burocratización de los Sindicatos. Los espacios urbanos  sirvieron para  facilitar  el escenario propicio  al encuentro de  las  multitudes  revolucionarias  que fueron fácilmente  manipuladas por demagogos tal como lo analiza de manera contundente  Elías Canetti en “Masa y poder” ¿Qué es una masa en este sentido? La masa supone la pérdida de la individualidad, de la conciencia, el regreso a la barbarie  del individuo  que azuzado  por consignas irracionales se transforma  en fieras humanas que destruyen todo a su paso. La masa transformada en horda. Pero no es mi ánimo hacer un recuento de las diversas clases de protesta planteadas hoy por los populismos  y desde luego el anarquismo  que busca destruir cualquier “símbolo de poder”. Hoy en España  ordenadamente  se dan marchas contra todo hasta poder hablar  de un protestador(a) que ha hecho de las marchas su modus vivendi.
En Colombia el vivir durante décadas bajo el Estado de Sitio impidió  que la conquista del espacio público en la vida urbana estuviera traumatizada  por enfrentamientos y represiones. Fueron los espacios conquistados por los Partidos Políticos, por los Sindicatos y Agremiaciones  religiosas. Asocio a estos procesos las turbas populistas rojaspinillistas, los desfiles obreros y universitarios, la furia de los extremismos o sea el paso desde  el evento cívico a los espacios  definidos por el miedo. ¿Qué va entonces de las reivindicaciones  revolucionarias cuando existía la clase obrera  a los  bailes y caceroladas de los muchachos de las nuevas clases populares así como de algunas universidades privadas  que supuestamente  renunciaron  al uso  de la  violencia  y pretenden imponer sus vagas e ingenuas reclamaciones políticas   olvidando el derecho del trabajador, del empleado a regresar a su casa, a caminar libremente o sea auspiciando una inminente crispación social entre gentes provenientes de un mismo estrato social?  Ya esto es una demostración de totalitarismo, de aceptar ser parte de la violencia de  unas trifulcas programadas  por  astutos ideólogos  parapetados  detrás de mediocres sindicalistas que nunca representaron a las clases trabajadoras, del gordo mochiludo de una Fecode cuya tarea ha consistido en destruir la educación . Por la candidez de sus reclamos ante el gobierno  parece claro que es una juventud que ya no está manipulada por los grupos extremistas ni obedecen tal como lo hacen los capuchos  a objetivos de violencia  destructiva. ¿No tenemos la impresión de estar asistiendo a un deja vú? Llevar la revolución a las calles: filosofía de Petro y estrategia de Márquez, Romaña y el Paisa contando con las nuevas células urbanas. ¿Son de “derechas” los pequeños  comerciantes cuyos ahorros fueron convertidos en ceniza por estos bárbaros?   Kant  celebró la presencia del estudiante – “el hombre es un niño pequeño, educando y estudiante”-   como el portavoz de lo que llamó el entusiasmo que abría las luchas y conquistas por la libertad, por el conocimiento y la ciencia para lograr emanciparse de las lacras de la ignorancia  pues  partía del reconocimiento de que el ser humano es el único animal que necesita educarse. El progreso que  era moral y suponía  un compromiso con el rigor del estudio se fue despojando de estos contenidos para convertirse en retóricas arengas  carentes de ese amor al conocimiento  que Kant esperaba que mantuviera el entusiasmo.

LA COMUNICACIÓN FALSIFICADORA / Darío Ruiz Gómez


LA COMUNICACIÓN FALSIFICADORA
Darío Ruiz Gómez
Ha llegado el momento en que cuando leo ciertos periódicos o escucho ciertos telediarios  me entran unos deseos firmes de no volver a leer periódicos ni a escuchar los noticieros de t.v  pues es tal la manipulación que hacen de la información que ni siquiera ya la sección deportiva se escapa de estas  perversiones políticas o comerciales. Jean Baudrillard  analizó casi que exhaustivamente estas mutaciones  de la comunicación  desde  cuando  los medios de comunicación tenían  en cuenta  el debido respeto al lector o el televidente  para crear opinión pública respecto a los grandes problemas nacionales o para ilustrar debidamente los conflictos internacionales que incidían de manera directa en nuestra sociedad tal como sucedió con la Guerra Civil española o con la Segunda Guerra mundial con la guerra de Corea, con las guerras africanas, hasta cuando Baudrillard  llegó a una única y palmaria conclusión: la muerte de la verdad, la conversión de los hechos en noticia de consumo y no de reflexión y por supuesto lo que supone hoy la sociedad, la cultura, la política del simulacro, el grado Xerox de la escritura en una sociedad definida por lo líquido. El periódico pasó de ser el portador de ideas esenciales sobre la libertad, sobre la defensa de la sociedad, o la condena de cualquier tipo de violencia que  pero  que  al convertirse en una mera empresa comercial adoptó  la línea más fácil: suplantar  las páginas de opinión, de la crónica por una información taquigráfica, incolora e insabora propicia al fake news, a la llamada verdad posmoderna o sea a una terrible ausencia de responsabilidad ética. En Colombia la información crítica sobre los acontecimientos internacionales no pasa  de tener un tiempo mínimo ante las secciones de frivolización de la vida política y de información sobre la vida de farándula lo que permite que el desconocimiento de la verdad sobre Venezuela o Nicaragua o Chile se convierta en un vacío informativo  fácil de manipular. Cristian Salmón notable pensador de quien hace algunos años reseñé un texto muy importante: Storytelling  o sea el relato que cada gran empresa comercial o política  construye mentirosamente para imponer su imagen, para dar credibilidad  a los mensajes que emite tal como se hizo evidente en el relato que sobre el proceso de Paz construyó  oficialmente  el Santismo a través de los diversos medios de comunicación. Como aclara Salmon el storytellin llevó la política al terreno de la teatralización, al entretenimiento  y la irracionalidad de los  afectos, a formatear las mentes, adueñarse de la opinión pública, de las prácticas sociales y la memoria de individuo. Un elemento de persuasión y dominio. Pero sucede que como lo demuestra la publicidad,  la proliferación de relatos termina por caer en la saturación, por anular su eficacia difamatoria y como señala Salmon: “Hoy vivimos de narradores no confiables y ante este descrédito se recurre a la transgresión, a la provocación”.

La  desinformación deliberadamente  crea ambigüedad sobre un hecho doloroso como el de Bojayá  en cuya ceremonia religiosa  manifiestamente se ha olvidado   hacer  referencia necesaria a los victimarios  cuyo nombre todos conocemos, todos sabemos dónde están ahora.  Supuestamente entonces nadie  de las FARC  arrojó   el cilindro de  gas que al estallar asesinó a cien personas, treinta niños entre ellos. Es además dice Salmón la nueva información donde se acorta el tiempo en las noticias: antes era el informe de 24 horas, después de 24 minutos y ahora de 24 segundos, un flash que evita recordar las responsabilidades éticas  personales. En una reciente entrevista con el “País” Salmón es muy claro. “Una sociedad pilotada por la comunicación falsificadora y por las medias verdades va directa al abismo”

HISTORIA Y MENTIRA / Darío Ruiz Gómez


HISTORIA Y MENTIRA
Darío Ruiz Gómez
Lenin, de quien se descubren más y más atrocidades,  enfocaba  la Historia desde la idea de  la lucha de clases  y desde este caprichoso concepto  justificó los  setenta millones de víctimas de sus teorías  totalitarias. En un momento determinado se dio a la tarea de replantear  la Filosofía para  rechazar  lo que consideraba “Filosofía burguesa”, el resultado tal como lo analizó Merleau-Ponty fue deplorable por su ignorancia filosófica  y sobre todo por desconocer que la filosofía nace del preguntarse, un acto de soberanía personal que no podía permitir quien defendía  “que  el  pensamiento era  colectivo”. ¿Ha visto alguien pensar a las masas? La Academia de Historia de la Unión Soviética que  impuso una verdad falsificada  ya pueden ustedes suponer  las adulteraciones   que  inventó, igualmente  las iniquidades  que  cometieron  al condenar  a los historiadores que se salieron de su ortodoxia; burócratas del Partido,  ignorantes que  condenaron  a quienes defendían el derecho a  plantear  una Historia bajo otros parámetros. ¿No existe acaso una historia de la infamia, del abuso contra los inocentes, no existe acaso la necesidad de escribir una historia del secuestro? “Cuando los hechos –ha dicho la historiadora  Carmen Iglesias, se cambian por opiniones hay que echar a correr pues la ocultación de los hechos, la mentira, contiene un elemento de violencia para normalizar sus vidas” ¿Cómo pretende  borrar Iván Cepeda hechos de violencia que cada víctima  de las FARC llevan  marcadas  indeleblemente y que no son una memoria  falsificada  sino la memoria personal de cada sobreviviente?  La tarea de los distintos historiadores  sobre el estalinismo  en Europa  ha consistido  en enfocar  esa  dañina  utopía  desde la perspectiva moral del humanismo y la  visión  universal de la justicia,  enmarcando lo que jurídicamente  aquel totalitarismo  justificó  en la peor de las  agresiones históricas  contra lo sagrado de la condición humana . Investigaciones  que no han cesado de crecer  como recuento objetivo de  la depravación de una ideología  convertida en religión  para  justificar el sacrificio de millones y millones de vidas humanas con el único objetivo de lograr una  supuesta “patria socialista” de la cual solamente quedaron hambre, persecución, cárceles y que mal aplicada  por un grupo sedicioso  a la  realidad  colombiana  se convirtió  en  una  ofensa a las distintas comunidades del país, a nuestra civilidad. La Historia de lo que ellos llaman pomposamente “guerra”  y que ninguno de ellos ha escrito, tiene que ver con el replanteamiento  que les  comienza a hacer  una objetiva revisión  de su fracaso: ¿Cuándo  su discurso totalitario aceptó la pluralidad cultural del país y que a partir de esta pluralidad era y es imposible hablar de lucha de clases? ¿En qué momento la aculturación de la extrema izquierda de la CRIC empezó siquiera a legitimar la diferencia que reclaman  sus etnias? ¿Cuándo respetaron la diversidad cultural de los pueblos campesinos andinos o costeños? ¿No destruyeron a los Auá metiéndolos al narcotráfico?  Como historia de la violencia quedan miles de fusilamientos de campesinos  - recordemos  a los monstruos de Javier Delgado  en Tacueyó  o de Braulio Herrera imponiendo  el terror  revolucionario.  Lo que los  activistas convertidos  motu propio en “historiadores” leninistas  Iván Cepeda, Sanguino, Feliciano  Valencia y Gloria Pizarro han olvidado  al colocar al Director del Instituto de la Memoria Darío Acevedo contra el paredón del Congreso  es que ya no existen los paredones cubanos ni los brutales juicios de Praga o Moscú donde el estalinismo  mostró toda su diabólica maldad  y esta broma macabra de intentar revivirlos  sólo puede darse en un país donde  se desconoce la Historia de las Ideas. Con la rabiosa actitud de un Comisario soviético Iván Cepeda intenta impedir que el  historiador demócrata   lea  los hechos de una infamia  imposible de adulterar ya que hoy las víctimas  silenciadas  son los historiadores de su misma tragedia. En cuanto al silencio de los llamados  intelectuales basta recordar aquello que sobre los terribles juicios comunistas de Praga dice Arthur London: “Un intelectual comienza a traicionar en el momento en que se le ocurre pensar que el Partido siempre tiene la razón”

ROY BARRERA: LA FARSA POLÍTICA Y EL ACTOR / Darío Ruiz Gómez


ROY BARRERA: LA FARSA POLÍTICA Y EL ACTOR
Darío Ruiz Gómez
La farsa, nos recuerda el diccionario, es una pieza breve cuyo único objetivo es hacer reír. Se habla de  farsa cuando se  nos hace  creer que  hay  un proyecto serio cuando en realidad es la escenificación  de una gran mentira hecha por actores mediocres que  nos  causan  una risa amarga: Marx en “El dieciocho Brumario” retrató al  pequeño  burgués que con Luis III irrumpe como protagonista de la vida social  y  que  creyéndose  un personaje histórico decide vestirse, peinarse como lo hacían los patricios romanos, la farsa. El  Congreso se  convierte  en el   escenario que propicia  esta simulación: la necesidad de una nueva retórica  se convierte en la casposa grandilocuencia de  personajillos  que destierran la grandeza y lo trágico de los verdaderos tribunos y entronizan  el esperpento  político “Es característico de nuestra época; -  aclara Ortega y Gasset-  no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho”. Cuando una sociedad al nivel de clase política  cae en estas bajezas impera  el descrédito de la confianza  entre otras cosas porque el  maquillado actor  político  al pasar a un primer plano en la vida pública,  trae como consecuencia que los falsos tribunos   usurpen  el lugar de los héroes morales que toda sociedad necesita para crecer éticamente.  No es extraño por lo tanto que al desaparecer la opinión pública como fiscalizadora de la política  descubramos que en Colombia nos continúa  acechando la continuidad de lo que con acierto se ha llamado la Patria Boba, ese condenable  interregno que sirve para que de soslayo se introduzcan en las costumbres ciudadanas  la semilla de los malos hábitos de las traiciones y de  las mermeladas. Ante las cámaras de t.v. Roy Barrera  calculadamente se coloca  de perfil en el momento en que Timoschenko  y Santos firman  la Paz Fashión en Cartagena: con los ojos semicerrados, el cuerpo envarado  en actitud solemne como un héroe patrio, el aplauso en ralentí. No es un intrigante de Palacio, un Rasputín criollo sino el hombre camaleón, “Zelig” el protagonista del film de Wooody  Allen que se transforma a conveniencia   y  que ha utilizado su ingenio, paradójicamente,  para desacreditar  la vida política, fungiendo de poeta, de hombre culto, impostando en  la voz un tono cavernoso con el cual él confía en que su histrionismo  sea un argumento  histórico  ante un público parroquial.  Su escenografía  para montar la moción  de censura al Ministro de Defensa fue la de un coreógrafo  de Broodway, él fue el protagonista único pues convirtió en pálidas comparsas a quienes lo apoyaron en el coro, las exguerrilleras que “nunca vieron a los niños reclutados por las FARC; vejados, violados, asesinados”;  el títere enviado por César Gaviria para que mal leyera los fake news de “Semana”, etc. Fragmentó  estratégicamente  del bombardeo a un asesino narcotraficante  la muerte  de los niños guerrilleros  en ese bombardeo, y , con el gesto  melodramático de un actor de telenovela,  obscenamente ideologizó   el horrible atentado donde ” solamente se logró rescatar las manos de una niña” . Banalizó  gracias a este melodrama la verdadera responsabilidad de los reclutadores de niños de las FARC  y les dio a éstos  y a los narcotraficantes vía libre para seguir actuando  con impunidad. La renuncia del Ministro debió hacerse mediante la crítica democrática- yo no estuve nunca de acuerdo con su nombramiento por su falta de contundencia ideológica- y no recurriendo a una moción de censura escenificada por la oposición para levantar una nube de humo frente al próximo enjuiciamiento de las FARC por el reclutamiento de niños, para disimular la cobardía y el fatal egoísmo de Cambio Radical,  del Partido de la U y el Liberalismo conspirando al lado de los terroristas en lugar de defender críticamente  la democracia.  Curioso, Petro dijo lo importante: los grupos mafiosos se están apoderando de los territorios del Cauca y sometiendo a las comunidades indígenas a su dominio. ( A la memoria de Guillermo Gaviria Echeverri)  

LOS POLÍTICOS Y LA POLÍTICA / Darío Ruiz Gómez


LOS POLÍTICOS Y LA POLÍTICA
Darío Ruiz Gómez

En estos días de declaraciones  simplonas  sobre uno u otro candidato lo que se ha puesto de presente es el hecho de que bajo las circunstancias  a las cuales nos está arrastrando un mal llevado  postconflicto, la verdadera política está definitivamente ausente como la ocasión de establecer las bases de un destino común, como la posibilidad de,  racionalmente,  deshacer  lo  que aquí  caprichosamente llamamos  polarización,  esto, con la  presencia efectiva de un Estado de Derecho para   conjurar  las estrategias de la barbarie  tal como lo demuestran  las nuevas formas de violencia  en que se han desdoblado las antiguas organizaciones criminales, problemática  ante la  cual nuestra altísima Magistratura  judicial – horror de horrores-  ha pasado de agache reduciendo  la tarea  de la justicia al reconocimiento del “derecho” de los microtraficantes  a apoderarse de los espacios públicos, de la vecindad de los colegios, o, a reconocer “el derecho al libre desarrollo de la personalidad” del vecino que se pasa tres días de juerga con los equipos de sonido al más alto volumen sin que se repete –este sí- el debido respeto al reposo. Acaba de protestar El Supremo de España por la actitud de la justicia belga de no entregar, como lo exige la Unión Europea, a Puigdemont, el fugitivo político catalán que en una grotesca  farsa se autoproclamó “Presidente  de Cataluña” e inició un Procés colmado de intolerancia y de terror contra sus “enemigos”.  Lean el documento  jurídico de una belleza extraordinaria por su claridad expositiva en defensa de la democracia española exigiendo la entrega de ese sinvergüenza. Aquí 64  “intelectuales”  a partir de un fake news  donde supuestamente se anunciaba la ruptura de relaciones  con Cuba,  colocaron  “la necesidad de mantener estas relaciones”  como un problema prioritario  olvidando  la  vigencia de la justicia internacional para exigirle a Cuba, “país garante” la devolución de unos asesinos confesos. Matar en un atentado terrorista a 21 muchachos en la Escuela Militar, contemplar los asesinatos semanales de soldados por parte del ELN, el asesinato de indígenas  y las matanzas de Pablito, es algo que  parece que nunca ha  llegado a conmoverlos pues  da la impresión de que  lo consideran  un azar  propio de la “guerra”. ¿No es esta precisamente  una muestra de la degradación de la política, de lo informativo, de la cultura de la verdad, una muestra de pobreza intelectual? Acogerse, repitámoslo, a la verdad única de una organización política  es perder el derecho a disentir, a aportar un punto de vista diferente, finalmente a ser una persona pensante. Si las Disidencias de las FARC  en lucha contra las comunidades  del Cauca  acaban de matar cinco indígenas, una gobernadora entre ellas, ¿Cómo no protestar  ante el  grupo de congresistas  del Partido FARC que por mero  oportunismo   se han adelantado a acusan  al Ejército de negligencia  en lugar de reprender a sus hasta hace poco camaradas de guerra cuyos nombres conocen suficientemente? ¿No es este continuo matoneo lo que impide que se condene a los verdaderos culpables y crezca por parte de nuestras autoridades  una falsa  tolerancia hacia la barbarie? Pero esta es la estrategia que se está utilizando para desacreditar una a una las instituciones nacionales. Se  degrada  el lenguaje cuando  eufemísticamente  se  dice  “grupos ilegales”  y no disidencias de las FARC o cuando  se pregunta “El Espectador” hipócritamente. “¿Porqué están matando a los indígenas en el norte del Cauca?” ¿Quién introdujo en Colombia el Cartel de Sinaloa, quiénes arrasaron los bosques del Cauca para sembrar coca?  El ombliguismo, el cainismo de la mayor parte de nuestra politiquería  coopera abiertamente en esta tarea de impedir la construcción de la democracia. Que la marcha indígena proclamada por Feliciano Valencia la haga pero contra esas bandas de asesinos  con las cuales él convivió hasta hace poco. P.D  Increíble: apareció la bandera de los fanáticos separatistas catalanes enarbolada por los encapuchados  que llenaron de terror el norte de Bogotá.