sábado, 29 de febrero de 2020

Walter Betancur, Esculturas

Walter Betancur 



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Walter Betancur, Esculturas

Víctor Bustamante

La primera escultura que vi de Walter Betancur fue en la Casa Barrientos de Comfenalco, ahí en La Playa. Se trataba del niño que pensativo con las manos en la quijada, y sus codos reposando sobre sus rodillas, parece estar alerta del paso del tiempo, o a lo mejor preso en su ensoñación, pero también por la disposición, por su actitud, a lo mejor, algo le ha ocurrido, lo cierto es que estas preguntas solo le quedan al espectador que mira la obra y se cuestiona. Al mirarlo se ve indefenso y, a más de eso, solo, perdido en algún drama interior porque ha cerrado los ojos, y en esta línea delgada nunca de la ensoñación, sino de sus temores, algo le ha ocurrido y no nos lo puede decir desde su mudez, desde ese silencio impuesto, solo nos queda mirarlo y saber que nunca nos podrá decir algo. Además, el hecho de que esta escultura se haya incrustado en la pared, también da la impresión de que flotara en lo dubitativo ya que parece salir desde el otro lado, otras veces el escultor al dejarlo en su inmediatez pareced que no quisiera haberla terminado, sino que bastara el rostro, las manos y los pies del niño para definirlo de una manera precisa. De ahí que cada vez que la apreciemos da la significación de que nos acompañara desde su lasitud, a veces desde su abandono, porque es tan fuerte su presencia que no podemos pasar en vano sin mirarla, justo ahí en su nuevo hábitat, e la I.E. Federico Sierra Arango, el FESA.

Hay otra escultura de la cual solo la he visto y es la referente al Padre Marianito, que me había referido un amigo común Fredy, antropólogo y tanatólogo, que en alguna noche de largas conversaciones me refiero el procedimiento de cómo se acercó al Padre marianito, lo cual dio posibilidad de haber escrito un cuento mucho más tarde conversado con Walter me refirió el hecho de su participación en el rescate de este beato paisa, que tanta devoción causa por Angostura.

Luego al llegar al FESA, vi la escultura de la muchacha que lee en el segundo piso de un bloque y de una fui a mirarla. La lectora, fija en un libro la sostiene con sus manos, ella lleva gafas, ella recibe desde su nicho a los estudiantes, ella se haya inmersa en el libro, no sabemos que lee, pero desde esta epifanía sabemos que ella se encuentra inmersa en los mundos y reflexiones posibles que dona un libro. Recostada sobre la baranda donde se sitúan muchos estudiantes en el lapso de la espera, ella no se inmuta por nada ni por nadie, sino que sigue presa en su lectura en un perfecto acto de concentración, lo cual lo avala su rostro tranquilo.
La escultura, Muchacha que lee, nos permite distinguir sus facciones, aunque a veces por la apremiante sequedad de la fibra de vidrio, parece que no estuviera terminada, así como en las otras esculturas de su autor, pero ese precisamente es un rasgo que las distingue. En esa bastedad merodea el camino de estas obras, da la impresión de que están si terminar, y casi bordean el arte efímero.

Pero esto le da cierta terquedad en la falta de su lisura, le da cierto sabor a herrumbre en cierto momento para saber que la perfección no existe, que el trazo con ese elemento permite que la figura pareciera que estuviera casi sin acabar, pero es un lastre y lustre que le entrega la fibra de vidrio como un nuevo material para trabajar por parte de los artistas. Y s nea textura que la obra adquiere su magnificencia, como si fuera el detalle que expresara el momento actual, de la inmediatez, del deterioro rápido en todos los sentidos, pero ahí en esa imperfección reside su presencia, ya que se aleja de lo perfecto y os lleva al recinto de las obras de arte que pareciera que algo les falta, cuando en realidad ya están su plenitud total.

Ahora, en es este mes de enero hemos ido a ver parte de sus obras en la fachada de Gestos y Mnemes, donde dos figuras fragmentadas alrededor del aviso, entregan la significación de quedar incompletas como si el espectador las debiera neutralizar con su imaginación y decide que esas dos esculturas las debemos mejorar al mirarlas. También me da la impresión del paso del tiempo como una constante en las obras de Walter, ya que nos augura el temor que vendrá, a pesar de estar instaladas en el mismo momento de creación.

Luego, ahí en compañía de John Jairo, el profesor deleuziano, y de Ana, ex alumna del FESA. Walter se sitúa frente a Calíope en el primer piso, junto a la calle. Conversamos la parte de este diálogo empezado hace algunos meses. Calíope, la musa de la poesía, desde la óptica de su autor, está inscrita, mejor incrustada, sobre una de las columnas de la fachada de la sede de teatro. A su manera, Walter, la ha dispuesto desde su estro creativo para que salga de la columna mientras ella lee un papiro, donde, a lo mejor, un poema la haya embriagado, mientras los autos pasan veloces y ruidosos por las calles indescifrables de Bello, así como pasa la vida tan amenazado en tantos sentidos, pero también los transeúntes, seguro, le dan una mirada pertinaz a Calíope que desde Grecia aún continúa inmersa en su lectura, como reclamando que aún le debemos parte a la poesía de nuestra vida para residir plenos.

Esta tarde de enero Walter ha desbrozado una parte de su camino creativo por el mundo de las esculturas y del color blanco que él les proporciona; a veces parece que fuera un sudario, otras la plenitud de lo inacabado, otras la incertidumbre del color blanco que, a veces, en su carácter de rigidez se vuelve inadmisible con esa paz interior que entrega, ya que la pureza es un estadio imaginario.

Esta tarde de enero hemos transitado una parte del camino creativo de Walter Betancur.


La Casa de la Literatura de San Germán /Inauguración


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La Casa de la Literatura de San Germán /Inauguración
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domingo, 23 de febrero de 2020

Eduardo Arango en el Ateneo / Víctor Bustamante

Eduardo Arango Arango, Arquitecto UPB. (Babel)
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Medellín: Patrimonio Histórico N. 78
Eduardo Arango en el Ateneo
Víctor Bustamante

Hay un dibujo memorable de Horacio Longas donde aparecen algunos arquitectos, en 1938, donde le otorga un rasgo peculiar a cada uno. Ellos son Luis Olarte Restrepo, Juan Restrepo Álvarez, Ignacio Vieira Jaramillo, Arturo longas, Federico Vásquez, Martín Rodríguez Hausler, Roberto Vélez Pérez, Gonzalo Restrepo Álvarez, Nel Rodríguez Hausler, Roberto Vélez Pérez, Gerardo Posada González, Félix Mejía Arango, Carlos Obregón y Jesús Mejía Montoya.

Este dibujo es paradójico ya que solo conocíamos las crónicas y fotografías de las tertulias de poetas y escritores trasnochando, bebiendo y creando sus utopías. Nunca formarían una bohemia en las calles los arquitectos tan atildados e inmersos en sus planos y en ese aspecto de seriedad de ser tan racionales y responsables de crear edificios que abren un paisaje en la ciudad al utilizar un espacio y, así mismo, saber, que muchos de esos edificios perduran. Aunque ambos, escritores y arquitectos son artistas, los primeros nunca han constituido una sociedad con figuras jurídicas, eso sí son más sociables.

Solo ha existido un reducido contacto entre estos dos grupos, de escritores y arquitectos, la de Los Panidas con Félix Mejía Arango, y la de Horacio Longas que se desliza hacia el mundo de la caricatura y la pintura. Y el más preciado, el de José María Villa, con su bohemia y su desfachatez, y que no me resisto a mencionarlo, era un ingenioso ingeniero, con su deambular por las calles, e ideando y construyendo puentes.

Así, en este devenir, en este auscultar a los arquitectos, observamos que sus edificios hacen parte de la memoria y son puntos de referencia, ya que estos hablan desde el primer momento de su instauración.  No sé la razón por la cual se ha despojado de su presencia al arquitecto, su imagen se diluye, se sitúa en la lejanía de ese territorio de lo críptico, de la frialdad de las oficinas bañadas por la luz blanca con mesas de dibujo cubiertas de planos, con dibujantes serios como corresponde a la responsabilidad de erigir la idea de una obra. Tal vez ese mismo velo haya sido impuesto por la rigidez de su oficio, por la seriedad y la creatividad matizada por lo racional. En un primer momento el arquitecto se sitúa en el mundo de la ensoñación, luego debe concurrir al mundo real para poder erigir su obra que no puede ser un castillo en el aire, sino que debe poseer bases sólidas, formas apropiadas y una utilidad severa donde el espacio debe ser habitado.


Horacio Longas

Por esa razón me llama la atención el dibujo de Longas, por algo inadmisible ahora, ya que al realizarlo y al agrupar a esos arquitectos, les daba presencia como grupo no solo en la memoria de la ciudad sino en sus afectos, y es que no habíamos caído en cuenta de la presencia de ellos en la construcción del paisaje citadino, y es precisamente en ese dibujo o podría decir una caricatura amistosa, donde ese puñado de arquitectos no solo construyen una sociedad, un gremio, sino que ellos mismos revelaron lo que ya he mencionado: en ellos descansa la instauración del paisaje citadino, a ellos se les deben esos puntos de referencia cada que caminamos por las calles. En esos edificios existe cada uno de ellos con su estilo, su peculiar manera de ser creativos, lo cual enriquece desde su misma perspectiva la diferencia de lo que es ese paisaje escrito y descrito por ellos, es la representatividad de las diversas escuelas, los diversos movimientos, las ideas a pulso, las otras ideas a contra pulso, así como la diversa exposición de los materiales, la disposición del espacio que ellos construyen. Por esa razón hay un sello indeleble de Agustín Goovaerts en el Palacio de Cultura. Carlos Arturo Longas en sus casas aun intactas del Centro de la ciudad. Hay una presencia de los Rodríguez en el actual Museo de Antioquia, hay una presencia de Ignacio Vieira y de Federico Vásquez en el Edificio Antioquia o en la Naviera, solo para citar algunos de esas edificaciones del Centro, lejos, por supuesto, de las diversas iglesias que parecen que se apropian del nombre de patrimonio.

Un arquitecto a partir de sus dibujos crea más tarde los planos y así sale del papel su obra para ser construida y habitada, para enriquecer el concepto de ciudad. Muchas veces he insistido en el reconocimiento y fervor hacia los grandes arquitectos, ya que ellos son artistas, al igual que un poeta que construye sus versos, así como un escritor que construye capítulo a capitulo sus novelas o como el pintor que idea sus paisajes interiores y así mismo los cubre son sus paletas de colores, de ahí de esa esfera, en ese límite del dibujo de los trazos emerge el arquitecto con su obra de la cual nos apropiaríamos al abrir un espacio público para ser vivido, para ser habitado. De ahí que el arquitecto crea las diversas moradas. Así en esta presencia el espacio más habitado y habituado en el centro de la ciudad son Las Torres de Marco Fidel Suárez creación del arquitecto Eduardo Arango.

Medellín se hallaba, en ciertos lugares, aun fondeada en su propia incuria y en la uniformidad de las casitas de teja y tapias de barro, asimiladas a cualquier pueblo, y en el sopor que, como una prisión, creaba esa niebla del tiempo detenido para no salir del encierro en todos los órdenes de la vida cotidiana. El espacio de Estudios Generales ya sufría un traspaso a su nueva sede de la Universidad de Antioquia por los lados de la calle Barranquilla, y precisamente aquí, en esta gran manzana que había sido sitio de la primera cárcel de mujeres, El Buen Pastor, luego del tránsito y luego parqueadero, se construirían las Torres. Las fotografías dejan ver una zona de tejados, de caña brava y barro que albergaba pocas familias.

Desde su construcción en los años 70, vi, vimos cómo se erigían las Torres. Había algo novedoso al trozar una zona llamada de Estudios Generales de la Universidad de Antioquia, que nunca conocí. Se trataba de algo así como un reordenamiento urbano por esa zona de prestigio histórico y arquitectónico, cerca de la Plazuela de San Ignacio. Pues bien, las torres fueron en aumento hasta quedar delimitadas, hasta ser habitadas, y con los años apropiadas por sus habitantes y algo fue aún más cierto, nunca escuché indicar quien era su creador, es decir, el arquitecto Eduardo Arango, solo mencionado en círculos muy privados.

Habría que esperar hasta estos días en que un par de investigadores Daniel Muñetón y Diego Agámez han salido a la palestra con esta investigación donde sustentan la obra del creador de las Torres. Poco a poco hemos ido sabiendo de Eduardo Arango, desde sus inicios como estudiante en la Universidad Pontificia Bolivariana, sus viajes a Bogotá, su periplo en Francia donde se especializó, en Inglaterra donde realizó estudios de perfeccionamiento y de su viaje a Finlandia, para conectarse allí con ideas de otra arquitectura y, además, ser artífice de una ciudadela diseñada por él, Siltamaki.

En 1969 ya en Colombia es requerido para un proyecto de vivienda por el ICT, el cual encuentra diversas contradicciones y criticas al cuestionar la liberación del primer piso para reintegrarla con la dinámica de la ciudad, y del respeto al peatón. Arango tenía en mente la destrucción de la capilla del antiguo Colegio San José detrás del Hotel Nutibara, así como el aislamiento posterior de las unidades de apartamentos que fueron construidas allí, como síntesis del despilfarro extravagante que lleva a la destrucción de las ciudades.


Eduardo Arango (Babel,2020)

Esta noche Eduardo Arango se encuentra entre nosotros, en el edificio más entrañable que él diseñó y, además, concitó algunas diferencias, que su obra estuviera presente en la vida de la ciudad al permitir que esta continuara en los primeros pisos, a través de los diferentes almacenes, a través de las diversas tabernas que aún mantienen su presencia en su interior,  y así mismo con las terrazas para ser convertidas y pobladas con jardines, así como después del tercer piso llega la tranquilidad total para sus habitantes en los apartamentos. Crea un teatro al interior de un complejo habitacional que con el tiempo ha servido de basa para el Ateneo. Esta noche él ha estado de cuerpo presente, demostrado su valor y, así mismo, agasajado por los habitantes de las Torres que perciben en él autoridad, respeto y talento. De ahí que dentro de ellas continúen las calles de la ciudad y la traviesen de una manera diferente, sin autos, sin el ruido de ellos, eso sí estableciendo una de las premisas de Arango, darle la soberanía a las personas que caminan. Ya que, al estar en el interior de las Torres, uno sabe que llega a un oasis luego del tráfago callejero, ese oasis permite poder caminar libremente, permite sentarse en la plazuela interior o en el teatrino, ese oasis nos baña con el viento del norte que circula por entre las columnas y se convierte en una zona libre de ruidos y de las continua frenadas de los buses siempre de afán y autos acelerados y del afán citadino donde los transeúntes anónimos al llegar aquí, dejan la anonimidad para ser ya personas a salvo. Es decir, su concepto creativo involucra tanto a las personas que habitan este oasis, así como a los forasteros que pasan para dejar de lado las calles, eso sí bajo este cobijo se crean puentes, amistades, posibilidades de sentarse a leer, la conversación matizada con cerveza y música, en síntesis, las personas se han apropiado del espacio.





PROTESTAS A CONTROL REMOTO / Darío Ruiz Gómez

Pawel-Kuczynski

PROTESTAS  A CONTROL REMOTO
Darío Ruiz Gómez
El informe de Alto Analitic, traído a cuento de manera brillante por John Müller,  sobre las marchas de protesta en Chile y Colombia corresponde  a la aplicación precisa de lectura de lo  que medios de comunicación como  WatsApp, Telegram  suponen en la fabricación de falsas imágenes, de Fake News desde el exterior para convocar las marchas y para irles dando a los marchantes unos contenidos y unas consignas  fraudulentas, de ahí la precariedad y monótona repetición de consignas gritadas a desgano. Es lo que se llama propaganda computer  llevada con gran virtuosismo tecnológico desde lugares remotos a cada lugar geográfico escogido para incitar al desorden, para desinformar,  para atribuirle a una figura pública  tal como lo hizo Rusia durante la campaña electoral norteamericana, administrando a través de las redes sociales  el miedo  para desacreditar  los sistemas democráticos sembrando el terror con falsos datos económicos sobre Inglaterra, sobre los demócratas norteamericanos,  en un proyecto organizado y encaminado a desestabilizar los sistemas democráticos desviando la intención de voto, tal como lo señaló  Michiko Kakutani en su “La muerte de la verdad”. En  el caso de las marchas de Colombia y el crudo  estallido social de Chile,  apenas un pequeño número de cuentas digitales  generó el 30% de la información de estos llamados desórdenes convocando marchas, montando imágenes falsas sobre policías agrediendo estudiantes o supuestamente   masacrando  marchantes que fueron acompañadas de consignas-clichés  contra el Neoliberalismo, la represión gubernamental –el Information disorder- el “paquetazo”, “nos están matando”  mientras  estrenaban nueva formas de violencia.   El 58% de quienes transparentaron su localización provino  de Venezuela, de autores con una actividad altamente inusual o sea de grupos preparados especialmente para esta labor de desinformación. Por eso nos llamaba la atención que si bien sabíamos que las marchas eran convocadas a través de las redes no lográbamos precisar quiénes  políticamente las convocaban y por supuesto lideraban. Rusia naturalmente aparece en esta red de desinformación sobre la realidad colombiana. Lean esta descripción ética de Local Analitic.  Desinformación: “Contenido malevolente, falso, incorrecto o manipulado con el objetivo deliberado   o con la intención de confundir, sembrar discordia o provocar daño Un importante  periódico español  curiosamente  siempre asigna para Colombia corresponsales  de clara tendencia izquierdista  como el que recientemente anunciaba  entusiasmado que era inminente la caída de Duque ante las protestas juveniles. Tarea de confundir la opinión pública que llevan a cabo con eficacia muchos  de los llamados medios alternativos  pero insólitamente también, medios como la Deustche Welle, el New York Times y desde luego Telesur  y quienes ya sabemos lo hacen en Colombia. ¿Qué  es entonces la llamada Propaganda Computacional? “El uso de algoritmos, de bots, automatizados  o humanos y de otras técnicas para distribuir masivamente e intencionalmente información engañosa a través de plataformas digitales”. ¿Recuerdan el famoso corresponsal del  New York Times que debió salir de Colombia  porque, supuestamente,  lo iban a matar?

 Lo que Müller llama la Mano Negra tras estos estallidos tiene autores y auspiciadores, cómplices  que solamente pueden encontrase buscando río arriba. Medios de comunicación desde los cuales se ha generalizado la estrategia del eufemismo:  ”Un grupo al margen de la ley fue el autor del atentado”, “continúa  el asesinato de líderes sociales”  a pesar de conocer de antemano el nombre de los asesinos, de los terroristas  tal vez sin darse cuenta de que esto es lo que buscan quienes propician el terror: destruir, repito, la confianza en el Estado, destruir las comunidades robotizándolas.
   

PODER DECIR NO / Darío Ruiz Gómez

Pawel-Kuczynski

PODER DECIR NO
Darío Ruiz Gómez

Acudo de nuevo al dicho español:”Si quieres ser feliz como me dices/ No analices muchacho no analices” Y enterrando la cabeza en la tierra como el avestruz  negarse a hacer frente a las situaciones sociales  que se viven. Esta comodidad se vuelve egoísmo cómplice pues al eludir  la visión crítica de los hechos  se elude la necesaria respuesta  moral ante  el crimen, la inequidad y la desigualdad que siempre están cambiando de protagonistas  pues desigualdad e inequidad no solo se refieren  a la que crea el capitalismo  sino a las que han creado las FARC y el ELN  inmensamente  poderosos  económicamente  sin que jamás  hayan cumplido  la promesa  de dignificar a quienes supuestamente “iban a  liberar” Ya lo había advertido Camus: “En la época de las ideologías tenemos que habérnosla con el asesinato ” porque  el papel de la ideología  consiste en  justificar a través de los llamados por  Lenin “idiotas  útiles”,  el asesinato  como un  “derecho”  del “revolucionario”, algo  muy distinto  a la verdadera justicia. ¿Porqué si no ese manto de silencio fariseo sobre cada nuevo crimen del ELN? ¿Qué puede ser más espeluznante que el atentado que mató a los 22 jóvenes policías en la Escuela Militar y más espeluznante aún  el silencio cómplice  de nuestra pijería  intelectual?  Al recordar “El hombre rebelde” de Camus que leímos un grupo de amigos en 1957  y cuya claridad nos golpeó  en momentos en que  nada se sabía de la mentira sangrienta del comunismo en la URSS, vuelvo a la pregunta que nos hace este texto imprescindible. “¿Qué es un hombre rebelde? Es aquel que dice no.” Dice no a los inteligentes  al servicio del despotismo de la mentira, a la sumisión intelectual ante el  mesianismo  del totalitarismo,  dice no a caer en el  diálogo tramposo recordándole a  los criminales  que existen  los imposibles  morales para ello ¿No es esto el terrorismo como aniquilación de todo resto de cordura, de humanidad?  Contra la tarea crítica de la razón  un taco de dinamita. ¿Cuántas madres, niños, familias enteras mataron en Oriente los Frentes Pedro León Arboleda y Carlos Alirio Buitrago para cobrar jugosos rescates? ¿Cómo puedo yo otorgar  la categoría de interlocutor  a un asesino despiadado como Pablito  para establecer un diálogo con alguien que  encubre  sus crímenes bajo una supuesta ideología  cuando es en realidad un siniestro hampón?  Si aceptamos esta farsa estaremos asistiendo al derrumbe de  nuestros principios  y valores que es lo que busca  precisamente el terrorismo.  Lean ustedes el pavoroso informe de “Human Rigth Watch” sobre las tropelías del ELN en Arauca y con el alma conmovida descubran en este minucioso, casi cruel informe sobre un territorio sometido a los  desmanes de forajidos  folclóricos que violan niños y niñas, adolescentes, asesinan jueces y ciudadanos, lo que supone el regreso al “corazón de las tinieblas” y lo que constituye un adelanto de ese paraíso socialista con que engañan  aún a algunos despistados.  En ese territorio apocalíptico, el  ELN asesinó al Obispo Jaramillo sin que la Iglesia protestara, allí  son propietarios de minas de oro, de una gran mina de coltán, contrabandean con el petróleo  y en esta lisérgica  borrachera  de barbarie que solo Joseph Conrad  podría describir,  la frontera de la civilización se ha esfumado para que se entronice a cambio  un territorio de maldad cumplida la sentencia de Dostoievski :“Si Dios ha muerto todo está  permitido”  Cada  “comandante” se ha enloquecido al igual que  el Kurtz de  “Apocalypsis Now” y emborrachándose en su hamaca ejemplifican a cada momento, Padre Francisco de Rue no olvide, el regreso a la brutalidad del primate.

El  paro armado dictado desde la Habana y Caracas  ha supuesto  un acto de terrorismo internacional en el intento  de desestabilización de la región y nos recuerda lo que supone igualmente  un  atentado brutal  en su intento de  destruir la confianza humana, destruir el valor de la cultura, llevarnos a aceptar  calladamente  el desafuero de los delincuencia  ante la  cuál  sólo los espíritus libres serán capaces enérgicamente de decir no, no, no.


domingo, 9 de febrero de 2020

Luis Fernando González/ Relatos del Centro. Medellín: Patrimonio Histórico # 77




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Medellín: Patrimonio Histórico # 77


Luis Fernando González / Relatos del Centro

Víctor Bustamante

En esta conferencia Luis Fernando González repasa la visión que dan sobre la ciudad algunos especialistas en patrimonio, muchas veces plagadas de falsa nostalgia, además realizada por divulgadores sin rigor que crean leyendas, aumentando así el valor de algunos personajes anodinos; o sea, que desde el desconocimiento falsean y reescriben la historia, pero cuando se indaga esa falsa magnificencia esta se cae a pedazos, muchas veces amparada por las consultas en Wikipedia, o los comentarios en las redes sociales, que en algunos casos se dan como verdades, o también debido a la falsa tradición oral y escrita que da como hechos circunstanciales que debe deben revisarse.  

Hay dos ejes centrales en esta charla, una es sobre la cartografía con su toponimia respectiva  y la exclusión, para lo cual su autor apela a varios conceptos a través de la historia de la ciudad: La villa fundacional con la toponimia fundacional, Los olvidos que hacen las toponimias, La villa vieja y la toponimia independentista, La villa nueva y la toponimia bolivariana, La expansión inmediata con toponimia regional y europeístas y La nomenclatura actual, abstracta y racional 50 por 50, Palacé con Colombia.

Bajo estos parámetros sabemos que el mapa del alarife Agustín Patiño 1675, corresponde a la toponimia tradicional con los nombres descritos por el Cojo Benítez y expresa solo la toponimia del barrio San Lorenzo. Desde ahí persiste la exclusión, desde la Colonia, ya que otros lugares de la Villa no son mencionados ni reflejados ahí, lo cual da lugar a pensar que aún existían, pero donde vivían los últimos indígenas. Lo mismo que artesanos y si solo la élite local era capaz de vivir su boato sin la presencia del sustento y apoyo de otras clases de personas que cumplían la labor de ser sus servidores. También poco se menciona a la persona quién donó los terrenos para la Plaza Mayor, la iglesia de la Candelaria y para las calles aledañas, Doña Isabel de Heredia, así cómo se empedró la plaza, y en 1676, se dispone en la esquina de lo que es hoy Boyacá con Bolívar de la plaza mayor, ya erigida, un aparato de tortura, El Mico, que era un poste con una argolla de hierro donde se colgaban a los presos, les bajaban los pantalones para darles una paliza, también, por supuesto, para alertar a la población sobre sus excesos y disidencias posibles. A los indígenas, sus habitantes naturales, se les ordenó vender sus casas alrededor de la plaza mayor a los españoles, y se les entregaron algunos terrenos por los lados de Guanteros. Ya en 1850 se cambió el nombre de Plaza Mayor por Plaza de Zea, -aún no sabían del despilfarro de dinero público de Francisco Antonio, que pensaba que era un príncipe en Europa-, y en 1895, ya era el Parque de Berrío al erigirse la estatua de Pedro Justo.


Medellín, 1675, Agustín Patiño

En los últimos años el nombre de Plaza Mayor ha sido apropiado por la simulación cultural de las ultimas alcaldías, que bajo le égida del turismo, como el falso emprendimiento que ellos aportan, han entregado la ciudad que quiere maquillarse como una Barcelona del trópico, y poco a poco comienzan a cambiar la nomenclatura por lo que uno de esos vasallos, desde el bureau, denominan la Medellín internacional, la que gana premios anodinos y se desplaza lentamente hacia el sur, dejando la estela del Centro Histórico en ruinas, y eso sí apropiándose de su toponimia porque la verdadera Plaza Mayor es el Parque de Berrío. Los simuladores culturales son atrevidos con sus cintillas de risa y sus títulos de plástico.

Ya cuando la ciudad se amplía hacia lo que sería Villanueva, como dice Luis Fernando, Tyrrel Moore, pensando en erigir a su Nueva Londres, se ganó la fama de haber donado los terrenos, y esa actitud corre a través de los años cuando en realidad había donado una parte, y eso sí se ha olvidado lo que el expositor dice sobre la llamada la atención que es la tensión entre los habitantes, artesanos, que existían en lo que serán los alrededores de la Plaza de Bolívar.

También explica el mapa trazado en 1847 por Hermenegildo Botero, abogado, escritor, (aún no sé qué significa “Templado por el trisagio”, uno de sus textos). También fue diputado a la legislatura de la provincia de Antioquia y secretario del gobernador Mariano Ospina Rodríguez, quien le dictó su testamento. Con los días y el nuevo ascenso de otras personas al poder, la Calle del amor, el Resbalón, la calle de la Amargura, Solitaria, la Calle del Calzoncillo, así como otros nombres dados por la imaginería popular poco a poco fueron reemplazados.
pero en esta exposición aparece algo que ha sido olvidado al ser escrita la historia de la ciudad desde un solo punto de vista, así como solo expresa a los llamados grandes hombres, al realizarles biografías, así como al escribirles en sus centenarios, así como al erigirles estatuas, como una visión del mundo no solo algo pobre sino llena de desalojos y olvidos.  Y ese algo nuevo es mirar la ciudad desde todos los puntos de vista posible. La pregunta sería dónde vivieron los artesanos, los obreros, donde se fueron a vivir los indígenas, y hasta cuando persistieron.  Incluso en el texto de Francisco de Paula Muñoz, “Descripción de Medellín en 1870”, cae en lo mismo y anota: “La Calle del Chumbimbo (sin nombre oficial), entre La Playa y La Calle Barbacoas al Norte de la Quebrada”.  También refiere que la calle Girardot, aún sin concluir su trazado, termina en una calle sin nombre por el barrio del Chumbimbo.


Medellín, 1847, Hermenegildo Botero.

Solo mencionamos esta parte por una razón de peso, en los mapas se difuminan determinadas zonas, en ellos aparecen los sitios llamados interesantes, de referencia, pero se dejan de lado otros donde la vida bulle en su anonimato, en su expulsión y exclusión pública, pero que sirve de sustento para otros, esa es la vida de los indígenas, de los artesanos en su momento, esa es la vida de los obreros y de los artistas y de aquellas personas que apenas ahora se recupera su presencia. De ahí que, al mencionar el límite de la ciudad, la Calle Barbacoas, Luis Fernando nos de la posibilidad de otras indagaciones, así como el sector lejano de Guanteros cubierto por la pátina sucia de quienes no auscultaron más allá en esos límites la otra Medellín que crecía con sus arrebatos, con sus contingencias que sumaba a la otra visión que dan la totalidad de lo que sería la Medellín que vendría.

En síntesis, esta conferencia, es la llave para abrir otras puertas siempre cerradas al concepto de lo popular como la otra parte que le falta a la definición de Medellín, de ese Medellín excluyente y mentiroso, solapado e hipócrita que pensaba que siempre vivía en un país lejano, para dejar de lado en las márgenes de su historia, en los pies de página o en los archivos polvorientos, a las personas que desde la anonimidad han contribuido a su crecimiento. De ahí que en una de sus novelas, una de las sobrinas de Carrasquilla, al saber que servía de personaje para una de sus creaciones le pidiera que la pusiera a hablar en francés.

En los mapas, siempre inconclusos, siempre excluyentes solo enseñan una parte de la ciudad y, sobre todo, la que quieran que vean quien contrate la elaboración. Pero si en esas zonas definidas de golpe al ver el mapa, en esa cartografía de un solo lado, en esa sucesión de manzanas y de monumentos a personas que muchos de ellos no merecen, siempre sabemos que la ciudad y sus calles hierven de otra manera, de una manera que nunca será contada porque esos textos quedarán guardados en la memoria de su autor y en el desalojo. Eso es notorio en el mismo texto del Cojo Benítez que era consultado por investigadores y escritores y nunca lo mencionaban como una de las claves para sus indagaciones.

En ese umbral, esa zona oscura, yace la otra historia de Medellín. En esta conferencia hemos vislumbrado una posibilidad, otra manera de mirar la ciudad. La de los otros, que no figuran como ilustrados y afincados en el poder político de su momento. Pero esa Medellín de los desalojos situados en esa zona oscura, molesta, negra para algunos, se puede comprender en El primer directorio General de la ciudad de Medellín para el año de 1906 de Isidoro Silva L., donde aparecen desde los oficios más prestigiosos hasta los más humildes con un sentido incluyente de ciudad,  y en esa obra memorable, de Carlos J. Escobar, Medellín, hace 60 años, que demuestra cómo alguien a partir de su intuición y de su apasionamiento dejó una memoria que aún sacude y sorprende desde su lejanía.

Cierto. Luis Fernando ha abierto un portón pesado, atiborrado de miradas y análisis oxidados que tenemos siempre presente como una verdad, cuando en realidad es solo una mirada de soslayo y de desprecio que ha escondido en su ausencia permanente, la otra lectura de la ciudad, la de la aplanadora del cemento permanente que avasalla a Medellín, dirigida por políticos de baja estofa que se conmueven yendo a Paris para ver edificios antiguos mientras que la baba de montañeros salpica sus selfies sobre las solapas  de sus chalecos anti-babas de tanto hablar y prometer, olvidando la ciudad de la exclusión y la del desalojo: la de los músicos y teatreros, la de los artesanos, la de los obreros, horticultores, herreros, hojalateros, pendolistas, plateros, joyeros, sastres, sirvientes, tapizadores, tipógrafos, comadronas cerrajeros, bordadoras albañiles, armeros, cocineras, cocheros costureras, enfardeladores, fruteras, y tantos otros oficios que la memoria desecha, que la literatura nunca ha mirado porque habitan en la penumbra y parece que no hubieran existido en la ciudad de la eterna desmemoria.



Hermenegildo Botero






MEDELLÍN: LOS CAMBIOS TERRITORIALES / Darío Ruiz Gómez

La Playa, 2020

MEDELLÍN: LOS CAMBIOS TERRITORIALES
Darío Ruiz Gómez

Glocal es la definición  de  lo local  cuando ha sido permeado por lo global. La inmediata información que sobre el mundo nos brindan  la t.v Youtuber, Instagram, así como nuestra emigración  hacia el exterior a causa de la violencia del narcotráfico  ha permitido la apropiación inmediata de la moda,  a que  el look de nuestros  jóvenes sea  igual al de los jóvenes  norteamericanos  permitiendo  la democratización de la moda  gracias a la impunidad con que se copian  los modelos extranjeros. Hasta el  “Parche” que identifica la amistad  rescatada  de la inhumanidad  en  la  vasta ciudad,  llega también de inmediato la información de los medios  de manera que  ésta no está  supeditada a una exclusividad  sino que se despliega por cualquier  territorio urbano por apartado que sea y bajo nuevos códigos. Por otra parte la población de la diáspora  permite que los territorios partan  ahora de cualquier Comuna y se extiendan hasta Nueva York, Miami, Madrid bajo aquel razonamiento  de  Maffesoli de que el territorio se configura  continua y permanentemente con el desplazado. De manera que el concepto de territorio como un hábitat inamovible  ha derivado hoy al concepto de des-territorialización que  en principio indica pérdida de los lugares y desarraigo llevando al desplazado a crear  instintivamente, tal como lo vemos con algunos grupos chocoanos, un lugar de encuentro en la ciudad, la Gorda de Botero, por ejemplo ya que los imaginarios no mueren. Internamente en Medellín la grave fractura de los territorios urbanos bajo  el terror sigue causando  una desterritorialización profunda y un desarraigo  respecto a la ciudad histórica. Lo mismo que un mayor distanciamiento  entre la clase política  y la ciudadanía como lo pone de  presente  la configuración del Concejo donde la representatividad respecto a los diversos estamentos ciudadanos  se ha negado sistemáticamente, es decir, no existe y al desaparecer la fiscalización y la veeduría ciudadana impera la más rampante corrupción. ¿Cómo es o como se define hacia los otros o hacia el mundo el habitante de una ciudad que  cruza raudamente   por entre calles sin nombre  que no brindan  la posibilidad del encuentro con los otros? Un ser sin anclaje, un ser a la deriva, un ser que no conoce al Otro en espacios sometidos por el temor.
 El Poblado dejó de ser  un barrio histórico de clase alta  al modificarle  su estructura con  la construcción de cientos de torres de vivienda - lo que  ha supuesto   una altísima  densificación-  Una  vulgar  aplicación de la norma  de  uso mixto, la carencia  del adecuado diseño integral de los nuevos espacios  para lograr  el debido equilibrio  ambiental de las áreas de  vivienda frente a las  desaforadas  zonas de “rumba segura”, de respetar el retiro de las quebradas, produjo un desplazamiento de población muy alta, una fracturación  que llevó a la desaparición del barrio, a que la renovación urbana se convirtiera en un desmán oficial lo cual permitió la infiltración del sector por los llamados “dueños de la noche”.
 Con esto simplemente quiero indicar que la fractura del espacio público alcanzó a todos los sectores sociales de la ciudad y que el dominio de los distintos espacios por la criminalidad  organizada ha ido acelerando la crispación, la neurosis, el pánico, la desconfianza, el temor, el aumento de los casos de suicidio lo que nos lleva a considerar que el  proyecto de una ciudad que como Medellín se ha convertido  hoy en una inmensa conurbación, no es solamente un problema  físico, o material sino que  prioritariamente  debe  enfrentar estas patologías   donde todos estamos incluidos , amenazados,  entre el desquiciamiento causado por el colapso vial y la pérdida de la libertad, la desaparición de las esquinas. Clamar entonces por nuestro derecho a la libertad, a la recuperación de los espacios de amistad es reconocernos  en la recuperación de la ciudad de la democracia.


SOBRE PLANES DE DESARROLLO Darío Ruiz Gómez

Fotografía de Luisa Vergara


SOBRE PLANES DE DESARROLLO
Darío Ruiz Gómez

El anuncio por parte del Alcalde de que las Universidades de Antioquia y Nacional se unen para realizar conjuntamente el Plan de Desarrollo de Medellín es una gran noticia en el momento en que  un desastroso  POT ha ido permitiendo que sobre la cualificación necesaria de los distintos territorios  de la ciudad, sobre el impase  semántico creado por la aparición de nuevas formas de apropiación  del espacio, asociado éstas  no precisamente a las comunidades  sino a los distintos grupos delincuenciales, de manera que el espacio urbano ha permanecido  en una crispación social creciente  permitiendo  el levantamiento de  nuevas murallas  erigidas  por  las distintas economías impuestas por  estas estructuras delincuenciales. El modelo impuesto por estas  economías, por ejemplo,  de conjuntos de grandes torres de vivienda en las periferias ha servido para que  desaparezcan  la vida comunitaria,  el espacio público,  el peatón y se rompan  definitivamente las redes de comunicación. El llamado  capital subterráneo, los nuevos  depredadores  urbanos han ido dejando su impronta sobre territorios  dominados  hoy, lo vuelvo a repetir,  en un 60% por la construcción informal la cual es concomitante  con la baja calidad de vida, con la imposibilidad de salir de  la exclusión, retos a la capacidad gubernamental de lograr  incorporar  como ciudadanos a miles de excluidos, de esclavizados  y sobre todo acabar con ese falso argumento de que la pobreza supone siempre violencia.  ¿Bajo qué conceptos se distribuirá entonces el Presupuesto de la ciudad? ¿Nuevos elefantes blancos  o  la afirmación de aquella  ciudadanía y  de aquella ciudad que ha sido capaz de resistir estas distintas formas de atropello? ¿Deben ser excluidos los barrios humildes de la presencia de la belleza de arboledas y jardines, del derecho al reposo de sus gentes? ¿Cómo se logrará integrar a los diversos sistemas de transporte territorios como el de Castilla con más de 70 barrios carentes de vías peatonales integradoras, de un adecuado sistema vial que lo saque del aislamiento? Hablemos entonces de construcción de democracia.

Un Plan de Desarrollo  es como potestad del Alcalde una directriz de gobierno que ya desde la campaña de elección nos hubiera servido  para conocer su visión  de lo que implica  un proyecto de  ciudad, caso de Medellín que gracias a factores como la llegada permanente de desplazados de otras regiones  ha ido  aumentando el perímetro del tugurio, de los autogobiernos. También una ciudad como escenario  de un escandaloso desplazamiento urbano. Convertir en ideología de género conceptos como mujer, niño, pobre, ideologizar la cultura  supondría  un error ya que en lugar de reconocer el derecho a las diferencias dentro de una vida en común, la pluralidad democrática,  se estaría cayendo en lo multicultural concepto que  supone la  atomización  de los grupos sociales en sus contenidos de cultura. Con la posibilidad   tal como lo vimos en Petro, del peligro de lanzarse  al populismo,  de que se siga persiguiendo  a la “ciudad de los ricos” tal como predica una infame demagogia. Hablo desde la experiencia de la Academia donde durante años este debate se dio con la intensidad necesaria y bajo metodologías sometidas a las variables que las realidades  in situ descubren, la ineficacia de cierto tipo de encuestas y de foros , el error de partir a priori de conceptos inamovibles , la necesidad de contar con los intangibles, las músicas,  mediante  una lectura de la economía  que se oponga  a reducir un Plan de Desarrollo a miles de folios con frías estadísticas, consignas políticas lejanas al pulso de la vida ciudadana. ¿Cuál es la visión de ciudad que el Alcalde la propondrá a la ciudadanía?


sábado, 1 de febrero de 2020

DISCREPANTES Y TRAIDORES / Darío Ruiz Gómez





DISCREPANTES  Y  TRAIDORES
Darío Ruiz Gómez
Gastón Llamazares fue hasta hace poco el máximo dirigente de la izquierda española cuando aún era viva la presencia del viejo Partido Comunista. Con la consolidación  de Unidas  Podemos  se introdujo  frente  al Partido  de Pablo Carrillo  algo inesperado: el populismo. De Marx se pasó crudamente a la influencia de Chávez el dictador  venezolano ya que los principales dirigentes de Podemos  Iglesias, Monedero, Errejón fueron, con ETA,  asesores directos del dictador  y con él llegaron a ganar mucho dinero, insuflando en el primario  tercermundismo bolivariano  - tal como lo expliqué en algunas ocasiones-  las  ideas de Laclau  y Chantal Mouffe los filósofos del populismo peronista. Y este populismo  que es lo contrario al marxismo genuino negó la transparencia, la responsabilidad ante la democracia. Llamazares  entró a la disidencia  pero ha seguido participando activamente  en el debate de las ideas políticas que hoy agitan, gracias al oportunismo de Sánchez, la  vida  política de España. Acaba de lanzar su libro “La izquierda herida” una  documentada reflexión, entre otros, sobre el oportunismo, la deliberada ambigüedad ética,  o sea aquello  que implica  la inesperada llegada al poder de Unidas Podemos. “La van a pasar canutas. Se han criado en una cultura política en la que quien discrepa es un traidor” ha dicho.  El cerrado fundamentalismo del matrimonio Iglesias-Montero prohíbe la autocrítica y ha impuesto una inamovible  estructura de poder que impide cualquier tipo de disidencia al negar  el pluralismo mediante su propia  versión  de una corrección política al  uso de un dogmatismo ideológico que ya comienza a mostrar sus colmillos.  El traidor es pues una figura que  emerge de la dialéctica revolucionaria en sus purgas  internas  por el poder: Saturno devorando a sus hijos. Recuérdese la paranoica persecución de Stalin contra sus enemigos en especial contra Trotsky hasta lograr asesinarlo. La historia de los llamados traidores asesinados por  las Farc  en Colombia  ha sido larga, metódica y sobre todo silenciosa.  Y quienes  se han atrevido  a indagar  sobre este tema han  tenido que sufrir el estigma y la persecución. ¿Por qué la JEP ha eludido  el caso del asesinato de Jesús Bejarano  el gran historiador  desconociendo las motivaciones  de esta condena  y el nombre de los responsables de esta ejecución? ¿Qué pasará con Timochenko después de haber sido condenado a muerte por las “Disidencias” de las FARC? Recordemos que es el dogma  el que no perdona a quien supuestamente  traicionó  un Código de Honor tan férreo como el de la  Mafia siciliana,  y si han fallado  una vez lo intentarán de nuevo.
 Describo esta situación  respaldándome una vez más en  la  más verificable  de las referencias: la historia de las ideas políticas. Porque si es necesario  reconocer que España ha logrado crear una democracia –hoy en peligro-  basada  en el derecho a la discrepancia ideológica, a las distintas voces de regiones e individuos  donde Carrillo jugó un importante papel  en la democratización del Partido Comunista,  por el contrario en Colombia ni las FARC ni el Partido Comunista han logrado  abrirse a una necesaria autocrítica,  indispensable  ésta  para vencer  el ala de su militancia que se ha negado a aceptar las leyes de la democracia   y ha continuado  en  la barbarie, lo que supone, repito,  el fracaso de un Partido  que al negarse a la democratización de  sus bases, su  estructura interna,  seguirá abocado  a permanecer en los azares  de  este juego diabólico de purgas y desapariciones, de conspiraciones contra el Estado.