jueves, 9 de mayo de 2024

Luis Tejada Cano / Víctor Bustamante / Casa de la Lectura en San Germán

 


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Luis Tejada Cano / Víctor Bustamante / Casa de la Lectura en San Germán

Epístola sobre los libros y los viajes

Luis Tejada

                                               A Luis Bernal, en Medellín

Amigo mío:

El relato de tu primera excursión, que alcanzó afortunadamente hasta la Quiebra y Cisneros, me llenó de grata esperanza: abandonas al fin los libros fríos y te conviertes a la vida “viva”, real e innumerable de los viajes, a la vida fecunda del ver y del oír.

Cuando discutíamos hace tiempo sobre la mayor o menor influencia del libro o del viaje en la cultura y en la felicidad, yo sabía que tú ¡oh, sedentario! no tenías razón al defender, ante todo, la prioridad del libro; porque no pueden ser más abundantes los resultados espirituales ni más intensas las emociones cuando se percibe la realidad de manera imaginativa, al través de extrañas personalidades intermedias, que cuando se percibe directamente con los ojos y los oídos propios.

Leer una excursión al África es delicioso y hasta conveniente; pero sería más delicioso y más benéfico todavía, realizar en persona la excursión. Para ti no es igual que el león se vaya a comer a Tartarín, que el que esté a punto de comerte a ti mismo; porque además de que, sin duda, la emoción sería mucho más viva, puede suceder que tú, de una raza y de una mentalidad distintas a las de Tartarín, experimentes ante el hecho reacciones que él no experimentó. Y entonces, tu acervo de ideas y de sensaciones se acrecentaría con aspectos nuevos que no hubieras obtenido leyendo simplemente la historia.

Y es natural que al choque directo de la realidad nazcan las ideas nuevas más fácilmente que en otra forma cualquiera, puesto que la mente independiente de influjos extraños, libre para emprender trayectorias inesperadas, se encuentra de pronto ante el fenómeno real que la hiere y la fecunda; pero aun suponiendo que las ideas no sean nuevas basta que las hayamos extraído por nuestra cuenta para gozar ya la voluptuosidad inefable de una creación virtual. En cambio, en el libro, el autor, a pesar muchas veces de nosotros mismos, nos impone sus consecuencias y su visión personal de los hechos; el pensamiento propio en potencia, que pugna por verificarse, se deja sustituir lentamente por el pensamiento ajeno, ya realizado y perfecto. Y sin embargo, la vida, múltiple hasta lo infinito, tiene siempre un aspecto diverso para cada pupila que la observe con cuidado; observándola a través de otras pupilas, no sólo nos empobrecemos nosotros, sino que empobrecemos virtualmente a la vida misma, dejando de evidenciarle algún modesto secreto, de encontrarle alguna escondida belleza o alguna nueva fealdad, que por el solo hecho de ser nosotros los descubridores, nos llena de sincera alegría.

Pero yo no quiero decir que no se lean libros; hasta creo que todos los libros se deben leer; divido simplemente los lectores en dos clases generales: los que leen para aprender y los que leen para olvidar.

Los que leen para aprender, van al libro con un terrible afán utilitario, con el propósito en cierto modo criminal de apropiarse las investigaciones, los puntos de vista y hasta las conclusiones personales del autor, transportándolo todo bonitamente a su cabeza, sin mayor esfuerzo propio; por este aspecto, aprender en los libros, es sencillamente robar. El espíritu pundonoroso y creador va directamente a la vida, a la naturaleza; si aprende algo leyendo los libros, no lo exhibe como concepto director, sino que lo amalgama, como elemento secundario, dentro del concepto personal que se ha formado de las cosas. Molière, el pobre y grande Molière, comprendió primero que todos la superioridad, en cuanto a enseñanzas fecundas, de la vida sobre el libro; por eso, después del éxito de Las preciosas ridículas exclamaba con júbilo: “Ya no leo a Terencio ni a Plauto ni tengo que descifrar los fragmentos de Menandro; me basta estudiar el mundo”.

Además, los que leen para aprender, corren el peligro de caer en el curioso vicio de la erudición. Yo me figuro la erudición como el culto a un menudo genio desgreñado y polvoriento –quizá un gnomo barbudo– que vela siempre en el ambiente callado de las bibliotecas. Quién sabe qué sortilegio misterioso o qué encanto sutil tendrá en los ojos de opio y en la boca sabia ese geniecillo de los anaqueles, compañero, pastor o tal vez príncipe de las cucarachas, la polilla y el comején; quién sabe qué mágicos secretos o qué filtros letales dirá o dará a los elegidos en las horas de augusto recogimiento. Lo cierto es que si se le ha visto una vez, se pierde para siempre el sabor de la vida fecunda, poliforme y penetrante de los sentidos; ya los campos en flor y las dulces armonías de las montañas no existirán para nosotros; ni el cielo, ni el río, ni el calmo paseo de árboles; ni la visión de ese barco que parte cargado de sueños, o de ese caminillo de hormigas trastabillantes que se hunden en la selva; la calle numerosa y tumultuosa no sería un espectáculo grato, con su explosión de colores, con sus músicas de voces, con su variedad infinita de formas; no tendremos ojos ni oídos para lo que pasa, vive o permanece en derredor; no sentiremos el influjo de la luz, que es alegría, ni el de la noche, que es inquietud vital; el invierno y el verano nos serán indiferentes con sus mil matices sucesivos; será nula en nosotros la atracción alucinante de las ciudades lejanas, de las perspectivas desconocidas, de los paisajes exóticos, de los caminos misteriosos que cruzan en todas direcciones la tierra y el mar. No; nada queremos ver, nada queremos tocar ni oír que no sean las páginas amarillas del mamotreto y la voz envejecida y extraña que surge del fondo de ellas. Que todo se agite en torno, que la vida se renueve y se transforme, que el amor calcine las almas, y haya quienes lloren y quienes rían; que se sucedan mañanas de sol y dulces tardes de invierno, y que el mundo sea aquí y allá y en todas partes un espectáculo supremo lleno de latentes enseñanzas y de bellezas escondidas; al erudito no le importará un comino nada de eso; pasará en medio de todo y de todos contemplando lo que ha almacenado cuidadosamente en su cabeza, con la fruición del comerciante judío que mira y remira con ternura sus escaparates atestados; sólo sentirá alegría ante la probabilidad de encontrar un libro raro, de reconstruir un texto olvidado, de cazar una fecha, o el nombre de un sitio, o el apellido verdadero de alguien que ha muerto hace mucho tiempo y que todos creían que se llamaba de otra manera; entonces se apodera de él el júbilo unilateral y enfermizo del maníaco, del cazador de mariposas, del recolector de estampillas o de platos históricos; va y viene, busca y rebusca, revuelve bibliotecas, sacude manuscritos, revisa impresos, exhuma vetusteces con la febril impaciencia de los conquistadores aurívoros que levantaban los sepulcros y exhibían al sol las momias veneradas para encontrar al fin la menuda ajorca o el anillo oxidado, perdidos entre el polvo milenario.

La erudición es un vicio exquisito y horripilante, una morfina imaginaria que destruye el bello instinto de la voracidad sensual, el ardiente deseo de vivirlo todo prácticamente con ímpetu, con divina alegría; mata el prurito de la acción inmediata y paraliza el maravilloso ejercicio de los sentidos; enseña, quizá, muchas cosas, pero no permite saborear realmente ninguna.

La sabiduría no está en la erudición, porque la sabiduría no es un fenómeno de acumulación de cosas externas, sino más bien una capacidad interior para distinguir lo bueno, lo bello, lo justo; por eso no se debería ir a los libros con un criterio intelectualmente utilitario, sino con un criterio simplemente deportivo; se debiera leer para olvidar; para olvidar lo que nos rodea, cuando es demasiado triste o tedioso, y para olvidar, sobre todo, lo que leemos.

Así hubiera querido que leyeras siempre tú; por eso me inquietaba tu afición desmedida y preocupada a los libros; creía que estabas perdido, porque buscabas sólo en ellos la sabiduría y la emoción; pero veo que al fin los abandonas un poco y reconoces la superioridad de los viajes en la cultura personal, y hasta te decides a ejecutarlos. En realidad, estándose quieto en su casa también se puede vivir la vida profunda y provechosamente; pero apenas se vive, como si dijéramos, “a lo largo”; viajando se vive simultáneamente a lo largo y a lo ancho, como el que camina a la vez por los dos lados de un ángulo recto; viajar es “atravesar” la vida, sin dejar de adelantar en ella.









miércoles, 8 de mayo de 2024

ESCRIBIR EN TIEMPOS DE SOCIEDAD LÍQUIDA. / Efraín Alzate S.

 

ESCRIBIR EN TIEMPOS DE SOCIEDAD LÍQUIDA.

El amenazado privilegio de explayarse

Efraín Alzate S

Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo: mas obran quintas esencias, que fárragos. 

Baltasar Gracián.

En colegios y universidades los profesores manifiestan cierto grado de decepción por el poco amor hacia la lectura y los libros por parte de los jóvenes. Siempre suelen decir: “no como a nosotros que nos tocaba leer libros clásicos y eso era obligadamente.” Perdonadme ortodoxos, si con estas letras toco alguna vanidad, tan frecuente entre los que nos damos el lujo de estar publicado o haber publicado algún libro en estos tiempos de sociedad liquida,

en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos y las acciones humanas. Niños, jóvenes y adultos asistimos al teatro de la vida y los cuadros son la desazón, el desasosiego y la poca capacidad de asombro.

Quizá por la gruñera que se manifiesta ante mis abultados años, también he ido perdiendo un poco de alegría, admiración o asombro por actos que antes eran solemnes en mi trasegar cotidiano en el mundo universitario. Es posible que esté equivocado, pero una de esas gruñeras mías se denotan, cuando voy a una librería y veo libros de quinientas, mil o más páginas. Me detengo con tranquilidad en obras poéticas, novelas o textos de filosofía y literatura, pero con un adecuado número de páginas para contenidos que motivan lectura. Los mamotretos los dejo quietos, no me queda tiempo para abordarlos con respeto y con el ritual que merece el esfuerzo intelectual de quien los escribe. Además, creo que aquellos que se explayan en mamotretos no interpretan las prisas del momento.

La literatura corta tiene sus encantos, aunque para algunos escritores esto puede ser pereza o pocas capacidades de narrativa. Hay fabulosos autores contemporáneos como Patrick Modiano (Nobel 2014), Amélie Nothomb o Annie Ernaux (Nobel 2022) que en una baldosa de 150 páginas te sacan una obra maestra. Pero los libros largos, cuando bien aprovechados, permiten un exquisito desarrollo a fuego lento de sus propios personajes y un maridaje físico entre la historia que se narra y el tiempo que fluye reflejado en el abultamiento de las páginas.

No hay nada más frustrante que un libro que, no contento con ser largo, también resulta ser aburrido. (G, 2023)

Y si la preocupación es por la lectura en el ámbito universitario, mayor debe ser el esfuerzo de los académicos e intelectuales por interpretar este mundo de la vida, acercando la ciencia y el conocimiento a los jóvenes, y para ello se debe acudir a la capacidad de síntesis, y al magistral ejercicio de escribir para no dejar las cosas tal cual.

Fuad G Chacón en interesante texto sobre los libros nos habla del amenazado privilegio de explayarse, y creo que quien publica los grandes libros, o tratados de ciencia política o de jurisprudencia también corren el riesgo de escribir para arrumar en estantes lo que a muy pocos lectores puede llegar, porque por lo general también resultan costosos. Se trata de todas maneras de escribir para que nos lean, no para que nos padezcan. Veamos el texto de Chacón:“Haga usted mismo el ejercicio la próxima vez que pase por el mostrador de cualquier librería de camino a la cotidianidad de su vida. Pose la vista con disimulo en la sección de best-sellers y rápidamente debería conseguir experimentar un fenómeno cultural del que poco se habla para lo corriente que se está tornando: la inmensa mayoría de ellos, o en el peor de los casos todos, deberían tener menos de 400 páginas.

Si el escepticismo lo embarga, entre y manoséelos usted mismo, con un poco de suerte descubrirá que, incluso, algunos hacen trampa, pues de no ser por los anchos márgenes y el gran tamaño de fuente en que han sido impresos uno que otro no alcanzaría las 300 páginas.

Bienvenidos a la era de las novelas fit, al mismo tiempo una tendencia irreversible y una descorazonadora metáfora sobre nuestros propios tiempos. Esta demostración empírica fue soportada con datos por un centro de pensamiento sobre la industria editorial con sede en Massachusetts que el año pasado, y tras analizar casi 3.500 títulos del top 3 en la lista semanal de best-sellers de The New York Times, concluyó que, en comparación con la última década, los libros más vendidos son, en promedio, un 11,8% más cortos, es decir, que traen unas 50 páginas menos.

Esto nos deja una media de 386 páginas, con lo que las preferencias lectoras de la humanidad caen de la categoría de libros largos (400+ páginas) a la de libros medianos (250+ páginas).

Aunque es difícil encontrar culpables, gana fuerza la hipótesis de que la gran oferta de contenido audiovisual que atravesamos, junto con nuestra creciente dificultad para mantener la concentración por períodos prolongados, han contribuido indiscutiblemente a esta situación.

En la actualidad, escribir libros largos (y, sobre todo, los auténticamente largos) con interés suficiente para ser publicados y posteriormente leídos parece un lujo reservado a aquellos autores consagrados a los que no les meten prisa porque gozan del amenazado privilegio de explayarse. El 2022 dejó varios gratos ejemplos de ello con las 732 páginas de “Las Noches de la Peste” de Orhan Pamuk (Nobel 2006), las 624 de “El Pasajero/Stella Maris” del recientemente desaparecido Cormac McCarthy (Pulitzer 2007) y las 504 de “Babysitter” de Joyce Carol Oates. Obras tremendas que nos recuerdan que lo bueno toma tiempo”. (G, 2023)

G, C. f. (02 de julio de 2023). El amenazado privilegio de esplayarse. El nuevo Siglo

EL AUTORITARISMO COMO MIEDO A LA LIBERTAD / Efraín Alzate S

 

EL AUTORITARISMO COMO MIEDO A LA LIBERTAD

Efraín Alzate S

En las relaciones donde prevalece la autoridad racional existen componentes como la admiración, el respeto y la gratitud, la autoridad en este caso se convierte en un ejemplo con el cual identificarse, contrariamente, en aquella que es impuesta, en algún momento, aparecerá la hostilidad y el resentimiento”. (Fromm, 2005)

El autoritarismo se acoge de manera radical a unas normas sociales que aprueban el dominio, poder y control sobre los demás. Esta forma de actuar de las personas autoritarias puede tener sus antecedentes desde la infancia, al responder los padres con hostilidad al niño cuando éste les contraría llora, se queja, o se equivoca. El comportamiento autoritario se desarrolla a partir de normas sociales trasmitidas por la familia y otros agentes sociales. En este sentido, cuando percibimos en escenarios de poder, a personas que se tornan agresivas al ocupar cargos, de inmediato imaginamos de niño a esta persona con sus sufrimientos, castigos dolorosos o burlas por parte de progenitores. Del dictador Augusto Pinochet se decía que en su infancia había sido un niño infeliz.

La persona autoritaria utiliza el poder para poder, es decir, para hacer lo que le viene en gana y luego pasa a la perversión al experimentar placer al infringir daño físico o moral al otro; la persona autoritaria es dominante, agresiva, dogmática o incluso violenta con los demás. Bajo una máscara de orden se perciben disciplinados y les apasiona mandar, poner normas y castigar su violación, llegando al uso de la amenaza o humillación para conseguir su fin, y responden enérgicamente ante cualquier cuestionamiento a su autoridad o cuando les retan por sus arbitrariedades.

Por lo general la persona autoritaria se muestra insensible ante las necesidades y emociones de los demás, llegando a parecer crueles. Tampoco suelen expresar sus sentimientos, algo que consideran como signo de debilidad. Por lo general, funcionan muy bien en estructuras de poder tradicionales, jerárquicas, sobre todo si ocupan puestos de dirección. Encajan

perfectamente en la empresa moderna en la que la racionalidad instrumental está por encima de la condición humana. Solo importa la capacidad de producción del hombre o la mujer máquina, pero nada de lo que tienen que ver con su vida familiar o social importa. La esencia humana de la empresa moderna sucumbe en montañas de papel y formatos con los que se ordenan las cuentas pero con ausencia notoria de humanidad.

Desde esta perspectiva, autoritarismo se ha edificado sosteniendo la idea de la insignificancia o la inutilidad del hombre, en aquellos lugares donde se establece una autoridad suprema el individuo se empequeñece y se reduce a una función de obediencia y sumisión. Las personas autoritarias son consistentes en todos los campos y situaciones que se les presentan y ese patrón comportamental es notorio y aplicado sistemáticamente con todas las personas que están bajo su influencia, pero, además, esa actitud de emperador la aplica en otros espacios de la vida en donde se da jerarquía y sumisión. Quien es dominante y abusador con sus empleados, por lo general lo es también con sus hijos o parientes con quienes por su vulnerabilidad les puede imponer sus dogmas. (Fromm, 2005)

Los autoritarios son percibidos como personas ásperas, dogmáticas, competitivas, carismáticas, intolerantes e indiferentes a las necesidades de los otros, y poco afectuosas, lo cual tiende a enorgullecerles. En los casos más severos, pueden llegar a ser crueles, denigrantes, humillantes y coercitivos. En el área laboral, presionan a sus subordinados, critican, velan por el cumplimiento estricto de las normas y reglamentos, y no toleran la más

mínima muestra de desacato o discrepancia con sus órdenes. Estos comportamientos van creando en la base de los trabajadores la animadversión y anhelos conspirativos; normalmente la persona autoritaria resulta víctima de sus propios comportamientos. Por lo general las autoridades autoritarias, salen de los cargos con innumerables detractores y con personas que solo esperan el momento para pasar cuenta de cobro. Se da la paradoja del doctor Guillot, inventor de la guillotina, quien la experimentó en su propio cuello.

La autoafirmación de sí mismo puede tener como consecuencia la desobediencia, para todos aquellos casos de formas abusivas de autoridad la autoafirmación es un pecado grave pues, desde la autoridad se nos intentará hacer creer que sus fines son los nuestros y que sólo se puede obtener el objetivo mediante la obediencia”. (Fromm, 2005) .

Los autoritarios vistos desde el psicoanálisis por lo general son portadores de algún complejo.

Karen Horney psiquiatra norteamericano sostiene que las personalidades sádicas abusan de los demás porque odian la vida, piensan que su propia vida ha sido vana y sin sentido, y este “triunfo vengativo” les hace sentir superiores. Erich Fromm, entiende el autoritarismo como una pasión por tener el control absoluto de otro ser vivo, con la que aliviaría el sentimiento de insatisfacción en la vida y el amor. Desde el autoritarismo se tiene la tendencia a negar la libertad y sustenta desde un pesimismo exacerbado la imposibilidad para acceder a la felicidad “La característica común de todo pensamiento autoritario reside en la convicción de que la vida está determinada por fuerzas exteriores al yo individual, a sus intereses, a sus deseos. La única manera de hallar la felicidad ha de buscarse en la sumisión a tales fuerzas”. (Fromm, 2005)

Los autoritarios son personas hostiles, y esa hostilidad no es gratuita ni “indiscriminada” (como en el caso de personalidades antisociales o psicópatas), sino dirigida a las personas que guardan una relación de dependencia o subordinación, o son más débiles. La violencia en estos casos no es percibida como desproporcionada por el autoritario, sino justificada y

apropiada. Cuando castigan suelen decir: “se lo merecía”, “es por su bien”. El autoritario es hábil para identificar las debilidades de sus víctimas y al identificar los más vulnerables, los utiliza como chivos expiatorios para aplicarles mayor daño y humillación. La persona autoritaria suele desconfiar bastante de los demás; pero no es característico que se crean los únicos capaces de hacer las cosas. El por qué de esa desconfianza, puede estar en el miedo a que les releguen de su posición privilegiada de poder o a que pongan en entredicho su autoridad.

Pero existen empresas en las que no impera la conciencia autoritaria, y fluye la conciencia humanista, es el caso de espacios laborales en los que sus trabajadores acreditan salud mental, alegría, entusiasmo y sentido de pertenencia. El patrón con conciencia humanista hace de la empresa un lugar de crecimiento y de encuentro entre seres inmensamente humanos. Estas empresas, suelen ser exitosas y cada trabajador se siente feliz de los triunfos de esta. Al respecto Fromm expone: En contraposición a la conciencia autoritaria, existe la conciencia humanista, que no es la voz internalizada de la autoridad sino que es nuestra propia voz, es la propia conciencia que juzga nuestro funcionamiento como seres humanos, se corresponde al conocimiento que tengamos de nosotros mismos y se armoniza con nuestra capacidad en el arte de vivir (Fromm, 2005)

La persona autoritaria vive en una terrible maraña de miedos, por ello suele rodearse de personas manipulables y sumisas, pero también en ocasiones las evita y las rehúye, ya que el temor es a la presencia humana y los débiles y sumisos son seres humanos que hoy están en esta mesa, en este banquete, mañana en la mesa que primero se sirva. El peligro para un autoritario está en que lentamente va perdiendo su autoridad en la medida en que en la empresa surgen personas firmes, con posturas dignas y sin temor. En esencia el autoritarismo es una debilidad, es miedo a la libertad.

Para Fromm existen dos tipos de conciencias, la autoritaria y la humanista; las cuales fungen como legisladores morales, éticos y como sancionadores entre otras cosas; la consciencia autoritaria es la voz de una autoridad externa interiorizada que dicta mandatos y tabús y gobierna mediante la fuerza del temor y de la culpa -este tipo de conciencia la podemos encontrar en el superyó-; se le atribuye el derecho de mandar, recompensar y castigar; en el

carácter autoritario encontramos cierta cantidad de sadismo y destructividad que obstaculizan los poderes del hombre. La libertad como respuesta al autoritarismo: los seres humanos vivimos un extraño miedo a la libertad; desde la conciencia plena de libertad es posible rebasar los linderos del autoritarismo, pero esta libertad no implica que no haya principios que nos guíen; la libertad posible y deseable es aquella que nos permite crecer de acuerdo a las leyes de la existencia humana. Significa obedecer las normas que posibilitan el desarrollo humano óptimo.

La autoridad racional es aquella que fomenta respeto sin temor, y desde un reconocimiento a la condición humana acoge el pensamiento crítico y estimula la fe en la vida. Es irracional imponer normas que sólo benefician a la propia autoridad de las que emanan dichas leyes, además, es peligroso porque el poder se va tornando omnipotente y prepotente. Esta conciencia está relacionada con la duda racional que pone en tela de juicio aquellos valores que nos intenta imponer la autoridad, cuando somos pequeños aceptamos sin más las ideas de nuestros padres, pero a medida que crecemos comenzamos a desarrollar la capacidad de criticar, el aumento de la capacidad de discernimiento es proporcional a la independencia con respecto de nuestros padres y de cualquier otra autoridad.

La duda racional es la fuente principal sobre la que ha establecido sus bases el pensamiento moderno y se vincula a la emancipación creciente con respecto de autoridades como la Iglesia, el Estado o los poderes económicos.

Por ello, si bien la universidad y la escuela de hoy, se han convertido en empresas, han de cuidarse para que en ella ni discursos ni personas autoritarias sean determinantes; los cambios en la sociedad se alcanzan formando ciudadanos con sentido democrático si por lo menos aspiramos algún día a la democracia. ¿Porque sin demócratas de qué democracia hablamos? Al respecto E Zuleta nos ilustra desde su obra Educación y Democracia nos ilustra así: Ahora, el anhelo de una verdad absoluta, de un amo indiscutido, de la supresión imaginaria del Otro como diferencia efectiva y discrepancia posible, toda esa inclinación de nuestra subjetividad al dogmatismo y al autoritarismo, sólo puede ser superado por procesos de formación que permitan la interiorización del lugar del Otro y con ello del respeto y el valor asignado al semejante como aquel que encarna una aventura y una perspectiva singular y con el que no se ha de implementar una acción supresora , sino una actitud dialogante. (Zuleta, 2015)

El eclipse del autoritarismo: los Estados, las empresas, las instituciones, las Universidades

que han padecido el yugo autoritario también han tenido la oportunidad para ver un amanecer con música y alegría cuando se asiste al desplome de estas formas de gobierno y a la desaparición de personajes autoritarios. Ejemplos sobran en la historia: Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Batista en Cuba, Uribe Vélez en Colombia. Pero de igual manera sucede esta dinámica en las instituciones y en este caso las Universidades a las que llegan personas que se encartan con el poder al asumir que este es para maltratar y someter y no para orientar y servir al ser humano. Ante la caída de personajes autoritarios los únicos que se lamentan son aquellos que nacieron para vivir disfrutando del látigo en su espalda porque la dignidad humana que han construido es la de tener la humildad para besar la bota de quien le patea.Fromm, E. (2005).

 

Bibliografía

Fromm, E. (2005). El Miedo a la Libertad . Buenos Aires: Paidós.

Zuleta, E. (2015). Educación y Democracia. Bogotá: Corporación tercer Milenio

LA FUNCIÓN DE LA NECEDAD / Darío Ruiz Gómez

LA FUNCIÓN DE LA NECEDAD

Darío Ruiz Gómez

En el estrepitoso fracaso de la gira de Petro por la Costa Caribe, lo que quedó muy en claro fue la notoria  pobreza de su lenguaje, la ausencia de una retórica que le sirva de sustento a sus necedades ya que es necedad aquello que carece de fundamentación política tal como lo comprueban sus monótonas  repeticiones sobre un tema determinado ”el peligro de la derecha”, “la necesidad de castigar  a los ricos”,  el llamado a un pueblo que no existe y él va convirtiendo en una entelequia. Pero además y esto es lo grave sus asesores han olvidado que el líder popular a que aspiran dar realidad  carece  en el caso de Petro de lo fundamental, el  carisma. Recordemos al respecto que con la irrupción de la t.v. en lo referente a las campañas políticas  en plazas y parques todo se ha modificado radicalmente con la  ampliación que las distintas cámaras hacen del espacio público, con la incorporación de los rostros de las gentes y las posibilidades que el montaje puede lograr  borrar errores en la actuación  del orador.  El escenario o  la falsa  ágora  han  permitido incorporar la cobertura de un espacio dinámico que los drones han ampliado prácticamente ad infinitum en las posibilidades de escenificación  de una supuesta manifestación de masas aclamando a su líder.  Aquí la cámara lo muestra despojado del carisma  o sea de la solidaridad con aquellos a quienes se dirige, sus extravagantes sombreros que nada tienen que ver con los sombreros regionales. En los regímenes nazi, fascista, castrista, chavista, la propaganda del régimen  se basó en imágenes supuestamente icónicas impostadas en los escenarios públicos, en los distintos medios de comunicación. De la visión de esas masas manipuladas, vociferantes lo que sale al paso de Petro son recochas de desempleados, de campesinos que están ahí por el almuerzo.

Si entonces no existe el discurso, la escenografía, el histrionismo propios de los líderes populistas como Gaitán, fácilmente se cae en la charlatanería de hablar  con exceso, con indiscreción – como López Obrador, como Maduro-  y al carecer de contenidos específicos  se deriva hacia una locuacidad y una verbosidad que el oyente no alcanza como es lógico a comprender ya que no hay nada que comprender Si estoy en Tolú ¿cómo no hablar de la problemática del Golfo de Morrosquillo? Con el uso abusivo de la necedad lo que se logra es  crear desconfianza y no credibilidad, adulterando la afirmación de Wittgenstein de  que es necesario “limitarse a decir lo que solamente se puede decir” que es una  ética aceptación de los límites del lenguaje. La necedad de Gustavo Bolívar cuando afirma defendiendo a  Petro por la metida de  pata de condenar algo tan lícito como la respuesta cívica  que supone la ”Vaca” que “es más importante el agua que los túneles” O sea que hay que regresar a las marismas, al río desconociendo la ingeniería romana, árabe, la gran ingeniería moderna en la construcción de acueductos, de canales o la necesidad  histórica de la carretera para salvar distancias y permitir la inter-relación social entre las diferentes comunidades y las diferentes economías. ¿Cómo entonces afirmar los distintos territorios, lograr el equilibrio entre naturaleza y civilización? Una persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que hay” nos recuerda Carlo María Cipolla el gran economista en su célebre análisis de lo que significa la estupidez, no olvidando que no podemos prever el número de estúpidos que está en circulación.


LAS MENTIRAS DE LOS REVOLUCIONARIOS / Darío Ruiz Gómez

 

LAS MENTIRAS DE LOS REVOLUCIONARIOS

Darío Ruiz Gómez

Cuando triunfó la llamada Revolución de Castro estaba yo en España en condición de estudiante y en momentos en que las fuerzas de opinión democrática hacían públicas manifestaciones de desacuerdo  con el régimen franquista. Castro y sus secuaces impusieron ante las juventudes del mundo la imagen del guerrillero fraterno, barbados, descomplicados eso sí con su fusil al hombro, hasta cuando comenzaron a mostrar su verdadero rostro con el bárbaro espectáculo de los paredones donde diariamente se fusilaba a los considerados  “enemigos de la revolución”  y se desató el terror sobre la población.  Hoy esa “revolución” pide al mundo ayuda para alimentar a sus niños y niñas que se están muriendo de hambre. William Tarek Saad el ultraleninista Fiscal del Gobierno de Maduro ha leído una nueva lista de enemigos de la patria que no son otros que los inmediatos colaboradores de María Corina Machado y los ha hecho detener  y seguirá deteniendo a sus seguidores  con el fin de impedir que la democracia llegue a Venezuela. Jorge Rodríguez Presidente de la Asamblea  Nacional  acaba de proponer “una ley para castigar severamente a  quienes sean considerados como enemigos de la patria” Falsas conspiraciones, falsas imputaciones de terrorismo con pruebas inventadas y la nueva versión madurista de los paredones de Castro. Detenciones en la noche, desapariciones  y secuestros tal  como lo relatan quienes han logrado escapar de las cárceles de este régimen cuya inhumanidad  sobrecoge.  Ernesto Villegas es el Ministro Popular para la Cultura. ¿Cultura sin libertad de pensamiento? Ya se pueden imaginar lo que fue la Feria Popular del libro con bufones(as) del régimen y la ausencia de los grandes intelectuales y escritores(as) viviendo hoy en el exilio.

Por esto y dadas las íntimas  relaciones de Maduro con Petro no dejó de llamarme poderosamente la atención  que cuando en la reunión con “el pueblo” en Turbo nuestro  Ministro de Cultura con su figura de funcionario estalinista anunciara que el gobierno haría un gran aporte económico a la cultura de Urabá y que para ello ya se había comunicado personalmente con el Padre  Javier Giraldo para que este fuese el encargado de supervisar esta ayuda. Giraldo sí el dueño de ese experimento totalitario  del volver a la agricultura del pan coger de San José de Apartadó como reserva campesina con leyes propias y un territorio  intocable para nuestras Fuerzas Armadas. Giraldo adscrito a la línea más dura del fundamentalismo del Cinep y  solapado  defensor del ELN y las FARc parcializado claramente durante el matadero en que  esas fuerzas invasoras convirtieron a Urabá. Un extraordinario informe publicado hace unos meses por “El Colombiano” mostró los salvajes enfrentamientos entre el ELN, las FARC, el EPL y la mentira flagrante de “luchar por el pueblo” cuando lo que se buscó fue escindir a Urabá de Colombia para declararlo como “territorio libre” Urabá por encima de esta tragedia ha sabido convertirse en el crisol de una nueva cultura de integración étnica, de fusión de experiencias desde la antioqueña a la caribeña, de la chocoana a la cordobesa con grandes músicos, escritores, atletas y el desarrollo de una economía industrial que con el nuevo puerto se abrirá al mundo. Giraldo es la imposición de un modelo de colectivismo agrario  bajo el cual la pobreza es una forma de sometimiento. ¿Qué tienen que ver Monseñor Darío Monsalve o Javier Giraldo con la cultura en libertad de una región, con la cultura misma? ¿De no ser por los empresarios que hubiera sucedido en la tierra arrasada que dejaron los “revolucionarios”?

 

SEGUNDAS PARTES NUNCA FUERON BUENAS / Darío Ruiz Gómez

 

SEGUNDAS PARTES NUNCA FUERON BUENAS

Darío Ruiz Gómez

Les reclamaba yo a los intelectuales de izquierda que no estén acompañando a Petro en su hasta hoy desafortunado intento de instaurar un régimen de cambio en Colombia  contando  de salida  que es necesario aclarar lo que significa hoy   autoproclamarse como “intelectuales de izquierda” para cotejarla con nuestra visión de la política y de la cultura.  Hasta hoy lo han hecho dogmáticamente sin escuchar las voces discrepantes con la arrogancia de quienes creen que ya están por encima de cualquier cuestionamiento ignorando las voces de quienes cuentan con los argumentos decisivos del pensamiento  de la tradición humanista  para saber diferenciar  un propósito real de cambio, de vacuas asonadas raizales. Volvamos a recordarles a Marx un pensador que citan pero que nunca leyeron: “La historia se da dos veces, la primera como tragedia y la segunda como una farsa” Esta es  pues  una grave inconsecuencia como lo he dicho, el olvidar el materialismo científico para caer en el esperpento del populismo. Y perdonen que sea reiterativo pero es que no dejo de recordar los nombres de intelectuales, de profesores que llegado un momento de su radicalización revolucionaria me negaron el saludo  siguiendo el peor estalinismo  y borraron mi nombre de la literatura colombiana en una demostración de lo que es un paredón simbólico. Adelantemos la cinta y situémonos en el presente ya que como señalaba en un artículo anterior, hasta el momento con Petro el  cambio ha  sido más vehemencia  verbal que propuestas reales  basadas en el respeto al país nacional;  situación  que  al parecer ninguno de ellos(as)  ha tenido en  cuenta para hacer  sus aportes sobre una sociedad abierta, incorporando  la imagen de lo que llamaríamos el nuevo intelectual de izquierda  bajo un diálogo histórico  así como, reitero, se dan los intelectuales maduristas, los amlistas: escritores,  educadores, científicos  que aceptan como verdad incontrovertible aquello que su organización extremista   les impone como dogma. A causa de esta obediencia no vieron los Gulags de Jojoy, ni las cárceles cubanas o maduristas y en Colombia no quieren ver las matanzas del Cauca, de Nariño, de Arauca, los niños cortados a machete, las ofensas monstruosas a  los indígenas. Reitero, repito ad puertas de la farsa totalitaria donde Maduro será “reelegido” y si queda aún en Colombia algún Partido democrático, algún intelectual libre es el momento de apoyar a María Corina Machado, obstinadamente con la fe de la libertad para que de manos del ELN, las Disidencias no se cierre el candado  de la dictadura  sobre el territorio colombiano, proyecto ya en marcha y la impunidad populista haga desaparecer la ley.

Todo Partido político una vez instalado en el poder comienza inevitablemente un proceso de desgaste pero en el caso del M19, Comunes, Pacto Histórico nadie llegó a imaginar que este desgaste fuera tan rápido y tan a la vista cometiendo los pecados repudiados de  la “maldita burguesía” como la mermelada o sobre todo la corrupción en los contratos de obras destinadas directamente a beneficiar a las comunidades pobres o imponiendo un modelo cultural totalitarista. Enrique Kreuze, un intelectual odiado a morir por  este extremismo, titula  “Sexenio mortal” a un Informe  sobre la presidencia de López Obrados donde más de 200.000 homicidios se han cometido bajo la cínica mirada de este demagogo, un país donde los feminicidios aumentan escandalosamente sin que ninguna autoridad los combata. ¿Cuántos homicidios han sido cometidos en Colombia desde que comenzó la vigencia de La Paz Total? ¿Cuántos niños han perdido la vida y cuántos han sido abusados? ¿Cuántas comunidades están huyendo aún desplazadas?  El Tribunal Internacional de Justicia demostró en su momento que las infinitas atrocidades de los nazis son tan brutales como las infinitas  atrocidades del comunismo.

P. D En la farsa criminal de Paz Total de Nariño: 5000 víctimas y 1.317 afectados.