miércoles, 27 de noviembre de 2019

A Alvarez Gardeazábal le dio miedo inaugurar su tumba en Medellín




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A Álvarez Gardeazábal le dio miedo inaugurar su tumba en Medellín


Víctor Bustamante

Un miedo súbito ha logrado que el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal decida no viajar a la inauguración, algo insólita por cierto, de su tumba en Medellín. Hace unos meses se había venido especulando sobre su decisión de irse a morir a Medellín al lado del monumento de Jorge Isaacs, y, además, para acompañar a Tomas Carrasquilla, cuyos restos ya habían sido trasladados para su nuevo domicilio, en el conocido Museo Cementerio de San Pedro. Ya sabíamos de las especulaciones sobre su negativa a “descansar” en el cementerio libre de Circasia, pero no creo que le haya podido la negativa a enterrarlo de pie. No quiso ser enterrado en Tuluá porque León María Lozano, el cóndor mayor, no lo dejaría dormir con sus aletazos de sangre en las noches, y menos en Cali, allí lo habían dejado solo cuando fue gobernador en el caso de las esculturas. Bogotá menos, extrañaba a La luciérnaga. De tal manera se decidió por Medellín, ya que es más central, tiene metro y dos aeropuertos, varias emisoras de radio, estaciones de televisión, su amado diario El Colombiano que tan mal se ha manejado con él al quitarle su columna hace unos años. Eso sí tiene buenos amigos en la ciudad, sobre todo, al editor de UNAULA, Jairo Osorio, quien también ayer en la tarde le dio un ataque de parálisis y pánico social; no avisó que había cancelado el llamado por las redes, mientras los incautos asistentes esperábamos que se iniciara la ceremonia. Osorio, no sobra decir, fue a encerrarse bajo siete llaves a su casa finca en Filadelfia desde las dos de la mañana ya que le asustan mucho las marchas y los cacerolazos. Ya que él ni nadie quiere un repentino medellinazo.

Pero, en este mes de noviembre, en este 26, nos encontramos allá. Desafiamos las marchas, los cacerolazos, las diatribas de las manifestaciones y allá llegamos puntuales sin ninguno llamarse, ya que aún sabemos que el único artista que no se corrompe es el escritor, al menos en el caso de nuestro amado Álvarez Gardeazábal; por esa razón acudimos a esa cita nunca postrera como diría en un panegírico Bossuet.

Alejandro Rivera administrador del Museo Cementerio de San Pedro. Carlos Bueno, el periodista talentoso que ya piensa en vivir en Canadá. Doña Fabiola Blandón, coleccionista de los escritos de Gardeazábal que llego desde Pereira. Dennis canadiense que quería saludar al homenajeado. El escritor Jaiber Ladino Guapacha también llegó al lugar que a las seis de la tarde nos aislaba con su tranquilidad del tráfago de la ciudad. Luego llegó la historiadora del museo cementerio, Ana Isabel Cadavid, y ya entre tantos amantes de la literatura y devotos de Gardeazábal se inició una tertulia improvisada, donde Carlos propuso que se levantara un mausoleo a los nadaístas, doña Fabiola nos enseñó el álbum sobre Gardeazábal, se habló de ese halo que envuelve a quienes leemos aun como una manera de salir de la intrincada realidad pero también por saber cómo son nuestros escritores. Salieron otras propuestas surrealistas para el cementerio, todas espontaneas, debido a la coincidencia y al incumplimiento de los homenajeados y de los organizadores.

Desde acá desde la Villa le avisamos a Gardeazábal, en su finca, que la ciudad sigue igual, o peor, pero debido a las malas administraciones. Que el alcalde electo se las dio de gracioso dando la “idea” de convocar a una constituyente y el otro sigue dando tumbos. A Jairo Osorio le avisamos en su casa de Filadelfia que ya puede venirse tranquilo que son pocos los cacerolazos, que la ciudad luce el precioso esplendor que le dan sus escritores.



jueves, 21 de noviembre de 2019

Paty David / Poemas Paranormales


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Paty David / Poemas Paranormales

Víctor Bustamante

El primer libro siempre define caminos, rumbos, pautas de quien escribe. Es su carta de presentación donde ha quedado impresa una manera de definir, de poetizar, así como los temas preferidos que lo asaetean. Es decir, el primer libro es su huella dactilar. En este libro, quien escribe, se define en su estatura, en su presencia y es un anticipo a los caminos que vendrán con sus textos tallados y sus fisuras, con su asombro y con su desazón. De ahí surge la poesía. Hay algo que siempre me ha llamado la atención de Paty; es nada menos que su escritura apasionada, que obedece solo a ella misma, lo que permite que su poesía sea como ella en sí sin ningún artificio sino con su pulso que es lo indispensable para trasegar su textos como un camino por los calles siempre llenas de extravío  y de poesía. A veces, en sus poemas le apasiona lo que escribe, otras veces duda, pero ella se mantiene firme en esa convicción que es ser poeta en cada instante que destila de sí, que es ese río que fluye por su vida. De ahí que sus poemas posean esa huella tan personal que nos habla y está presente, como si la escritura remediaría su ausencia; es decir la lejanía pero que la cercanía con sus palabras la hacen presente.

Este primer libro tiene un título paradójico Poemas Paranormales, (La Bisagra, 2016), donde la acepción que le vemos podría ser cercana a fenómenos paranormales o si separamos las palabras podría ser poemas para personas normales. De todas maneras en esta ambigüedad dada por este juego de palabras, entramos en el universo poético de Paty que sí es muy concreto. Hay un `poema, el primero de este libro, “Amigos lectores” donde hace una reconvención a sus lectores al decirles que los poemas hablan de ustedes y no de cómo hacer el bien universal, lo cual nos da la medida de su escritura, es decir, como la poeta estará alerta a través de su escritura, en un momento donde ese tipo de libros poblaron hasta la saciedad una nueva moral de tintes pseudo religiosos donde se confundió la palabra poética nada menos que con los arpegios religiosos de ciertos escritores que en lugar de ahondar en su mundo personal decidieron adquirir la falsa sapiencia de dar consejos a través de sus textos para permanecer bien atentos y sin preguntas. Pero también en este poema hay dos palabras que marcarán la poética de Paty, lujuria y soledad, sobre ellas. Es decir o la una o la otra parece descinros Paty de ahí no puedes salir.

Hay varios temas que Paty explaya en sus textos, uno de ellos, la noche. Ella regresa a ese instante en que muchas de sus contemporáneas ignoran. Para Paty la noche es aceleración del pulso, huida del embotellamiento personal, para ella la noche es otro significado de la ciudad misma, así como un encuentro y regocijo consigo misma y sus demonios, además de sus extravíos pero también con la lujuria y el vino. Ya que en la noche se permite no solo el habla fluida, sino el vino que puebla muchos de sus poemas, así como las furias y sus desvelos que ella describe y vive. Ya que hay algo muy peculiar en su escritura, ella nos cuenta su oficiosa manera de ser una poeta al separar ciertos momentos a los cuales les gusta mostrar, sacarlos a la superficie para alejarnos de la ensoñación y probar el pulso al tiempo que discurre con sus diversos eventos. De ahí que Paty no idealiza sino que vive, no se queja sino que asalta la realidad, no allana su condición de mujer sino que percibe que el mundo que ella vive y fluye en sus textos, es aquel que ella merece vivir. De ahí que tenga sensibilidad para escuchar los ruidos y las músicas de la noche, así como el reparar una mañana y la lluvia en la montaña, así como impregnarse de calle cuando sabemos que atisba a alguien a lo mejor un don juan extraviado en su espejo, efebo desconocido, que pasa y ella describe su certeza, como lo dice en algunos de su poemas, o también luego de una noche de vino, describir su estado, una resaca a la cual le reclama su desfallecimiento.

Pero así Paty posea sus temas preferidos, su peculiar manera de escribir que es muy suya, siempre aparece en algunos poemas algo así como una necesidad de desconfiar de sus propias palabras, de sus propias inspiraciones, como si al escribir con tanta pasión algo la perturbara y de esa manera se mantiene alerta ante su oficio de la escritura. Ya en “Fauno” se refiere a la figura mítica de su concepción del poeta y decide atildar su dimensión pero luego le da su bofetada, bien merecida por cierto: “Poeta. / No espero nada solido de ti./ No quiero vestir tus fantasmas. / .   Luego, en otro poema, “Hallazgo” lo vuelve a encontrar en sus vacíos y en sus libros, pero así lo invite a estar con ella misma, decide no perderse con él. Ese escepticismo lo expresa como uno de sus poemas más personales “Modestia” donde ella se define en toda su frialdad, donde desata su autocritica, donde dice avergonzarse de sus poemas. Esta reflexión sobre el devenir arisco del artista prosigue en “A un artista”, aquí lo elogia porque crea destellos de vida pero también de muerte. Eso sí ella decide asumirse casi su compromiso de acompañarlo en su quimera y le susurra que quiere hacer el amor bajo el naufragio, para rematar y decirle que ya no queda nada en este mundo. En estos poemas hay una reflexión sobre el ser artistas pero también esa misma desconfianza ante un momento en que la codicia de poeta se ha perdido.  

Cierto, cada uno de los poemas de Paty David se constituyen en un deslumbramiento, en algo que la ha puesto a pensar y de ahí que una de esas experiencias sea necesario que las escriba, y que en algunas ocasiones regrese a ellas para continuar ese diálogo personal, y, es en esa particular manera de escribirlas y de decirlas con ese tinte, a veces, de cierta desconfianza, de ciertas dudas, lo que le da ese tono para saber qué es lo presente en sus poemas.

En estos días he estado leyendo a Paty David y me ha sorprendido su frescura. Las palabras que imprime en sus poemas, la definen y expresan su ser  de una manera tranquila en todas sus facetas: desde la soledad, el amor por el vino, las ensoñaciones, lo amoroso, así como sus deseos de escribir. Leerla es saber qué destila a cada momento. Así ella haya escrito: “Me odio por no ser poeta”, y se reafirme en insistir, “dentro de mí habitan un ángel y un demonio. Así Paty David,   y desbordante de poesía, nos done la medida de algo que la hace tan valiosa, su actitud y su escritura, tan personal.
                                                                         



                                                                     
                                                                       










miércoles, 20 de noviembre de 2019

PENSAR Y REFLEXIONAR UN PAÍS / Darío Ruiz Gómez


PENSAR Y REFLEXIONAR UN PAÍS
Darío Ruiz Gómez
Acaba de morir Santos Juliá uno de los grandes historiadores españoles actuales y cuya obra sobre la llamada Transición  hacia la democracia  es ejemplar por la manera con que, sin caer  en parcializaciones  políticas , lo que sólo se logra mediante la reflexión de los hechos,  nos va mostrando lo que supuso desmontar  el  tinglado levantado por una férrea dictadura  e ir introduciendo una idea vital de democracia en una ciudadanía acostumbrada simplemente  a vegetar  sin  la necesidad de la crítica ni de la discrepancia  política.  Después de  la  guerra civil  los relatos de los triunfadores  habían borrado  prácticamente  la referencia a los grandes logros de la República, al magisterio de los grandes pensadores  sustituidos  en los textos de estudio por mediocres profesores al servicio del Régimen. La idea dinámica de democracia en la Transición estaba fundamentada en la idea decisiva de recuperar la vocación europea como vocación de libertad, como reconocimiento de herencias vivas del pensamiento occidental, herencia que el franquismo había evitado introducir en sus pénsums universitarios siguiendo la dañina idea de diferenciar  entre  ortodoxos y herejes. ¿Cómo, entonces,  construir una democracia en una España invertebrada? ¿Cómo devolver al ciudadano abandonado una idea de España que no fuera la de un nacionalismo a ultranza o la del comunismo?  ¿Cómo sobreponerse a las ataduras  de los fatalismos de la ignorancia y el hambre campos abonados al fanatismo  y cómo plantear la emancipación de esa ignorancia, la recuperación de la cultura, un nuevo proyecto de país? La verdad siempre es ocasión de disputas entre quienes quieren instaurarla como una verdad dogmática a su favor y aquellos que  saben de antemano que nadie puede lavarse las manos ante crímenes de uno y otro bando que deben aceptarse para que sea posible  la reconciliación. Recordar  las matanzas de la postguerra del ejército franquista exigía reconocer igualmente  las matanzas de los republicanos, sobre todo  de las checas que en jornadas de terror asesinaron despiadadamente más de once mil civiles, sacerdotes, monjas sólo por el hecho de ser católicos. Hugh Thomas, ya había intentado dar una objetiva descripción de lo que supuso este horror pero hoy  las verdades siguen aflorando y es necesario enfrentarlas para que la tolerancia mutua no  desaparezca. ¿No es ésta la verdadera tarea del historiador al adentrarse en los hechos desde la vivencia de quienes padecieron esos hechos?  Volvemos  desde el qué es España hoy al qué es Colombia hoy ya que en Colombia se ha intensificado la guerra de relatos en el periodismo, en el arte  a través de unos idiotas  útiles  al servicio de estas falsificaciones  de manera que  el problema de la verdad aparece erróneamente planteado como una disputa política cuando  es un problema humano o sea la historia del sufrimiento, de la abnegación, del peligro de que aún un proyecto totalitario nos sea  impuesto por una minoría  mediante las técnicas de la coacción  mediática. La memoria colectiva no existe y esta es la trampa de los radicales para desvirtuar la verdad mientras la Historia que escribe el verdadero  historiador convierte ese pasado  abstracto en un presente que nos interroga, en una verdad que se desvela: ¿A qué país nos referimos? “Los colombianos, decía Fernando González, mueren huérfanos de realidad” Pensar no ha sido una virtud nuestra y quien ha pensado entre nosotros ha tenido que vivir en el exilio interior o sencillamente marcharse. A esto apunta el hecho de que no se esté dando la Transición hacia la democracia con unas FARC que juega al equívoco y la ambigüedad – como lo pone de presente su encuentro en el Foro de Sao Paulo con Santrich,  Romaña, Márquez y ahora en la Habana con el ELN-  contando con la colaboración estratégica  de  idiotas  útiles e infiltrados  en los medios de comunicación, en el Congreso, con la absurda  negligencia de la clase  política  y un Gobierno que no ha logrado entender que la defensa de la democracia  requiere de la fuerza necesaria para defenderla de aquellos  enemigos  que hoy pretenden destruirla a base de soterradas amenazas.    

domingo, 3 de noviembre de 2019

Dioses de Barro de Álvaro Villegas


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Dioses de Barro de Álvaro Villegas

Víctor Bustamante

Melancolía es una palabra de un significado atrayente; para unos indica la ensoñación del ser creador, para otros una suerte de enajenación, desaprensión y lejanía que ha poseído a quien decide convertirse en poeta. La conocida imagen del grabado de Durero lleva a pensar que el poeta se encamina hacia esa ensoñación por el camino de la creatividad, junto a la pesada carga de simbolismo que existe en este universo del alemán, pero Álvaro se decide por un atajo diferente, en la contra carátula advierte con su poema “Melancolía”, que él ha escogido otra definición. De ahí que siga un camino personal donde la música de Debussy con su “Claro de luna” acompaña al escritor junto a sus elementos que aparecerán en posteriores poemas de su libro, el vino, la soledad, el erotismo, como punto de partida y de intensidad para describir su mundo poético, es decir, su errancia por las palabras, por el camino tácito de su propia lucidez. No en vano quien escribe establece su territorio.

Dioses de Barro de Álvaro Villegas refiere la ascesis del poeta por cierta bohemia matizada de una particular ensoñación, donde los nombres de mujeres de diverso origen mitológico lo alarman y lo llevan a poetizarlas. No es raro encontrar en sus poemas a Mnemosina, Odile, Azrael, Remedios, Casandra, Penélope, Oshun, Pandora, entre otras damas de estirpe caudalosa, lo que presupone su alta autoestima, solo para citar a algunas de sus heroínas, a las cuales posee en su ensoñación, casi mística, y, a las cuales, les dedica su homenaje como trasunto de su experiencia y de su recorrido por la historia. De ahí que decida poseerlas como un verdadero hombre de mundo que desde la lejanía, desde el tiempo que ha pasado, como una saeta hacia el presente de un escritor que ha decidido darles no el carácter histórico que las ha cubierto con la pátina que cada vez las oscurece, sino que las revive al mencionarlas y al establecer un diálogo con ellas, un diálogo de una sola voz, es decir, una perfecta ensoñación. Lo cual induce a pensar que el poeta acude a ellas como subterfugio a una vida llena de esplendor y de erotismo, pero también a macerar su otra cara, las deserciones y ausencias que causan este tipo de menciones.

Pero al releer los poemas caemos en cuenta que hay en “Dedicatoria”, unas palabras: A ti, que fuiste todas, donde el poeta aclara que para él solo una mujer lo obsede. De tal manera esas ninfas que lo cercan, esas damas heroicas a las cuales rememora, son la síntesis de su quehacer poético con ciertas maneras de imaginar cómo hubiera sido un momento a su lado. Es decir, historia y erotismo, hacen que Álvaro Villegas las tenga presente como si él en el momento de escribirlas y describirla a su favor es para recordarlas desde su plenitud.

Hay tres poemas donde Álvaro se aparta de lo anterior donde se muestra y condensa su cercanía y da otra sensibilidad, ya que en estos poemas lo hacen sentir cerca al mencionar la ciudad. “El laberinto de los espejos” donde asume su carácter de transeúnte en dos lugares muy particulares de Medellín el Parque de Bolívar y Versalles. Ahí, en este texto, el poeta se reafirma en su condición de ser no solo un personaje anónimo que va de un lado a otro por las calles sino que discurre y mira a quien se encuentra. “Metempsicosis”, donde alguna experiencia en Manrique lo hace rememorar un encuentro con alguna dama que pasa a su lado y no lo recuerda.  “Infarto al miocardio” donde el poeta se sume en una suerte de melancolía ante la muerte que parece atisbarlo, pero solo aúlla y pasa de lado, pero de todas maneras lo conmueve la describir este sufrimiento. En el poema que más lo define, “Viernes cultural”, manifiesta el rito del escritor a su ceremonia más a la mano, leer sus textos; la obediencia a sus palabras, a su deseo de verse consolidado como un poeta en su finura y puesta en escena, al describir como se calza su boina vasca de color negro y su abrigo del mismo color para salir a un recital donde leerá sus poemas. A una cita con quiénes, como el, también escriben y padecen del oficio más a la mano: confesarse a través de sus escritos, pero también compartir ese arte a la mano, la poesía.

Pero si los poemas poseen la certeza del amante del amor, junto al deseo como contrapeso, al lado de mujeres relevantes y deseadas en la historia como una manera de escamotear su presente, e indagar en la imaginación, no debemos de perder la cordura, ya que en el título del texto yace una verdad, somos dioses de barro, soñamos, ideamos, y no dejamos de ser mortales. Creamos mitos, iconos, seres falibles, que le damos poder, pero en el fondo somos como ellos mismos. Iguales y rutinarios. Así en el tema erótico, soñamos, y, después, de esa fábula y de la pequeña muerte, somos más mortales que nunca. Ovidio lo dijo mejor: “Después de hacer el amor el hombre es un ser triste”.

El mismo lo afirma en su poema “Dioses de barro”. Al galope se fueron nuestros cuerpos, / la demencia tocaba nuestras almas, / alcanzamos la eternidad/ y nos desmoronamos/ como dioses de barro.


sábado, 2 de noviembre de 2019

LOS ACONTECIMIENTOS PÚBLICOS SIN CRÍTICA / Darío Ruiz Gómez


LOS ACONTECIMIENTOS PÚBLICOS SIN CRÍTICA
Darío Ruiz Gómez

Después  de ver a un escuadrón de policía colocando los escudos para  defenderse de la lluvia de piedras, de grandes trozos de roca arrojados con una insania  desconocida  por unos jóvenes encapuchados frente al Palacio de Justicia en Bogotá, la pregunta  - ante esa actitud a la defensiva- debe partir  no de los sofismas  propagandísticos  en que los justificadores de la violencia se escudan  detrás de la honestidad  y de la ingenuidad política de los  grupos de estudiantes;  lo cual  supondría que esos escuadrones  tan estrictamente conformados, respondiendo a estrategias calculadas  de ataque, no son lo que son, milicias del terror adoctrinadas y adiestradas militarmente  sino defensores de la educación y la probidad,  equívoco  que conduce a la paralización  de  la justicia, confunde  a las autoridades  y en manos de una información manipulada lleva a una confusión moral.  Ver, entonces,  cómo se infiltraban en las marchas de las comunidades indígenas  en Quito recurriendo a las mismas estrategias de las guerrillas urbanas  con quemas de vehículos,  lanzamiento de  cohetes,  logrando su objetivo: quemar los archivos  generales del Ecuador con documentos fundamentales sobre los gobiernos de Correa nos lleva a sacar conclusiones necesarias ya que  ahora mismo los estamos viendo en las jornadas de terror que se viven  en Barcelona por parte de estos milicianos  que con la astucia debida utilizan como carne de cañón a jóvenes  burgueses para los cuales estas marchas y enfrentamientos a nombre de su “patria”  se reducen a una quema de adrenalina y nada más, eso sí con ingenuos cantos y danzas de millenials  como  preámbulo  de la violencia final de las marchas.  Fue la ETA el movimiento armado  que de luchar inicialmente  por  la independencia del país  vasco derivó de inmediato hacia el pistolerismo –tal como había sucedido con el IRA-  amparándose  en  una violencia abstracta  a nombre de una supuesta superioridad  de raza, imponiendo con violencia un cambio de lengua, haciendo cómplice de estas insanias  a ciertos grupos sociales incluso de las llamadas clases altas. El concepto de Kale Borroka  o sea la estrategia de recurrir a la violencia callejera  sin contención alguna fue utilizado permanentemente buscando el logro de objetivos políticos  mediante el miedo y la extorsión, la infamia del secuestro,  los grandes atentados contra la población civil, la difamación y los  asesinatos  selectivos,  recurriendo  a  jóvenes previamente adoctrinados  y deformados por el odio. Todo esto degradando a los medios de comunicación, a los centros de enseñanza, a las universidades y por supuesto persiguiendo a las conciencias libres. Por fortuna la justicia los castigó ejemplarmente.  En este estado de los acontecimientos  la pregunta que se hacen en Quito y ahora en  Cataluña  es la misma. ¿Quién está detrás de estos actos de suprema irracionalidad?  ¿Por qué son idénticos  los métodos terroristas supuestamente  izquierdistas  utilizados en Bogotá y Quito y los empleados por el ultranacionalismo catalán?  El levantamiento obrero de 1909 pretendió quemar Barcelona,  Durruti el anarquista  que durante la Guerra Civil española  realizó  las jornadas de terror a nombre de una nueva sociedad  ayudó a comprobar que  la violencia por la violencia  es siempre  reaccionaria,   filosofía  que parece  paradójicamente  cobrar presencia a lo largo de estas jornadas de excesos en una espiral de irracionalismos  que   terminará por devorar  a los mismos dirigentes que la propiciaron , a esos  “patriotas”   que  a nombre de una falsa República, discriminadora, racista,  - el 51% no está de acuerdo con ellos-  está siendo tomada por  los grupos nacionalistas más extremistas  lo que los llevará a lo peor,  a la postración económica. La Justicia española – que ya ha cualificado  suficientemente  al terrorismo como atentado contra el derecho de los otros a vivir bajo sus propios principios-  ha sido clara al respecto saliendo en defensa del orden institucional: el castigo será proporcional al delito cometido. Y finalmente con el rechazo social como sucedió cuando la comunidad indígena comprobó que estaba siendo manipulada  y  las conciencias libres  mediante su público  rechazo   a esta violencia  desquiciante  carente de sentido alguno.