domingo, 15 de octubre de 2023

A MUERTE DE PEDRO CANALES: UN CUENTO SOBRE LAS RAICES DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA /ANTONIO ARENAS B.

  


LA MUERTE DE PEDRO CANALES: UN CUENTO SOBRE LAS RAICES DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA.

(Cuentos completos de Alfaguara)

 

 

Por: ANTONIO ARENAS B.

 

Una presentación justa del escritor colombiano Manuel Mejía Vallejo fue la realizada por la editorial Alfaguara, donde aparecen todos sus cuentos reunidos por primera vez en un sólo tomo. Manuel fue un excelente cuentista y novelista, de hecho, así dan prueba cuentos como: La Venganza, Tiempo de Sequía, Al Pie de la Ciudad, Mercedes Luna, El Sillón del Forastero, La Guitarra, La Muerte de Pedro Canales y otros más. El cuento la Muerte de Pedro Canales resulta un poco atractivo en esta colección de cuentos completos de Alfaguara, es el primer cuento en el libro. Además, años antes había sido publicado suelto en una excelente edición universitaria y aparece también en la reciente antología del cuento y relato colombiano realizada por Luz Mary Giraldo para el fondo de cultura económica. La belleza del relato no se da sólo por el personaje del capitán Pedro Canales, si no por su enfoque nihilista y la postura casi moralista que plantea su autor. La narración se rodea de una prosa ágil y fluida que va logrando imperceptiblemente, una fuerza paroxística donde aparentemente triunfan las fuerzas del mal sobre el bien. Existe en el cuento una corriente espiritual que arde y se debate por librarse de una filosofía de la vida. De decirle no a la vida, aún en situaciones muy adversas. Con un poco de atrevimiento podemos decir, que este cuento traza una idea fija de desembarcar la vida y el deseo de vivir por una idea fija de la muerte, por elogiar la muerte. El triunfo de la muerte sobre la vida, la ficción metafórica de la muerte. Una temporalidad de la muerte, el surco de la muerte que triunfa sobre la vida. Su personaje bien logrado, el tema de la muerte, libran en el relato una batalla campal donde se impone la insensatez y ese adiós y desparpajo definitivo que conducen al capitán Canales ha estar harto de la vida a dejarse matar. Tanto que su mejor amigo con asombro exclama: ¿Por qué de tejaste matar así Pedro Canales? Ahora bien, la Muerte de Pedro Canales se escribió en Guatemala en enero de 1955 y su primera publicación data de 1967 en Medellín en ediciones de papel sobrante en la serie “Cuentos de la zona Tórrida”. Luego pro- cultura lo editó en 1986 en el conjunto de: Los Cuentos de la Zona Tórrida- Las Noches de la Vigilia. La Universidad de Antioquia en un merecido homenaje editó este cuento, el día 23 de abril de 1993 en una hermosa presentación ilustrada, dando la sensación de que el cuento La Muerte de Pedro Canales necesitaba estar separado. Suelto y único en su género. Este cuento del escritor colombiano aparece, así como una narración compleja, por su ambivalencia que lo recorre en una prosa altamente sugestiva. A veces el lector, con justa curiosidad reflexiona, si se tiene entre manos un relato perfecto o es simplemente una descripción detallada de la violencia que se vive en nuestro país. El lector con frecuencia hallará pasajes reflexivos que lo inclinarán a pensar si es la vida o la muerte lo que importa. El juego de la imaginación está presente. Lo narrado se ciñe a hechos violentos y la atmósfera que instaura es tan convincente como el habla de los personajes de la época en que ocurren estos. Por lo demás, el relato es de una estructura perfecta. En el cuento, Manuel Mejía devela una lucha de conciencia entre los que se piensa del bien y el mal. El artificio literario consiste en confundir al capitán Canales y su mejor amigo en un solo esquema de pensamiento. Veamos: “donde estaba él estaba yo. Durante mucho tiempo fui parte de su personalidad”. La moral, reflexiona el narrador, es cosa de actos de hombres, en todos existe un lado bueno y malo. “Más tarde dividí en buenos y malos nuestros actos; aunque los cometíamos en común, adjudicaba a él lo perverso y a mi lo virtuoso para volverlo bandido y convertirme en víctima”. Por la descripción sabemos que Pedro Canales y su amigo son un rezagó de la ultima guerra civil colombiana, dos fracasados en la lucha y dedicados al bandidaje, a la violación de mujeres y la muerte violenta de terratenientes. El cuento está lleno de reflexiones y su autor incita al lector a canalizar el lenguaje. Las palabras a veces cifradas generan enunciados y en su ritmo marcan el destino del personaje. Cuando ese “Yo” narra la acción o las acciones se expresa de manera certera y lo que intenta es trascender a la imaginación del lector.

El lenguaje actúa como un puntilleo de sonidos y sentencias.” Quién mata a otro en el fondo lo que desea es purificarse”. Sentencia nuclear en el relato y es realmente una postura moralista del autor. El arrepentimiento aparece cuando las fuerzas del mal triunfan. Se trata de un ejercicio de purificación de conciencia. El arrepentimiento funciona como mordedura de conciencia. El arrepentimiento por los actos malos se observa en el relato desde el enunciado primero que abre el relato. “Estos dos palos siguen formando una cruz. Algunos helechos la reverdecen y ponen ternura en su áspera corteza”. Se trata de hablar de la tumba de alguien y ese “alguien” recuerda una historia, unos actos, sus visitantes deberán juzgarle. - ¡Hombre bravo el capitán! La historia de Pedro Canales es exuberante. En la narración se le describe como un guerrero, bravo, valiente mejor: “una hermosa bestia vestida de soldado”. Para luego caer en el vacío, la nada. En el cuento hay un “Yo” que cuenta la acción y se avizora un narrador en primera persona del singular. El narrador nos va diciendo como era su mejor amigo, pero también como lo mató. “Yo maté a Pedro canales”,” Yo había oído”,” Yo veía desconectada su postura de hombre “, “él sabía que yo tiraba a matar”,” a cada una de sus andanzas servía yo de castigo”El narrador va aclarando la historia y es evidente que su recuerdo enrede un poco al lector. Al final se ve que Pedro canales se dejó matar, él mismo deseó su muerte.” Yo maté a Pedro canales para matar en él aquella parcela de mi mismo que amenazaba sus audacias, su vida de pícaro. En él maté aquello que en mí odiaba. Desde este punto de vista el acto fue virtuoso. Pero no quiero disculparme. Simplemente contar su historia”. En la muerte de Pedro Canales, encontramos un Manuel Mejía Vallejo describiendo la belleza de las fuerzas del mal, para luego tomar partido por las fuerzas del bien. En todo el cuento tiene cabida lo demoníaco, cierto erotismo salvaje, las fuerzas de la destrucción, pero manejadas hábilmente por el escritor canalizándolas hacia el bien. Pedro canales vive intensamente en el relato, desafía constantemente la muerte, reflexiona sobre la vida.” Que bello es vivir”. La vida es hermosa si está al lado de la muerte. Pero al final no desea vivir, está harto de la vida desea apartarse de la vida, se deja matar. Pedro canales es un derrochador de vida por eso el final absurdo de la muerte deja absorto al lector.

Manuel Mejía Vallejo no afronta las circunstancias de la vida, las fuerzas destructivas. Al escritor se le va la lucha todo se convierte en una parodia insertada. El triunfo de la muerte sobre la vida

 

Referencias Bibliografías:

 

-La Muerte de Pedro canales. Manuel Mejía Vallejo. Editorial Universidad de Antioquia.

-Cuentos completos, Editorial Alfaguara.

-Cuentos de zona tórrida y Las noches de la vigilia. Pro- cultura.

 

antonioarebe1@hotmail.com

LA NUEVA SOCIEDAD DE LA DESINFORMACIÓN / Darío Ruiz Gómez

 LA NUEVA SOCIEDAD DE LA DESINFORMACIÓN

Darío Ruiz Gómez

Hay  textos a los cuales he recurrido más de una vez a lo largo de más de treinta años de escribir esta columna periodística, “Contra los periodistas” la  acerba descripción de lo que significa la degradación del periodismo,  el engaño a toda una sociedad a la cual la falsa palabra arrastra al desastre tal como certeramente  lo analiza Karl  Krauss en un texto cuya actualidad es cada día mayor. Y el más vigente “La lengua del Tercer Reich” de Víctor Klemperer el agudo filólogo quien a través del seudo lenguaje de los medios de comunicación alemanes  va observando cómo se permea la conciencia ciudadana y  se va infiltrando el lenguaje totalitario que  inventa  enemigos, fabrica  opositores para condenarlos y para justificar  sus atropellos. Y el ya canónico texto de Michiko Kakutani, “La muerte de la verdad” un análisis exacto del dañino papel de muchos medios informativos  norteamericanos desinformando, polarizando a la ciudadanía y llevándola hacia el odio.

A las seis en punto de la mañana escucho la voz alterada  de Jorge Gómez, un buen periodista dando  la pésima  noticia de que el Ejército colombiano ha ofendido a una Comunidad campesina de Tierra Alta, Córdoba. Compruebo  de inmediato que a  su “indignación” se ha sumado el cacareo mediático  de siempre. Me imagino el triste  espectáculo de soldados  quemando  ranchos y degollando  campesinos, pero no, parece que todo se redujo a un altercado de un oficial acompañado de varios soldados  y  en traje de camuflaje para estas ocasiones –no pues un disfraz carnavalero-    tal como lo veré más tarde en un video filmado supuestamente por un campesino convertido en documentalista. Lo curioso es que la voz del oficial  ha sido borrada y solamente  escuchamos  a la madre  campesina  con su hijo en brazos responder no con la rabia de una madre ofendida  sino recordándole al oficial los Derechos Humanos tal como lo haría una ideologizada dirigente  “revolucionaria”. ¿Fue alterado el supuesto documento del video? Al helicóptero que prontamente trae a funcionarios de la Procuraduría y la Fiscalía  ¿Qué grupo le dispara impidiendo  que aterrice en el lugar de los hechos? ¿Por qué rápidamente aparece un documento de las Fuerzas Militares reconociendo que sí son militares los autores de los hechos y que han sido destituidos sin haberlos escuchado, sin haber verificado el lugar? La feroz Guardia Indígena de Iván Colmillo, rodeado de la “Comunidad” detuvo, amarró, desnudo, abofeteó y mato a un soldado cuando  ochenta soldados desarmados entraron en tierra de nadie en Arauca. Acudir a un término como “Cerco humanitario” es una demostración de totalitarismo linguistico. ¿Cuántos policías en Nariño, Cauca y recientemente en Campamento han sido secuestrados,  escupidos, masacrados  por comunidades campesinas  cocaleras  constreñidas por  actores del narcotráfico?  Estamos pues en medio de una sucia guerra de desinformación  y de narrativas donde las falsas noticias se montan con el fin de inventar un atentado y atribuirlo de inmediato a un dirigente cívico o a un alto  oficial de las Fuerzas Armadas tal como sucedió con la masacre de Mapiripán hasta que finalmente Martín Sombra  reveló que los verdaderos autores habían sido las FARC. Rápidamente nuestra “izquierda caviar” – colmada de irresponsabilidad ética- se ha lanzado a señalar  que esta inventada  masacre  del poblado de Tierra Alta no debe suponer  - Oh Gómez Méndez-  el “regreso a la violencia paramilitar de los  años 80” ¿No será esta pantomima  por el contrario un efecto de distracción ante la despiadada carnicería de Iván Mordisco y del ELN colocando bombas y destrozando cuerpos como el de la modesta maestra y  que han sido reducidas a mera noticia por esos mismos grupos mediáticos?   

 

 

LAS NUEVAS CIUDADES Y LOS NUEVOS ACTORES / Darío Ruiz Gómez

 LAS NUEVAS CIUDADES Y LOS NUEVOS ACTORES

Darío Ruiz Gómez

El actual Rey de Inglaterra, Carlos III se ha interesado desde hace muchas décadas y a  veces con vehemencia de rescatar el Patrimonio arquitectónico de Inglaterra pero con una mirada conservacionista  considerando la  arquitectura moderna  como agresiones contra la naturaleza, como agresivos pastiches que deberían ser sustituidos rápidamente por revivals historicistas y un urbanismo que devolviera a las gentes ofendidas por la violencia y la fealdad de las Citys  el regreso  a la monotonía de unas inventadas  Arcadias. No lo he averiguado pero estoy seguro  de que ese regreso imposible a un pasado inventado sólo  ha conducido  a nuevas formas de aburrimiento. Porque nada es más imprevisible que una ciudad sobre todo a partir de las sucesivas crisis económicas que han conducido a nuevas expresiones de la miseria y de la pobreza  bajo el modelo neoliberal, a un desarraigo más opresivo, a que los contenidos de ciertos sectores urbanos mostrados en su momento como el triunfo de las nuevas tecnologías  de repente se hayan convertido en sectores fantasmales tal como Ian Sinclair  lo ha  analizado en  “La ciudad de las desapariciones” su obra maestra  sobre la crisis de Londres : proyectos abortados de renovación urbana  dominados por la soberbia de los nuevos capitales, el maléfico impacto de unos Juegos Olímpicos, la gentrificación galopante, o sea espacios, relatos sociales en fugaces   escenarios arquitectónicos, mapas  de la excrecencia social  que se han esfumado en el aire con la muerte física de quienes fueron sus actores. Lo importante es que de esos fantasmagóricos lugares la nueva vida urbana surge y se renueva con otro aliento creativo, la ciudad que llevamos dentro de nosotros no se rinde, los nuevos actores surgen de estas ruinas.

¿Qué podríamos decir entonces  de estas  desapariciones  en Medellín  donde las  economías urbanas, los grupos de dominio, la permanente renovación de sus grupos sociales es tan acelerada que convierten  en fantasmal con una rapidez sorprendente las  fachadas  arquitectónicas  que iban a perpetuarse como  la huella de una clase social de privilegiados? Las oleadas de desplazados que llegan cada día apoderándose de  laderas, hondonadas en el espacio de diez años han imprimido a estas invasiones su huella particular cultural renovando la idea de Gueto  lo  que  ha propiciado un gran mestizaje.  En diez años pasamos de la violencia que describió Víctor Gaviria en sus películas  con  sus sicarios sin futuro alguno,  a nuevos amos de la  violencia que nace  de unas  estructuras  de dominio  y manipulación de la población,  mientras el capital se ha globalizado y el comercio renace. ¿Había alguien previsto las invasiones de los sin hogar, de camellos que  en las grandes ciudades norteamericanas amenazan hoy  la subsistencia de la misma idea de ciudad como en San Francisco? La terrible  imagen mental que impone el fentanilo  al convertir al ser humano en un zombie  no es  es, a través de estos guiñapos humanos  agitándose en el horror de un desvarío total en Filadelfia, el reto que tiene  hoy en el mundo el Gobierno  de las ciudades para responder al mal absoluto? Imposible pues el regreso a esas inventadas  Arcadias  donde no había conflictos  económicos  y los pobres eran serviles. ¿Cuál puede ser hoy la noción de Planificación urbana cuando la palabra Planeación es totalitaria y por lo tanto desconocedora de los matices y variables que se dan a través de territorios que han definido sus propias centralidades? ¿Qué hacer entonces  ante un escenario urbano deliberada y criminalmente abandonado a la ruina y al deterioro como el de Medellín bajo Quintero?   Sin un proyecto de ciudad que nazca de un ideal común de convivencia democrática  será imposible pensar en una ciudad donde la vida tenga sentido. Menuda tarea la que le espera a Fico.    

LA GUERRA ESTABA AHÍ, A NUESTRO LADO / Darío Ruiz Gómez

 LA GUERRA ESTABA AHÍ, A NUESTRO LADO

Darío Ruiz Gómez

En las crudos informes que nuestros noticieros bogotanos han estado dando  en las últimas semanas sobre a desmedida violencia con que el ELN y las Disidencias han venido actuando en enfrentamientos de una desconocida crueldad contra la población civil en Arauca, Nariño y sobre todo del Cauca, a pesar de presentar únicamente  retazos  de imágenes sin un montaje que los convierta en testimonio visual, ya hemos tenido la suficiente información para darnos cuenta de que no existe lo que sus defensores han llamado conflicto entre el Estado y grupos armados que  según sus teóricos, se lanzaron a la lucha armada para  “liberar”  a campesinos  oprimidos  por terratenientes y empresarios capitalistas enfrentando “la violencia revolucionaria contra  la violencia burguesa”. Pura paja ya que lo que hemos visto ha sido lo contrario: los desvaríos  de una violencia anárquica ejercida sin contemplaciones contra la clase campesina y las etnias indígenas cometiendo a vista de todos un delito que no perdona la Corte Penal Internacional  de Justicia: el confinamiento de población civil sin permitir que les pueda llegar  ningún tipo de ayuda humanitaria. Los diez niños de ELN tirados en el suelo, heridos, unos adolescentes flacos, desnutridos, una niña indígena de 14 años gravemente herida, y la llamada de un asesino de las Disidencias para que el ejército los recogiera, constituye  un documento que la Corte Penal Internacional  debe  tener en cuenta ya que el enfrentamiento no fue entre dos grupos armados que luchan por “la libertad de los oprimidos”  sino entre adolescentes de las mismas etnias reclutados a la fuerza. por  despreciables mercenarios. Todos los convenios de la Haya o de Ginebra sobre protección de la población civil,  de la adolescencia, sobre el abuso contra los ancianos(as) han sido ferozmente olvidados  enfrente de nuestros propios ojos por parte de estos grupos criminales. ¿Estabas  almorzando, cenando con tus amigos, tomándote unas copas cuando esta guerra sucia a través de informes en directo entró en tus hogares, en tus oficinas o sea en tus vidas?

La abrupta  constatación  de estas demostraciones de brutalidad ha roto  el sofisma de que hemos  sido  ajenos a estos atropellos  con la disculpa de que sucedían en tierras remotas, disculpa de teóricos de izquierda  que  “reemplazaron  los hechos por los  propios deseos”  ya que  la guerra, nuestra guerra ha sido una verdad  obsesivamente negada por ellos, ignorada por nuestra clase política,  guardando total indiferencia frente a la suerte  de los campesinos, de estos adolescentes masacrándose mientras los dueños de la violencia engordan sus fortunas personales  tal como lo seguimos observando mientras  estamos  a la espera del comienzo de otra mesa mentirosa de Conversaciones  tal como lo he venido repitiendo.  El silencio ha caído y seguirá cayendo sobre estas tumbas anónimas. Emanuel  Benítez Ochoa alcanzó a cumplir 22 años de edad, había nacido en la Zona Bananera, su hermoso rostro era el del Gran mulato con que llegó a soñar para Colombia Fernando González;  pero en Dagua, Calima, el 22 de agosto el espantoso capricho de un francotirador al servicio del Grupo Residual Jaime Martínez, lo mató por matar en un acto propio de quienes hace tiempos cruzaron todas las fronteras rojas de lo  humano  para convertirse en fieras terribles con lujosas camionetas. Y en la próxima casta dirigente. 

sábado, 14 de octubre de 2023

Poemas de Mauricio Naranjo




Poemas de Mauricio Naranjo

Entre estas dos fotografías de Mauricio Naranjo hay toda una vida, esa vida que se fuga con sus límites, con sus abismos y desequilibrios, pero también con esa pequeña felicidad que es algo perturbadora, saber vivir y habitar la escritura, y sobre todo habitar el silencio, ese territorio inhóspito donde la mudez lleva a la contemplación y al rechazo, pero también al equilibro personal de pronunciar, de escribir una palabra cuando haya sido vivida y rutilante salta como esa explosión nocturna con un brillo intenso que se demora en deshacerse para ser de nuevo sombra y noche.

Hay tanta persuasión en estos poemas, tanta alegoría al pensar tanta presencia esa que huye cuando escribimos y el poeta saber que el mundo se escapa, se diluye, y es tan difícil de atrapar esas sensaciones que son un ínstate, un destello en ese silencio, y de ahí que el habla calla, debe callar para que el poeta sepa que fluyen sus palabras para expresar de una manera huidiza el presente que espera.

Entre estas dos fotografías está la selfi a colores donde el poeta luce su barba y su cabello blanco símbolo de su serenidad y sabiduría, y detrás de él nada menos que el verde del campo, la ensoñación del regreso a la tranquilidad, lejos del barullo de la ciudad, pero también a esa exploración interior que pueblan despiadados tantos silencios, el silencio de las calles lejanas el silencio de los amigos que ya no habitan una mesa con café y cigarros o vinos y otros licores. Y por supuesto, está la fotografía en blanco y negro donde el poeta carga entre sus brazos a un bebé, y el poeta tiene tiempo de reír, es decir de verse satisfecho, orgulloso porque ha escrito el mejor de sus poemas.

Este sábado de octubre 14 y 2023, leo los poemas de Mauricio Naranjo y sé que a través de ellos perdura un diálogo donde él revela y ensancha la poesía.

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SINESTESIA

Y de pronto, la belleza estalla como un fuego artificial,
E impregna con su brújula desnuda el mundo.
Todo entonces adquiere forma y sentido:
Las notas del piano emergen móviles, cromáticas, sensuales.
Las palabras dibujan paisajes oníricos,
Las campanas inundan el cielo con su luz melódica,
Tu olor baila en mi corazón como una nube de todos los colores.

Todo entonces se puebla de ventanas y de pájaros:
Tu aroma como una alucinación,
Tu risa como un satori,
Tu silencio como un calidoscopio,
Tu voz como un jardín.

Entre tu voz y tu silencio
voy construyendo una partitura de soles y planetas,
de sombras verdes y vacíos azules.
Entre tu aroma y tu risa voy creando un poema fonético y frenético.

La belleza, serena y escandalosa se sienta a mi lado,
Plena de ventanas y de pájaros,
Con su brújula desnuda.
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UN DÍA DE ESTOS


Un día de estos,
De repente voy a escribir una canción aurífera,
Mitad flor, mitad nube, plena de fuego,
Telúrica, volátil, metálica.
Será un himno a la soledad, al vacío, a la ausencia.
Sonará a barco fantasma, a precipicio, a desierto.
Un día de estos,
De repente voy a cantar mi canción,
Como un volcán, como un terremoto, como un rayo.


EL AUTISTA

Dibujaba paisajes metafísicos todo el tiempo. Pintaba su naturaleza muerta, sus abismos, su infinito desierto. Observaba su topografía irregular y se detenía en cada pliegue verde-azul. Navegaba en el océano innombrable de su ser. Solipsista se preguntaba si más allá de sus recovecos geográficos existía algo, si más allá de su yo sombrío había un mundo inaccesible, incognoscible e inefable. Pero como carecía de lenguaje, nunca pudo escapar del laberinto.



EL OIDOR

Primero aplicó un anestésico en su boca para olvidar los sabores. Luego, saturó de perfume su nariz hasta bloquear los olores. Se vendó lo ojos para privar su visión. Se puso una escafandra, para aislar su tacto. Finalmente, abrió sus oídos al universo, y se estremeció: pudo escuchar a Dios.
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EL GRITO

Un grito vagabundo era su bien más preciado. Intentó enterrarlo en una isla, guardarlo en una caja fuerte, esconderlo bajo el colchón, sin ningún resultado. Finalmente puso el grito en el cielo. La tierra tembló escandalizada.
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AULLIDO

Mis palabras están presas en mi boca. Los dientes, como barrotes, les impiden salir. Un día, silenciosas, huirán. Entonces emitiré gritos. Sólo de aullidos estará compuesto mi lenguaje.


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VACÍOS Y SILENCIOS

Habito la casa gracias al vacío
Hablo gracias al silencio
En la casa, las ventanas son un vacío dentro del vacío
En el lenguaje, las pausas son un silencio dentro del silencio
Y entre vacíos y silencios voy inventando la forma de la muerte
entre ventanas y pausas voy inventando la forma de la ausencia
Las palabras y los muros, entre tanto, pueblan de ecos el olvido.


PAISAJE INTERIOR

Todos tenemos un paisaje interior que nos identifica, el mío es móvil, portátil: a veces se parece a un acantilado, otras a un volcán en una isla de nieve, algunas otras a un desierto poblado de esas flores minerales talladas por el viento y el tiempo. Guardo nubes en mi memoria para que llueva cuando quiero olvidar. Conservo una noche indeterminada en lo más profundo de mí para borrar todo rastro de tu rostro.


EL LENGUAJE

El lenguaje me habla, el cielo me mira, la casa me habita, el amor me quiere -a veces-, los puntos suspensivos escriben mi devenir azaroso, la poesía me celebra, el vino me bebe, el cigarro me fuma, la mente me piensa. El lenguaje me habla a solas, en la cama que me sueña.

EL POETA

El poeta trabaja rodeado de sus cosas más propias: la pluma, la espada, la mesa, el paisaje, la hoja en blanco. Espera, sin desesperarse, a que una idea como un colibrí llegue y aletee. Entonces, como un cazador de mariposas o como un pescador, lanza su red y atrapa el brillo fugaz. Y comienza su artesanía, primero con la palabra, como un escultor de vacíos, de ruidos blancos. Luego, poco a poco le va dando forma a ese silencio. Y finalmente borra o quema lo escrito, en un rito de belleza simple. Así transcurren sus días, uno tras otro, entre tinta de calamar, seres abisales, precipicios, murmullos, resonancias y lápices de fuego.


INVENTARIO DE SILENCIOS


I

Hay silencios que son la voz de la censura: una mordaza.
Hay otros que son la expresión de la protesta: un grito.
Hay silencios que están del lado de la armonía, la paz, la serenidad: un éxtasis.
Hay otros que son el símbolo de la ira, la rabia, la ruptura: una explosión.
Hay silencios que indican duda, inseguridad, timidez: una caída.
Hay otros que significan dolor: una grieta.
Hay silencios que hablan del amor, donde sobran las palabras, donde predominan las miradas: una carta en blanco.
Hay otros que aluden al vacío, al no ser, a esa nada que ocupa todo el espacio de la existencia: un agujero.
Hay silencios que son mordaza, grito, éxtasis, explosión, grieta, carta en blanco, agujero.
Hay otros que son indescifrables, indelebles, inefables, como una mancha inmaculada.

II

Hay silencios que meditan, otros que censuran,
Otros que esperan pacientemente, otros que esperan impacientemente,
Otros que guardan luto, otros que marchan por las calles con mordazas blancas,
Otros que dudan, otros que hieren, otros que otorgan,
Otros que respetan, otros que irrespetan,
Otros que ignoran,
Otros sumisos, otros rebeldes,
Otros indiferentes, otros asombrosos,
Hay silencios que conducen a la sabiduría, otros que conducen a la ausencia, el vacío y el olvido.
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EL FOTÓGRAFO

Le tomó tantas fotos al cielo, que se tornó nube y se disolvió con la lluvia.
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LAS LETRAS


La h muda, sentada; la i, erguida, con su astro permanente; la ñ en su casa, sufriendo de agorafobia; la z en zig zag, siempre por caminos sinuosos; la m como una cordillera, mordiendo el horizonte; la s reptando por desiertos, navegando por meandros; la o lunática, rodando por el mundo; la r ronca de fumar, árbol seco; la p como un monociclo al revés, pipa retumbando en mi 
cabeza.
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EL ECO DE LA NADA


Estoy hecho de lejanía, de distancia. Mi sustancia, el olvido. Mi esencia, el vacío. Mi expresión, el silencio. Soy un signo cero que levita en espiral hacia el eco de la nada.
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LAS ESCENIFICACIONES DE LA MENTIRA / Darío Ruiz Gómez

 LAS ESCENIFICACIONES DE LA MENTIRA

Darío Ruiz Gómez

Mentir se ha convertido en una práctica diaria  por parte de altos  funcionarios de la vida pública que hoy dicen algo que la ciudadanía debe aceptar como verdad pero que al demostrarse por parte de un contradictor, de un investigador que lo que el alto funcionario afirmó  no corresponde a los hechos verdaderos  vemos como el alto funcionario ni siquiera se desdice sino que impúdicamente  “cambia de opinión”. Y  llegamos en esta farsa pública a un punto de saturación   en que nadie  parece  tomarse en serio este juego de falsas promesas  y  embustes y prefieren dedicarse a otras labores, ir creando mediante las juntas de vecinos la solidaridad que tanto el gobierno como ciertos políticos le niegan. En el toreo de hace décadas  “el sobre”  era una suma de dinero que un emisario del representante de los toreros repartían  en algún bar para que, desde luego, si su torero fracasaba dieran al día siguiente la información comprada de que “había triunfado”  Lo que suponía la entronización  de una mentira, eso sí, muy bien escrita ¿Hace cuántas décadas  la manipulación que supone  la entrega de un  “sobre” a un corrupto  informador desvirtúa el necesario ejercicio de la crítica deportiva  para salvar, por ejemplo,  el fútbol  en manos  de dirigentes que  han convertido en un negocio privado  lo que realmente  a nivel de Selección Nacional es un Patrimonio  común? La permanente corrupción de la FIFA nos lo demuestra, nos lo demuestra la corrupción de infinidad de Ligas nacionales incluyendo el clamoroso caso de Colombia. El negocio del fútbol profesional se ubica en los reconocidos terrenos de la propiedad privada pero bajo las legislaciones que combaten el tráfico de jugadores, la falta de respeto a la afición o sea mantenerse dentro de la más estricta ética.  

Es una pregunta que un pensador se hizo y que llenó de pánico a las gentes: ¿Qué sucedería en las sociedades  enajenadas al espectáculo y no al deporte del fútbol si de repente  se prohibieran los tres partidos semanales? ¿Con qué llenarían  estas  muchedumbres enajenadas  este espantoso vacío? Es por esto que la proliferación de improvisados cronistas de fútbol reclamados de urgencia por estas maquinarias del espectáculo ha destrozado la  calidad y la ética   que algunos  grandes cronistas le dieron y hoy,  opinadores  de ocasión,  se encargan de desacreditar. Un caso: desde hace años vengo leyendo  diariamente  noticias que repiten la misma monserga según la cual un otrora gran futbolista  supuestamente continúa deslumbrando al mundo  con sus “fintas y sus pases gol”, todo esto cuando  como lo sabe cualquiera ese crack   hace cinco años  entró en una crisis definitiva debido a una precoz  inmadurez que lo ha llevado  seguramente por imposición de su agente  de mantener su imagen pública derrochando  grandes sumas de dinero en un intento de no ser olvidado pero recurriendo  a  estrategias  publicitarias  inescrupulosas que  se han valido de  los Fake News, de la desinformación, del descrédito profesional  de aquellos(as) que hacen de críticos(as)  a sueldo.  Rechazar una pauta publicitaria por parte de algún medio de información es prácticamente imposible lo sé pero es aquí donde se mide la necesidad de contar con un criterio responsable  ante un lector, un telespectador que no puede  seguir siendo engañado mediante  tanta publicidad subliminal. Tratar  mediante estas inmorales estrategias de imponer el  nombre  de un jugador  al Director Técnico de una Selección Nacional constituye, además,  una forma de violencia psíquica o sea un  delito castigado por la ética periodística y la Ley para tratar de detener estas corrupciones que degradan las comunicaciones y destruyen la opinión pública.  

LA PRESENCIA DE LAS REGIONES / Darío Ruiz Gómez

 LA PRESENCIA DE LAS REGIONES

Darío Ruiz Gómez

El Centralismo colombiano  único y nuclear destruyó mediante una división territorial en abstracto  las voces  y experiencias socio-culturales  de las distintas regiones de un país rico en diversidad cultural, en fauna y flora, en expresiones musicales, técnicas constructivas, tal como lo había constatado la Expedición Botánica con la presencia de José Celestino Mutis y su magistral trabajo de clasificación de plantas  e incorporación a la cultura de Occidente de  imágenes singulares donde la creatividad de los dibujantes  plasmaba lo que llamaría el espíritu de cada  planta, hoja, tallo o sea el trasfondo climático de llanuras y altas montañas, de la orilla de los ríos o de los barrancos. Tarea que Codazzi retomará con el mismo aliento científico que Foucault señala en la obra rigurosa de Linneo con su cuadro del conocimiento y la taxonomía de clasificaciones. El espíritu de la Ilustración que entendía que la construcción de una nación debía partir del previo conocimiento palmo a palmo de cada región en particular para que cada región sumara experiencias a ese concepto de Estado en que bajo el horizonte de la libertad se prosiguiera la tarea de reconocimiento de geografías, de habitantes y costumbres convertidos en ciudadanos(as) por encima de diferencias de razas y credos religiosos tal como lo llegó a señalar Rousseau. ¿No fue este mismo espíritu de identificación desde una geografía y sus particularidades territoriales  la que condujo a John Muir, a Tohreau a  reconocer en la vivencia  de los grandes bosques, ríos norteamericanos  el origen y punto de arranque para la construcción de una nueva sociedad?  ¿Existiría una noción de ser del antioqueño, como recordaba Juan Luis Mejía, si ese punto de arranque y de origen no nos lo hubiera dado una obra magna como “La Geografía de Antioquia” de Manuel Uribe Ángel o investigaciones como “La flora sonsonesa” de Joaquín Antonio Uribe? Recuerdo que en una vereda de Marmato una losa recuerda el paso de Humbold  el fundador de la Universidad alemana depósito  de todas sus clasificaciones –muchas de ellas con Bonpland-  de  nuestra flor, de los grandes  cambios climáticos, de estas orografías todo bajo, repito, el iluminado cielo proyectado por la Ilustración.

Cuando observo  en los canales regionales de T.V a diferentes  grupos de historiadores que han recuperado la importancia de la historia local y la tarea de admirables grupos de investigadores de la flora, la fauna, de especialistas ilustres en Planificación Regional, pienso que en el momento en que la estructura política del país se vuelva a identificar  con estas realidades  verificadas in situ  y no continuemos  bajo  la visión abstracta del centralismo no solo bogotano sino el de las capitales de los diferentes Departamentos, cuando recabo en la obra de un genio científico como Víctor Manuel Patiño  y su historia de las plantas, del concepto de cultura, del paisaje como construcción pienso entonces que  los distintos puntos de arranque para la recuperación del  país nacional que no es otra cosa que la certificación de este sinnúmero de historias locales, de testimonios  invisibilizados  por el totalitarismo  y  la pereza intelectual, debe  empezar  ahora mismo bajo la perspectiva única del reconocimiento real de la autonomía  de las regiones, la única además que puede sacarnos de las criminales polarizaciones a que estamos sometidos regresando a la más atávica de las violencias . PD Oyendo en Jardín este fin de semana unos conciertos de los adolescentes de la Escuela de Música con su magistral ejecución de obras de suma complejidad volví  a entender  el llamado de Goethe de que la cultura moderna debe  partir de la experiencia de la aldea hacia lo universal. 

LA NACIÓN INCENDIADA / Darío Ruiz Gómez

 

LA NACIÓN INCENDIADA 

Darío Ruiz Gómez

Colombia arde desde sus cuatro puntos cardinales tal como con un desconocido énfasis lo acaban de señalar dos representantes de la ONU después de presentar su inquietante  informe sobre la actual situación  de violencia en Colombia : aumenta el número de cuadrillas de facinerosos en nuestros territorios, el número de niños y de niñas reclutados, prostituidos, el asesinato de líderes sociales, el asalto a carreteras, la carnetización de nuestros campesinos  por estas bandas de asesinos  calificados por nuestra Justicia como “actores políticos”  y dedicados impunemente  al saqueo, los incendios de poblados, la destrucción de escuelas, el asesinato de policías, la siembra de minas antipersonales –como  el tétrico y repetido leiv motiv  de un coro  funerario o sea que la llamada “Guerra sucia” condenada por el Derecho Universal  y que creíamos superada históricamente  ha  cobrado  una  demoníaca presencia en esta  bien calculada  destrucción de nuestra nación al hacer cesiones de los principios inalienables de la justicia a los teroristas. ¿Cómo actuaron los distintos grupos terroristas en la balkanización de  la exYugoeslavia? ¿Cómo lo están haciendo en Colombia   en su objetivo de “fundar la Nueva Patria” destruyendo la vieja Patria? Vuelvo a preguntar. ¿Qué se hicieron nuestros Jueces y Magistrados(as) si estos son delitos atroces que deben ser juzgados por la Justicia ordinaria  si  no es que ésta ya se ha refundado en la justicia totalitaria? Como el Barón de Itararé el genial humorista brasileño (Aparicio Fernando de Brinkerhoff)  lo dijo en una magnífica definición : “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes le eligieron están bien representados” Lo que nos lleva a una anomalía que ya ha sido analizada por diversos teóricos políticos como lo es la idiotización de una sociedad, su ablandamiento moral, su incapacidad para tomar decisiones necesarias frente a la catástrofe, sociedades como la española arrastradas hacia la infamia, lo que por fortuna no creo que esté sucediendo en Colombia donde las reacciones de los diversos estamentos  ciudadanos  ante estas tropelías  crece día a día colocando contra la cuerda  precisamente a los encargados de responder con la respuesta de una sanción penal inmediata,  a estas estrategias  que unas “Mesas de Conversaciones” amparan legalmente. El alarmante  informe de la ONU señala que no solo son Cauca y Nariño los territorios agredidos sino que bajo esta misma intensidad agresora y bajo la complicidad de la “Paz total” lo está haciendo en el Putumayo, Arauca, Huila, Tolima, Norte de Santander, Córdoba, el Norte de Antioquia  regiones que permanecen ignoradas por nuestros llamados medios de comunicación, por nuestros politólogos  que los siguen considerando como tierras  salvajes donde cualquier tipo de violencia se puede ejercer ante la ausencia de gobernabilidad del Estado. ¿La portavocía de estas comunidades no era lo que reclamaba como tarea el  llamado Pacto Histórico, las Curules de las Víctimas?

Dónde están ahora los llamados – vuelvo y volveré a preguntar- “Intelectuales por la Paz” los furibundos(as) defensores(as) de los Derechos Humanos y de los pueblos ancestrales, los Defensores del Medio Ambiente? ¿Dónde los Colectivos  de Abogados que se hacen los de la vista gorda ante el confinamiento violento de comunidades  enteras? ¿Incautos o bobos( as) ya seducidos irremediablemente por los oropeles de la vida parlamentaria, la rentabilidad de Fundaciones y ONG dedicadas supuestamente a defender derechos de la ciudadanía  pero  que vergonzosamente parecen desconocer? Recordemos a Brecht. “ Quienes  ríen  aún no han recibido  la terrible noticia”

LA PRESENCIA DE LAS REGIONES / Darío Ruiz Gómez

 LA PRESENCIA DE LAS REGIONES

Darío Ruiz Gómez

El Centralismo colombiano  único y nuclear destruyó mediante una división territorial en abstracto  las voces  y experiencias socio-culturales  de las distintas regiones de un país rico en diversidad cultural, en fauna y flora, en expresiones musicales, técnicas constructivas, tal como lo había constatado la Expedición Botánica con la presencia de José Celestino Mutis y su magistral trabajo de clasificación de plantas  e incorporación a la cultura de Occidente de  imágenes singulares donde la creatividad de los dibujantes  plasmaba lo que llamaría el espíritu de cada  planta, hoja, tallo o sea el trasfondo climático de llanuras y altas montañas, de la orilla de los ríos o de los barrancos. Tarea que Codazzi retomará con el mismo aliento científico que Foucault señala en la obra rigurosa de Linneo con su cuadro del conocimiento y la taxonomía de clasificaciones. El espíritu de la Ilustración que entendía que la construcción de una nación debía partir del previo conocimiento palmo a palmo de cada región en particular para que cada región sumara experiencias a ese concepto de Estado en que bajo el horizonte de la libertad se prosiguiera la tarea de reconocimiento de geografías, de habitantes y costumbres convertidos en ciudadanos(as) por encima de diferencias de razas y credos religiosos tal como lo llegó a señalar Rousseau. ¿No fue este mismo espíritu de identificación desde una geografía y sus particularidades territoriales  la que condujo a John Muir, a Tohreau a  reconocer en la vivencia  de los grandes bosques, ríos norteamericanos  el origen y punto de arranque para la construcción de una nueva sociedad?  ¿Existiría una noción de ser del antioqueño, como recordaba Juan Luis Mejía, si ese punto de arranque y de origen no nos lo hubiera dado una obra magna como “La Geografía de Antioquia” de Manuel Uribe Ángel o investigaciones como “La flora sonsonesa” de Joaquín Antonio Uribe? Recuerdo que en una vereda de Marmato una losa recuerda el paso de Humbold  el fundador de la Universidad alemana depósito  de todas sus clasificaciones –muchas de ellas con Bonpland-  de  nuestra flor, de los grandes  cambios climáticos, de estas orografías todo bajo, repito, el iluminado cielo proyectado por la Ilustración.

Cuando observo  en los canales regionales de T.V a diferentes  grupos de historiadores que han recuperado la importancia de la historia local y la tarea de admirables grupos de investigadores de la flora, la fauna, de especialistas ilustres en Planificación Regional, pienso que en el momento en que la estructura política del país se vuelva a identificar  con estas realidades  verificadas in situ  y no continuemos  bajo  la visión abstracta del centralismo no solo bogotano sino el de las capitales de los diferentes Departamentos, cuando recabo en la obra de un genio científico como Víctor Manuel Patiño  y su historia de las plantas, del concepto de cultura, del paisaje como construcción pienso entonces que  los distintos puntos de arranque para la recuperación del  país nacional que no es otra cosa que la certificación de este sinnúmero de historias locales, de testimonios  invisibilizados  por el totalitarismo  y  la pereza intelectual, debe  empezar  ahora mismo bajo la perspectiva única del reconocimiento real de la autonomía  de las regiones, la única además que puede sacarnos de las criminales polarizaciones a que estamos sometidos regresando a la más atávica de las violencias . PD Oyendo en Jardín este fin de semana unos conciertos de los adolescentes de la Escuela de Música con su magistral ejecución de obras de suma complejidad volví  a entender  el llamado de Goethe de que la cultura moderna debe  partir de la experiencia de la aldea hacia lo universal. 

lunes, 2 de octubre de 2023

Era más grande el muerto de Luis Miguel Rivas / Víctor Bustamante

 



Era más grande el muerto de Luis Miguel Rivas

Víctor Bustamante

Es inevitable, por mucho que el escritor haya cambiado los nombres de la topografía citadina, por mucho que haya tratado de mimetizarse él mismo, y sus circunstancias, así como en su excesivo pudor, al hacerlo, y como uno se aferra a los nombres para no quedar en el aire, la novela no deja de ser un texto escrito sobre Medellín. Eso sí, nos gusta mencionarla, vivirla, que es padecerla, buscarla desde diversas ópticas, y caminos, y así mismo con frustraciones, que son aquellas que cada vez que escribimos sobre ella, sabemos que nunca se hará un texto definitivo. Cada uno de sus escritores, al mencionarla, la ubica, la magnifica desde su entelequia y desde su panóptico, y eso sí desde las noches de verano, muchos antes de los años 80, cuando aún persistía ese poema liberador, digno, esa caminada nocturna de Gonzalo Arango, Medellín a solas contigo. Nadie sospechaba lo que vendría después, ese ángel exterminador, el narcotráfico, que convertiría a Medellín en una ciudad sangrienta, que cambió al país; no la guerrilla en su declive moral y ético, no los sacerdotes pastando y pasmados en sus ritos, menos los partidos políticos con sus turiferarios apegados a la nómina oficial, a los contratos, a la corrupción y a predicar que trabajan por las personas. Como para seguirse riendo de estos Mesías oportunistas y falsos, por algo sencillo, quien habla en nombre de los demás es un culebrero. Y ocurrió algo inusitado, el torrente de dinero de la mafia, dólares verdaderos, colmaron a las personas y se desplazó hacia la miseria de los barrios marginados y desde ahí empezó a cambiar el país. Para nadie es un secreto que su economía depende de una planta milagrosa que no solo boicoteó a los políticos consuetudinarios, sino a la guerrilla misma y a los demás sectores del país. Quien se sienta aludido que se dé el primer pase.

Desde ahí, así haya sangre, así haya droga, así haya esa memoria aún se persiste en mirar y redefinir la ciudad a partir de uno de sus sustentos, el narcotráfico y la mafia paisa que la ubicó en el panorama mundial. Lo digo porque en las diversas novelas que se han escrito aquí sobre este tema, siempre ha sido mencionada por su nombre, Salazar, Hoyos, Vallejo, Jaime Espinel, Ruiz Gómez, Porras, Oscar Castro, Jairo Osorio, Víctor Gaviria, y otros apologistas menores que solo ven a Medellín desde esa óptica. Medellín, nunca pronunciaré tu santo nombre en vano.

También hay otras preguntas, las cuales no pude conversar con Luis Miguel Rivas, porque se haya “ocupadísimo”, para realizarle algunas  preguntas sobre el libro, así como algo que me llama la atención, su calidad de vivir en Buenos aires, ya que se afirma de manera rotunda que para escribir sobre la ciudad es interesante hacerlo con perspectiva entre comillas e irse del país unos años, algunos lo probaron con certeza, García Márquez, Mutis, Vallejo,  Luis Fayad, Moreno Durán, Plinio Apuleyo Mendoza, se fueron y cuando regresaron al país de los siete colores, fueron reconocidos doblemente lo cual es algo ingenuo ya que el escritor traza su universo donde se encuentra su material autobiográfico y su materia prima, aquella que ha vivido y padecido y lo arredra: su origen. Los teóricos efímeros afirman que se toma distancia, lo cual no deja de ser una boutade, ya que el escritor en su circunstancia posee algo irredento, su deseo de escribir, así esté en un país lejano o así mismo como Proust encerrado en su casa, escribiendo sobre sus amigos para escribir nada menos que una obra que nos seduce todavía, En busca del tiempo perdido. Otros nos quedamos caminando las calles de esa ciudad que sentimos.

De ahí que, luego de esta suerte de proemio en menor escala, me refiero a Era más grande el muerto de Luis miguel Rivas, (Seix Barral, 2023), que regresa al ámbito de los años 80, para su autor decirnos, yo también estuve ahí.

Manuel se haya encandilado, por los zapatos de Chepe Molina, mejor decirlo de una vez seducido por los zapatos de Chepe Molina, en un puro acto de retifismo, que el libertino Restif de la Bretonne avalaría a un discípulo actual, incluso a Luis Carlos López que también lo afirmaría con su amor a Cartagena y a los zapatos viejos. Esa connotación, abarcaría a la mención y uso de los tenis de marca, junto a la buena mecha, y otra cosa se diría en La vendedora de rosas, “Pa’ qué zapatos si no hay casa“, que algunos apostilleros consideran dizque icónicas.

De ahí que Manuel y su gran amigo, Yovani, llenos de desmadre van a la boutique, junto al cementerio, donde se vende la ropa fina y llamativa, de marca, de los finados, que nunca tuvieron finura, ropa usada que será devuelta a otro uso después de un proceso de lavado y aplanchado y de haber corregido los desperfectos. Y en la otra orilla de esta dicotomía, el mecenazgo de cada uno de esos muchachos de la cuadra que les gusta nada menos que camisetas y jeans y tenis caros; indumentaria que les da nombradía. En ese juego de las apariencias en que se vive.

El fútbol y La música son los elementos distractores de  la vida cotidiana para los personajes de  la novela, pero al mismo tiempo con la posibilidad de juntarse a conversar, más la música que obra no solo como panacea, sino  como una manera de ir a un lugar a compartir. Al inicio los tangos, aquellos que las personas mayores, y respetuosos e intelectuales, y caballerosos como don Humberto escuchan en uno de los bares del marco de la plaza ya sea en El Cielo o en El Pueblo, otras veces son vallenatos, baladas, canciones del despecho que despachan venganzas amorosas. He mencionado a don Humberto que encarna la persona que ha trabajado en el sector de los textiles, Tejicadena, añade el autor, Tejicondor le digo yo,  lo cual da la idea de ese cambio económico en la cuidada donde las textilera pierden mercado, ante la avalancha del contrabando y de la falta de modernización y con el decreto de un expresidente mediocre que enterró y aun entierra al partido liberal, César Gaviria, al decretar la apertura económica a un país que no estaba preparado para ello. Pero sin darse cuenta y arrodillado, con sus Chicago boys, ante aquel que estuvo en la Catedral, burlándose de él, y que no se dio cuenta del advenimiento del maná de la USA con sus torrentes de dólares. 

En Villalinda, en un barrio marginal, se menciona, el alto del Vergel, Santa Gabriela, sus bares El Pueblo, El Cielo, La Tertulia, el Centro Cultural La Nave, la discoteca Solidgold, Las Violetas, parque Doménico, parque La Esperanza, Las Hortensias, Centro Comercial Villaplaza, Los Jazmines, y su autor lo llama pueblo, pero así sea despectivo, o lo llame Angosta con un guiño, a aquel que es su héroe literario, es notorio que estamos en Medellín, la Ciudad de la Eterna Balacera.  Así, para el lector curioso, es inevitable tratar de buscar las señas de identidad de esa topografía que Rivas, taumaturgo, esconde, pero que el lenguaje revela.

El autor se aparta del lenguaje literario y decide dar cierto toque mafiorealista la narración, al referir algunas palabras, muy antioqueñas en su utilización, churrusco, susquiniado, camellando, perratiado, chiviados, chichipato, enfierrados, engorilar, bareta, borondo, cajeteados, cañero, empitados, para solo mencionar algunas. Y eso sí, el lenguaje de las marcas, aquel que arrasa los gustos y presupuestos, apariencias y desequilibrios, e iguala en su definición de la moda como ese embate tan personal que da brillo:  cheviñón, dísel, tesa, ribuk,leclí, renol, guchi, butic, babú, lacós, lancroicer, como si en ese ámbito de lo superficial nos dijera que las marcas son lo que brilla en la oscuridad mental de esas personas que solo se fijan en la moda, como el paisaje más a la mano que es mirado y mimado por sus poseedores.

Todo esto bastaría para hacer de la novela de Rivas un libro diferente dentro de esa saga generacional, y esa diferencia se basa en la perspectiva desde la cual escribe, la desacralización del relato ya que los otros están fijados en la cuasi alegoría y en la deificación del mal, lo cual llevó a los medios a apropiarse de este y a normalizarlo en sus canales  y libros  que conformarían lo que llamarían luego la sicaresca paisa, que luego se exportó al mundo como una manera de definir a la Villa, esa Villalinda que define Rivas, desde, el asombro, que sin darnos cuenta cambió la vida y las costumbres en un parpadeo, eso sí en apariencia porque ese amor al dinero que era la perspectiva oculta, se había aprendido vía pioneros, y la familia que quería tenerlo como único valor ético, si es que no es problemático nombrarlo de esa manera, ya que perdura en Medellín ese canon de interés, ya que “el progreso” en Medellín es solo vía dinero, lo demás no existe.

Hay una caracterización que se da en la fragilidad de Efrem, aquel capo que paga para que lo culturicen, pero que renuncia a ello porque es imposible degustar de una acervo, sino no hay disposición, pero eso sí Rivas lo baja de su pedestal al recibir un budazo de  parte de Lorena Botero White, aquella diva que renuncia a un Mercedes blanco, y además también demuestra como los sicarios titubean ante el Gurbio que aparece en la mente de sus dos asesinos, Chinga y Hermosura, eso sí nunca con remordimiento, eso sí  conducidos por ese miedo que les da, esa desazón de creer que los ha espantado como si el asesino debiera mantener ese flujo de imágenes en su mente al ser el padre de una muerte ajena. Pero resulta que, como Manuel se viste con la ropa de él, sí, del Gurbio, lo confundieron y por poco lo asesinan.

Hay dos personajes que se contraponen a esa desactivación de la ética, Yovani que al final sucumbe y  Manuel Alejandro Mejía, que se mantiene firme, así se haga amigo de Efrem y esnifen cocaína como locos a la manera de Al Pacino en Scarfece, que busca puesto, es decir trabajo en oficios diversos, repartidor de directorios telefónicos, en un consultorio odontológico, vendiendo libros, en un supermercado, además se le ofrece a don Efrem sin ninguna certeza, lejos de su amigos del barrio Chucho Relay, Kalimán, Memo Patiño,  y, además, que se volvieron sicarios.

A pesar de la apariencia, se da esa dicotomía entre los habitantes de un barrio, donde siempre apuntan y sobresalen los profesionales de la faltonería y del crimen, en ese hábitat vive Mejía como un ser digno y bueno pero que no triunfa y recibe empleos sencillos para sobrevivir pero él lleva el peso de su existencia de una manera apartada del mal, lo cual es el reflejo de cada uno de nosotros, en nuestra misma esfera cotidiana, esa que se define en Medellín o en Villalinda. Este personaje, es el que se queda, el distinta a los demás, que ya son predecibles en su destino y en su catadura personal.

Uno de los rasgos que nombra a los personajes que orbitan alrededor del mundo de la droga, es dárselas de desconfiados y traidores, de tal manera ellos no pertenecen a un mundo expresado en lo normal, sino en la quimera que da el exceso y facilidad de tener dinero. Se pertenece a esa suerte de comunidad sabiendo que la muerte acecha desde los hombros dé cada uno, así el concepto de amistad no pertenece al instante en que viven, que se pertenece, sino que por el contrario cada uno se haya en la ubicuidad de ser alguien de paso, así este concepto de la amistad no deja designar a quien lo nombra ni en el eestado puro de la borrachera donde se compadece el habla, sino en la realidad. De ahí un ejemplo Bertulfo Moncada y Efrem Jaramillo, el Gurbio, Chinga y Hermosura es el límite de la decencia en su quiebre. En la mafia no hay amigos sino negocios, quien se salga de ese círculo ya no existirá, no lo salvará ni un golpe de suerte, la muerte es el precio más inmediato a un error.

Narcotráfico, coca, mafia, combos, sicariato es lo que designa a la ciudad y al país, por lo que lo nombra, y lo redefine. Hay tantos campos sembrados de coca, hay tanto dinero y tanto poder de la mafia que son la evidencia de la cual no nos libramos, como si ese fuera el destino signado por la ley de oferta y demanda del mercado. En esa confluencia de destinos hay que ver a un par de amigos, ya capos de la droga, Bertulfo Moncada y Efrem Jaramillo, discutiendo y sacándose los trapitos en la habitación cuando uno desconfía del otro al caerse un cargamento

Allí, al rabiar y amonestarse ambos capos, más Efrem, en nombre de la ira que frecuenta el desplome de un negocio, es cuando caemos en cuenta que la amistad se ha desvanecido ya que los negocios han subido la espuma de su poder por encima de cualquier relación, ya que el dominio logrado por encima de quien se atraviese y se oponga, se ejerce bajo su mismo nombre que ha transformado la esencia misma de ese poder que ha llegado a establecer la palabra como contubernio y diálogo como si ese poder mereciera sopesarse en ese pináculo insulso por encima de la vida misma. Así, ese par de amigos, Bertulfo y Efrem, se declaran la guerra por encima de su amistad.

Como colofón, al estilo sangriento de Tarantino, hay bombas y balaceras, y la mujer más intrigante de la novela, Lorena Botero White, cae asesinada, debido a la rivalidad entre Efrem Jaramillo y Bertulfo Moncada, en esa guerra desarrollada según los medios propios del naciente e inédito poder de la mafia, que no podría sino darse dentro de sus mismas entrañas. En el país han ocurrido muchas guerras de intensidad baja contra el Estado, pero a ahora era entre rivalidades de mucho poder, que alcanzaría con sus tentáculos sinestros al Estado mismo.




En el país han existido conflictos de baja intensidad donde diversos grupos y facciones guerrilleras que son casi teológicas y mesiánicas intentaban cambiar el estado de cosas hasta que conocieron el capital y se amañaron el dinero del narcotráfico, olvidando sus ideales a muerte y con muertos. En la temporalidad del libro de Luis Miguel, estas opciones ya claudicaron, la opción ya no es política ni  seudofilosófica, al contrario, es debido al exceso de dinero que da poder, ese poder de influir en todas las esferas del país, porque ya lo política ha cesado con esa suerte de eslóganes de la izquierda descontrolada, y ya sin filosofía que, además, fueron incapaces de interrogar el nuevo estado de cosas que llegaba de la mano del narcotráfico. Actividad que sorprendió al mismo Estado en su lentitud e intereses creados y sórdidos para callar ante esa avalancha de dólares que ingresaban por la ventilla siniestra para engrosar esas mentes serviles a la impunidad con sus discursos serviles y cobardes.

Ante al advenimiento de un nuevo poder atizado por el dinero sin ningún fundamento, ha cesado todo tipo de interrogación y de teorización sobre lo público como camino a lo social porque, en su lugar, en el lugar que le era propio, se ha instalado y reivindicado la ascensión de un nuevo poder, basado en el negocio per se, en la llegada del descontrol y de la mafia que se afirma con el populismo dando casas, fundando barrios y dando mercados, o cerrando calles almenadas con todos los juguetes en las madrugadas con verbenas en los barrios altos donde en la alegoría de la pólvora, sus alboradas,  estallan los voladores para satisfacción de la llegada de un cargamento a la USA.

 En todo este orden de cosas los únicos que tiene nombre y apellidos son los capos ya que sus secuaces menores, sicarios de la moto y de la pistola, solo poseen su alias que es su distintivo y su chapa y su siniestro destino, como el de Cambalache que creó una rebelión entre los mismos de los combos o facciones, entre Hermosura y Chinga, entre el Gurbio, entre la Monja, entre, el gran amigo de Manuel Mejía, Yovani, que cae entre las balas, pero hay algo noble en la novela, triunfa el bien, triunfa silencioso y sin reconocimiento de la mano de una persona como es Manuel Alejandro Mejía, que nos ha contado el periplo sucio de sus amigos de infancia, de adolescencia y de barrio, porque el desdén hacia sus oficios de poca rentabilidad, así sea vistiendo ropa usada y de muertos, ha sobrevivido a esa lluvia de balas, a ese emporio de las bombas fabricadas por el Irlandés errante, y a ese imperio negacionista de una ética que el narcotráfico golpeó de una manera infame, así como don Humberto aún perdura como sindicalista y queriendo ser escritor, aunque el Gordo Ceballos el cantinero no de Cuba, sino del bar El Cielo, con su bonhomía, también fue golpeado por las bombas.

Pero Lorena, la bella Lorena Botero White, reaparece en un acto de irreverencia, pero de mucho remordimiento de parte de Luis Miguel Rivas, tal vez por hacerla morir de una manera tan fulminante, sí, ella, que no había logrado caer en brazos de ninguna madama y menos en los brazos de Efrem, eso sí ya sintonizada con Manuel Alejando Mejía, su tinieblo, en las tinieblas de ese Medellín. Acto inusitado tal vez como Eurídice, acaso como Remedios la Bella, se le aparece a Manuel, que la sigue en su moto de mensajero, y se esfuma. Lorena que también se le aparece a Efrem para avisarle que se pierda y así sacarle pronto del atentado que llega. Lorena es aquella que su autor, cuando la queríamos, decide hacerla matar. 

Cada vez que leo un libro sobre la mafia siento un vacío donde centellea un instante, el resplandor que producen los atentados de los ejércitos personales, de aquellos capos sedientos de lo absoluto que piensan que les pertenece todo, mientras se les deshace todo. Así se da otra mirada a ese terror que resplandece como las flores eléctricas de la noche, ante la inhóspita presencia de la muerte misma con su temible irrupción. La mafia paisa causa admiración en todos los niveles sociales, pero esa atracción trajo otros dicterios y delirios que llevaron a sufrir hasta el vértigo a sus más cercanos colaboradores y a los lejanos testigos, su repulsión, hasta el horror y el repudio que causan esas muertes diarias con sus ajustes de cuentas. Algo sucede, en esas noches no de los lápices, sino de las bombas y de los fusiles, el sol de la ética no deja mirar de frente a esa sarta de asesinos con su daños laterales y colaterales debido a esa contracultura sucia que irrumpió en el país. En ese instante, todos los estamentos sociales se lavaron las manos, los valores adquiridos y los códigos quedaron desuetos al nadie hacerles caso, así como los caños y cañerías se poblaron de tanta sangre y de tanta indiferencia, lo que es visible en este libro de Luis Miguel.

Perduró la razón fría de los políticos y la razón cortante y asesina de los nuevos apoderados que se afirmaron sobre todo un país al negar a todos su derecho con lo categórico de ese fascismo de tercera que da el exceso de riqueza, sino que lo diga Efrem que compró un libro por cinco millones de dólares que ni leyó, ni lo hojeó. Luis Miguel en su novela no es neutro, sino que escribe y describe a la fija, su novela tiene la nitidez de un thriller escrito lejos del calor de los activistas de los medios que no leen ni analizan, eso sí descifra desde otra óptica el afán de poder que persiste, que nos hace recordar como aún pervive ese señor de la guerra, esos nuevos señores de la guerra en un mundo colombiano aun sin alma.

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