domingo, 21 de mayo de 2023

Diario del Maestro de Víctor Bustamante por Carlos Alfonso Rodríguez.

 


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Diario del Maestro de Víctor Bustamante 

Carlos Alfonso Rodríguez.


El más reciente trabajo literario de Víctor Bustamante, se encuentra circulando en la ciudad de Medellín y en otras ciudades de Colombia, y será lanzado de manera rutilante en el Ateneo, de Las torres de Bomboná, en el Centro de Medellín, también conocido como el Teatro Porfirio Barba Jacob. Este nuevo libro del autor de Amábamos tantos la revolución y Cuando muere un poeta, tiene características especiales con respecto a sus más recientes publicaciones narrativas y poéticas, pues Diario de un maestro, es un híbrido literario en donde se condensa el testimonio, la investigación y la narrativa de la ciudad desde otras perspectivas, probablemente más crudas, realistas y existenciales, sin dejar de ser ficción literaria y creativa. En Diario del Maestro, el personaje principal es un músico de la orquesta sinfónica que cansado de la vida disipada e insegura de artista decide entrar a trabajar como profesor o maestro. Tal vez porque esperaba encontrar un universo laboral más armonioso, creativo y humano, que el monótono y rutinario trabajo de ser músico en una orquesta sinfónica regional. El músico que se había alquilado como profesor o maestro, en sus horas libres escribía bellas baladas de amor y algunas cristalinas sinfonías en donde encontraba su más absoluta realización personal y profesional como artista. Pero en el terreno de los hechos, en la realidad cotidiana; o sea, en el aburrido trabajo de profesor o maestro se encuentra con un mundo espeluznante y sórdido. Por ejemplo, descubre en la enseñanza de estudiantes que cada uno de sus discípulos tiene una psicología distinta y que en muchos casos era violenta, agresiva y revanchista. También descubre que algunos tienen unos afanes distintos al estudio y que solo les interesa permanecer en el centro estudios porque se ha convertido en un pequeño mercado de estupefacientes o psicotrópicos. La mayoría de estudiantes del maestro viven en barrios marginales, barriadas y villorrios del inmenso municipio de Bello, en donde proliferan el microtráfico, las bandas, los combos y pandillas, la corrupción política y tantas otras cosas más. El joven músico por lo tanto de la noche a la mañana se convierte en un espía literario que empieza a contar, narrar y describir la vida rutinaria, apabullante de un profesor en un Liceo del norte de la ciudad de Medellín, además descubre en este extenso e intenso relato la rutina de una rectora que tiene una doble vida, es decir es una directora ejemplar en sus horarios de trabajo; pero en su vida íntima es libertina y licenciosa. Este curioso, audaz y perspicaz maestro penetra en este universo tormentoso y realista, como alguna vez Vargas Llosa, ingresó al mundo de la política peruana para desnudarla, contarla y describirla de pies a cabeza en el célebre libro El pez en el agua, cargado de biografía y anti biografía, además de situaciones personales que lo condujeron al fracaso político que como es de dominio público lo expectoró de ese gremio de por vida; o como el gran poeta, escritor y maestro Carlos Mario Garcés, ingresa al mundo real de un lenocinio para escribir esa maravillosa obra denominada La Casa de Resfa, o como el periodista Guillermo Descalzzi se convierte en un gamín para contarnos ese doloroso relato que descubre la vida nocturna en la ciudad de Nueva York, en ese libro llamado El príncipe de los mendigos, o como el periodista peruano Felipe Montoro escribió Yo fui mendigo, incluso el horroroso testimonio Las cárceles del emperador de Jorge Espinoza Sánchez, un libro que tituló el poeta Jaime Jaramillo Escobar, pero al cual no tuvo la gentileza de obsequiarle un solo ejemplar; en fin, hay muchos casos y experiencias semejantes en estos ámbitos. Diario del Maestro, es un relato en donde el autor como un reportero y cronista no solo cuenta y describe, sino que también pinta cada escena que se vive en las aulas, en los patios y traspatios de un Liceo al sur de la ciudad. De alguna manera, el cronista es implacable con el universo de los profesores, un gremio que se encuentra en permanente crisis en donde hay profesores que solo trabajan para cobrar una pensión, que tienen que encontrarse todos los días con jóvenes adolescentes que llevan una paupérrima formación desde el hogar, que con el paso del tiempo también distribuyen de manera gratuita sus rencores, frustraciones y resentimientos. Diario del Maestro, es a veces una novela sartreana, una crónica nadaísta o neonadaísta. Diario del Maestro, es un pequeño infierno en la ciudad, es una historia de la ciudad con decenas de diablos y diablas, en este libro un liceo parece una cárcel, un reformatorio de muchachos y muchachas, no solo para los jóvenes que son obligados a quedarse por largas horas en esa institución, sino también para los profesores que se convierten en represores. Ahora recuerdo ese clásico de Collodi, en donde dice: "los profesores solo sirven para regañar a los alumnos". Pero si así son los colegios en muchos sectores de la ciudad, el país y el continente, cómo estarán las facultades y universidades privadas o públicas. "Pío Veinte Agudelo, eternamente de afán, al sonar el timbre sale expedito con su maleta atiborrada de papeles. Es alto y flaco, y desde las cuatro de la mañana en pie: sale para un colegio privado donde es estricto y cumple y no reclama; y el otro, oficial en donde reclama, refunfuña, analiza y vive pendiente de cada subsidio que mencionen; según su leal saber y entender, al gobierno no se le puede dar tiro: roban mucho dinero. Él es experto en la cosa jurídica, pregunta por teléfono al abogado Valerio en Bogotá si se ganará el pleito de las cesantías que desde diez años adeudan, pero nada de eso es posible porque nunca encuentra al abogado, y en el Ministerio nadie sabe nada, lo envían por un laberinto de teléfonos hasta que desiste. Es un profesor que desde las cuatro de la mañana se encuentra en pie, así mismo los sábados cuando debe dar clase en un Pre ICFES, y así mismo los domingos cuando debe dar clase en un centro para adultos. Nada de almorzar, dice, nada de malgastar la plata, mantiene a sus diez hijos con su sueldo de la novena, su materia viva, su plan es el afán de salir corriendo de las aulas del colegio hacia su casa. No se sienta nunca en la sala de profesores, ya que es estricto con su tiempo. Reinaldo, alto y mujeriego, trata muy bien a las mujeres, es casado y considera un hecho depravado salir con su mujer, con la cual no la une ninguna posibilidad afectiva, sino efectiva. Viven bajo un mismo techo por economía, dice."(Págs. 69-70, Diario del Maestro) Víctor Bustamante, es un autor prolífero y tiene una sólida obra, en donde destaca un gran crónica que se llama "García Márquez leerá una oración fúnebre sobre la tumba de Jorge Isaac", en realidad es un reportaje a la manera de Gay Talese, Tom Wolfe o Norman Mailer, se me viene a la memoria este gran reportaje, porque existe una técnica semejante entre esta obra en donde el personaje narrador es un periodista, mientras que en Diario de Maestro, el personaje narrador es un músico de la sinfónica que trabaja como maestro: "Ser maestro es la última escala del intelectual, el último refugio, asilarse en la enseñanza como el mal endémico a proteger. El llamado intelectual no sirve absolutamente para nada, vaga, piensa, mira las tablas del cielo raso, ha adquirido su cuarto como prisión, es el bohemio incomprendido y escribe como un perfecto idiota, como si no le bastara lo que se ha compuesto en música, incluido los excrementos de algunos malos compositores locales. El intelectual, a pesar suyo, es un enfermo, evade, creando otros sistemas: los suyos. Huye de la realidad creando otra realidad más fantasiosa: la suya. Al no poder salir por razones económicas, a tirarse junto a la arena del mar, o a esconderse en una cabaña protegido del frío, decide encerrarse en su cuarto e imaginar mundos, cree que es un demiurgo, crea sonidos destemplados, busca la originalidad, pero esta lo arredra. A ellos les crea un paisaje interior, una escena en donde lo disuelven y medran." (Pág. 82, Diario del Maestro) A través del gran relato-crónica-reportaje, de Diario del Maestro, el autor analiza la vida de los maestros, que en verdad es una labor humana, noble, a veces abnegada, pero como forma parte de un sistema de antivalores también se menoscaba, se daña y se tejen una serie de componendas, amarres y clientelismo de toda laya y especie. Tal vez por todo eso y muchas cosas más el narrador de Diario del Maestro, hace una suerte de mea culpa y entonces viene una especie de autocrítica: "La máscara de la experiencia la llevo colocada con la máscara de terror, si no se manejan bien. Recuerdo que la mentira de la pedagogía no funciona, junto a la otra gran mentira, la del conocimiento; esa es mi mercancía, la que vendo a precio reducido. Me creo importante por encerrar en cada hora cincuenta alumnos en un aula. Intentando prestar atención, calladitos, entretenidos en copiar tareas de otras materias, en jugar al triqui, en conversar. Los veo callados y hablo y hablo, hasta que el tiempo se estira, y nada que tocan el timbre. Así en este país de ciegos. Hay que verlos con su mirada obediente en el tablero y los grandes deseos de salir corriendo para otra parte. El miedo al tablero, el miedo al ridículo que ellos utilizan. ¿Vamos afuera? dicen. Si me cogen contento los llevo o mejor me quedo con ellos, aunque no aguanto este calor, esta tristeza, este sopor en el amado salón de clases. Como dije alguna vez, ¿Amado salón? pura demagogia. Nadie ama el encierro, la cárcel, menos un salón en donde asesinan, masacran y aniquilan tantas expectativas. La puesta en escena en el salón de clase, con mi teatralidad, soy el maestro de ceremonias, soy el que inicia el camino hacia el conocimiento y hacia la represión. En el salón ejerzo el papel de vigilante. Desde un comienzo esas mentes infantiles, esos muchachos que desean, quieren, necesitan sentir el pulso de la vida, sospechan y odian la forma en que son vigilados. Desde la familia son incesantemente vigilados, espiados. Desde la escuela se les realiza una hoja de vida y así ellos quedan con un terror a ser mirados que los aniquila desde ese instante, y desde ese instante odian cualquier tipo de autoridad representada en sus padres y en esa suerte de policías, de soldados, de celadores, de niñeros en que se convierten los maestros." (Págs. 102 y 103, Diario de maestro) Obviamente, no todo es drama en una historia, ni tampoco todo es malo en la vida, por lo cual el autor de Diario de Maestro, también retrata con agudo pincel el esfuerzo de algunos jóvenes, el tesón de muy pocos profesores y la solidaridad entre los estudiantes y jóvenes. No tengo ninguna duda de que Diario de un maestro, debe ser leído por las autoridades educativas de Bello, Medellín, Colombia y Latinoamérica.


Jaime Torres, Nicolás Monsalve, Néstor López, Víctor Bustamante, Harold Dávila.
Fotografía de Carlos Puerta

"Muchos hijos e hijas se las pasan en dramas, en pesadillas acerca del deseo de ser libres, acerca de masacrar ese oficio que llaman ser hijo y así acaba con el amor filial. Los padres, en cierto momento de sus vidas también desean que sus hijos se marchen lo más pronto posible, que los dejen tranquilos. Tarde han caído en cuenta que el peor error es perpetuar la especie, perpetuar los mismos errores, perpetuar los mismos vicios, perpetuar la misma violencia, perpetuar los mismos odios, perpetuar la misma mediocridad, perpetuar la falta de oportunidades, perpetuar las mismas calles, las mismas muchachas hermosas que nunca saldrán de esas pequeñas casas, sucias casas de padres que piensan que la mayor alegría de la vida es llenarse de hijos como si esa fuera la hazaña más luminosa. El de ojos grises habilitó y el otro profesor le regaló la materia, aprendió matemáticas en dos horas. Eso somos los maestros abrigados por el temor, dejamos que, al perderse la considerada autoridad del conocimiento, todos pasan, para que las amenazas se diluyan, para que nos digan buenas palabras, una palmadita en el hombro, y luego se burlen de cada profesor que es un estúpido, un regalado y a esos nos hemos replegado; el maestro sobra. La inteligencia de ambos coordinadores dispuso que el angelito de ojos grises, el sicario en potencia, asistiera a clase. Me mira con rabia, es el mismo rol de la vez pasada, lo ignoro. Dice que no entiende, no copia en sus cuadernos y emite sonidos como los de un burro, pura provocación. Sin duda él no ha realizado nada es un ángel de Dios." (Págs. 180 y 181, Diario del Maestro) Las llamadas revistas de la ciudad, o sea, las denominadas revistas literarias de Medellín que solo publican historias de escritores muertos hace décadas y siglos, no comentan estas obras, por verdadera incompetencia. Felizmente que no son malas revistas porque en verdad sus editores y gestores, hacen todo lo posible e imposible para que sean buenas revistas y de hecho el éxito de ello es que por fortuna se regalan en cada lanzamiento. Sin embargo, es necesario que los autores vivos de la ciudad sean reseñados, mencionados y reconocidos en vida, especialmente ante una obra como Diario del Maestro, que es un libro francamente excepcional y que pasa a engrosar la exquisita bibliografía de Víctor Bustamante. Gracias al autor por esta singular obra que merece no solo muchos lectores, si no también varias ediciones; porque es un libro que se puede leer no solo en Medellín, sino también en cualquier megalópolis de Colombia, América y el Mundo. "...procreamos como un mandato de la naturaleza, procreamos para ocuparnos de algo, para que algo nos junte a una mujer que, con los días, se convierte en hábito en lo cotidiano y conjuguen, repitan y se rían de ese chiste: el colmo de la pobreza es ir en bus y acostarse con la propia mujer. El deseo masacrado causa fastidio; así es la trampa del hogar, procreamos y en seguida ya nada queremos saber de esos hijos que nos exprimen hasta la muerte, y que luego de exprimir a esos padres los apalearán como a un mueble viejo; se saben cómo víctimas de haber sido engendrados y por el solo hecho de haber sido engendrados piden y exigen. Muchos no son capaces de satisfacer la demanda de esos hijos voraces educados por las fauces de los audiovisuales. Por esa razón miran cada día a las modelos de silicona, bellísimas hasta el desespero de la envidia, así como a personajes famosos llenos de dinero hasta el desespero de la envidia. Como decir que la tele es la pantalla desde la cual oteamos y espiamos vecinos más lejanos, resguardados, exhibidos en su hábitat de tungsteno y gloria y playas y mujeres y alcohol. ¿Y nosotros? madrugar cada mañana a enseñar, recordando ese alimento cotidiano que sentimos como si viviéramos en el subsuelo. Así Dostoievski posmoderno. Y así en nombre de la libertad de información en muchos programas de la tele asesinaban a muchas personas, y muchos juegos de Play Station se basaban en eso. Vean "Medalla de honor" en donde dos niños jugaban a matarse entre sí luego de ser educados de esa manera." (Págs. 191 y 192, Diario del Maestro)

domingo, 14 de mayo de 2023

Mario Posada Ochoa / Movifoto / Medellín: Destrucción y Abandono de su Patrimonio Histórico(92)

Mario Posada Ochoa

 

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Mario Posada Ochoa / Movifoto / Medellín: Destrucción y Abandono de su Patrimonio Histórico (92)
 

Mario Posada Ochoa, Movifoto

Víctor Bustamante

Esta casa siempre la vi cerrada a cualquier hora del día y de la noche, parecía abandonada precisamente en una esquina, la Oriental con Maracaibo, de mucho tráfico y comercio. La casa siempre mantuvo sus puertas de color verde oscuro, y sus muros del color gris del cemento desnudo. Era, es la clásica posición de sus deudos, del municipio ya lo sabemos, y ninguna de estas dos instancias hizo nada para preservarla. Les pudo el desinterés en mantener vigente la obra de toda una vida, de su padre Mario Posada Ochoa, y de la otra parte, las autoridades de lo que llaman patrimonio que es esa colcha de retazos del municipio de Medellín, que cuando llega tarde, si es que llega, pasa indiferente por un costado. Lo volátil de la política y la memoria impresa en el patrimonio no juntan sus extremos.

La pauperización del Centro continúa a medida que fueron subiendo desde el Parque de Berrío, desde la Plaza Botero, los vendedores de frutas y legumbres, los vendedores de cachivaches de contrabando y de libros de segunda, muchas veces piratas como los abalorios que nadie ve. Al encontrar un espacio semivacío, estos comerciantes, se aposentan cerca de la fachada de la casa que sea, ya que los vendedores no son despistados. Ellos saben qué lugares, qué calles amenazan el abandono y allá se aproximan, y se apropian del lugar. Luego de la pandemia cruzaron sus calles y vi como en la entrada principal de esta casa de la cual no sabía su prosapia guardaban los carritos con las chazas de los vendedores callejeros.     

Claro que, a los vendedores, los de la economía del rebusque, que se apropian y se toman la ciudad, no les concierne ningún afán histórico. Igual ocurre con los “especialistas”, o soba chaquetas: arquitectos, historiadores, sociólogos, y doctores de Planeación desde otra orilla y, a pesar, de las disposiciones y del reordenamiento necesario del Centro. A estos últimos no les interesa el patrimonio, sino perorar sobre un tema al cual le sacan el cuerpo con tonterías como conferencias sobre lo mismo, eventos con los patrimonialistas alquilados a poco sueldo donde ninguno de ellos le pone seriedad a este tema mientras la ciudad es despedazada. Tampoco hay replanteamiento para proteger otras casas, que podrían ser patrimonio, y preciso, el comercio organizado y el otro, sin ambages se tomaron la casa, donde ahora funciona algo que ya se sabe, un parqueadero, y además, una óptica.  Por ese motivo hablar de patrimonio y dejar que la ciudad sea despedazada es un acto de mala fe.

Pues bien, en esta casa vivió Mario Posada Ochoa, el gerente de Movifoto, aquí, con él, con su talento y calidad de emprendimiento y creatividad aparece una noción diferente del concepto de fotografía que rompe la concepción de los fotógrafos anteriores, en sentido estético, de escenarios y de paisajes, ya que la ciudad ha crecido en diversas esferas. Algunos de los grandes fotógrafos de Medellín han sido empresarios, pero sin el éxito de Movifoto. Además, Mario Posada con sus publicaciones escritas y fotografías proyectó la ciudad, Medellín, a nivel nacional, así como al país a nivel internacional, no en vano sus álbumes y sus postales al adquirirlos eran llevadas como un apreciable recuerdo del lugar visitado.

De ahí que Movifoto, haya dejado una huella en este campo de la fotografía y en la difusión del país como lugar para visitar. Posada Ochoa era proclive a la idea de los nombres llamativos para sus negocios. En Fotoelectro conjuga la modernidad de su momento, un gran almacén de fotografía con todos sus aditamentos y la venta de electrodomésticos, y en Movifoto en Junín, encarna su gran obra, su presencia en el país en diversos campos, turismo, libros y fotografía. Movi da la impresión de movimiento de movies, cine en inglés, y de foto como la sucesión de imágenes, de un archivo imperecedero que él realizó.




Por supuesto no se puede dejar de lado que, junto a él, trabajaron grandes fotógrafos como Gabriel Carvajal, como León Ruiz, como el padre benedictino Andrés Ripol del cual poco se ha valorado sus fotografías, y que, además, era contertulio de Fernando González. Estos tres fotógrafos no eran obreros de la fotografía, sino personas con una presencia en la ciudad y en su oficio. O sea, Posada Ochoa sabía asesorarse bien.  

Movifoto, había sido creada en 1951 con el propósito de importar artículos y cámaras fotográficas, por Mario Ochoa y Pedro Bernal. En 1962 Movifoto importaba cintas para grabar, marca Scotch, y sus oficinas quedaban en la calle Colombia 50 número 54-32. Luego crearon Ediciones Movifoto con el propósito de incursionar en el turismo y darle un empuje con la venta de postales de diversas regiones del país, así como la edición de libros sobre otras ciudades. Algunos de ellos la Guía de Medellín, y la Guía de Bogotá, donde se tiene en cuenta su desarrollo urbanístico, su arquitectura, sus lugares históricos, así como aquellos sitios que constituyeran un interés turístico. Esta difusión de más de tres mil postales sobre el país, contó con el aporte de la artista francesa Patricia Delorme, encargada también del departamento de ventas de la compañía. Mario Posada, aficionado a la aviación, con su grupo de fotógrafos visitaba diversas ciudades en helicóptero para tomar fotografías de una manera tal como nunca se había realizado en el país. (El Tiempo 1965).

En 1968 Mario Posada, gerente de Movifoto y presidente de la Junta directiva de turismo, asistió a Bogotá a un evento para promocionar este ramo en el país. Este mismo año publica un libro sobre la Casa museo 20 de julio de 1810.

Uno de los años más fructíferos de Movifoto fue en 1969 cuando publica Memorias infantiles de Eduardo Caballero Calderón, y además asegura que publicará las Memoria del XXXIX Congreso Eucarístico Internacional. También promociona la Historia pictórica de Colombia bajo la aquiescencia de la Academia Colombiana de Historia y con pinturas de Ramón Vásquez y Sergio Trujillo. En asocio con RCN y Cervecería Unión inician la investigación y la toma de fotografías para realizar un especial sobre Santander, para tal efecto viajan a ese departamento para asesorarse de los mejores artistas. En el mes de septiembre, Movifoto publica 500 mil ejemplares de un folleto llamado Colombia de 40 páginas con patrocinio de la Sociedad Colombiana de Orquideología para llevarlo a un evento en Australia donde se denota una visión de lo que es Colombia en diversos aspectos.

El Presidente Lleras Restrepo recibe en audiencia al gerente de Movifoto, Mario Posada, quien le hizo entrega de ochenta muestras de obras editadas en los talleres que funcionan en Medellín. En ellas se advierten un notable progreso en lo técnico y en la difusión de una buena imagen del país, mediante postales, guías de museos y sitios históricos, así como libros didácticos todo con la intención de dar a conocer a Colombia.

En noviembre ante dieciséis países en el Foro de zoológicos realizado en Medellín, Movifoto se vincula al presentar en el Palacio de Bellas Artes unas policromías con una muestra de la fauna silvestre del país.  

Movifoto crea guías pictóricas de Colombia donde se incluye a todas las ciudades capitales del país. También se encarga de publicar la revista del Club de Jardinería, para el evento que se realizaría en el mes de septiembre en Bucaramanga, que era la Exposición de plantas y flores. Además, Movifoto había ideado una campaña de turismo por Colombia, lo cual llegó a causar aglomeración de parte de los vendedores y revendedores debido a lo lujoso de la edición y de la factura de las fotografías.

Ya en 1970 se realizó en Medellín la Primera Exposición Interamericana de Afiches que fue ganado por Movifoto entre 142 participantes. El jurado añadió que el ganador se lo merecía por la composición, la nitidez y la fotografía, lo cual aumentaba su prestigio con el premio al primer lugar en cuanto se refería a carteles de Colombia en el campo turístico.

En 1970 Movifoto estuvo presente en la Bienal de Arte de Coltejer al publicar una monografía de Santiago Cárdenas. También publica libros de poesía como un Poema y tu sombra de Guillermo Córdoba Romero auspiciado por Coltejer. El prestigio de esta empresa debido a su labor aumenta cuando Carlos Augusto Noriega, el Tigrillo, sin apagón ni censura, le reconoce la labor en el campo turístico que lleva a cabo Posada Ochoa.



Recién abierta la Avenida Oriental cuando la ciudad apenas despertaba de ese crimen patrimonial en el Centro de Medellín, y los habitantes se adecuaban a los nuevos locales, y al nuevo paisaje, ahí en la esquina norte de La Playa, al frente del edificio Vicente Uribe Rendón, se abrió un expendio de postales y fotografías de Movifoto.

En 1975 se le entregó a Movifoto una mención de honor por parte de El Colombiano debido a labor en el campo audiovisual sobre Medellín.

En 1977 una avioneta de Movifoto se accidentó en Carolina del Príncipe perdiendo la vida el industrial Luis Alberto Villegas, exgerente del ICT y el capitán y piloto Ricardo Rojas Amézquita. Mario Posada ante las autoridades de aviación presenta su pliego de cargos para defenderse y justificar la labor investigativa y fotográfica de su empresa.

En 1979 se le otorga a Movifoto la medalla de plata por parte de El Colombiano por realizar y promover con sus fotografías los bellos rincones de la patria.

En el año de 1980 Movifoto pública de Oscar Echeverría Mejía, Arte poética y de Jorge Robledo Ortiz Las cuatro estaciones.

El éxito de Posada Ochoa contrasta con la mirada ligera que se realiza a su obra ya que se considera ambigua, debido a la abundancia y fácil manera de tomar y almacenar fotografías. Pero se ha olvidado que ese éxito logrado se debe a esa presencia suya en la esfera fotográfica que le dio la capacidad de representar y explorar tantos rincones de las ciudades de Colombia, así fueran ya muy conocidas. Posada Ochoa las revisitó desde otra perspectiva, la del turismo, para que fueran los colombianos a conocer a su país, un paseo preservado en el ámbito de los viajantes solo para ir al mar. De ahí que esos albúmenes de cromos, estas fotografías con las postales en forma de chequera obran no solo como una catarsis, como una recuperación, sino como una posibilidad de mirar al país, cuando era poco visitado en este aspecto por los medios de comunicación y sus pesadas cámaras.

De ahí que de todo ese opus porque lo es, en su magnificencia, no ha finalizado su ciclo todavía, a pesar de haberse borrado los lugares de su creador, Fotoelectro, su casa de la calle Maracaibo, y su almacén de postales ahí en la esquina de la Oriental con La Playa, y no puede ser considerado como un malentendido, ya que esta obra contemporánea, fue desechada en su presencia física y llevada a algunas bodegas de universidad, pero queda como consolación la posibilidad de que se mantenga presente. Esta gran obra, sin embargo, continúa perteneciendo a la memoria, a la colección de cromos para completar los álbumes y con el tiempo de escudriñar cada fotografía por lo representativa que era.

En sus álbumes era posible no solo coleccionar sus cromos, sino jugar a ser coleccionista de esas imágenes que sorprendían al mostrar un país actual, así fuera en los sitios representativos, ya que era tan lejano y sin imágenes que este álbum sería asimilado por sus fotos, para dar la idea de lo que era cada uno de esos lugares en su magnificencia. Cromos que poseían su esplendor al ser sacados de sus sobres, y al ver en ellos sitios desconocidos que formaban ese país escondido y que entregaban el Palacio de Calibío, la Playa, Junín, o la iglesia de las Lajas, la Popa en Cartagena, la Casa del Marqués de Valdehoyos en Cartago, para citar unas pocas imágenes que tenían su sitio en un álbum donde apasionaba un país desconocido, lejos de los museos estáticos y que, por el contrario, esta publicación ligaba poderosamente la vida que trascurría a lo largo y ancho de ese territorio dulce y violento que aún no conocíamos sino de oídas. Tampoco al no poseer historias, ni anécdotas, ni fotografías era ignorar la vida inmediata de esas ciudades con sus lugares históricos que llaman la atención.

Pero volvamos al Centro de la ciudad, que ya es un territorio de nadie, colonizado por la economía del rebusque que ocupa aceras y calles, pero también abandonado por esos cerebros de plástico, del metaverso, y wasap de quienes la “administran” con su ajuar de la apariencia que no es más que su pobreza cultural y sus diagnósticos archivados, así como la permisividad para que casas ilustres se coinviertan en parqueaderos. Es tanto el desmedro y la cobardía de las administraciones municipales, que es si no ver las calles tomadas por los drogos mugrosos y la miseria, el tráfico cerrado, la horda de jibaros y de putillas de la pobreza, como si la ciudad y su Centro, fuera concebido como un inmenso paraje abandonado.


Fotolectro

Y así surgen esos enclaves de la peor arquitectura, aquella que se improvisa a pasos rápidos para acabar, como en este caso, con la casa de Mario Posada Ochoa, convertida en un parqueadero, y también en una óptica. Casa donde poseía su archivo y Posada Ochoa disfrutaba valorando su obra. Es deprimente entrar allí, sin tener en cuenta lo que fue de imponente para su dueño, salas, pasillos, piezas, vestíbulos, balcones ahora revestidos de la mano de los comerciantes que arrasan los vestigios y la memoria y se erigen en un desprestigio que mancha con la tinta de los salivazos del desprecio a cualquier memoria posible, allí tiemblan las motos con su olor a gasolina.

Luego de la pandemia, cuando salimos a la calle, sorprende que ya estaba todo cambiado, como en cualquier cuento de Kafka, en esa larga noche del Centro, en esa vasta complejidad  donde las alambradas del miedo nos dejaron en nuestras casas, fue aprovechada por los turiferarios de la guadaña constructora y por los comerciantes que tienen su tabla rasa para aprovechar cualquier fachada, cualquier calle, cualquier casa, y sí, encontramos esta esquina con otro color del blanco y el azul lejos del color verde mate de su puerta y del gris cemento de su fachada pero no era para menos, ya se habían aprovechado de esa casa para convertirla en lo que es el Centro, una inmensa bodega llena de pobreza cultural. Así la hostilidad impregna cada sitio donde la cultura haya realizado una labor, la ganancia del capitalismo salvaje acentúa sus arañazos y como gamberros, cuando no había posibilidad de saber qué pasaba, llegaron y cambiaron todo su interior, sacaron los archivos a la muerte de su dueño que ya no tenía deudos para mantener su obra cultural, en la clásica situación de cada artista, sus familiares que no son fotógrafos quieren vender y deshacerse de esa herencia cultural. Sí, al pasar por esta esquina solo sabemos algo, en ese vórtice de esa ciudad, que pisotea sus pasados perdidos. El poeta esquizofrénico cuando le conviene diría que es la nostalgia, pero olvida que en esa lectura pobre Medellín posee una riqueza cultural que se borra y se desprecia, ya que sus artistas son condenados, después de una condecoración de tercera mano, a ser parias de su calidad y de su arte. No bastó haber pisado el umbral con esa magnificas anécdotas que se ganó un premio en Cartagena a un documental valioso sobre la obra de Mario Posada Ochoa, con mencionar su obra. No, eso fue un canto de cisne travieso, eso fue nada menos que dar de plácemes al deterioro mental de esa clase dirigente antioqueña, anticultural, en todos sus ámbitos que ve el Centro con su mentalidad de cacharreros.

Estamos en 2023 y priman estas geometrías sin seducción, y ese concepto de patrimonio lleno de hostilidades, como la simbología del descuido, asoman, comerciantes y urbanizadores con sus picos y sus garras de la discordia, aves de rapiña cubiertas de necrofagia que acaban con el Centro y lo convierten en nada. Tanto tiempo para construir una ciudad desde fines del 1800 hasta 1950, y no ha bastado ese espejo ilustre porque la ciudad cada día es la misma inmensa bodega con sus calles abandonadas.

Estamos en 2023 y ya hemos perdido la Arcadia, el Centro de la ciudad. En este territorio de mareas urbanas y de destrucción urbanística se reordena el espacio, y al reordenarlo entre comillas se le destruye, y al destruirlo se pierden sus habitúes y su historia. Ya en medio de establecimientos comerciales con sus fachadas deterioradas, y en medio de los comerciantes del rebusque con las aceras destrozadas, las paredes mordidas, continúa esa agresividad con el Centro que ha dilapidado nuestros deseos e intenciones de preservarlo, ya que lo han desfigurado.

La invasión y destrucción de espacios subjetivos, como los cafés, los teatros, las sedes de los diarios y de las emisoras, las casas de sus creadores, las librerías, los edificios históricos y otros edificios a los cuales no se les ha dado ni se les dará cierta nombradía amenazan en lo más profundo, dejar las conexiones con ese pasado que ha creado no como nostalgia una ciudad, que ahora es un espectro, como la consolidación de una mentalidad de dirigentes de tercera clase, anodinos y superficiales, sin carácter, sin ambición de civilidad que distorsionan toda la creatividad inmersa en ella y así nos mentimos, porque el Centro, esta casa como la de Movifoto sigue el mismo rumbo de las otras y así nos da duro y nos astilla.


Bibliografía:

El Tiempo 1957-1980.

El rionegrero, abril, 2013.

Centropolis, octubre del 2008.

Archivo Biblioteca Pública Piloto.

Leonardo de Constantino, Fotos antiguas de Medellín (FAM), Facebook.

Archivo de Juan Crisóstomo Posada.

Bitácora de EAFIT

https://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/co-herencia/Mario_Posada

Jorge Posada, Medellín Viejito, Facebook.

Google maps.