Un
tango y un adiós para Bertolucci
Víctor
Bustamante
En
esta mañana, lunes 26 de noviembre,
Llegan
noticias desde Roma por la red de hilos de araña, un titular de El País añade:
Ha
muerto Bertolucci
Lo
que acerca a la levedad y a lo frágil de la vida:
Como
un soplo que damos en el tiempo,
Como
una bocanada de aire,
Como
un paso que se pierde en el camino,
Como
una palabra escrita en alguna hoja,
Como
un fotograma cortado en alguna escena,
Como
una hoguera que nos ha calentado en la noche y en la mañana son las cenizas del
humo gris que se deshace en el aire y hacia el aire,
Como
un sueño que se deslíe para siempre en la mañana,
Como
un color que se desvanece en un aguafuerte,
Como
la sed que nunca apaga un licor recio,
Como
un deseo incontrolado que solo agasaja un instante y huye como una flecha que
va hacia el corazón de la otra muerte.
Esta
mañana el silbo de la huida ha pasado por las puertas de su casa en El
Trastevere,
Ha
visitado los anaqueles de su estudio con los proyectos de películas
Ha
ojeado sus filmes largo rato, sobre todo, El último tango en París, con la
cual ha sentido una París, crepuscular y nocturna, mientras Brando es Brando y Mary Schneider es
Mary Schneider: ambos envueltos en la tarde misma, arcoíris sin lluvia de
ocres, pero del matiz del purpura, junto a tonos de beige, pero también pinceladas
de marrón y rosa,
El
rosa de la carne drenado de la misma sangre, el cuerpo del rosa que se deslíe,
tarde de 1972, con su sangre hacia la muerte.
Ellos
se representan así mismos sin otros nombres ni orden, y ahí mismo Bertolucci se
representa también así mismo
Mientras
las notas con el acento de saxo y sexo, cuerdas y terciopelo, de Gato Barbieri
ahondan en el interior de ese hotelito austero, de esas calles plenas
Donde
dos vidas acortan sus líneas porque allí debían encontrarse.
Ella
va por los sótanos de su casa
Va
por los últimos escalones
Van
sin boletos de regreso ya que la vida es un simple viaje
Bordeado
de lo que hicimos
Que
luego se apaga así de golpe
Como
cuando soplamos la llama de una vela en la plena noche
De
nuestros desvelos, de nuestras utopías
Y
entonces sabremos que siempre hemos estado en el mismo sótano
Esperando
que llegue la muerte para llevarse todo lo que hemos escrito,
Lo
que hemos filmando ,
A
quienes hemos amado de una manera inútil
Ya
que pronto seremos la nota perdida en un archivo
Una
línea anónima cuando alguien pronuncie tu nombre;
Lentos
pero certeros naufragios
“Cuando miro mucho al presente. Miro sin estar
presente”,
Añade
Bertolucci mientras camina por París, buscando locaciones y se ha detenido al
frente de una callecita perdida pero no quiere regresar
Lentos
pero seguros naufragios ya no en Tánger, ya no en la Ciudad Prohibida, ni en la
pisada de tu estrella de Los Ángeles
Mejor
va a su jardín para buscar la rosa blanca dejada por Attilio, su padre,
Sabe
que en ese jardín
En
la desmemoria de la niebla, mortaja de noviembre, repite:
Es
un retrato tuyo hace setenta y siete años / un poco desmemoriado, / como tú
eras entonces.
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