viernes, 2 de noviembre de 2018

NO ANALICES MUCHACHO, NO ANALICES / Darío Ruiz Gómez




NO ANALICES MUCHACHO, NO ANALICES
Darío Ruiz Gómez

Me refiero claro al refrán popular que reza: “ Si quieres ser feliz como me dices, no analices muchacho, no analices” Porque llegar  a  emitir un juicio propio  es algo que  para siempre nos saca de la falsa bonhomía  en que habíamos vivido  sin asumir nuestra  responsabilidad ante la vida y  ante los otros  ¿Por qué sustituí a Dios por el Partido? ¿Por qué acepto sin rechistar lo que me impone cada poder? La noción de individuo nace de este tipo de cuestionamiento necesario:  Lo que se descubre entonces es la vida como una pregunta que no debe cesar ante cada hecho que compromete nuestra conducta personal. Debo preguntarme quién es Dios  recuerda  Kierkegaard, para poder  reconocerlo  y convertirlo no en la imagen  que me impone  un poder sino  una  permanente  búsqueda existencial.  Pero abrirse a una pregunta  no es algo al alcance de las almas tibias que prefieren acomodarse   a las  consignas  establecidas  tal como sucede en la sociedad moderna donde la alienación de  las  conciencias conduce al rebañismo, a la muerte de la libertad. ¿Piensan los colombianos?   o ¿Porqué nunca llegan a pensar, a cuestionarse  algo? La respuesta de Fernando  González  es certera: “porque los colombianos mueren huérfanos de realidad”  ya que  asumir los retos que nos hace  la realidad es enfrentarnos a nosotros mismos, es decidir  independientemente nuestro lenguaje,  nuestra escritura. Sobre el impacto de los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de noviembre, sobre la era Trump, la crisis europea  se han escrito ensayos muy importantes. Hay películas,  novelas donde se analiza la mentira del juego político y su silenciada violencia en la actual sociedad española, italiana, mexicana, argentina, las trampas de la  banca, el comercio de armas, los camuflajes de las nuevas mafias del narcotráfico, la trata de blancas,  ya que el análisis de cada una de estas situaciones  donde la sociedad  es agredida, es lo  que nos  permite  hacer una radiografía  objetiva  sobre  acontecimientos que se hacen históricos por su gran complejidad  ya que  terminaron  por desvirtuar  la misión de la política,  la ética empresarial o sea impactando negativamente nuestras conductas, nuestros destinos, lanzando a la sociedad a la mayor  incertidumbre y a la mayor confusión. Por desgracia en Colombia solemos  hacer lo contrario ante los traumas causados  por cada  nueva fractura  social  como las que acabamos  de vivir tan dolorosamente  y que necesitan de una reflexión  profunda  y objetiva  para no repetir los errores  y para no prolongar el odio que soterradamente  están sembrando los sombríos perdedores de las elecciones  ya que  por desgracia parece que   estamos  como el avestruz  escondiendo  la cabeza en las tentaciones de la frivolidad comercial,  mientras,  tal como sucede con cierto periodismo,  permitimos  que se vuelvan costumbre  la bajeza de la difamación  y del infundio.

 En manos de los agitadores a sueldo, de los demagogos reencauchados para la ocasión,  este mutante  terrorismo  distrae a los incautos  de la tarea de hacer frente a los verdaderos problemas que vive el país  ante  la  ruina económica  que premeditadamente dejó el gobierno anterior,  ante  los intentos de un neopopulismo de caricaturizar  la cultura bajo los señuelos del peor de los identatarismos maduristas  y sobre todo para  recordar a esos alaracosos  perdedores que ellos firmaron su acuerdo de paz renunciando a la violencia, al juego sucio de seguir intentando   desestabilizar  el país  olvidando que su verdadera tarea consiste en fundamentar la existencia de una  oposición  política respetuosa  del libre juego de opiniones  que se supone es la esencia de una democracia.

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