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Débora Arango |
Prohibido vender la colección de Débora Arango del Mamm
Víctor Bustamante
Corre por las redes sociales una solicitud para firmar y, por supuesto, solicitarle a la directora del Museo de Arte Moderno de Medellín que no venda ninguna de las obras de Débora Arango, primero por los acuerdos con la familia que las cedió y los compromisos adquiridos de no separarla, lo cual de pura lógica es algo que se debe cumplir. Lo otro, que respeten la colección del Mamm. Nunca un gran museo que valore su legado le da por deshacerse de una manera atrevida al ofrecer sus tesoros. Precisamente un museo es para salvaguardar su patrimonio, para enriquecer su colección, no para desbaratarla, ni saquearla, con motivos anodinos. El Museo de Arte Moderno, deja de ser moderno al practicar viejas y conocidas prácticas dignas de comisionistas agalludos.
Lo otro, es lo
siguiente, la obra de Débora Arango no fue encontrada en ninguna guaca. Y
menciono esta palabra con justa razón, ya que los guaqueros le han hecho mucho
daño a la cultura en diversos países, al sacar estos tesoros y venderlos. Por
el contrario, esta obra fue salvaguardada por la autora y luego por su familia
en un momento en que Débora fue silenciada, menospreciada y casi olvidada.
Ahora, en este caso, que
es más oneroso, alguien, que no es de acá, que no tiene raigambre ni lazos con
la ciudad, se atreve a ofrecer obras de la pintora excluida años antes, y
precisamente ahora es que se trata de comenzar a venderla, no sabemos si con
autorización de la junta directiva de la institución. Lo cual, de ser así, creará
incertidumbre por la irresponsabilidad de permitir que siquiera eso se
discuta.
En la misma actitud ordinaria
y descarada con que se quiere anunciar esta venta, hay motivos anodinos como
decir que con este dinero logrado de esta expoliación serviría “para financiar
muestras de artistas jóvenes y en mantener la misma colección”. Argumentos de
risa, de mentira sin piedad, un pintor se hace con su mismo pulso creativo,
recordemos a Botero, su lucha no solo por subsistir, sus viajes, todo
alimentado por su pasión a la pintura, lo mismo le ocurrió a la misma Débora
Arango pintando las mujeres de los cafés de Guayaquil pasando acompañada para buscar
el otro Medellín. O a Álvaro Marín Vieco que nuca ha mendigado para que lo incluyan en esta irrespetuosa promoción.
Es decir, cada artista vive, padece su camino, pero nunca es subsidiario de que
saqueen el Museo de Arte Moderno de Medellín, para este fin. Me imagino la
cantidad de arte anodino como instalaciones, o performances ridículos con Marina
Abramovic, a bordo, que se debería morir de risa si viene a Medellín para que
la vean y resistan callados una semana en una misma posición los curadores de
arte del museo, con la misma directora desquiciada e incompetente, pero seguro
que así se internacionaliza la ciudad.
La mayoría de los
artistas en la banal Medellín se han hecho solos desde Arenas Betancur, Flor María
Bouhot, Jorge Botero, María Villa, Rangel, Tálaga, Jaime Guevara y William Reaza; nunca han
necesitado de esta patraña melancólica del dinero fácil y atrevimiento de ser
mimados, para ser grandes pintores, porque lo son por ellos mismos, por su talento
y tesón, y menos para que se asevere que al vender obra de Débora Arango
también sirva para proteger el resto de sus pinturas; este caso es único en el
mundo.
Es decir, ese disparate
proveniente de una mente calenturienta y sin arraigo con Antioquia lo propone,
por supuesto con disquisiciones anodinas, de una pobreza a prueba de revisar
por quién está asesorada esta señora, y además para saber qué motivos ocultos
existen tras esta propuesta. Pienso que la familia de Débora Arango debería
reclamar ese legado antes de que sea feriado.
Si María Mercedes
González vino a Medellín a vender los cuadros de nuestros pintores más
relevantes, en este caso, Madona del
Silencio y Rojas Pinilla, podría
entonces volverse una marchant muy agalluda para que trafique con pinturas de
colecciones privadas o regrese a sus orígenes de ser una gran politóloga, es decir que en el set de
alguna tele comente fruslerías como se hace a diario en los medios. El Mamm se respeta.
De tal, manera hemos
caído muy bajo en ese vacío de pensar que dejando de lado nuestro patrimonio,
en una ciudad precisamente que no lo cuida, al seguir esos pasos de los
tartufos de su momento que vendieron el Palacio Nacional, porque a ellos, que
salen de sus madrigueras mentales les quema el llamado arte. Estas personas al intentar
vender el patrimonio lo que realizan es deshacerse de lo que no les interesa,
ni les pertenece, por una innegable, razón de peso: no sienten lo que es la
cultura antioqueña. La poco cauta María Mercedes sin merced, debería asomarse a
los pisos altos del Palacio Nacional para mirar si se acomoda a los vendedores
de arte y comisionistas que desfilan por allí.
Hay una mentira crasa
que se inventan algunos ideólogos de los medios, y, sobre todo, de la ciudad, y
es internacionalizarla, para ello se traen dizque personas especializadas entre
comillas, que terminan ofreciendo el legado ajeno.
La tecnocracia sin
humanismo está muerta, solo produce magras intenciones, discursillos pobres y
fatuos. No me imagino a los otros museos vendiendo obra, devorando a sus hijos como
Goya, para promocionar otros pintores consentidos y sin obra o para cuidar
entre comillas una colección del museo.
Hay un gran pintor,
escultor y escritor, de Medellín, que ha patrocinado, promovido e invitado de
su propio bolsillo a grabadores de la ciudad para presentarlos en Washington y
en Nueva York, y que, además tiene una obra única y valiosa, y que ha hecho por
Medellín más que el Mamm, y cualquier institución de la ciudad llena de
burócratas sin ideas, ahumados con lentes oscuros para ocultar estas fechorías que
piensan cometer, y es nada menos que Félix Ángel. El sí debería ser el director
del Mamm.
Entro a la página del
Mamm ,y en la parte que se dice, Quiénes somos, se añade, “Somos el equipo que
le da vida al museo, nuestro propósito es compartir con el mundo nuestro amor
por el arte”. Lo cual no parece ser cierto, es un simple eslogan. Total, en una
fotografía desfilan unas 60 personas, todas sonríen, lo que da motivos para
creer que ellos la pasan bien allí. Lo que es cierto es que allí no hay ningún
artista, sino quienes sí viven de los artistas, incluida la directora. Es
decir, es la fotografía de los conchudos y conchudas que viven del cuento de
los otros. Estoy seguro que ninguna de los que posan para la foto ha pintado un
cuaderno, pura burocracia es lo que debe tener quebrado al Mamm que anda de
limosna.
En el apartado de su
Misión se asevera:
“Generar
y promover espacios de conocimiento y disfrute para todos a través del arte y
las prácticas artísticas contemporáneas”. Deberían incluir, dilapidar la
colección del museo, y no ofrecer como alguien despreciable y nefasto, que
cambió el Plan territorial para aprovecharse de un lote inmenso. Es decir, el
Mamm no debe ofrecer para la venta algunas de sus pinturitas.
NB: Parece que ha sido
desestimada esta operación desde el Ministerio de Cultura. Lo cual no deja de
ser preocupante que se admita este tipo de propuestas. ¿De quién serán las
manos enguantadas que mecen la cuna?
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