lunes, 8 de julio de 2024

LA PODREDUMBRE QUE NOS ASFIXIA / Darío Ruiz Gómez

 LA PODREDUMBRE QUE NOS ASFIXIA

Darío Ruiz Gómez

“La corrupción actúa como un agente disolvente y profundamente nocivo para cualquier país. Disuelve la confianza de una sociedad en sus gobernantes y debilita en consecuencia a los deberes del Estado. Pero también ataca de raíz la cohesión social en la que se fundamenta la convivencia de nuestra democracia, si  a la sensación de impunidad  y a la lógica respuesta lenta de la Justicia  se unen la incapacidad de asumir las más mínimas responsabilidades políticas por los actores concedidos.  La corrupción merma la fe en la vigencia del Estado de derecho, campa a sus anchas o no hay una respuesta política acorde a la entidad del daño que  se ocasiona.  Y en último término la corrupción destruye la fe en las instituciones y más aún en la política, cuando no hay una reacción firme desde el terreno de la ejemplaridad”  Esta magistral  descripción  de Luis Ventoso  .”El Debate” 20 de mayo- de lo que constituye la corrupción del gobierno de Pedro Sánchez  no es  aplicable en modo alguno a Colombia porque en nuestro país la podredumbre de la corrupción es parte ya del sistema mismo y con distintas variables es cierto que van desde el delincuente de cuello blanco hasta el vulgar pero  no menos efectivo intrigante de Comités electorales. En Colombia  la corrupción  es un poder que cambia de rostros con el tiempo  a medida que se afianza en las costumbres  sociales  y  termina por infiltrarse en la política  hasta degradar su más alta esfera social. El caso que ilustra el cuento “Que pase el aserrador” con aquel personaje que obtiene un trabajo mintiendo sobre su oficio parece ingenuo y propio de un deseo de salir adelante cueste lo que cueste. Pero como lo recuerda Juan José García Posada en un reciente artículo sobre la picaresca y los pícaros lo que debemos considerar es lo que este tramposo llega a influir en la sociedad colombiana hasta producir un estrato social que con la disculpa de un ingenio gracioso  está disimulando un delito. ¿Qué pasará con una sociedad manipulada  por pícaros y pícaras y por una justicia que se les doblega?

Un ladronzuelo  es condenado  pero no lo es por lo general un contratista fraudulento. Hace cinco años nos escandalizaba un desfalco por cinco mil millones y hoy nos quedamos perplejos ante el robo de 400.00 millones destinados a la alimentación de los niños, a dotar de acueductos y de agua  a una sociedad  eternamente engañada  como la de la Goajira.  El estupor  de la ciudadanía ante la impunidad  es consecuencia de la lentitud de una justicia de leguleyos   en su “incapacidad de asumir  las más mínimas responsabilidades políticas”. Ventoso es claro ya que su claridad parte de su firme posicionamiento de demócrata  hacia quienes están disolviendo la sociedad haciendo creer que enriquecerse con la corrupción es algo previamente aceptado por la nueva vida política.  Se  cae pues en otra tergiversación de la justicia con el relativismo moral al dar voz al victimario y negársela a las víctimas. ¿Cómo puede ser calificada como víctima de Uribe una atroz exguerrillera? Destruir la fe en las instituciones  y más aún en la política son consecuencias de la pudrición  de los partidos  políticos y de  ciertos  medios de comunicación al manipular los hechos convirtiéndolos en meras noticias. Yo nunca  imaginé  que este nuevo  populismo  de sombreros de paja, gorros senegaleses, vulgaridades de gentes sin educación, exguerrilleros, revolucionarios de cafetería,  gentes  capaces de aceptar cualquier ministerio o alta gerencia sin ningún conocimiento  específico  tan de inmediato hubieran comenzado  a robar sin sospechar  que se han convertido en  una caricatura de los ricos que tanto dicen odiar.  Porque a esto conduce ese desatado arribismo social que los identifica.     

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