miércoles, 31 de julio de 2024

LA CRUELDAD COMO ESPECTÁCULO / Darío Ruiz Gómez

 LA CRUELDAD COMO ESPECTÁCULO

Darío Ruiz Gómez

Estamos asistiendo en Colombia a un espectáculo  de permanente  crueldad por parte de los grupos criminales a la vez por el espectáculo melancólico de la justicia  transicional convertida igualmente en  espectáculo gracias a la t.v.  “La sociedad del  espectáculo” es un texto fundamental de Guy Debord sobre lo que en la sociedad moderna ha supuesto la conversión  de la cultura, de la ciudadanía, del espacio público en espectáculo de masas, lo cual supone previamente la transformación del individuo que piensa,  en un robot que ha dejado de pensar y ahora es manipulado a su  antojo por las luces, los juegos  digitales, los grandes escenarios que han venido a sustituir el ágora  de las ciudades  en este espectáculo de sumisos fans. “El espectáculo señala el momento en que la mercancía ha alcanzado la ocupación total de la vida social” Vargas Llosa hizo al respecto en la línea de Debord un extraordinario  análisis de lo que esta plaga está suponiendo en el derrumbe de nuestras democracias con  el  blanqueo  de los verdugos y la delincuencia  a  través de aquellos  medios de comunicación que se han prestado a la mercantilización  cuando  deberían mantener ante la realidad una perspectiva crítica que comience por defender los valores sobre los cuales se asienta una comunidad civilizada.  Las expresiones de barbarie brindadas por el llamado Comando Central de las Disidencias y el Eln, las Autodefensas  gaitanistas  son exactamente iguales por su crueldad a las de los Khmer rojos en Cambodia: matar por matar, humillar por humillar  mientras las llamadas  Mesas de Conversaciones son pantomimas de un  estribillo de paz falso como lo demuestra la impunidad sobre estas demostraciones  de crueldad.  Y el hecho de que no se condenen radicalmente sus cruentas acciones contra las poblaciones i y se conviertan en motivo fugaz de algunos noticieros  y no en una rápida respuesta de la fuerza pública, lo que  nos está demostrando que   la guerra se ha convertido en un espectáculo ya que quienes están encargados de acabarla y restituirle a campesinos, ciudadanos rurales sus tierras y sus derechos estarán durante años pendientes de lo  que acuerden quienes no los representan. ¿Dónde se ha pronunciado el quisquilloso Comité de Derechos Humanos sobre esta crueldad desatada?

Como lo he repetido,vaguedades, hipócritas comunicados de la ONU, silencio cómplice de la Iglesia de Puebla: esta  violencia que ya no es la revolucionaria  está renovando  las economías  emergentes, afirmando  a los violentos en sus  “derechos” sobre los nuevos territorios abriendo la puerta a una planificación totalitarista tal como ha pasado en Bolivia donde el cultivo de la coca pasó de  ser propiedad de los campesinos ancestrales  a ser dominado hoy  por los barones del terror. Ya el campesino, el barequero, el pescador, el minero solitario sobran para esta economía impuesta, como lo vemos, a sangre y fuego en tanto  se impone con los acuerdos una  casta de estos poderosos, virtuosos en el arte de la crueldad. Judith Sakhlar, autora entre otros textos de “Los rostros de la injusticia”, “El liberalismo del  miedo” pensadora liberal que renueva la respuesta democrática frente al totalitarismo  disfrazado y a las farsas que lo acompañan, denuncia ante todo la crueldad, crueldad entendida  como “La deliberada imposición de daños físicos –y secundariamente emocionales- a una persona o a un grupo más débil por parte del más fuerte con el objetivo de alcanzar algún fin tangible e intangible, de estos últimos”  Temor, sufrimiento que la falsa información disimula, que los  llamados defensores de “Derechos Humanos” disfrazan en cifras y admoniciones. Ante lo cual como recuerda  Judith  Sahklar, “al  liberalismo del miedo, más modesto y discreto, le basta evitar el mayor de los males  en política, la crueldad arbitraria” Ya que quienes  ven y callan son, repito, cómplices de primera línea de esta crueldad, liberales cómplices.

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