LA CIUDAD ES DEL CIUDADANO
Darío
Ruiz Gómez
No
es que los ciudadanos no estén de acuerdo sobre las medidas que convengan a la
buena marcha de una ciudad es decir a su calidad de vida, a la necesidad de
espacios verdes – ¡nuevos parques por
favor! - consagrados por los Derechos ciudadanos sino que otra cosa viene a ser que autoridades
elegidas por el voto ciudadano lleguen a tomar medidas que no
contaron previamente con el consenso o el disenso ciudadano. J.J García Posada se ha referido con justeza a la “tiranía del municipio” atropello que los
ciudadanos han venido sufriendo a través
de algunas Alcaldías que llegaron a tomar medidas inconsultas por parte de una burocracia improvisada,
carente de la mínima experiencia sobre temas tan álgidos como la economía
urbana, como aspectos demográficos definitorios en el momento en que las
invasiones están creando una crisis alarmante en los distintos bordes de
ciudad, problemáticas que deben ser enfrentadas por verdaderos especialistas y no, repito, por improvisados funcionarios que es lo que ha venido sucediendo con la llamada crisis de la calidad del aire. ¿Cuánto
dinero se gastó descaradamente en el
llamado urbanismo de materitas y de terribles ciclovías responsabilidad directa de bisoños
burócratas que ahora es necesario enmendar? En primer lugar Planeación, la Edu y el Área Metropolitana
debieron hacer una minuciosa lectura del estado actual de las
periferias que crecen descontroladamente
fuera de las estructuras de la economía
urbana lo que indica la necesidad de contar con un pensamiento urbanístico capaz
de analizar los profundos cambios
demográficos que Medellín ha sufrido durante la última década en sus
espacialidades territoriales ¿Quiénes se
desplazan y hacia dónde? ¿Qué territorios siguen aislados? Luis
Racionero quien acaba de morir decía que la revolución urbana debía comenzar
por el reconocimiento de la calle y luego del barrio,
morfologías, espacialidades
conquistada por el ciudadano como
afirmación de su derecho a la ciudad frente a un poder centralista totalitario
dueño de toda decisión. Es necesario por lo tanto escuchar la diversidad de voces y criterios y no imponer el vigilar y
castigar como una dictadura de funcionarios improvisados que confunden conocimiento con
autoritarismo. ¿Qué poder se esconde detrás de la desconcertante votación que
llevó a Quintero a la Alcaldía? Una decisión
inconsulta como la del Pico y Placa de 24 horas ha alterado bruscamente el ritmo de la vida familiar, agredió
al metro, ignoró los peligros que
suponen las largas colas en momentos en que
ha irrumpido el coronavirus,
los horarios de trabajo se alteraron y se atentó gravemente contra la economía de la ciudad: una medida shock dictada
por el emocionalismo de un funcionario fundamentalista que busca castigar al ciudadano desobediente, obsesivamente desterrar el vehículo privado, imponer la
bicicleta. Autoritarismo revestido de
ideologías como el fetichismo
ambientalista, el animalismo, el resentimiento social. El cruce de respuestas disparatadas entre el patético Secretario de Movilidad, el Alcalde y el gran
dictador del Área cuya mayor experiencia la tuvo en una “empresa operadora de organismos de tránsito” pone de presente la exhibición de ignorancia
sobre temas tan complejos y que
al ser aplicadas abusivamente crisparon aún más el ánimo del ciudadano que conoce in situ que parte de la polución proviene de las irracionales secuelas
de una movilidad traumatizada por la libre circulación a cualquier hora de volquetas, vehículos cementeros, tractomulas, verdaderas chimeneas, con las
cifras desconsoladoras de peatones, motociclistas y ciclistas muertos
por la incapacidad de esta burocracia de
racionalizar los flujos vehiculares. ¿O es que acaso el recurso al ignorante es la estrategia política de los nuevos poderes que tratan de regir la
ciudad? Porque esta no fue una medida científica para salvar recuperar el aire puro sino una drástica demostración de malsano poder
sobre la ciudad.
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