jueves, 19 de diciembre de 2024

SER BENEVOLENTE, SER BUENO NO ES SER BOBO / Darío Ruiz Gómez

 SER BENEVOLENTE, SER BUENO NO ES SER BOBO

Darío Ruiz Gómez

Entre otros Curzio Malaparte rerflexionó sobre la figura del canalla  que ha tenido la astucia de escuchar conversaciones claves  en noches de juerga cuando la borrachera desata sin freno alguno el  desdoblamientos de  conductas, de   identidades sexuales: “Yo no le voy a contar a nadie lo de esta fiesta, tranquilo(a)”. Un método recurrido de vil espionaje por parte de muchas Oficinas de Seguridad, de la industria misma,  utilizando a estos amorales para destruír  a sus enemigos amenazándolos con hacer públicas  sus vergüenzas. Lo digo porque en estos momentos y con el regreso de Benedetti y su nombramiento como directo asesor del Presidente Petro en la Casa Presidencial después de ser imputado en España de agresión a su mujer, delito que la Justicia española suele castigar con mucho rigor, de haber tenido que salir de Caracas por sus continuos excesos alcohólicos, de drogas duras  y de ser representante de nuestro país ante un Organismo internacional tan respetado como la FAO  este patán que ha cambiado de chaqueta política con una asombrosa facilidad aparece  en medio de la crisis definitiva del gobierno Petro y se ha instalado como Pedro por su casa reclamando, como un favorito,  el derecho a “re-habilitarse” mientras, en lugar de estar en un sanatorio,  desde la habitación contigua le hace ya recomendaciones a su jefe. Estábamos convencidos  de  que con el avance de la democracia casos como el de  Somoza, Trujillo, Papá Doc quienes nombraban en puestos de gobierno  a sus tías, nietecitos, a sus caballos, amigotes de vicios secretos  era imposible que este tipo de tiranos reaparecieran  a pesar de que Cristina Kirchner trató de que este modelo  siguiera perdurando en América Latina  y Maduro con elenos, farianos, petristas trate de defender a sangre y fuego. ¿Qué es lo que sabe Benedetti para chantajear de este modo a Petro, es decir, qué es lo que pudiera cantar que el gobierno tan denodadamente quiere que se oculte permitiendo que este guasón haga lo que le dé la gana?

Estas no son suspicacias de chismosos sino el interrogante que surge de lo que se llama el Common Sense  en una democracia. El hombre vulgar haciendo de la política un sainete  tal como lo explica diáfanamente Ortega cuando en la historia de España irrumpe este tropel de  personajillos que hoy  en España  hunden al gobierno de Sánchez. Una cosa es entonces el pueblo y otra la plebe, una cosa la clase campesina, obrera, indígena y otra como lo he venido repitiendo su transformaión por parte del Comité Central que nos gobierna, en una caricatura de clases trabajadoras, de grupos “ancestrales”  y otras carretas peores. Desvinculados del país real  lo que ignoran estos populistas   bajo este vértigo de acontecimientos imprevistos para su incultura política  es que la ciudadanía no ha caído en la visión catastrófica de que si ellos se están hundiendo  el país  está  naufragando con ellos. No  hay que confundir la bondad con la bobería ni la corrupción de la justicia con el vigor de una opinión pública activa a través de las nuevas medios de comunicación social, ni la benevolencia que marca una espera que se agota respecto al cumplimiento de unas promesas, con mantenerse en la resignación  ante tanta y tanta crueldad.  Es propio  de todo  gobierno totalitario silenciar los problemas al ser incapaz de resolverlos. ¿Se salvaron las gentes del Chocó de las inundaciones, del aislamiento impuesto por los terroristas? 

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