Poema
Azucena Ibatá Bermúdez
Hoy, los huesos ya no sienten solamente la amapola.
El frío se adueña de lo que una vez se extravió,
se instala en la carne.
Bebo un zumo que apenas roza mi garganta.
Tiene una miel amarga que no llena el vacío.
Permanezco en la niebla que disuelve el aire.
Me pregunto si alguna vez veré
sin que la oscuridad empañe la tristeza.
Anoche soñé con las horas,
con todo lo que se fue sin anunciarse.
¿Cuántos años me devolvería?
El sueño no contestó,
se quedó en silencio, quieto, como algo que se desvanece.
No sé si es el otoño que arrastra mi ánimo,
pero el ser se curva bajo lo que ya no está.
El dolor se enreda en el espejo,
que refleja las huellas de mi existencia.
Y me reconozco en mi fragilidad.
Alguien dijo que lo simple se disfruta cuando se necesita.
Froté en la quietud, pero el polvo
se negó a ceder.
Me duele todo:
el ser, los recuerdos,
hasta las frutas que perdieron su forma.
....
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