lunes, 5 de diciembre de 2022

TRIBUS JUVENILES Y CAMBIO EN LA POSMODERNIDAD / Antonio Arenas Berrío

  


 TRIBUS JUVENILES Y CAMBIO EN LA POSMODERNIDAD

 

 

por: 

Antonio Arenas Berrío

 

 

1.      TRIBUS, SOCIALIDAD Y POSMODERNIDAD

 

 

“Si hay un término que infunde un espanto real en las conciencias, especialmente en Francia (Colombia), es el de la posmodernidad”.

Maffesoli

 


En un breve ensayo:” La socialidad en la posmodernidad”, Michel Maffesoli nos introduce en el centro de la discusión de la posmodernidad y puede aseverarse que ningún tema es tan medular en el debate sociológico y filosófico actual; por eso nos indica: “No tengo intención de otorgar al termino “posmoderno” un estatus conceptual. Vamos a entenderlo por comodidad, como el conjunto de categorías y de sensibilidades alternativas a las que prevalecieron durante la modernidad. Consistiría por lo tanto en una toma de perspectiva, una categoría mental que permite comprender el precario momento que media entre el final de un mundo y el nacimiento de otro”. Maffesoli es un autor interesado por la posmodernidad. “La palabra posmodernidad es, en sí, bastante atrevida y hasta utópica, “moderno” significa etimológicamente “al modo de hoy” e históricamente comenzó a usarse a finales del siglo V para distinguir el presente que se había convertido oficialmente en cristiano, del pasado romano y pagano. Por esto posmoderno vendría a significar “al modo que vendrá después de hoy”. Conceptualmente, el filósofo, el escritor y el artista posmoderno, se rebelan contra las funciones normativas de la tradición e intentan liberarse de todos los vínculos históricos específicos y de las reglas preestablecidas hasta el día de hoy. Las características de sus obras es lo nuevo”. Ahora bien, en vista de la preocupación que existe por motivar a los Jóvenes lectores en una mirada a los posmodernos, para que se complazcan y gocen la exploración de sus textos; he querido ofrecer una proximidad de este pensador francés. Supongo que habrá numerosas perspectivas que dan sentido a una serie de fenómenos sociales y revelan la preocupación por lo posmoderno, el retorno de los valores arcaicos, de vincular el sueño con la realidad y suscribir el pensamiento imaginario. Michel Maffesoli parte de un supuesto: “hay una saturación de lo social y una emergencia de la socialidad”. Lo social es lo que reposa únicamente sobre la razón, el trabajo, el progreso o la fe en el porvenir, lo que constituye las instituciones sociales, mientras que la socialidad integra lo sensible, lo imaginario, lo lúdico, lo onírico, lo que se llamaba “el inconsciente colectivo”. La socialidad, las tribus juveniles, el hedonismo, el nomadismo, las metáforas, la orgia, las analogías, son nociones que enfocan mejor los postulados teóricos y algunos procedimientos metodológicos como: “elementos de una teoría de la estructuración de la sociedad”. La tribu, el hedonismo, el nomadismo, lo dionisiaco, son el centro preconstituido para la vivencia cotidiana. La historia es la ficción del instante y en consecuencia proporciona el fundamento desde donde se edifica lo trágico y se erigen las ciencias sociales y la reflexión filosófica. Dentro del mundo de la vida y lo cotidiano se extienden los sentidos, lo orgánico y sus manifestaciones.  Hay otra hipótesis de partida. “El individuo se pierde en el grupo”. Explicado la tribu: “Así, bajo sus aspectos musical, deportivo, religioso, sexual, en lugar de ser político, económico o social, el tribalismo es un fenómeno cultural”. La tribu dispone de frecuente el comunicar afectos y emociones. La tribu estaciona de manifiesto, efectivamente el valor de permanencia en un lugar y a un grupo como fundamento de la vida corriente. Empero, “Pertenecer a una determinada tribu permitirá pensar de una manera, vestir de una forma determinada, y actuar según el resto del grupo.

El yo individual se diluye en un yo colectivo: nosotros somos, nosotros pensamos, nosotros hacemos…la identidad tribal se organizará en torno a unas coordenadas de espacio y de tiempo, dentro de las cuales los miembros del grupo manifiestan y desarrollan una cultura propia y diferencial: lenguaje, símbolos, rituales, ceremonias”. El fluir corriente de la gente y de la vida es lo que atañe, lo que debe interesar, no el análisis positivo o científico. Hay que considerar las propuestas de Michel Maffesoli, tener sus obras como una fruición enraizada en la sociología, la filosofía, las prácticas hermenéuticas o el estudio de la vida diaria y el conocimiento ordinario. Las experiencias hermenéuticas deben volver interesante un discurso. “La vida como juego es una especie de aceptación de un mundo tal cual es”. La hermenéutica debe volver interesantes textos como: El Conocimiento Ordinario.”. “El tiempo de las Tribus”, “El nomadismo: vagabundeos iniciáticos”, “El instante eterno”, “De la Orgia,”. “El elogio de la razón sensible”. Etc. La asimilación de un texto proviene de que este: “no posee un sentido, sino una pluralidad de sentidos que implican al lector en el proceso de producción de estos, de acuerdo con una variedad de procedimientos analíticos e interpretativos”. La destreza hermenéutica no consiste en recuperar un significado subrepticio en la obra, sino que es un intento de observar y participar en el juego de significados posibles, detonar la pluralidad semántica que constituye el texto filosófico o sociológico. Nos obligamos a saber que las filosofías de los siglos (XX-XXI) sean la hermenéutica y la posmodernidad. El problema es el pensar, el enterarse. Todo debería referirse al verbo “entender” que afecta la filosofía y la sociología. La hermenéutica es el arte de la interpretación de textos. Es el esfuerzo intelectual que intenta fijar su sentido. Maffesoli pretende mostrar como el carácter interpretativo y crítico de la metáfora, la intuición y lo fragmentario son lo esencial para la comprensión de lo humano, del hedonismo y de la vida. Maffesoli intenta encontrar una respuesta de cómo es posible la contemplación de la socialidad a través de la tribu, el nomadismo y lo orgiástico, hedonismo, como “formas” de estructurar una sociedad. Su propósito es el de fijar el sentido de lo ordinario, el presentismo y los contenidos intangibles de la posmodernidad. Hermenevein simboliza, entonces, contemplar, expresar, explicar, interpretar, traducir: Hermes como el mensajero de los dioses. Extraña mezcla entre Hermes y Dionisos. “Hermes el encargado de notificar y de hacer comprender al hombre el pensamiento de Dionisos. En el marco del pensamiento arquetípico podemos evocar aquí la figura de Hermes, el dios viajero, el dios de los comerciantes y ladrones. Hermes paradigma de la astucia. Es hábil, fugaz, en perpetuo movimiento. Se niega a quedar sometido por un estado fijo, por el contrario, se dedica a desestabilizarlo. ¡Hermes y sus pies alados!, pies para posarse en el suelo y alas para sustraerse de él, para huir cuando el instinto de la aventura es demasiado fuerte como para conformarse con lo que la rutina propone día a día. La figura de Hermes remite a la vida errante que roza el suelo sin quedar atado a él”. La labor del Hermeneuta no es sólo traducir, sino contemplar las metáforas a fin de ofrecer una comprensión de ellas de modo que se tornen inteligibles para quien las recibe y una autoridad de quien las remite. Nietzsche indicaba sobre la metáfora, siguiendo la poética de Aristóteles que: “La metáfora es la transposición de una palabra cuyo significado habitual es otro, o bien del género o de la especie, de la especie al género”. Prototipo: “Allí reposa mi barco”. La metáfora señala Beardsley, es “un poema en miniatura”. El asunto para considerar es el estatus de conocer por medio de la metáfora y los sentidos. Maffesoli explica que: “una metáfora es la translación de una imagen de un contexto a otro, que permite arrojar nuevas luces sobre este último”. De hecho, le parece más importante elaborar metáforas que conceptos, él afirma: “en lo personal desconfío de los conceptos. Prefiero recurrir a la metáfora e incluso a la noción”. Luego dirá: “Por más que me disgusten los conceptos me gusta utilizar con precisión las palabras, así como referirme a su etimología”. Maffesoli elabora otra conjetura de la posmodernidad: “De la misma manera que el individuo esta agotado, lo social necesita renovarse”. Se ha puesto por mucho tiempo el acento en el individuo y se ha olvidado lo primordial “el vivir en común”.

La palabra antes mencionada socialidad remite a la solidaridad orgánica, donde la relación con el cosmos y la relación con el otro se interrelacionan sin cesar. En la vida de lo que se trata, es de estar juntos, de pegarse el uno al otro. Además, notamos que. “El misterio dionisiaco es una manifestación característica de esta manera de entender la relación de lo colectivo. La socialidad exhibe lo que se está conformando a partir de las estructuras que pertenecen a otros tiempos”. La palabra social (la relación mecánica de los individuos entre ellos). El todo social, “el conjunto social". Vivir en común, lo societal, lo holístico. La socialidad es la expresión cotidiana y tangible de la solidaridad de base, la realización de lo societal. En la posmodernidad no hay identidad sino identidades múltiples, la posmodernidad es: “la sinergia de los fenómenos arcaicos y el desarrollo tecnológico”. “Es la vuelta a lo local, aquí la importancia de la tribu y la mezcla (bricolaje) mitológica”. Lo relacional prevalece sobre lo racional, lo afectivo sobre, lo cognitivo, el grupo sobre el individuo, lo imaginario sobre el cálculo, lo local sobre lo global. Estar juntos. “Si las civilizaciones son mortales el “estar juntos” parece durar en el tiempo, esto genera una potencia subterránea de la sociedad. En la tribalización se comparten imágenes, estilos, formas propias, las tribus son precarias, cambiantes, diferentes, caóticas, desordenadas. Nos exige estar atentos a lo que esta naciendo. La nueva forma de vivir es lo tribal y de armonía conflictiva, con su aspecto emocional contagioso, ritual, precario y cambiante”. La posmodernidad: “seria a la vez el reconocimiento de algunas cosas que se terminan y la emergencia de otra manera de vivir, de otra manera de estar juntos. En el fondo es la única cuestión que nos interesa, cómo pensar el estar juntos y, claro, este estar juntos no es eterno ni se presenta siempre de la misma manera”. “Lo social es lo que reposa únicamente sobre la razón, el trabajo, el progreso o la fe en el porvenir, lo que constituye las instituciones sociales, mientras que la socialidad, y esto lo he explicado en varios libros, integra efectivamente lo sensible, lo imaginario, lo lúdico, lo onírico, lo que yo llamaba hace rato el inconsciente colectivo”. En lo tribal, el nomadismo y lo orgiástico se reconoce la socialidad.

 

 

2.      SER JUNTOS, ESTAR JUNTOS, CAMBIAR: UNA FORMA DE SOCIALIDAD

 

“Lo que es seguro es que el objeto cotidiano es causa y efecto de ensueño. Un ensueño que es capaz de volver hermosa la cacerola”.

Maffesoli

Nietzsche había dicho que, los grandes problemas se encuentran tirados en medio de la calle. Cuestión que seguramente, en una dirección social retoman los sociólogos P. Berger y T. Luckman en su construcción social de la realidad cuando expresan: El entendimiento sociológico de la realidad se encuentra en algún lado en medio, entre aquello del hombre de la calle y aquello del filosofó. Maffesoli reencanta estas nociones para atrapar de esta manera el imaginario vivido en la calle; conjeturar las historias humanas y captar el “formismo” de la atracción societal. El “estar juntos”, el “ser juntos” no es más que una forma de socialidad, ligada a la ley del secreto, esto es a la centralidad subterránea. La teoría social, mejor aún la sociología comprensiva, se concentra, fundamentalmente, en el retorno de los valores arcaicos propios del pasado tribalismo, nomadismo, hedonismo. Para hacer una lectura del hoy y a través de la intuición y la metáfora contemplar lo que es. En la realidad social lo que es, es y por lo tanto, no hay discusión. Maffesoli alude al paradigma de la razón sensible o interior y rechaza, en pleno, el paradigma positivista, “la racionalidad instrumental” propia de la modernidad, porque sabe que, con este modelo, será imposible contemplar los problemas de la calle, es decir: Lo cotidiano, lo banal, lo insignificante, lo vivido y sentido por la gente en la plaza pública. El discurso de la posmodernidad ya no cree en la razón, en el progreso, el porvenir, al menos se cree o se piensa que la historia ha llegado a su fin y también con ello la idea de una subjetividad transcendental. Se ha instaurado una lógica de la dominación, donde la idea de violencia totalitaria y globalización no son sino una manifestación diacrónica y fenomenológica de aquella operación estructural del capitalismo y el consumo. El poder y los privilegios son para unos pocos.

El poder así ha traído acumulación de riquezas y una sociedad global en la cual imperará el consumo disfrazado de una multiplicidad de sensaciones y una cultura light. La globalización es la homogenización de ciertas reglas de juego económicas a escala mundial y planetaria, que gracias a cierta operación totalizadora se sujetan así mismas como un todo y no como una parte. Ahora bien, “El poder surge cuando hay debilitamiento de la potencia colectiva y que, en ese sentido, está siempre presente en el cuerpo social. Además, es frecuente y demasiado fácil vincular la potencia y la violencia a la acción del poder”. Ya no se trata de que ostentemos o de manifestar, se trata de un abrir los ojos, avistar. El contemplar como la percepción de las cosas cotidianas y las relaciones profundas de la vida en lo oscuro, oculto, banal y subterráneo. Hay que contemplar el sentido que las personas le dan a sus vivencias, a sus momentos, a sus instantes, a la teatralización de sus vidas en el presente. En lugar de partir y segmentar lo real, como lo hace la erudición y la elucidación, la contemplación respeta el apurado vivido. No quita el ojo del todo de la vida. Así pues, el acto de contemplar reúne diferentes partes de un todo comprensivo y se aplica con mayor luminosidad y evidencia. La verdad, dirá un sociólogo como Maffesoli, reside en la revelación de lo que siempre residió ahí, en medio, en la calle.” Lo que es, es”. Más vale el saber de un conocimiento ordinario, en los resquicios del lenguaje y de las cosas. Posiblemente se pueda pensar en una unión entre lo antediluviano y la fuerza de la vida. La existencia es la vida y es lo que cuenta. He allí una de las iniciales combinaciones del pensamiento de Michel Maffesoli. El discurso de la posmodernidad reintegra a la escena lo arcaico, la fuente, lo bárbaro, así se “re intensifica” el cuerpo social. En la posmodernidad hay una asociación entre lo arcaico y la tecnología. Vale la pena, por tanto, pensarlo, contemplarlo. Maffesoli toma partido por un socialidad empática, donde se comparten “emociones y afectos”. Los imaginarios habituales son “grafías” del pensamiento hacia la comprensión de “formismos” de la vida banal. Las distribuciones cognoscentes de lo ordinario no son más que un raciocinio del lenguaje y de los gestos, que descubren un entorno y un ordenamiento a través del sentido común. No se trata de una teoría social que contemple lo que es o lo que no es o lo que debe ser. Se trata de una suposición que exprese y revele la vida en todas sus potencialidades. El grito Maffesoliano es también una formula Nietzscheana: “Hay que decirle si a la vida”. Hay que “rasgar los sistemas” el positivismo dominante, el marxismo y el freudismo, el funcionalismo que han sobresalido y expuesto a través de la razón, el progreso, la modernidad y la idea de un sujeto transcendental. “Lo que tiende a prevalecer en las sociedades posmodernas es la heterogeneidad”. No lo uno. Lo homogéneo, el individuo y la individualidad se diluyen en la tribu.

 

 

3.      SOCIOLOGÍA DEL HEDONISMO

 

“Toda la vida cotidiana puede ser considerada como una obra de arte”.

Maffesoli

 

La sociología del hedonismo se funda en el conocimiento popular, en el conocimiento habitual, en la trivialidad de las conversaciones diarias. Hay que oler la existencia en la calle y crear relaciones afectivas cargadas de valor. “El sentimiento y la emoción han surtido las ideas de la razón y la lógica de la identidad, sucede a la lógica del afecto”. Se trata de una alianza física, que, no sólo es agradable, sino necesaria; la motivación con la unión es absolutamente ineludible para la vida, el bienestar corporal y emocional. Sea como fuere, la sociología de lo banal, tal como la entiende Maffesoli, es aquella que esta de parte del relativismo. Expresa sólo verdades relativas que dan cuenta de la ambivalencia y lo incompatible de la existencia humana. Hoy prolifera más el peligro y el miedo, que la idea de una solidaridad integral. La posmodernidad es una época marcada por el vitalismo y a veces la solidaridad como producto de la conducción de emociones donde cobra preeminencia el imaginario social. La conciencia colectiva diluye el “yo” o mejor disuelve la identidad del individuo. Querer vivir, decirle si a la vida es lo que importa.

La posmodernidad es un constante periodo de aseveración de la vida y el encantamiento humano. Hay pues, una idea trágica y pragmática de la vida. Vuelve la pasión de vivir las sensaciones, las imágenes, lo ardoroso. Si la modernidad fue la metáfora de lo frio, la posmodernidad es la metáfora de la vida y lo cálido. Un hedonismo socarrón por una estética del cuerpo. Heterogeneidad de la existencia y no homogeneidad de los anómalos sociales. Si la modernidad se dispone en la razón y el individuo; la posmodernidad es el retorno al nomadismo y la tribu. En la modernidad se ordena todo, se codifica todo. La verdad y la razón son el abrigo de la ciencia. Y la ciencia se bautiza como una variedad de la teología. En la modernidad: “la sociedad es controlada mediante la formalización de sus individuos, cada uno cumple un papel en la sociedad”. Allí nace la lógica de la dominación; ya no se trata del alegato de la razón, del trabajo, del Estado o de la política. Se trata de vivir y fluir. La política ya no seria la lucha por el poder, sino la lucha por la vida, el movimiento y el mundo. La actual sociedad es una humanidad de vidas agitadas, de imperfección, de consumo, e internet. La sociedad es plural, diversa, en caos, sin eje, heterárquica. No obstante, “vivir es una permanente apertura y relación con otros”, moverse no es más que ser algo, devastador o creador que sacude o desorienta. La sociedad actual está acoplada sobre el concepto de traslado y camino. Nomadismo y sedentarismo. Los afectos y las emociones forman el almíbar de la realidad circundante. La parte y el todo se dan a través del pensamiento viviente. “la vida sin fondo, sin amarras, o por lo menos una vida cuyas amarras son precarias, efímeras y que pueden en cualquier momento perderse en la nada”. El hombre posmoderno vive con lo raro, lo ignoto, ya no hay un devenir constante. El devenir es inestable, el tiempo se arrincona al espacio, lo que hay es tiempos múltiples, no lo uno. El aglutinante, es un nosotros, un estar juntos, es decir, hacia los otros: la alteridad. La persona posmoderna ambicionará un vivir irrefrenable, en tensión constante, con tendencia a lo inexplorado, lo diferente lo diverso. Los deseos de vivir surgen de lo afectivo, de los apegos. Nada nos incumbe, no somos nada. Para el posmoderno importan o dicen las experiencias, plenitud y síntesis. La vida habita en el nomadismo y el exilio, el hombre posmoderno no tiene fin, no hace sino recomenzar, percatarse, volver a iniciar. Se vive sin polo y en el tránsito por hallarlo y en éxodo, porque sin enraízo en el mundo no le queda sino innovar, transitar, errar. Porque le falta fundamento, su ocupación la de fundar y comenzar. En este sentido vivir es experimentar. “Si el poder era el del poder económico. Para la posmodernidad el poder es el de poder”. Circular, diluirse, desaparecer, huir. No dejar rastro. Lo social se hace agua, se vuelve líquido. Diluirse de cualquier control político, disciplinario o normativo. La persona posmoderna vive un tiempo cíclico de la existencia, ocios, encuentros, viajes, algo diferente a los ritos del trabajo, retorno a lo imaginario, a lo cotidiano. Son estos los signos de vivir el tiempo presente. Vivir es así una relación directa con lo trágico. El nomadismo, el tribalismo y la socialidad son las formas de lo azaroso. Las apariencias, lo efímero y el tiempo son lo fugaz. El azar y la necesidad marcan la vida. La vida tiene alteraciones, cambios, mutaciones. Lo afectivo es lo sublime que nos une como seres humanos; lo mismo que las extensiones del placer y lo orgiástico. El goce de los unos con los otros. En lo dionisiaco está la vida, el placer, los excesos, el calor del cuerpo. La orgía es la vigorización de un compromiso con el cosmos. Lo erótico y lo colectivo nos llevan   a comprender la vida, y el goce como una serie de emociones sucesivas. “La orgia no lo olvidemos, es poner en común las pasiones. Es igualmente, la celebración de los misterios. Pasiones y misterios pueden ser del orden del exceso festivo, del desenfreno, del hedonismo, todas cosas colectivas”. La moral frente a la ética. Una ética del instante. El instante eterno”. Dionisio puede convertirse en adjetivo calificativo dionisiaco. Así mismo, puede designar una forma de sabiduría, dionisiaca, que incita a gozar, bien que mal, de esta tierra y sus frutos. Y no es necesario ser un especialista en mitología griega para comprender que se trata de uno de esos arquetipos eternos que, en determinadas épocas, vuelve a adquirir fuerza y vigor”

 

 


 

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