sábado, 21 de mayo de 2022

LA AGONIA DEL TIEMPO / Antonio Arenas

 


LA AGONIA DEL TIEMPO

Antonio Arenas

 

“Un libro (de poemas) es una especie de espejo: sí un mono se mira en él, no descubre una imagen de un apóstol”

 Lichtemberg

 

Pasan tardas y lentas las hojas del libro “Horas sin Tiempo y el silencio media entre el lector y el texto. Se acota en el comienzo palabras sueltas que dicen “algo”, mejor hablan de “cosas” y ese atisbo de las cosas, revela la fragilidad del ser en el tiempo. El arte poético comienza allí donde el lector agotará el verso. Las figuras o imágenes objetivadas se enfrentan a la existencia y el hábitat; a ese diario existir; hay pues, una voz monótona, una escritura frágil, una especie de agonía y soledad vivida. En el trascurrir de las páginas hay una péndola deleznable e imaginaria que marca el tic tac de las palabras. El lenguaje contrasta el alejamiento del tiempo, se recorre el entorno, la casa, las noches de vigilia, se es un sonámbulo en el campo y en el bullicio de la urbe. Se expía la vivencia para perderse en el juego azaroso de la naturaleza y la frase. La poesía de Raúl González es una interdicción de la vida que se va en el espacio y el tiempo; experiencias vividas en el caos, la bohemia y la soledad. Todo lo dicho, escrito, es captado en el ojeo de la comprensión de la naturaleza y el ambiente de la casa o la ciudad que lo desvela. Se enfatiza en la palabra suelta, escueta, rasgada y soplada. Todo, todo cree verse en la imagen que se plasma. Los poemas configuran la contradicción de la vida vana y errante, el retozo azaroso de la vejez y la presencia efímera de la muerte. “Horas sin Tiempo”, es uno juego de los diarios escritos, diarios de campo, diarios de noche, diarios de ciudad, diarios de viajes. Hermenéutica presuntuosa de la naturaleza. Soledad y vida que reposan en el tiempo inmóvil. Vida que franqueó, figuras y representaciones del conspicuo existir en medio de la naturaleza y en los ciclos del tiempo. Raúl González dirá en uno de sus poemas “La movilidad y el silencio impregnan infinitas horas”. Períodos de abatimiento, cansancio de la senectud, parpadeos frente a las hojas, el pétalo, la hojarasca y los frutos de los árboles. El poema es el espantar del tiempo ido. Mirar ojoso, ojoso agujero desolado del espacio. En definitiva, el libro está escrito en cuatro tiempos (diarios) todo para que quede en la memoria. Lapso que consume ese ocio maldito del día y la noche. Los poemas son un viaje, un peregrinar de la existencia, mezcla de naturaleza – vida - experiencia. Algunos versos son la bravata del duermevela. Las elegías dan la imagen y la idea de un hombre que agota la subsistencia. El texto y la escritura son un Kairos falaz, estático. Es el vuelo de la naturaleza ante los ojos del hombre, con una sencillez e ingenuidad pasmosa. Para un lector habitual los cuatro diarios se leen como un artificio, un pasear un dar vuelta, un tomar el aire en la noche. Un deambular circular, para explicarse un hombre así mismo el mundo y la vida. “Horas sin Tiempo”, es un libro ocioso y la abnegación de la palabra fragmentada en el lapso. Palabra soplada, sacrificio de la vida que se vio pasar. Ojeo y silabeo, río agitado por el tiempo que todo lo consume. En el libro hay un poeta náufrago de la naturaleza.

 

El poeta Raúl González pudo haber dicho:

 

Soy yo abierto a la naturaleza y el tiempo.

Yo que duermo entre la naturaleza y el silencio.

Un tic tac en el tiempo.

Yo soy una metamorfosis de la naturaleza y el tiempo.

 

Antonioarebe1@hotmail.com

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente, la manera de narrar lo que significa el tiempo, la poesía, la naturaleza y lo que simboliza para el escritor sus letras en el transcurrir del tiempo.