REVOLUCIONARIOS A LA CARTA Y
FASCISTAS
Darío Ruiz Gómez
Es evidente que lo que continúa
caracterizando a los movimientos populistas, tal como lo he
venido repitiendo, es su más que notoria ausencia, no solo de modales
democráticos, sino, de lenguaje, lo cual es consecuente con su actitud política
regresista, la de quienes calcan sin imaginación alguna gestos y lenguajes desacreditados históricamente
terminando por precipitarse en la irracionalidad. Repetir como loras(os)
mojadas(os) que “están luchando a favor
de la etnias castigadas”, que “reniegan de la cultura española colonialista y
prefieren el mundo pre-hispánico” que
“la burguesía transmite la pandemia a
los pobres” dispensa a estos nuevos actores políticos –entre ninis
y millenials, empleados, educandos- de la
decisión verdadera a tomar en estos casos:
marcharse a las selvas a encontrar a
esas etnias viviendo en la miseria, asesinadas por el ELN, las Disidencias de
las FARC o por los narcotraficante o también demostrando una solidaridad sin retóricas histéricas al irse
a vivir en los barrios de miseria compartiendo la suerte de los desheredados. A
los justos que por piedad hacia el pobre les rompieron las espaldas luchando
contra la injusticia social, les tocó enfrentarse al horror de tener que
comprobar que nada se corrompe más que una causa política hecha a nombre de una
supuesta causa social. ¿Cómo entonces ver hoy en nuestras calles a
muchachos(as) enarbolando la bandera roja con la hoz y el martillo símbolo
precisamente de inhumanidad? En las
marchas manipuladas que supuestamente protestan contra el hambre, no puede darse
un acompañamiento verdadero al sufrimiento de los oprimidos ya que la masa carece
de todo sentimiento moral. Y son los Otros quienes condicionan toda verdad, son
los Otros quienes nos interpelan sin que les contestemos. “La historia, dice Marx, se da dos veces, la
primera como una gran tragedia –Bolívar, Napoleón- y la segunda como una miserable
farsa- los timochencos, avellas, benkos biojós, Santos- Sencillamente porque las condiciones
históricas se modifican y lo hacen silenciosamente introduciendo cambios sociales muy profundos que los
demagogos no suelen captar en sus efectos y consecuencias . Detectar este vacío de lenguaje, de liquidez
política, el perfil de quiénes hoy se lanzan a las calles a protestar es encontrarse con lo que Simon May califica
como la “idiotez social” ¿Cómo los agitadores profesionales han logrado transformar
a un adolescente en un asesino potencial para el cual el único
enemigo a eliminar es un policía? Introduciendo, además, el caos y la anarquía y
colocando enfrente de sus centurias guerreras a títeres dirigiendo bandas de
depredadores y saqueadores que
después de recibir la orden telemática para derribar la estatua del “odiado
personaje histórico “ se lanzan ciegamente a la destrucción de lo que sea “muestra de la imposición colonial” Temístocles Ortega vestido de indio destrozando el hermoso
mural de Efraín Martínez porque “exalta a la raza blanca”. Recordemos entonces que
los vándalos y saqueadores - en realidad escoria, lumpen- no son casuales infiltrados
sino un elemento táctico de destrucción ya previsto en el manual del terrorismo,
por quienes desde las redes sociales manipulan a su antojo los contenidos de la
protesta, manipulando a su vez a quienes, como en este caso, con razón protestan contra una desquiciada
propuesta de Reforma Tributaria
presentada además en el momento más inoportuno. “Patria o muerte” es el lema de los castristas
que, en medio de la infinita pobreza del pueblo, sacrificaron cinco generaciones
de cubanos para que sus líderes se enriquecieran delirantemente. Hoy el lema de
mujeres y jóvenes contrarios a este perverso chantaje proclaman, “Patria y
vida” y “Patria y libertad” la conquista de la alegría y de la fraternidad, pero también de la
economía. Aquí por el contrario estos líderes de pandereta llamaron al
contagio, a la muerte.
Tanto para el fascista como
para el comunista la causa política convertida en fetiche está colocada por
encima de la vida misma, una causa sin fondo, tan oscura como lo su rechazo a
la dignidad de quienes dicen estar representando. Es el activismo de las llamadas Patotas para la
instauración del terror, la destrucción del espacio público, de la ciudad como ágora,
es la negación del diálogo, del derecho a los lugares. Ahora marchar y huir.
Detenerse y escuchar al Jefe Supremo ¿No fue lo que intentó hacer Petro esta
semana con su “interlocución” a los ciudadanos gesticulando como el Dictador de
Chaplin? “No salga, no entre a las grandes superficies, no abra los almacenes,
no salga a los parques, prohibidos los corrillos” Verde que te quiero verde. Quien
habla es el Gran Hermano presentando a sus nuevos centuriones.
P.D La frase del año la dijo
un profesor universitario en un programa de “Comunes”: “Ustedes han visto que
en las ciudades del país la violencia ha transcurrido en paz”
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