John Jaime Moncada |
Reunión preparatoria sobre
Patrimonio en Medellín
Víctor Bustamante
Un puñado de personas preocupadas por el tema de patrimonio en la ciudad ha
sido convocada por el señor concejal John Jaime Moncada y su equipo asesor. En
esta mesa de trabajo se ha conversado sobre el abandono y las pocas
perspectivas que ofrece la Alcaldía sobre este tema tan urgente para que el
legado cultural y arquitectónico no sea destruido por el progreso entre
comillas construido por esa mentalidad de hormigón armado, -formada por las
diversa curadurías, la multinacional del cemento y el comercio de rapiña- que cada que puede arrasa sin preámbulos lo
que considere de facto ajeno a sus
propósitos ya que destruye sin ninguna valoración el legado cultural, es decir
siempre con toda clase de argucias arruina la arquitectura de Medellín.
Algo es cierto mientras unos buscamos que la ciudad no sea arrasada en su
parte histórica que es sinónimo de su devenir cultural que expresa desde diversos
puntos de vista y define esa ciudad lo único cierto es que esta se acomoda para
ser exprimida al máximo y así generar riqueza
como dé lugar a los diversos estamentos
que se han apropiado de ella, desde lo político,
lo empresarial, comercial hasta descender
a la otra ciudad que lejos de esa forma institucional
convive como es la ciudad de las rentas de las drogas y de la prostitución y la
del saqueo de las vacunas. Así estos espacios que conviven solo en la memoria
de algunas personas como son historiadores, poetas escritores, sociólogos y arquitectos
es decir el nuevo romanticismo que no busca paisajes ignotos, sino su ciudad,
ese espacio caro a su cotidianidad, ciudad de la memoria, pero estos no poseen
legislaciones, ni la fuerza de la inversión que son, en fin, de cuentas, quienes
arrasan de una manera solapada y presente las ciudades. Así Medellín no escapa
a esos designios.
Pero ahí no cesa ese abandono total del Centro: sus calles deterioradas van
siendo convertidas en basureros humanos. Lo que fue la Avenida Juan del Corral,
Cundinamarca, La Paz, La plazuela Rojas Pinilla, y todo ese sector, es la pura
y continuidad y copia de la última copia deprava de Guayaquil, no el de la
prosperidad ni el del malevaje narrado en una extraordinaria novela El diablo tiene la vela de Juan Roca,
sino el de los escombros humanos alrededor de la plaza de mercado cerrada con
la economía del rebusque a su alrededor, la cual se apoderó de lo que llaman
los incautos Centro histórico.
Hace poco dentro de esa pobreza de conceptos la administración anterior decidió
que patrimonio era adecuar el Parque de Bolívar a un alto costo, eso si con una
pobreza de lo arquitectónico como nunca se había visto en la ciudad, eso sí
como esas renovaciones urbanas son realizadas desde el observatorio de la Alpujarra
por estólidos funcionarios que no caminan ni les interesa la ciudad dan como resultado esa penuria de
cambios dejando de lado el elemento humano, nunca esos investigadores y empleados
oficiales han visto el drama humano que se vive en el Parque de Bolívar prostitución,
drogas y la economía del rebusque y los parqueaderos que van asolando este
lugar. Este parque antes orgullo, es ahora el último zarpazo de la mentalidad guayaquilera
de los paisas, caminar por Perú, por Venezuela, por Caracas es igual a caminar
por Amador, por en los tiempos del Guayaquil profundo nadie vio dese la
Alpujarra en las últimas alcaldías ese asalto a la ciudad. O si lo vieron y sigue
haciéndose los locos, por supuesto que la actual alcaldía sigue sus mismos parámetros
bajo ese ridículo concepto de patrimonio.
Ya estamos fatigados, iba a decir jartos, de que la Administración municipal esta y las anteriores en manos de equipos épicos de una pobreza de conceptos absoluta donde solo priman las grandes obras, y que consideren en su desprecio absoluto que patrimonio es subvencionar caminatas, dar becas, programar seminarios y un largo etcétera cuando la verdadera expresión de esa ciudad se derrumba ante las babas de quienes se refieren al patrimonio con esa definición abrumadora y perspicaz, ya que no se obra con firmeza ante las ruinas que cada día asolan y exprimen el Centro histórico de Medellín, el de los avisos.
Pero algo es cierto la máquina
de destrucción prosigue, bajo la egida de esa máquina de facturar como en los
video juegos donde se construye edificios, se erigen torres de apartamentos, centros
comerciales y de pronto parques ligeros. Cada uno construido solo para generar rentas
que nunca sacian a las élites. Parece que funcionarios municipales y las elites
empresariales poseen desde su formación más cercana un concepto de ciudad, la
de los video juegos previsible en uno de ellos: City life.
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