LAS
RETÓRICAS MUERTAS
Darío
Ruiz Gómez
Sanguino
es un representante de los llamados “Verdes” quien con reiterada frecuencia está apareciendo en los distintos
medios de comunicación para defender al Partido de las FARC y para atacar a
quienes pretendan cuestionar a la JEP y naturalmente considerando que el
uribismo es el culpable de todas las catástrofes del país . Con suma habilidad
ha sabido ocultar su pasado político, su antigua militancia pero debemos suponer que al serle concedida la vocería de su grupo es porque cuenta con
una presencia física y sobre todo con la
retórica necesaria para mostrar ante el país lo que debe suponer en tiempos de paz, una nueva figura política
surgida de las oscuras tenebrosidades de la lucha armada en montañas y
ciudades, una atildada voz revolucionaria
en un momento político donde sobran ya la ordinariez de Timochenco o de Granda, la periclitada
imagen de revolucionario convertido en delincuente raso de Santrich o
de El Paisa, las boinas de embolador de
Romaña. No olvidemos que Sanguino en medio de las conversaciones de paz
solicitó, nada menos, que a las FARC les fueran concedidas 40 y 40 curules en el Senado y el Congreso.
Pero debo aclarar que la creación de la
imagen pública de un político que, como en este caso responde al supuesto
clamor de las masas “oprimidas”, siempre ha sido un planteamiento fundamental
de la propaganda política tal como lo he
venido analizando a través de los textos de Kracauer, de Kakutani sobre Hitler y Trump y tal como lo pudimos observar en la revolución
cubana con la difusión masiva de la silueta del Ché diseñada para manipular el inconsciente colectivo y convertir en íconos a “los guerrilleros
heróicos”. La mano con la rosa fue el
símbolo del socialismo portugués triunfante en la conquista de la democracia,
imagen que el belisarismo degradó copiando malamente este logotipo y que las
Farc acabaron de degradar aún más con el logo torpe de su rosa. ¿A quién
después de conocer los horrores del
exterminio de setenta millones de
personas, se le ocurriría seguir identificando la hoz y el martillo con la fraternidad de los
explotados que luchan por su liberación? Recordemos que la comercializada
figura del Ché terminó de pegatina en las botas y camisetas de los drogos. Pero
¿Es que Maduro habla, dice algo su elefantiácea corpulencia, dice algo la
ordinariez de un Diosdado Cabello? La
retórica, nos recuerda Aristóteles es el arte de convencer con verdaderos argumentos: y esas armas en
una democracia no son otras que la honestidad, la claridad moral lo contrario
del engaño y la manipulación propias del autoritarismo. ¿A quiénes se les ocurre a estas alturas “llegar a la
conclusión” como lo ha hecho el Foro de Sao Paulo de continuar la “lucha contra el imperialismo norteamericano”
mientras estos delincuentes tienen grandes propiedades en la Florida y su verborrea anticapitalista se ha degradado hasta lo siniestro? ¿No sintieron la hedentina de los cadáveres
de los opositores, el gritos de los torturados en esa ciudad de los muertos? Grotescos fueron
los bramidos de Lozada en el Congreso anunciando la reanudación de esa lucha
antiimperialista con “el temor de que la derecha le pegue un tiro por la
espalda” En este caso su melodramática actuación lo que busca es crear confusión ante su
negativa, al serles democráticamente
concedida la palabra, de responder
por sus actos de barbarie, de entregar las fortunas escondidas, recurriendo al histrionismo de las telenovelas populacheras .
El totém de Sanguino todo de
verde pálido vestido, su cavernosa voz mediante la cual quiere mostrar sabiduría
y ejemplaridad, abre la boca y remata su
descripción del Presidente con una frase digna del mejor
“veintejulierismo”: “su cara de joven
frívolo y su cuerpo del pasado” . La nueva sociología de izquierdas que nos espera.
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