sábado, 31 de agosto de 2019

LAS RETÓRICAS MUERTAS / Darío Ruiz Gómez


LAS RETÓRICAS MUERTAS
Darío Ruiz Gómez
Sanguino es un representante de los llamados “Verdes” quien  con reiterada  frecuencia está apareciendo en los distintos medios de comunicación para defender al Partido de las FARC y para atacar a quienes pretendan cuestionar a la JEP y naturalmente considerando que el uribismo es el culpable de todas las catástrofes del país . Con suma habilidad ha sabido ocultar su pasado político, su antigua militancia pero  debemos suponer que al serle concedida  la vocería de su grupo es porque cuenta con una presencia física y  sobre todo con la retórica necesaria para mostrar ante el país lo que debe suponer  en tiempos de paz, una nueva figura  política  surgida de las oscuras tenebrosidades de la lucha armada en montañas y ciudades, una  atildada voz revolucionaria en un momento político donde sobran ya  la ordinariez de Timochenco o de Granda,  la periclitada  imagen  de  revolucionario  convertido en delincuente raso de Santrich o de El Paisa, las boinas  de embolador de Romaña. No olvidemos que Sanguino en medio de las conversaciones de paz solicitó, nada menos, que a las FARC les fueran concedidas  40 y 40 curules en el Senado y el Congreso. Pero debo aclarar que la creación  de la imagen pública  de un político  que, como en este caso responde al supuesto clamor de las masas “oprimidas”, siempre ha sido un planteamiento fundamental de la propaganda política  tal como lo he venido analizando a través de los textos de Kracauer, de Kakutani  sobre Hitler y Trump  y tal como lo pudimos observar en la revolución cubana con la difusión  masiva  de la silueta del  Ché diseñada para  manipular el inconsciente colectivo  y convertir en íconos a “los guerrilleros heróicos”.  La mano con la rosa fue el símbolo del socialismo portugués triunfante en la conquista de la democracia, imagen que el belisarismo degradó copiando malamente este logotipo y que las Farc acabaron de degradar aún más con el logo torpe de su rosa. ¿A quién después de conocer  los horrores del exterminio de setenta  millones de personas,  se le ocurriría  seguir identificando  la hoz y el martillo con la fraternidad de los explotados que luchan por su liberación? Recordemos que la comercializada figura del Ché terminó de pegatina en las botas y camisetas de los drogos. Pero ¿Es que Maduro habla, dice algo su elefantiácea corpulencia, dice algo la ordinariez  de un Diosdado Cabello? La retórica, nos recuerda Aristóteles es el arte de convencer  con verdaderos argumentos: y esas armas en una democracia no son otras que la honestidad, la claridad moral lo contrario del engaño y la manipulación propias del autoritarismo. ¿A quiénes  se les ocurre a estas alturas “llegar a la conclusión” como lo ha hecho el Foro de Sao Paulo  de continuar  la  “lucha contra el imperialismo norteamericano” mientras estos delincuentes tienen grandes propiedades en la Florida  y su verborrea  anticapitalista se ha degradado  hasta lo siniestro?  ¿No sintieron la hedentina de los cadáveres de los opositores, el gritos de los torturados  en esa ciudad de los muertos? Grotescos fueron los bramidos de Lozada en el Congreso anunciando la reanudación de esa lucha antiimperialista con “el temor de que la derecha le pegue un tiro por la espalda” En este caso su melodramática actuación  lo que busca es crear confusión ante su negativa, al serles democráticamente  concedida la palabra,  de responder por sus actos de barbarie, de entregar las fortunas escondidas,  recurriendo al histrionismo  de las  telenovelas  populacheras .  El  totém de Sanguino todo de verde pálido vestido,  su cavernosa  voz mediante la cual quiere mostrar sabiduría  y ejemplaridad, abre la boca y  remata su  descripción del Presidente con una frase digna del mejor “veintejulierismo”:  “su cara de joven frívolo y su cuerpo del pasado” . La nueva sociología de  izquierdas que nos espera.
     

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