sábado, 31 de agosto de 2019

EL PAÍS AUSENTE / Darío Ruiz Gómez


EL PAÍS AUSENTE
Darío Ruiz Gómez
La muerte de los pueblos en España ha sido una constante durante los últimos treinta años, viejos pueblos  de piedra que el viajero visualmente localiza al paso del tren, metidos en el paisaje agreste, arropados por un extraño manto de silencio que el viajero percibe de inmediato, olvido, decir olvido supondría una decisión racional frente a algo que no queremos seguir teniendo en cuenta, aquí es algo parecido a la constatación de la inexistencia, el fata morgana  invernal de un país donde cada palabra, cada enunciado sobre la vida y sus circunstancias  van perdiendo  contenido, esa difusa España  que la literatura, el cine del  llamado “Destape”   ignoró descaradamente en el  proceso típico del parvenu que instalado en su nueva “clase social” huye de todo aquello  que pueda recordarle  su origen provinciano, su léxico de pueblerino  al cual ha impostado  una supuesta  liberación sexual, religiosa, el precario lujo del consumismo. Pueblos en venta, intentos de colonización fallidos,  una vez desaparecidas  las costumbres históricas  y una vez desaparecidos los actores históricos que alrededor de la lucha contra las adversidades edificaron una filosofía  del sufrimiento, una dimensión ética de la grandeza humana.  Las pancartas  que unos jóvenes que aún habitan en ese España vacía exhibían  durante una manifestación en Madrid  eran muy  explicativas: “Los jóvenes rurales reEXISTENTES”  Sí, ausencia de médicos, de escuelas y colegios, de centros de salud, de trenes y vías  para la integración regional: ¿vacía o vaciada?  Es lo que  Christopher   Guilluy  ha señalado  respecto a  la Europa actual como la  peligrosa desconexión entre el campo y la ciudad, problema que  en estos momentos  se puede convertir  en un obstáculo porque  la fragmentación  política  de los territorios  sería un impedimento  para enfrentar el asedio de los populismos. ¿Qué reclamaba Ortega y Gasset en  su “España invertebrada” sino la integración de los diversos territorios y voces  en el significado primordial de una sola España?  ¿Cuáles al respecto serán las estrategias que propondrá el Foro de Sao Paulo para afirmar mediante  nuevas formas de violencia sus tiranías ?  Y este vaciamiento  de los territorios causada por la violencia  guerrillera, por el narcotráfico en Colombia, por las bandas criminales señala precisamente  la calculada fragmentación  de nuestro  territorio, la destrucción de las culturas regionales, el ahondamiento terrible  de la distancia  entre el  centralismo político  y la vida de los territorios  vaciados que en nuestro caso obedece a un desconocimiento perfectamente calculado por las minorías gobernantes  pero sobre todo señala  el intento de destrucción  de una idea de nación, de una  República, tal como lo he venido señalando con insistencia. ¿Hemos calculado lo que ha supuesto el desplazamiento de los campos hacia las ciudades?  ¿Hemos recuperado la entidad humana  de  la Costa pacífica o la seguiremos reduciendo  a un folclor desfigurado? ¿Cuántos representantes de cada uno de estos  territorios ausentes  hay en este momento?

Si hablamos  de un problema de representatividad política para esta  población ausente  debemos hablar  entonces  de comunidades que sufren el impacto de las explotaciones  de las minas de oro, coltán, - con cientos de esclavos sin sueldo-  el comercio ilegal  del petróleo  y que viven bajo la  brutal economía de la coca como productividad rentable en el comercio mundial. Esta forma de  violencia, caso México,  puede ser la verdadera estrategia mediante la cual  se  impediría  la incorporación  de los  grupos sociales ausentes  y se opondrá  a la praxis de una política  vertebrada por el reconocimiento de las diversas formas de expresión de tantas comunidades , manipulando  la población  nativa a base del miedo, buscando  la desaparición del Estado,  y,  la muerte, repetiré a los oídos de tanto idiota, de la  cultura o sea del progreso ético de una sociedad.

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